Maldición compartida (parte 2)

¡Hola de nuevo! Continuamos con la trama de la historia para no dejarlos con la duda 🤭✨

Antes de retomar la lectura, me gustaría volver a dejar ciertas aclaraciones:

ACLARACIONES ANTES DE LEER:
⚠️ La historia esta basada en leyendas mexicanas, por lo mismo, debe de imaginarse a los protagonistas (Levi y Mikasa) en diferentes cuerpos con otros nombres.
⚠️ La historia, en sí, es demasiado compleja, si hay un punto que no quede claro, tratará de explicarse al final de la obra.
⚠️ Contiene temas sensibles: tortura, muerte, encarnaciones, temas paranormales y daños psicológicos, entre otros; si eres sensible, te recomiendo no leer.

Ahora si, dicho lo anterior, los dejo con la culminación de dicha historia:

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Algo que uno debía temer, era la potencia y fuerza de las maldiciones.

El ser humano suele temer lo que ve, pero le aterra aquello que no ve y desconoce.

Sus dedos rozaron con una delicada y cansada suavidad su montón de papeles resguardados en una maleta vieja, el cuero desgastado y más que roto, era clave de su infinidad de viajes por el mundo.

Solo para buscar respuestas, e increíblemente, siempre regresaba al mismo sitio, el maldito hospital.

Pesadilla tras recuerdo, ya no era capaz de distinguir las jugarretas en su cabeza, siempre las melodías de voces entre sus encarnaciones y las de ese espectro femenino, se difuminaban con el tiempo, en especial, cada vez que despertaba.

Recuerda la extrañeza con que miró a la mujer que lloró desconsolada al verlo, dijo que su nombre era Petra y era su esposa; sus irises color miel reflejaron un mar de lágrimas que trataba de ocultar en el corto de sus cabellos anaranjados, tomando su mano con una delicadeza extrema que, más que un consuelo, pareció perturbarlo.

—Finalmente despiertas, cariño.

«Cariño» otra vez esa maldita palabra que solo podía aceptar, de alguna forma, por ese ente.

Agradecido con los doctores que le dieron su espacio al informar de su pérdida de memoria, la mujer se apartó, dejándole un mal sabor en la boca al recibir una calidez de beso en los labios por su retorno, pero le resultaba un vil sacrilegio pecador recibir tremendo afecto de una mortal como ella.

Recostado en la misma posición, como en sus 6 vidas, reflexionó la fuerza con que una maldición podía traspasar las barreras del tiempo, desde la antigüedad hasta la modernidad de sus tiempos, donde conseguir información de su historia era sencillo pero más que ficticio.

—Te llaman bruja, también alma en pena, ¿pero qué eres realmente?

La pregunta la dejó al aire, bajo el silencio de su habitación en un hospital lejano a todo sitio urbano. Alzó sus manos vendadas, viejas y toscas de un adulto, envueltos para ocultar el milagro de vida tras sobrevivir a gigante tragedia. Ni el mismo, si se lo dijeran, se creería capaz de sobrevivir a aquello.

Pero lo hizo, el fotógrafo de la ciudad sobrevivió al incendio de una casona vieja y abandonada, con quemaduras tan mortales que debería haberse ido con los santos hace mucho, pero yacía ahí porque así ella lo deseaba, después de todo, le había pagado por seguir respirando.

—¿Recuerdas cómo comenzó nuestra maldición?

Sus palabras se dirigieron a la ventana, aquella en donde ondeaban, con cierto extraño ritmo, las cortinas. La inesperada silueta de sombra de una mujer se hizo presente, oculta en el rincón de la habitación, con su típico vestido blanco y velo que cubría su rostro, sin olvidar la majestuosidad de su nobleza al portar una corona roja, de sangre.

El azabache emitió un suspiro y se atrevió a hojear entre los papeles que tanto amaba, aquellos que plasmaban el misterio oculto de una maldición antigua que seguía acechándolos. Sus ojos azul añil descansaron en los reportes de noticias donde el era el protagonista, bastante irónico.

—Encontraron mi cuerpo dentro de la casona... —expresó al leer el anuncio del diario —"fotógrafo se deja llevar por la locura y consume extrañas pastillas de Esquizofrenia, estando sano" —rió con ironía — dicen que me intoxiqué yo solo.

Su vista se posó sobre la sombra, misma que realizó un gesto de llevarse las manos debajo del velo, como si tocara sus labios en son de burla, él lo sabía, después de todo, de esa manera obtuvo la vitalidad de caminar y recuperar el aliento, después de besarle y dejarlo casi muerto.

—La siguiente vez fue el incendio, ¿cuánto más piensas torturame? —expresó con fastidio, tras alzar su mano y mostrarle las cicatrices irreparables de pérdida de piel, ella realizó el mismo gesto.

Durante años, décadas y siglos; cada uno de aquellos nombres eran los causantes de la revocación de una maldición que no lograba esfumarse completamente, no hasta ensangrentar la dichosa corona de plata.

"Puedes morir, fue tu sexto nombre el que me agradó".

No sonaba satisfactorio, pero tampoco tenía opción. El nombre de Luve definitivamente era tan horrendo como su calcinado cuerpo, y no se comparaba en nada al nombre del fotógrafo Levi. Sin duda, de las 7 vidas que pudo vivir, el sexto había sido su favorito, y estaba decidido a culminar la maldición con ese nombre de por medio.

—Bien, al menos deja que Luve cuente la historia, antes de mi muerte.

Más que un pedido, fue una sentencia. Después de todo, el antiguo Conde Paboleva seguía dentro de cada encarnación, preso de una maldición que lo arrastró por años, siendo testigo de su cruel error y falta de experiencia ante los demonios de la escondida realeza.

Suspiró con letargo, posicionando su cuerpo en una comodidad de muerte próxima; estaba listo para revelar ante imaginarios testigos, la maldición escondida en una historia de épocas atrás.

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La traición, junto a la infidelidad, eran los pecados mayor mal vistos por cada ser reinante de aquél entonces.

Y saber que, dentro de los altos estándares de la política virreinal, donde en los mismos palacios de poder y belleza, donde habitaba la familia real, existían esa clase de rumores, alzaron la alarma de todo un pueblo.

La noticia salió al aire tras las constantes disputas entre reinos y territorios enemigos, siendo aliados anteriormente; su disputa y base fundamentada de dichos actos banales de guerra y traición, recaían en el nombre de una mujer, muy conocida por territorios lejanos debido a su belleza y excelencia excepcional.

La doncella y princesa del reino Tsurantia, Mikambela Atsurí, era su dichoso nombre de diosa.

—¡Es una bruja al conquistar a los duques Eren y Jean de pueblos enemigos! ¡Es culpa de ella esta guerra!

La vociferación de un pueblo, enardecido por el odio y decepción de sus reyes, llevaron los reclamos a insistentes protestas que causaron desastres y pérdidas para el reino, además de las prontas sequías y destructivas guerras en la frontera, era todo un desorden que debía ser controlado lo más próximo posible.

Ante dichas acusaciones, los reyes cerraron sus puertas y encerraron el castillo en paredes de hierro antes las protestas, ocultando a su desdichada hija que lloraba todas las noches, negando las acusaciones de que su extraordinaria belleza conquistara los corazones de hombres que ella desconocía.

Dichos rumores fueron coreados ante la iglesia, misma que tomó la represalia de arreglar el asunto al mandar a sus mayores cónyuges obispales para terminar el asunto de sacrilegio religioso. Una desdicha para la religión ante pecadora infernal que osaba de sus poderes demoníacos para corromper la estabilidad de pueblos.

—Le traigo su té, doncella.

El único cojín a su dolor, era sin duda su mayor acompañante en las diferentes casonas en que se refugiaba. Mikambela estaba más que agradecida por la atención y apoyo del conde Paboleva, un mozo caballeroso y educado. Tomó entre sus manos la taza de té, humeante líquido negro de sabor amargo, el favorito de ambos.

—¿Se ha enterado de la noticia, doncella?

Era imposible no saberlo. La plaza del reino había montado el escenario perfecto de horca y tortura para su alma, con cardinales y obispos que recitarían los poemas de Dios en martirizantes recitales como si estuviera poseída, pero no, se equivocaban, y por eso solo contaba con suerte de no ser hallada, no tan pronto.

—Mi vida se partiría en dos, como mi cuerpo. —reflejó con pesar mientras sus labios sorbían del té —Pensar que mi belleza heredada sería capaz de desencadenar mi propia muerte, —acotó mientras sus dedos enroscaban un mechón de su cabello negro, tan azabache —es un poco irónico, ¿no lo cree?

El conde se atrevió a tomar entre sus manos las de la doncella, un sutil gesto que la hizo sollozar en silencio, cada segundo que transcurría era el lento acortamiento de su hilo de vida. Ambos chocaron la mirada entre ellos, la mezcla preciosa entre el gris perlado de la plata de su corona, junto al azul añil de su traje, una mezcla perfecta.

—Si me disculpa, —comentó en primera, al tomar el atrevimiento de limpiar su rostro blanquecino de lágrimas —me gustaría ayudarle a cumplir ese último deseo que tanto anhela. —acotó con seguridad, sorprendiendo a la mujer.

Sus irises grises retomaron un brillo especial, ese que el conde había sido testigo de notar cuando la mujer tenía libertad de hacer actividades y deseos que tanto disfrutaba; si el tiempo estaba contando, al menos la haría feliz.

Su ajetreada noche se convirtió en una improvisada velada de boda, con la mujer vistiendo un elegante vestido blanco, tan largo como la noche, blanquecino como la nieve que hacía juego con su piel, y un precioso velo que escondía su rostro sonriente. La imagen fue retratada por el conde con exepcionalismo, convirtiendo su arte de manos en una pintura que retrataba la belleza de la doncella sentada.

—Que Dios me permita repetir esta velada a su lado, doncella.

El conde inclinó su cabeza y besó la mano de la mujer, una muestra que expresaba en demasiadas creces el amor del hombre por una mujer imposible para su clase; pero ella aceptó su gesto, dejando atrás la jerarquía para besarlo desenfrenadamente, volviéndolo un amor tan puro como imposible, incluso ante los ojos de Dios.

—Quédate por siempre a mi lado, caballero.

Y tan pronto la burbuja de amor se reventó con el portazo de la casona, los gritos y aullidos de dolor fueron la melodía nocturna y mañanera frente a un pueblo testigo satisfecho que apresó a la mujer tras encontrarla.

La hermosa mujer fue condenada a una tortura de horas, mismas que conllevaron su destrucción mental y física antes de su inevitable muerte.

—¡Sálveme conde, tal como prometió con sus hilarantes palabras!

El pueblo se retorció en odio, acusando a la mujer nuevamente de "bruja" que ahora maldecía al conde, pero todo era un error. Las llamas consumieron parte de la piel de la mujer, los serruchos cortaron sus extremidades, los cuchillos apuñalaron su vientre, las agujas destruyeron su sexualidad; pero la indiferencia del conde, destruyó su alma.

—¡A la horca!

La sentencia fue dicha con aclamaciones del pueblo, con una mujer destruída que fue arrastrada en su precioso vestido blanco manchado de rojo, de esa sangre que sería vehículo de su maldición. Las cuerdas fueron colocas en su cuello sin escrúpulos de apretarlos antes de tiempo, comenzando la asfixia ante las aclamaciones del clero.

—¡Que Dios lleve tu alma donde no dañes la pureza de otras buenas almas, que niegue tu nombre completo y lo divida tanto como tus intenciones de maldecir!

El coro eclesiástico dictó la sentencia con la melodía de arpas y violines, generando un altisonante ambiente que perturbó a los presentes, era como vivir una escena de exorcismo traslapada en sentencia obispal. La mujer gruñó en respuesta, agitando su cuerpo descontroladamente, mirando con ferviente odio al clero que alzaba sus cruces de madera al cielo gritando más fuerte el nombre de Dios como escudos.

Algo no andaba bien, nunca estuvo bien, y eso el conde lo sabía.

—¡Maldíceme, y estaremos juntos cuando oses recuperar todas tus penas!

Su grito fue perceptible entre la multitud que comenzó a alejarse despavorida del lugar. El choque entre gris y azul volvió a darse en circunstancias de horror, aquella donde la mujer pronunció su nombre con una voz tan oscura y grave, maldiciendo en nombre de demonios la muerte de los presentes antes de caer del banco.

"Divídete, tu nombre y tu alma en vidas donde recupere mi paz y logremos casarnos"

Su cuerpo quedó colgando unos segundos antes de ser rebanado por las espadas de los caballeros eclesiásticos, sin ser capaces de percibir que en su ejecución, habían ejecutado por igual, al conde Paboleva, siendo atajado por la mitad en un santiamén, sacrificio que provocó la activación de una maldición.

Maldición que arrastró a ambos a perder la mitad de sus recuerdos, de sus vidas, de sus propios nombres. Al final, no era un juicio sacramental, sino un exorcismo en donde avivaron los más grandes demonios de una familia poseída.

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—Eres libre, doncella Mikafelia, termina la maldición con mi muerte.

No había nada que la séptima encarnación pudiera hacer al respecto, tan solo aceptar el final de la historia de una maldición impuesta y no planeada. La sombra se acercó a su cama, aprovechando la oscuridad de la noche, y tan rápido y con movimientos ágiles, tomó del cuello al hombre, iniciando la asfixiante tarea de robarle su último aliento.

El pitido dejó de sonar, dejando un sonoro eco de silencio de muerte, junto al final de una maldición.

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Lucía cansado, no esperaba que la galería fotográfica, de su arte captado en cámara,  tuviera tal impacto.

Levi Ackerman yacía culminando su última presentación fotográfica de cada evidencia tomada en los viajes que realizaba con su tío, desde paisajes fenomenales y artísticos, hasta impresionantes retratos y polémicas estatuas.

Darse un paseo, después de tanta entrevista, especialmente después de su recuperación tras esa inexplicable intoxicación, lo tenía loco. Su andar lento le ayudaba a reflexionar lo mucho que agradecía llevar una cámara consigo y capturar bellezas según el juicio de sus ojos.

Pronto detuvo su andar, quedando encismado en una belleza más a sus ojos. El azul añil reflejó con esclarecida nitidez el escenario de una mujer, portando un hermoso vestido blanco veraniego, con una bufanda que iba a juego con su sombrero rojo, el viento ondeaba a su alrededor, dejando que los cabellos azabaches volaran en dirección a la obra que tanto observaba.

Levi no sabía si era el momento adecuado de acercarse, pero aún así lo hizo. Después de todo, él era el encargado de dar información de cada fotografía presentada en su galería.

—La doncella de corona de sangre.

La voz de la mujer fue sutil y atrayente, Levi no supo como responder a su tan encismada atención, además de que parecía conocer la obra sin siquiera tener título. La fémina esbozó una sonrisa, antes de mirarlo con parsimonia, teniendo ese anhelante contacto entre las perlas grises y las aguas de azul añil.

—No esperaba encontrarte por aquí, —replicó confundido, pero aliviado —te dije que podías esperarme en casa, Mikasa.

La mencionada sonrió en respuesta. Aceptando con gracia el gesto del hombre besando su mano, en un delicado gesto de caballero enamorado. No había duda que esa terminación de su nombre cortado era el mejor de todos, su sexta encarnación también.

—Tu prometida no sabe estar sin ti, Levi —se excusó al abrazarlo con amor, juntando sus cuerpos —además, decidí esperarte para que veas mi vestido. —Levi se notó sorprendido.

—¿Tan rápido lo elegiste? —ella asintió —¿alguna pista? —preguntó emocionado, pues tenía el sueño de ver su amada prometida vistiendo como una reina con un vestido de bodas.

Mikasa desvió la mirada unos momentos a la gigante fotografía que anteriormente miraba, esa representación gráfica de una mujer que vestía un largo vestido blanco manchando en sangre, con su velo escondiendo el rostro y su cabeza era adornada de una característica corona roja.

—Será una sorpresa, —respondió con son de burla al decepcionar al hombre. —descuida cariño, te será familiar y te encantará.

Levi asintió y abrazó a su mujer. No podía esperar para el gran día en que, finalmente, se unieran en santo matrimonio, aprobando Dios su unión ante toda tempestad.

No había más maldición que Levi recordara, solo serían ellos dos, finalmente desbordando el amor que no pudieron profesar en su tiempo, pero ahora yacía la oportunidad.

Pues lo que ahora era un amor mutuo, anteriormente se trataba de una maldición compartida.

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Es así como doy por terminada esta historia, la verdad me ha encantado escribirla y me hubiera gustado desarrollarla mucho más.

Por si han quedado algunas dudas, a continuación trataré de dar mayor contexto, si existe alguna otra duda pueden hacérmela saber sin problema:

CONTEXTO EXTRA:
✨ Mikasa y Levi son los protagonistas de la historia, sin embargo, estos adquieren diferentes nombres, siendo Mikasa el ente que acecha a Levi en todas sus vidas.
✨ Mikasa era una princesa y siempre mantiene ese papel, de ahí la forma de vestir. Levi, por su parte, en cada una de sus encarnaciones es un fotógrafo.
✨ No es, hasta la sexta encarnación de ambos, que adquieren el nombre de Levi y Mikasa, mientras tienen otras variantes de nombres.
✨ El rumor sobre la princesa era falso, en realidad, la iglesia quería contener al espíritu demoníaco de la familia real, y para ello hicieron un exorcismo que se desvió en maldición por no poder controlarlo.
✨ Con tal de no estar separados, la princesa maldice al conde, diciéndole que hasta que no recupere aquello que perdió (piel, sangre, vitalidad, huesos, etc) no podrán estar juntos.
✨ Levi en cada vida muere; de ahí que la séptima encarnación le pide que deje de torturarlo, al leer en los papeles las noticias de todas sus encarnaciones muertas.
✨El final de la historia es un retorno a la sexta encarnación donde tienen el nombre de Mikasa y Levi, tal como se ve, están comprometidos tal como profesaba su promesa, y solo Mikasa recuerda todo, Levi lo ha olvidado.

Espero que con estas aclaraciones sea más fácil de entender la complejidad de la historia, y me disculpo por ello, pero quedé fascinada con dichas leyendas y era muy difícil también interpretarlas para mi.

Les agradezco mucho por todo el apoyo y espera para este especial, entre el tiempo y mi dificultad de escribirla, ya no pude subirla el 31.

Esta historia de la dedicó a mi hermosa y adorada esposa temari05nara_, quien es amante de las historias de terror y misterio, espero que te haya sido fácil leerla.  ☺️❤️✨

Nos vemos pronto con la actualización del siguiente capítulo de "Guías de amor".

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