15.

HISTORIA.

¡YA BASTA!

Anne me empujó de nuevo detrás de ella.
Zafó el cuchillo de la madera y miró a Félix con enfado.

Eres un maldito mentiroso... No le has dicho mada a tu amiga... —su expresión cambió a una de pronto interesada.

—No necesito decirle... Ambos, ambos estamos bien así —dijo mi amigo.

Estaban, niño estúpido, estaban. Después de hoy, no quedará nada de ustedes.

—No puedes hacer eso, ella jamás-

Ella no está ahora, sólo yo y por si lo olvidas... Ya he matado antes entonces ¿Qué son tres vidas mas o tres vidas menos? —se encogió de hombros.

—¿Tres? —preguntó Félix confundido.

Tu amiga está con nosotros, pero... En otra celda.

¡Basta, basta! ¡Déjalo ir!

Cállate, Mónica —me dijo —Tú no debes hablar, sólo debes ver.

¿Ver? ¿Por qué?... ¿Por qué haces todo esto?

Ah... Es verdad —rascó su mejilla —Tú ni si quiera sabes todavía el por qué ¿Cierto?

¿El por qué? ¡No estoy entendiendo nada!

Mónica... Déjame contarte... Tu historia, nuestra historia.

¿N-nuestra?

—¡No! ¡No se lo digas! —exclamó Félix —¡La... La quebrarás!

¿Y a ti por qué habría de importarte? Le has mentido todo este tiempo —Anne se encogió de hombros.

¿Quebrarme? ¿De que estaba hablando?

—Por favor... Déjala sin saber nada.

No. Ella debe saber. Veamos... ¿Por dónde empezamos? —colocó un dedo en el mentón pensando —¡Ya sé! Empecemos por tu madre... —ella dejó ahí a Félix y se dirigió hacia otra celda.

La abrió. Dentro estaba una mujer que reconocí enseguida por su cabello.

Era mi mamá.

¿Qué hacía ella aquí? ¿Cómo llegó mi mamá aquí? Estaba encogida en el lugar donde menos daba la luz del sol. La escuché rezar.

—¡Hey! —le gritó Anne —¡Hey! —mi madre se giró a verla.

—Y-Tú no... No eres Mónica —dijo ella.

No, no soy Mónica —se acercó y tiró de sus cabellos —Pero ella está aquí y necesita escuchar algo.

La arrastró sin cuidado alguno hasta que estuvo junto a Félix, pero mi amigo no podía verla.

Mónica, escucha bien... —soltó a mi madre y la aventó contra el suelo —Esta mujer... No es tu madre.

¿Qué?

—¡No! ¡Calla, calla!

Esta mujer sólo te acogió por qué yo se lo pedí —dijo Anne —Yo le pedí que me dejara vivir bajo su techo.

—¡Me amenazaste! —exclamó mi madre —¡Mataste a mi esposo... Y a mi hijo! —le gritó, no reprimió el llanto.

Oh, por favor... No los necesitabas —se agachó hasta quedar a su altura y la tomó del mentón —Sólo debías tenerme a mí.
Ella retiró su rostro de mi mano.

Es mentira, es mentira. Ella es mi madre.

Dile Juliya... Dile la verdad —dijo Anne —Repítela.

Mi madre mantuvo la mirada baja, aún llorando.

—Es... Es verdad.

¡Mas alto! —la tomó de los cabellos y la hizo levantar el rostro.

Ella hizo una mueca.

—Y-yo... Yo no soy tu madre. T-tú no, no eres mi hija.

¡Ja! ¿Lo ves? —la soltó de un golpe —¿Quieres saber quién es tu verdadera madre? ¡Pues está con nosotros! ¡Amanda, ven aquí!

No, no, no, no, no, no.

La mujer salió de otra puerta, vestida con los mismos harapos y cabizbaja.

Ella es tu madre —la señaló con el dedo —Amanda Lacevell... Es tu madre.

Observé a la mujer que se quedó parada detrás de Anne, detrás de mí.

No podía ser, ella no. No había forma de que eso pasara.

Claro que si, claro que puede pasar, te explicaré... Aquí Juliya te ocultó las cosas. Llevas los apellidos de tus padres biológicos ¿Nunca te cuestionaste eso? ¡Tú estás en el árbol genealógico de los Lacevell! ¡Incluso tu mombre está escrito ahí!

Recordé las páginas de aquel libro. Recordé que el nombre de la niña no estaba escrito del todo.

Fue como si mi mente llenara los espacios vacíos. El nombre se completó.

Ya no era "M"... "a"

Ahora de leía "Mónica"

Yo era parte de la familia Lacevell.

La señora Amanda era mi madre.

Quería llorar. No quería estar aquí mas tiempo.

Pero espera ¡Todavía hay más! —exclamó.

¿Por qué? ¿Por qué estaba pasando esto?

—Anne, calla por favor —suplicó Félix, su voz sonaba derrotada —Ya no sigas con eso.

Tú no hables o te cortaré la lengua —mi amigo se encogió en su lugar, Anne se dirigió hacia mí —Nada de esto estaría pasando... De no ser por tu madre, de no ser Amanda —ella caminó y rodeó a Amanda —Estoy aquí por ella.

>>Sucede que después de que Amanda se casara, ella y su esposo concibieron a su primer hijo, pero falleció poco después... Pero Amanda estaba tan  desesperada por tener un hijo que... Hizo pacto con el diablo.
Le pidió un hijo y a cambio ella le daría su vida cuando muriera. Pero claro está que Satán hace todo a su manera, por lo que no le envío un hijo... Si no dos, en el mismo cuerpo.
Esta familia vivió aquí durante poco tiempo. Éramos muy diferentes de niñas. Donde a ti te gustaba leer y plantar flores, yo disfrutaba ahogando aves y quitándole las extremidades a las lagartijas. Tus padres se dieron cuenta de eso muy pronto, y yo tuve que hablar con ellos. No les quedó de otra mas que aceptar el asunto.
Conforme iba creciendo... Mis travesuras fueron cada vez mas grandes. Pasé de matar simples animales a matar personas. Fue divertido mientras duró.
Hasta que las personas del pueblo se enteraron.
Pidieron un acta para quemar a la pequeña bruja.
Y ése hombre aceptó —dijo señalando a la persona que le acababa de cortar los dedos.
... Siempre me he preguntado por qué las personas hacen lo que se les dice que que no hagan. Yo le adevertí a tu madre, que podía ayudarle en algo, un favor a cambio de sus vidas.
Ella usó ese favor para salvarte.
Y lo hice.
Maté a todos esa noche... ¿O debería decir... Matamos? Me deshice de todos los que quisieron hacerte daño.
Pero ella quiso pasarse de lista, me golpeó la cabeza con una roca. Y yo, le regresé el golpe, pero perdió la cordura después de eso. Tu padre murió de un golpe, no sufrió.
Cuando pasó el asunto de la matanza. Me fui del pueblo, sin saber que Amanda seguía viva, pero a medio camino... Hablaste conmigo por primera vez.
Me dijiste que habías visto a tus padres muertos y me pediste que asesinara a todos los hijos y nietos de las personas que quisieron matarte a ti y a tus padres. Me lo pediste y a cambio me darías el control absoluto de tu cuerpo cuando eso sucediese.

—¡Es mentira! —le grité, de nuevo teniendo poder en mi cuerpo.

Lo creas o no así sucedió... Conforme fuiste creciendo, mi poder sobre ti fue aumentando. Y pronto me encontré pasando toda una noche usando tu cuerpo. En esos días sucede que sólo me divertí con las personas.

—¡Estás loca! ¡Estas demente! —le grité —¡Eres una psicópata!

Te guste o no, somos una misma.

No podía más.

Tomé el cuchillo que Anne dejó sobre la mesa y lo apunté sobre mi pecho.

—¡Entonces moriremos ambas!

Lo dejé caer sobre mí.

—¡Mónica! —gritaron voces conocidas.

No.

La fuerza de Anne detuvo el arma y me hizo soltar el cuchillo.

No puedes hacer eso, aún hay trabajo que hacer.

-karimodelarosa.
¿Dudas?

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