19. [FINAL ALTERNATIVO]

PESADILLA.

Amanda había regado el suelo con la gasolina y en segundos ten fuego se había extendido por todo el sótano.

-¡Amanda! ¡¿QUE HICISTE?! -alcancé a escuchar los gritos de Mónica.

Subí las escaleras con esfuerzo y muriendo por el dolor. Las puertas las veía cada vez más cerca.

Mis dedos tocaron el seguro y con dificultad logré quitarlo. Abrí ambas puertas hacia afuera y detrás de mí escapó el humo creado por las llamas.

Respiré aire fresco y salí del lugar.
Me dejé caer al suelo, tratando de contenerme de no llorar. Mi cuerpo dolía, la herida en mi pierna seguía sangrando y mi ojo también.

En pedazos, pero logré salir de ahí.

Escuché los gritos desesperados de quién podía ser Mónica y la señora Amanda. Estaba seguro de que Mónica le había disparado a Ada, matándola.

A un metro de mí se encontraba una rama de un árbol lo suficientemente larga como para usarla de muleta por mientras.

No lo dudé y me estiré hasta alcanzarla. Mis dedos rozaron la fría madera y mi mano se aferró a ella para atraerla hacía mí.

Me apoyé en ella y logré ponerme en pie.
Paso a paso avancé lejos de esa casa.
Miré el cielo oscuro ¿Cuando había empezado a nevar? Las pequeñas pelusas blancas caían de manera lenta y suave.

¡Va a nevar! ¡Tenemos que estar ahí para ver eso los tres!
Recordé a Mónica entusiasmada por la idea de que nevara en este pueblo. ¿Eso había sido mentira?

Cerré los ojos con fuerza al pensarlo.
¡Si, vamos! Yo tengo tantas ganas de hacer un muñeco en la nieve.
Ada también se había emocionado con ello.

Y aquí estaba yo, solo, herido, a punto de morir por las heridas provocadas, viendo como caían los copos de nieve al suelo.

Era triste, era desgarrador, era una tortura ver esto y recordar a mis amigas. Ellas no estaban aquí para disfrutarlo.

Con cada paso que daba me sentía más débil. Pemsaba que no podría llegar al pueblo para recibir la atención para mis heridas.

-¡Ayuda! -comencé a gritar -¡Alguien ayúdeme! ¡Ayuda!

Las piernas me temblaban, respiraba con dificultad, el brazo me ardía y quería cerrar los ojos por el dolor.

En el siguiente paso, la pierna se me dobló y caí de rosillas en la nieve fría.

No, no, no puedo quedarme aquí. No.

-¡Ayuda! ¡Ayuda...! Ayuda...

No podía rendirme ahora.
Intenté ponerme en pie de nuevo. No había avanzado mucho desde la casa. Tenía que estar mas lejos, debía llegar al pueblo, allí atenderían mis heridas. Pero debía llegar ahí.
Me levanté y continúe caminando.

Empecé a sentir el viento, primero de manera suave y conforme mas avanzaba, se sentía con mas intensidad. Me encontré temblando por el frío y castañeando los dientes.
Mi vista se volvió borrosa.

Parpadeé varias veces, en un intento de aclarar mi vista.

-¡Alguien! -grité de nuevo, pero esta vez no tan fuerte -¡Ayúdeme! ¡Alguien!... ¡Ayuda! Ayuda...

Caí a la nieve sin fuerzas. La rama de madera rodó un poco lejos de mí.
El aire era demasiado frío y eso hacía que respirara con dificultad. Me pesaban los ojos, no sentía el cuerpo.

Pero... Pero no podía quedarme aquí.

¿Por qué pasó todo esto? Nosotros sólo queríamos unas vacaciones.

Queríamos disfrutar tiempo los tres, divertimos, crear bonitos recuerdos.

Al final, la falta de calor pudo conmigo y cerré los ojos.
...
Estaba atendiendo a los clientes que llegaban, todos saludaban y tomaban asiento, entonces yo iba y tomaba su pedido.

Sólo por hoy me había quedado a cubrir el turno de una amiga que tuvo un inconveniente con uno de sus familiares.
Después de una hora mi turno terminó, pero ya era casi media noche. Mi departamento no estaba lejos de donde trabajaba.

Antes de llegar a casa, me encontré con un pequeño gato negro.

Lo vi temblar de frío. Pobrecito, quizás está solo. Me acerqué a él con la intención de tomarlo y llevarlo a casa para que no pasara frío, pero corrió asustado cuando di un paso hacia él.

Me detuve, creyendo que lo había alejado, pero el gato sólo me miró desde donde estaba, mirándome como si quisiera que lo siguiera.

Decidí perseguirlo.

El gato se escabulló entre las ramas bajas, lo perdí de vista una vez y pensé que era hora de volver a casa, pero el animalito regresó y me miró con sus ojos verdes, invitándome a seguirlo de nuevo.

Mi curiosidad era mas grande y terminé cediendo.

Lo seguí muchos metros mas adentro, no sé a donde me dirigía, solo sabía que ya estaba muy lejos de mi apartamento. Lejos de el pueblo.

Había una rama que estorbaba en el camino, cuando la levanté para ver... No esperaba encontrarme con tal escenario.
Parecía una imagen sacada de una película de terror.

Era una casa... y estaba en llamas.

No escuchaba nada salvo el sonido de el fuego consumiendo aquella casa.
Era devastador. Podía sentir el calor que emanaba la casa, quemaba mis mejillas de una manera aterradora. Retrocedí, impactada por la escena.

El gato maulló.

Lo miré y lo descubrí que estaba junto a un bulto en el suelo. Cuando parpadeé, me di cuenta de que no era un bulto, si no un cuerpo.

-¡Oh dios mío! -susurré, me incliné frente el cuerpo.

Estaba boca abajo, por lo que no podía saber de quién se trataba hasta voltearlo.
Con fuerza, lo giré para mirarlo.

Por un segundo no lo reconocí ya que yo lo recordaba con un rostro serio y decidido, ahora tenía una mueca de dolor grababa en la cara y claramente se notaba que se había dado por vencido.

Era Félix.

Lo sacudí, para comprobar si estaba desmayado o... En vista de que no reaccionó, comprobé su pulso.

No sentía nada.

Tal vez era el lugar equivocado. Toqué su gargamta, en la base del cuello y presioné dos dedos.

Nada.

-¿Félix?

Lo sacudí de nuevo, pero no reaccionó.

¿Estaba... Muerto?

No quería creerlo, pero era una posibilidad teniendo en cuenta sus heridas.
Tenía en el ojo una gran rajada desde arriba de la ceja hasta el pómulo, la pierna tenía una fea herida que todavía sangraba y a juzgar por el ángulo extraño qie tenía, podía decir que la tenía rota, también tenía un trozo de tela amarrado alrededor de su brazo.

¿Que fue lo que pasó? Lo había visto hoy en la mañana, y estaba con Mónica, buscando información sbre Amanda Lacevell.

Lo dejé sobre la nieve, en seguida buscaría ayuda para él. Me levanté del suelo y me dirigí a la casa en llamas, quizás hay alguien que necesite ayuda.

Cuando di un paso, escuché al gato sisear.
Me volteé a verlo, estaba señalando con su pata, el camino contrario a la casa.

¿Quería que me fuera? ¿Eso decía?

Pero, no podía irme, Félix necesitaba ayuda.
Si lo llevaba conmigo, probablemente tardaría más en llegar al pueblo y si lo dejaba aquí moriría por el frío.

¿Que debería hacer?

El gato maulló y siseó con fuerza, volvió a señalar el camino.

Escuché un grito desde dentro de la casa, pero era un grito de lamento, de coraje.
Miré al gato y luego, el camino de vuelta.

Corrí.

Corrí como nunca antes, las piernas comenzaron a dolerme después de unos minutos. Sentía que se me helaba la piel conforme escucha a las lamentos como aquel.

¿Qué rayos había sido eso? ¿Un lobo? No eso no fue un animal. Era una persona, pero difícilmente humano.

... ¿Había sido Mónica o Anne?

No quise saber, yo corrí de vuelta al pueblo.
Nunca en mi vida volvería a involucrarme en asuntos que no son míos.

...

Encontraron los cuerpos de las personas desaparecidas en el sótano de aquella casa. Todas esas personas habían sido torturadas hasta el cansancio. Murieron por el incendio.

Nadie sobrevivió.

Y Félix, él murió de hipotermina y la pérdida de sangre. Estaba muerto antes de que yo llegara la escena.

Sin embargo, no encontraron el cuerpo de Mónica.

Había huellas dactilares que no correspondían a ninguna persona fallecida.

Eso significaba, que Mónica había escapado.

Ella seguía con vida.

O al menos eso creía hasta años después que encontraron el cuerpo de una mujer desnutrida colgada de un árbol.

La policía dijo que aquella mujer correspondía a las huellas dactilares desconocidas de aquel caso de la Semana Roja, ya que al querer analizarlas mandaba el mensaje "Inexistente"

Creo imaginarme por qué Mónica al final se suicidó.

-karimodelarosa.

¿Que les pareció?

IG: karimodelarosa

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