05.
CAFETERÍA.
Sin embargo, cuando salimos del hotel, las calles estaban repletas de vendedores de periódicos con la misma notica.
"Aterrador inicio de la Semana Roja"
"Encuentran cadaver sin lengua y garganta cercenada"
"Así se inicia la Semana Roja"
Tuvimos que girar varias veces en el camino para evitar que Ada mirara las imágenes de los periódicos. Fue todo un caso.
—¿Te gustó el regalo que te di? —me preguntó Ada después de alejar la vista de un hombre que vendía pan de dulce.
—¡Por supuesto! —le respondí —Fue nuestra primera foto juntas ¿no?
—¡Así es! ¿Y leíste también la carta que te di?
—¿Carta?
—Sí, había una carta que te escribí, es más como... Como un pequeño agradecimiento por todo... Por todo lo que haz hecho por mí —dijo ella con la cabeza gacha, quizás un poco apenada por las palabras.
—¿Que dices? Somos amigas, estamos para apoyarnos la una a la otra. No tienes nada que agradecer —con cariño coloqué una mano sobre su hombro, ella sonrió. Sus ojos volviéndose dos medias lunas.
—Entonces ¿La leíste?
—La verdad no sé de que carta hablas, no había nada mas en la bolsita, sólo la pequeña foto —negué
Ada frunció el ceño y luego sus ojos se abrieron de la sorpresa. Golpeó su frente con su mano.
—¡Que estúpida! —exclamó, sobresaltándome —¡No guardé la carta!
—Ada...
Mi amiga no me escuchó y comenzó a rebuscar en su bolso de manera desesperada. Hasta que por fin dio con eso que quería encontrar.
—Toma, yo hablaba de esta carta —tomó mi mnao y colocó la carta en mi palma —Pero no la leas frente a mí, me da...
—Esta bien, la leeré antes de dormir —guardé la carta en mi mochila —Gracias.
Era mi mejor amiga y en realidad esperaba que lo fuera hasta que cumplieramos cincuenta años.
(...)
Nos detuvimos en una cafetería que acababa de abrir. Lucia acogedora con los colores café. Entramos y tomamos asiento en una mesa cerca de la ventana.
Una amable señorita de cabello oscuro y sonriente se acercó a nosotros.
—Buenos días, mi mombre es Mar... les dejo las cartas del menú, en un momento regreso a tomar sus órdenes —pero su sonrisa se esfumó en cuanto vio nuestros rostros —Ustedes... Ustedes no... No son de aquí —fue mas una afirmación que una pregunta.
—Eh, no... Estamos de vacaciones, sólo esta semana.
Su mano se estiró para recoger de vuelta las cartas del menú, pero yo coloqué mi mano sobre ellas antes de que joven.
—Es que no, no deberían estar aquí —negó con la cabeza.
—Eso nos han dicho —dijo Félix con una sonrisa un tanto forzada. Empezabamos a cansarnoa de que nos dijeran eso cada que nos veían.
—Lo siento pero no puedo-
—Puedes estar tranquila —le interrumpí —No somos periodistas o empleados de los medios, sólo somos turistas —le dije en un intento de aclarar el asunto.
La joven mantuvo la mirada en las cartas que había tomado, pensando en lo que le había dicho supongo.
—Como turistas, supongo...
—Queremos saber que sucedió —le dije —Los periódicos sólo mencionan la "Semana roja" pero fuera de eso no tenemos idea.
—Ah, lo siento yo no... No puedo-
—No lo divulgaremos, no tenemos esa intención. Te damos nuestra palabra —intervino Félix, con la mano en el corazón.
—¿Que me asegura que no hablarán cuando se vayan del pueblo? No puedo confiar en- —suspiró cansada —Es mejor que no sepan de esto, yo les recomiendo que controlen su curiosidad —negó con la cabeza —Bienvenidos a la cafetería "Dulce" ¿Que les puedo ofrecer?
Suspiré pesado, no iba a decirnos nada. Como todos los habitantes de este pueblo.
—Tres cafés, uno sin azúcar, por favor —respondió Félix —Ah y una rebanada de pay de queso, gracias.
—En seguida —y la joven se retiró con nuestras órdenes.
Quería maldecir. Yo quería saber que sucedió aquí hace años. Sentía que... Sentia que debia saberlo. Nos mantuvimos en silencio durante unos minutos, en lo que cada quién pensaba que decir.
—Bueno, dejemos el tema por la paz —dijo Ada, ella mas que feliz de no investigar más sobre el asunto.
—No puedo, no quiero —le dije, sacudí la cabeza —Lo siento, pero esta curiosidad es...
—Es morbo por querer saber acerca de una masacre de hace años, eso es —declaró Ada.
—Ada... Somos amigas desde hace años, no hagas que me enoje y diga un montón de cosas que-
—¡Miren eso, aquí están los cafés! ¡El desayuno! —exclamó Félix, interrumpiendo. Y en verdad se lo agradecí.
La señorita llegó con una bandeja y nuestros cafés humeantes.
—Aquí tienen... Tres cafés, uno sin azúcar —decía mientras dejaba un café seguido de otro, luego se agachó otro poco, sorprendiendome —Tengo prohibido hablar de ese tema en el trabajo, pero si quieren pueden buscarme en el pequeño edificio azul que esta a dos cuadras de aquí, les diré lo que necesiten saber —dijo de manera a presurosa y en voz baja, luego de enderezó y sonrió —Disfruten su desayuno.
—Gracias —dijimos al unísono y ella se fue.
Sonreí un poco mientras tomaba mi café. Al fin, podríamos conseguir un poco de información.
—¿Creen que nos diga algo de verdad? —preguntó Félix a la vez que picaba su pay.
—Bueno, espero que si —le respondí —No quiero andar divagando sobre mentiras.
—Pues yo espero que les haya dado una dirección falsa —dijo Ada con cierto tono de molestia —Lo que sucede en este pueblo no es nuestro asunto.
Tal vez no sea tuyo, pero mío sí.
-karimodelarosa.
¿Les está gustando? ¿Que opinan sobre lo que esta escrito en cursiva?👀
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