13.
—¿Qué?
—Tranquila, sólo tienes que esperar.
De pronto me dio mucho sueño, cerré los ojos dursnte un momento, y cuando los volví a abrir estaba de pie en el centro de la plaza. Era de noche todavía, por lo que no había tanta gente en las calles, alguno que otro habitante quizás, con sus bolsas de mandado que acababan de comprar.
—¿Qué hago yo aquí?
Lo verás...
Durante el tiempo que ella habló, mi perspectiva de ver cambió.
Fue como si me hubiera escondido en el fondo de algo, veía borrosas las cosas, distorsionadas, como cuando observas por la boquilla de una botella de vidrio.
Mi cuerpo comenzó a moverse, sin que yo lo pensara o quisiera y yo no tenía la fuerza suficiente como para evitarlo.
Me encontré a mi misma caminando despacio hacia la persona que se acercaba hacia mí, saqué algo de el suéter que traía y cuando pasó junto a mí, lo pinché con ello, hasta ese momento noté que se trataba de una jeringa.
El hombre chilló y miró su brazo, únicamente tenía un pequeño punto rojo, pero yo no me detuve. Segundos después se escuchó su cuerpo caer al suelo.
—¿Que acabo de hacer?
No es que hiciste, si no lo que harás después. Ya es hora de que veas, de seas consciente de el daño que le hicieron a tus padres y por qué estás cobrando venganza.
No entendía, no entendía que estaba pasando.
Me giré hacia el cuerpo del hombre en el suelo y lo levanté con una facilidad increíble.
Lo llevé conmigo hasta las orillas del pueblo, en donde había una casa abandonada.
Por lo que alcanzaba a ver, la casa en algún momento fue bonita. Las paredes con la pintura desgastada, lucían un color azul mohoso. En la entrada se encontraban macetas sin plantas; se habían secado por el pado del tiempo.
Pero no crucé la entrada, me dirigí a un costado de la casa, por el lado izquierdo. Caminé un poco y vi un par de puertas en el suelo, ligeramente inclinadas hacia arriba. Solté el cuerpo del hombre y abrí las puertas, luego lo tomé de los pies y lo arrastré hacia dentro.
Encendí las luces, descubrí dos cosas.
La primera era que estaba en un sótano, la segunda... Que el lugar era el mismo de mis sueños.
Escuché sollozos, susurros y lamentos.
Aventé el cuerpo del hombre adelante, se escuchó un golpe sordo y seguido, las exclamaciones asustadas de las personas que estaban ahí.
—M-moni... Por favor...
—¡Que no me llamo Mónica! —exclamé, pero de nuevo sin querer gritarlo —Mi nombre es Anne.
Arrastré de nuevo el hombre, lo cargué hasta el centro y con esfuerzos lo coloqué sobre la mesa. Noté con horror que esa mesa estaba manchada de sangre... Sangre fresca.
—¿Saben quién es él? —pregunté sin ser yo, la voz sinaba diferente, un poco mas profunda que la mia y con mas autoridad.
Pero nadie respondió a su pregunta, solo hubieron mas sollozos y lamentos.
—No importa, yo les diré —había atado sus manos y pies a la mesa, de modo que no pudiese escapar, luego, le dio una bofetada y en vista de que no respondía le dio otra —¡Despierta, bastardo!
Luego de tres bofetadas mas, despertó sobresaltado.
—¿Qué... Que hago aquí? —preguntó desorientado.
—Ya lo verás —respondió Anne y luego se dio la vuelta.
Comencé a tararear mientras abría una puerta y rebuscaba entre las cosas que había ahí, pero con mi mala vista no alcancé a ver mucho. Hasta que sacó unas tijeras, unas largas y afiladas tijeras. Se volteó hacia el hombre.
—¿Qué es eso? ¡¿Quién eres tú?! —gritó con pánico.
—Este hombre, Mónica... Fue el que firmó los papeles para detener a tu madre y a tu padre.
Yo no sé de que está hablando.
—¿M-Monica? —preguntó una persona, reconocí su voz al instante; era Félix.
Félix estaba ahí, también estaba siendo secuestrado.
Quise gritar su nombre, pero no tenía las fuerzas necesarias para hacerlo. Quise llorar, pero mi mirada se mantenía firme contra el hombre atado a la mesa.
—¿Eres tú... M-Mónica?
¡Soy yo, aquí estoy! ¡Félix!
—Por enésima vez, yo soy Anne, Mónica esta... Indispuesta en esete momento —Este hombre jamás debió firmar aquellos papeles —dijo Anne con mi voz —¿No sería mejor si evitamos mas errores como ése, eh?
El hombre me miró con horror. Imaginando lo que vendría a continuación, comenzó a moverse en la mesa...
... Cual gusano antes de ser aplastado.
Sus manos estaban hechas puños, pero eso no impidió que las abriera con facilidad.
—Sólo entiende que no hago esto por mí, sino por ella —dijo Anne —Ella me pidió sólo una cosa y la estoy cumpliendo.
—¿Ella? ¿Ella quién? —era Félix de nuevo.
—¡Piedad, por favor! ¡Sé que cometí um error!
—¡Cállate, bastardo! ¡O tendré que cortarte la lengua también! —la expresión del hombre cambió a una de pánico y terror.
Entonces Anne tomó las tijeras y con fuerza, le cortó el primer dedo.
Los gritos del hombre sonaron por todo el sótano. La sangre correando desde la herida abierta, se observaba el hueso recién cortado.
Ante los gritos y sollozos de el hombre, Anne comenzó a reír.
—¡Y todavía faltan nueve! —exclamó, aparentemente... Se estaba divirtiendo mucho
—¿Por qué? ¿Por qué estás haciendo esto? —le habló Félix desde donde estaba.
—¿Por qué?... Es una buena pregunta. ¿Ya mencioné que estoy haciendo un trabajo?
—¡Piedad, por favor! —exclamó el hombre entre el llanto.
—¡Me tienen harta tus gritos! —Anne tomó un trapo sucio que estaba en la mesa y lo colocó en la boca el hombre —Ahora si, ya no vas a gritar.
En cambio, el hombre siguió gimoteando y sollozando. Gotas gruesas de sudor corría por su frente y se podía notar la fuerza que aplicaba al morder.
—Me parece que debemos continuar ¿No te parece?
Tomó las tijeras y cortó el siguiente dedo. Esta vez, como tenía la boca tapada, sus gritos no sonaron tan fuertes.
Sentí con horror que la csrne no era sencilla de cortar. Si bien Anne parecía poseer una fuerza superior a la mía, le tomó como seis intentos cortar el dedo desde el principio del hueso.
Fue una tortura, el hombre gritó, se sacudió y sollozó hasta el cansancio. Él vio con horror cómo sus dedos eran arrancados de sí uno por uno.
Hasta que lo dejó cansado y ensangrentado, fye que lo aventó a una celda.
—No tienes manera de escapar, bastardo infeliz —Anne sacudió mis manos. Y luego, se giró hacia Félix.
—Bien, tú eres el siguiente.
Entonces sí, intervine para que no le hiciera daño.
-karimodelarosa.
Estamos en el finaaaaal.
En el siguiente capítulo se aclararan muchas cosas.
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