02.

FESTIVIDAD.

El gran letrero en color verde en el que se leía "Bienvenidos a El abismo" nos avisó que habíamos llegado a nuestro destino.
Había investigado el por qué del nombre del pueblo, me resultó curioso que un lugar se llamara "El abismo" Pero lo único que encontré fue que el lugar fue considerado un abismo por su largo tiempo en que había estado ahí y desde luego, que duró muchos años sin poblarse. Estaba solo, casi como un pueblo fantasma. 

No fue la información que esperaba, pero sin duda calmó mis preguntas durante un tiempo. Ahora que estaba aquí podía sin duda aclarar ese tema con los habitantes.
Recorrimos el pueblo en el auto en busca del hotel en donde hicimos la reserva.
Apenas comenzaron los pequeños edificios, mis amigos y yo no pudimos contener las exclamaciones de asombro. 

—Creí que todos dormirían —dijo Ada. 

—Es un lugar raro.

—Pero podemos preguntar que es lo que sucede —aclaré. 

Era curioso, muchas personas estaban despiertas a estas horas. Cuando revisé el reloj eran la 1:46 a. m. Teníamos tiempo para llegar al hotel.
Todos los habitantes volteaban la vista cuado pasábamos. Algunos llevaban rosas en las manos, otros comida y algunos más velas de distintos tamaños.
Estacioné el auto frente al hotel y los tres bajamos las maletas bajo las miradas que nos daban las personas.
—Sé que soy guapo, pero es demasiado —dijo Félix mientras se colocaba sus lentes de sol —Ni en la preparatoria me miraban tanto. 

—Quítate eso, llamas más la atención —replicó Ada. 

—Déjense de juegos y entremos a nuestra habitación, quiero dormir —bajé la última maleta y cerré la puerta trasera. 

Avanzamos hasta la entrada del hotel y pasamos a recepción. La joven tras el mostrador nos miró sorprendida. 

—Lo siento, no tenemos habitaciones —dijo. 

—¿Cómo? —preguntó Ada con incredulidad. 

—No, no, tenemos reservación de dos habitaciones —le aclaré. 

—¿Reservación? —negó con la cabeza —No, no es posible, esta semana no vienen turistas. 

Fruncí los labios, no dije nada y saqué el ticket impreso de el pago de la reservación de las habitaciones.

—Aquí tiene, nos dieron la habitación 65 y 66, una habitación y sencilla y otra doble —de dije cuando le di el papel. 

La joven lo tomó, todavía con el ceño fruncido por la confusión. Se sorprendió un poco cuando revisó en su ordenador nuestras habitaciones. 

—... Sí, aquí están. Bien, se las daré ya que son reglas de la empresa —se dio la vuelta y tomó las llaves —Pero les tendré que advertir algo. 

¿Mas advertencias? 

—¿Sucede algo? —preguntó Félix mientras de apoyaba en el mostrador. 

—Se supone que esta semana estaban canceladas todas las reservaciones y que se les avisó a los clientes con tiempo, ya que son fechas especiales para el pueblo —dijo la joven. 

—¿Fechas especiales? ¿Como festivales o algo así? —le pregunté. 

—No —negó con la cabeza —Es la conmemoración de los difuntos del pueblo. Por respeto a los que ya no están aquí, el pueblo suspende sus actividades laborales un par de días... Les doy sus habitaciones pero les pido por favor, que no graben ni tomen fotos de esta... Esta situación. 

—¿Hay algo malo en tomar fotos? —quise saber —Sólo digo, por si recibiremos una multa o algo. 

—No es eso, las personas no quieren difundir lo que pasó, los habitantes del pueblo prefieren mantener en secreto esta conmemoración. No quieren que se sepa qué paso hace años —nos explicó con cuidado. 

—No se preocupe, no haremos tal cosa —dijo Félix mientras le sonreía a la joven.  

—Muchas gracias —se veía realmente agradecida por nuestra respuesta.

Un botones nos ayudó a llevar nuestras maletas hasta nuestras habitaciones. Le agradecimos y dimos propina y segundos después, se había ido. 

Ada y yo entramos a nuestra habitación doble, Félix dijo que acomodaría sus cosas y en minutos estaría con nosotros. 

Mi amiga se dejó caer sobre la cama en cuanto la vio. La escuché suspirar de alivio.

—¡Por fin! ¡Podemos descansar! —exclamó con la cara contra la almohada.

—... ¿No te parece extraño? —pregunté después de unos segundos, me senté en la orilla del colchón.

—¿Extraño? Pues si, en parte —ella sedio la vuelta, quedando de espalda abajo —Pero supongo que es parte de cada pueblo —se encogió de hombros.

—Pero ¿A tal grado de no tomar fotos? ¿Que hay en este pueblo que hasta prohibieron los turistas? —pregunté sin esperar una respuesta en realidad.

—Te pediré que no hables sobre eso, harás que quiera irme de aquí y sabes que quiero pasar unas vacaciones tranquilas —replicó.

Sentí un escalofrío, titirité y me froté los brazos con la manos, en un intento de hacer calor. Las ventanas estaban abiertas y el aire condicionado apagado. Era nornal supongo, estábamos a mediados de invierno.

Saqué de mi maleta y mi pijama, que consistía en un pantalón y camisa de manga larga a cuadros rojos y negros. A mi mamá no le gustó cuando la compré, dijo que esa ropa la había visto en el área de hombres y que yo no debía usar ropa de caballeros. Pero bueno, ella no la iba a usar.

—Esta bien, no diré mas sobre el tema, me viy a cambiar de ropa.

Justo en ese momento, se escucharon golpes repetitivos en la puerta.

—¡Chicas! ¡Abran, soy yo! —era Félix.

—Yo voy a abrir —con un jadeo, Ada se levantó de la cama y fue a abrir la puerta.

Yo, por mi parte entré al baño y me cambié de ropa. Me desvestí y no pude evitar mirar mi cuerpo en el espejo de cuerpo completo.

Mis amigos siempre me decían que usara trajes de baño cuando salíamos a la playa, pero yo siempre me negaba. No usaba faldas o vestidos escotados.

Pasé las llemas de los dedos por mi piel, ahí donde tenía esas extrañas marcas abultadas.

Tenía cicatrices cuyo origen desconozco. Tenía muchas cicatrices.

Mamá siempre me decía que yo era una niña inquieta y traviesa, que solía meterme en problemad y en peleas con niños uno o dos grados mas grandes que yo y que eso fuelo que me dejó esas cicatrices.

Unas estaban en el área de las clavículas, otras debajo de los pechos, unas en las costillas y otras más en la espalda. Pero la que más resaltaba ante mis ojos y que suelo cubrir con capas me maquillaje era la que estaba en la base del cuello.

Una fina y larga cicatriz que con seguridad pudo costarme la vida.

—"Tranquila moni, nunca volverás a sufrir estas heridas, nunca más"


-karimodelarosa.

Tengo tarea que hacer, pero no puedo dejarlos sin capítulo, disfruten♡




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