Capítulo 3

Terribles aullidos y gruñidos perturbaron su descanso hasta el punto que perdió todo rastro de sueño. Su habitación estaba sumida en una penumbra tan densa que no veía absolutamente nada. Luego, algo pareció removerse en su interior y un leve ardor le escoció los ojos, obligándola a cerrarlos. Cuando la molestia se fue, los abrió sólo para descubrir que podía ver casi tan nítido como si un sol brillara allá fuera.

¡Qué habilidades tan extrañas estaba desarrollando! Ahora podía ver incluso en la total oscuridad, nada como la vista parcial de su eyarim pues aquel sólo le mostraba la energía emitida por las criaturas. Sin embargo, más raro aún era su repentina necesidad de dormir con frecuencia.

Los sonidos aterradores volvieron a escucharse, algunos más cerca que otros, recordándole a una manada de lobos cuando acechaban una presa.

Con curiosidad se acercó a la ventana, la abrió y asomó la cabeza para intentar echar un vistazo a las criaturas que producían aquellos gruñidos, pero solamente recibió el golpe de un fuerte viento helado en su rostro. Los sonidos se alejaron todos de repente, haciendo que ella se asomara incluso más por la ventana.

¡Maldición! ¿Qué rayos es lo que anda allá afuera?

La noche se quedó en total silencio, ya ni siquiera se escuchaban los aullidos a lo lejos, tan sólo era capaz de captar el lastimero quejido del viento al soplar. Miró sobre su hombro a la puerta de su recámara y pensó brevemente buscar a Caspiel cuando percibió un aliento- que apestaba a muerte- golpear el lado izquierdo de su rostro. Al voltearse se topó frente a frente con un monstruo que solamente pudo haber sido creado por las pesadillas humanas.

El horrible ser no tenía ojos ni nariz, pero compensaba la falta de esos órganos con una boca llena de afilados dientes que recorría su cabeza de un lado a otro. Su cuerpo alargado como el de un gusano gigantesco era blanquesino y proyectaba seis patas huesudas que recordaban a las de una araña. Un ser abominable creado seguramente con el solo propósito de causar terror paralizante en sus víctimas.

Aún así no pudo evitar el grito ensordecedor que forzó su salida a través de su garganta y destruyó todas las ventanas de su habitación. El animal pareció tomarlo como un ataque porque se avalanzó sobre ella de inmediato, rugiendo como un león enfurecido.

Una mano con largas garras negras se estrelló contra la boca abierta de aquella bestia, le arrancó lo que aparentaba ser su corazón y lo aplastó antes que la criatura pudiera hacer algo al respecto. El cuerpo inerte de aquella cosa se precipitó por la ventana con velocidad hasta impactar contra rocas filosas que terminaron por despedazarlo.

-Eso fue un Velador -La aterciopelada voz de Gaap le susurró al oído mientras ella enterraba el rostro en su pecho, buscando su protección. Su infantil gesto le causó risa, pero aún así no la apartó sino que la envolvió en un abrazo y besó su frente-. Debes tener cuidado con los veladores la próxima vez. Fue tu grito lo que lo hizo atacar -Se inclinó hasta rozarle la oreja con sus afilados colmillos-. Suenas como una banshee, querida. Así que debes controlar tus emociones cuando los veas.

-Para tí es fácil decirlo pues de seguro participaste en su creación.

-No -Sacudió su cabeza rubia en negativa-. Esas criaturas ya existían en este agujero cuando los Caídos llegamos aquí -Suspiró y le tomó la mano, guiándola fuera de allí-. Ven, podrás dormir en mi recámara.

-¿Por qué? -Ella lo detuvo frente a una hermosa escalera de caracol en piedra con intrincados balaustres de madera tallada que mostraban un ángel siendo atacado por un demonio-. ¿Por qué ahora me agoto de tal manera que necesito tanto descanso? Los ángeles apenas duermen, yo pensaba que los demonios eran iguales.

-Estás en lo correcto, un demonio maduro no necesita dormir, pero tú eres un Vespertilio en transición. Tu cuerpo consume mayor cantidad de energía por todos los cambios que debe soportar; eso es lo que te causa sueño.

-Otra vez esa palabra -murmuró Luzbel mirando el suelo-. ¿Qué soy? ¿Qué es un Vespertilio?

-La traducción burda es murciélago, pero los humanos nos llaman de otra forma -Gaap la acorraló contra la pared y alzó su mano, rozando la nariz sobre las venas de la muñeca con una expresión de puro éxtasis-. Vampiros; así nos apodaron los mortales -Sus ojos se tornaron rojos por un instante antes que le mordiera el dedo índice y succionara un poco de su sangre-. Pero ese es un nombre vulgar basado en nuestro alimento -dijo relamiéndose los labios-. Los Nocte Vespertili somos más que ladrones de sangre. Entre todas las razas de demonios somos la élite, los únicos con la habilidad de transformar legiones con sólo una mordida.

La forma en que Caspiel se expresaba de su raza demoníaca era tan embriagadora como el éxtasis que sintió al ser mordida por él. Era más que orgullo lo que despedía, transpiraba placer por cada uno de sus poros al hablar de la clase de criatura en la que se había transformado. Y eso sólo provocaba que añorara más al arcángel que recordaba de su juventud pues con cada minuto que transcurría parecía hundirse más en la oscuridad que la rodeaba; y, lo quisiera admitir o no, comenzaba a gustarle ser oscura.

Sentados en el lindero entre las tierras del castillo y el oscuro bosque que se alzaba a sus espaldas, Gaap disfrutaba de las risas de su familia mientras ésta se divertía. Zafan se teletransportaba de un lado para otro persiguiendo a los raschertus que encontraba por el lugar y Luzbel practicaba cómo esconder sus alas bajo la piel. La chica juraba que el esconderlas le daba cosquillas en la espalda, pero el motivo de esa reacción aún era un misterio para él.

La observó tornarse seria de repente y mirar con añoranza a la distancia.

-Extraño los tiempos en que solías traerme flores todos los días, Caspiel.

¿Por qué continuaba llamándolo por un nombre que había dejado atrás hacía milenios? ¿Le era tan dificil aceptar que ese ser de luz desapareció y en su lugar nació un demonio que disfrutaba infligiéndole dolor a todos?

-Aquí no existen flores -dijo resignado, ignorando el uso de aquel nombre. Ella era como una niña pequeña, si continuaba corrigiéndola solamente le daría más motivos para contradecirlo-. Pero podría traerte raschertus -Sus labios se curvaron en una media sonrisa al imaginar el rostro de ella cuando supiera de qué hablaba.

-¿Qué son?

Justo en ese momento uno de esos seres salió disparado volando en su dirección y él no tuvo ningún problema en atraparlo en su mano. Se recostó sobre la grama negra que decoraba sus tierras con la cabeza apoyada sobre el dorso de la mano izquierda y le mostró el duendecillo que sostenía de sus pequeñas alas translúcidas.

-Esto -Sacudió al pequeñito mientras éste suplicaba por su patética vida-. Diminutos demonios parecidos a las "hadas" de los humanos.

-¿Y para qué querría pequeños demonios?

-Para bebértelos, claro -Balanceó al raschertus hacia su boca mientras miraba con el rabillo del ojo la expresión de horror en el rostro de Luzbel, pero antes que pudiera acercar al insecto siquiera, Zafan vino y se lo arrebató de los dedos. ¡El niño sí que era rápido cuando se lo proponía!

-¡Atrapaste uno, papá! -exclamó lamiéndose los labios con antelación-. ¿Puedo?

Esos profundos ojos violetas que lo miraban con ilusión eran idénticos a los de su cuarta esposa y no pudo negarse. Aquella diabla había muerto dando a luz a su hijo, lo menos que podía hacer por ella era consentir al niño que ambos crearon juntos.

-Adelante -dijo y el chiquillo no perdió tiempo en arrancarle la cabeza al raschertus para luego alejarse chupando la sangre como si lo que tuviera entre sus manos fuera una jugosa fruta.

El rostro de su futura reina mostraba una mueca de horror, pero en el interior de aquellos ojos dorados se podía distinguir el innegable brillo de la sed y el deseo. Era obvio que se hallaba en una constante lucha contra su creciente oscuridad. ¡Qué delicioso!

-Deja atrás esa moralidad que no te sienta y déjate seducir por la oscuridad -Empujó a Luzbel contra el suelo con una sonrisa maliciosa y comenzó a besarla apasionadamente-. Anda mi amor, yo quiero seducirte. Después de todo, ya estás perdida, ¿no es cierto?

-Zafan puede vernos -Logró decir entre sus deliciosos suspiros.

Él sólo la ignoró y continuó bajando sus besos por el cuello mientras plantaba algunas mordidas amorosas. Ella ahogó un gemido cuando su mano masajeó un seno y jugó con el pezón hasta que la punta terminó rígida entre sus dedos. Sin perder tiempo cubrió el seno con su boca y fue recompensado con las uñas de su gannet shar clavándosele en los hombros, pero el placer no le duró mucho pues fue interrumpido por un familiar carraspeo a su espalda.

-Lamento interrumpir, padre, pero necesitaba saber cuándo quieres que comience mis nuevas funciones.

-¡Ahh! ¿Y para eso los interrumpes, Venian? -se quejó Zafan asomando la cabeza tras su hermano mayor-. ¿No ves que estaban a punto de hacerme un hermanito con quien jugar?

Luzbel palideció y se escondió rápidamente tras el abrigo de sus alas, lo que provocó las risas de los presentes. Gaap sacudió la cabeza y la comparación de su futura reina con una niña volvió a su mente. Suspiró y le ordenó a su hijo que tomara sus deberes de guardián al día siguiente además de llevarse a su pequeño hermano. Pero antes que Venian pudiera acatar sus órdenes, el niño ya estaba en un balcón del tercer piso burlándose del joven y gritando a todo pulmón: "atrapame si puedes, babosa."

¡Estarán así largas horas! Rió para sus adentros cuando sus hijos desaparecieron y contempló la joven a su lado.

-¿Ya se fueron? -Un ojo dorado entre alas negras lo observó, pero al darse cuenta que estaban solos, salió de su escondite-. ¡Qué verguenza! -gimió ella retirando las alas bajo su piel.

-No debes tenerla -susurró él y la volvió a empujar contra el suelo-. No estábamos haciendo nada malo. El ritual de unión es sólo un procedimiento para confirmar lo que todo el mundo ya sabe: que eres completamente mía.

Giró el rostro de la muchacha hacia el lado, revelando un esbelto y pálido cuello a su hambrienta vista, y clavó sus colmillos en él. Un gemido se ahogó contra la piel de ella mientras saboreaba aquella sangre virginal en su boca, calentando una zona que añoraba poseerla con desesperación.

¡Cuánto deseaba que la mujer en sus brazos le confesara amarlo! Ese había sido su anhelo desde la primera vez que la tuvo delante de sus ojos. Siempre supo que su espíritu estuvo torcido desde su creación. ¿Por qué otra razón desearía el amor de una de sus hermanas con tanto fervor? Pero nunca quiso con ella un amor fraternal, él deseaba que ella lo amara sólo a él y a nadie más porque no soportaba la idea de compartirla con los otros... Ni siquiera con Dios.

-Lo deseo -El dulce gemido de ella mientras alzaba sus caderas para rozarse contra el bulto en sus pantalones, fue como música para sus oídos; pero cuando lo atrajo con la intención de morder su piel, se vio obligado a empujarla suavemente de vuelta al suelo.

-No estás lista todavía, Luzbel -susurró, deslizando una mano bajo su vestido y subiéndola lentamente por el muslo hasta tocar sus labios inferiores-. Y yo no podré detener nuestra unión si tu llegas a morderme.

El sexo no era el problema, lo que realmente le preocupaba era que una vez sus sangres se mezclaran dentro de ambos, comenzaría la fusión de sus poderes y si ella no estaba en condiciones, el proceso podría matarla. Necesitaba que terminara su conversión para que pudieran realizar el ritual con éxito. Y aún falta un poco para eso.

Ella se quejó, suplicándole que le diera un poco de su sangre, pero él negó con la cabeza. Ignorándola, se inclinó hasta sus pechos, lamiéndolos y chupándolos mientras masajeaba su clítoris, sacándole varios gemidos apasionados. Metió el dedo anular dentro de su húmedo pasaje mientras clavó sus colmillos en el seno bajo su boca y la chica respondió arqueando la espalda, dándole mayor acceso a ella.

La sangre le hirvió en su interior, sacándole un quejido cuando comenzó el lento entrar y salir de su dedo, y ella respondió moviendo sus caderas hasta imitar su ritmo. Desesperado, abrió sus pantalones de un tirón, liberando su excitado miembro de aquella prisión de cuero para recostarse sobre Luzbel y comenzar a rozarse contra sus labios inferiores.

Ella gritó y, agarrando sus nalgas hasta pegarlo completamente a ella, volvió a suplicarle por una mordida. Su excitación casi lo obliga a ceder, pero pudo negarse, aunque fuera con gran dificultad. Los ojos de su gannet shar se tornaron rojos ante la negativa e intentó morderle su muñeca, por suerte su cabeza se aclaró lo suficiente como para darse cuenta y apartarse completamente de la joven diabla.

-No podemos. Enviaré alguien para que te traiga sangre -susurró con pesadumbre y se desvaneció, dejándola sola en aquel lugar.

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