Corona de sangre (parte 1)
¡Hola a todos! Lamento la tardanza con el especial de Halloween, pero se me complicaron las tareas y el tiempo.
En fin, antes de comenzar, me gustaría aclarar que esta historia pertenece y participa en la dinámica de Halloween organizada por el grupo Forever Ackerman ❤️
ACLARACIONES ANTES DE LEER:
⚠️ La historia está basada en una mezcla de leyendas mexicanas, aunque no se menciona la cultura, se requiere de alta concentración.
⚠️ La historia, en sí, es demasiada compleja, de no entenderse un punto, se aclarará al final de la misma.
⚠️ Al ser una historia larga, se dividió en dos partes que estarán disponibles (two-shot).
⚠️ Contiene temas sensibles como: torturas, paranormal, muerte, daños psicológicos, entre otros. Si eres sensible se te recomienda no leer.
Una vez dichas las aclaraciones, los dejo con el escrito, esperando lo disfruten tanto como a mi me gustó escribirlo ✨
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El escepticismo no parecía una opción, en especial cuando las voces de un pueblo eran mayores.
La vista de oscurecidos ojos azules, tan mezclados en el negro más que el azul, pasearon la vista por los más escondidos rincones de aquella casona; una gigantesca estructura antigua que yacía intacta con sus columnas de mármol y paredes delineadas con el más excepcional arte arquitectónico del neoclasicismo.
Mentiría si dijese que el lugar, por si solo, le resultaba bastante incómodo para tomarse un descanso. La parada por dicho lugar había sido una simple recomendación de su tío por gira de negocios que el consideraba, realmente, innecesaria.
—No se incomoden con el lugar, buscamos preservarlo lo mejor posible para el turismo.
Tenía sentido, todo precioso arte —y levemente espeluznante —resultaba en ganancia de dinero. El azabache lo supuso al creer que, por sus extrañas facetas de incomodidad en el rostro, el hombre decidió excusar su repugnancia; pero más que la despectiva forma de ver al edificio, era una inmensa, y muy escondida curiosidad, que se agrandaba de a poco.
Le pareció eterno el andar a una simple cómoda donde recostar su cansado cuerpo. El largo de los pasillos eran tan inmenso que se sentía diminuto frente a los grandes y altos ventanales, cubiertos de gruesas y oscuras cortinas, al igual que las alfombras que parecían atrapar sus pies en su textura rasposa.
A simple vista, le recordó a un palacio de nobles, aquellos elegantes edificios refinados con la mayor pureza posible en cada objeto presente; pero no, era una exuberante casona en un pueblo tristemente pobre.
—El mozo les hará de su conocimiento los horarios de actividades con los que cuenta la casa.
Levi Ackerman se perdió en el discurso del hombre, y tras cerciorarse que el adulto de su tío sí escuchaba, decidió indagar más allá de lo que su vista solo podía observar; no estaba mal, para un simple fotógrafo, tomar capturas de evidencias plasmadas en digital de su visita a un pueblo donde lo más enriquecedor del mismo, sino es que hasta su sustento, era la gigante casona; por fuera una cabaña, por dentro un palacio.
Sus manos buscaron discretamente en su pequeña mochila de brazo el aparato, sin apartar la vista de rincones y figuras interesantes de épocas antiguas. A sus ojos, era como admirar las piezas de un museo exhibiéndose libremente, teniendo toda la libertad de fotografiar sin excusa ni queja.
El lente de su cámara pronto buscó, como un radar, el escenario perfecto para ser capturado por siempre. A través de hacer rodar sus dedos sobre los lentes de la misma, su vista fue enfocándose tan nítidamente que podía llegar a observar lo más diminutos detalles con claridad, ahí radicaba la belleza de la fotografía.
Levi parpadeó, su dedo ejerció la presión suficiente para pulsar el botón en cuanto el círculo verde apareció en la lente.
Se escuchó el click, juntó al brillo de la luz del flash y una risa que acompañó la captura por segundos.
—¿Qué?
El asombro del hombre fue evidente al mirar su cámara, el escenario de lo que era el hermoso ventanal que se dirigía al patio, había sido completamente borrado; y en su lugar, la imagen borrosa de un largo vestido de seda blanco se veía perfectamente, misma prenda que se adueñaba de casi todo el núcleo de la imagen.
Levi volvió a parpadear, creyendo alucinar. Sus ojos realizaron el vaivén rápido de mirar el ventanal y prontamente regresar a la pantalla del artefacto; se dió cuenta de que no concordaba con nada.
—¿Es usted fotógrafo?
La confusión del hombre se desvaneció en cuanto sintió la cercanía de los adultos. El que era su guía del lugar, un hombre mayor con bigote blanco y boina cubriendo su calva, sonrió con gracia al mirarle cargar entre sus manos la delicada cámara que tanto le costó conseguir. Al ser de pocas palabras, el receptor a la pregunta asintió sutilmente.
—¡¿No es encantador!? —la exageración en la voz del hombre con su sangre lo hizo sentirse hastiado —¡Levi acepta viajar conmigo solo para fotografiar cualquier cosa! —explicó con una exagerada emoción que lo hizo sentirse avergonzado.
—¿Levi? —preguntó el otro hombre con curiosidad, el mencionado asintió —¡vaya, que curioso! —y tan pronto exclamó sorpresa, se acercó al joven tomando sus manos —¡pensar que escucharía un nombre similar al suyo es increíble!
La extrañeza no se hizo esperar en los rostros de ambos hombres huéspedes. El adulto miró desconcertado a su sobrino y nuevamente al guía; mientras que Levi lo miraba de frente tratando de descifrar sus palabras, la extrañeza y leve incomodidad comenzaba a acrecentarse, sabía que asistir a dicho lugar no traería nada bueno.
—¡Disculpe mis modales, por favor! —suplicó apenado al tomar distancia avergonzado —solo que realmente me sorprendió el juego de palabras de su nombre, —realizó un pausa antes de continuar —siéntase libre de tomar las fotografías que guste del lugar.
Levi asintió con duda, sin quitarse la espina de inquietud al extraño actuar del hombre que pareció trasformarse; en fin, tendría que pensarlo dos veces si su cámara era digna de fotografiar tan espeluznante lugar, por mucha luz que hubiera.
Dicho planteamiento no se borró de su cabeza en todo el día, pues cada que creía que un escenario era perfecto de plasmar, la borrosa imagen de la tela extensa de color blanco volvía a aparecer, sin cambio alguno; era como si el foco y lente de la misma cámara se hubieran estropeado de pronto.
La ventaja de sus viajes, era cargar con el sofisticado—y pesado también —equipo de cómputo para revelar sus fotografías digitalmente. La duda de la extraña foto no lo dejaría dormir, arruinando aun más su común insomnio nocturno, así que dedicarse a revelar unas horas no le afectaría realmente, solo apagaría la maldita curiosidad.
Con gran agilidad, amplió la imagen y recurrió a la hartante tarea de mirar pixel por pixel buscando alguna anomalía, pero no había nada. Solo se asombró del gran detalle de la tela, pese a la imagen borrosa, era tan nítida la suavidad de la tela blanquecina, tan clara y pura como la nieve, tan larga como si se tratase de un vestido de doncella.
Pronto tocaron a la puerta.
Levi se sobresaltó al estar tan encismado en su estudio fotográfico; escuchó como se repetían los suaves toques en la puerta, ligeros pero audibles.
Solo que había dos problemas, el primero era que el reloj marcaba las 2:45 de la mañana, y el segundo, que su tío nunca sería tan sutil para tocar la puerta de esa manera.
Dudó en si hacerlo, pues aunque no lo pareciera, su cuerpo resintió la extraña sensación de frío haciéndose presente, sus ojos se sintieron pesados y, como si fuese un impulso provocado, su vista se enfocó en la pantalla de su computador, siendo testigo de como cada una de las capturas tomadas, se volvían claras, armándose como un rompecabezas que le iban dando forma a la imagen de una mujer en vestido blanco.
"Perdonaré tu alma si deletreas su nombre correctamente, entonces apareceré".
Las líneas de la imagen se borraron, en su lugar, la blancura de la tela comenzó a mancharse de sangre, conforme la imagen comenzaba a elevarse con toda la intención de revelar a la portadora de dicho vestido, un zoom tan lento que comenzó a generarle cierta ansiedad que desconocía, un temor inesperado.
"Finalmente regresas a mis brazos, aún tienes la decencia de venir a buscarme"
Las luces de su habitación se apagaron en un rápido parpadeo, tal como el flash de su cámara que extrañamente comenzó a brillar en dirección a la puerta de su habitación, describir la rapidez con que latía su corazón era inexplicable, especialmente cuando se habla del escepticismo Levi Ackerman a sucesos de esa índole.
"Ven a mí y retomemos lo que el pecado nos condenó a interrumpir".
La puerta chirrió al abrirse lentamente, con el brillo de una luz tenue, pero perceptible, de color blanco, el corazón de Levi latía sin control, era tal su frenesí que se orilló a la cama sintiéndose indefenso, especialmente cuando empezó a percibir los murmullos detrás de la puerta y las risas que emitía el computador con el pronto rostro de la mujer.
"Mírame como hacías antes de que el sacrilegio religioso manchara la imagen que tenías de mí."
Debía estar soñando, definitivamente no tenía sentido que pronto los aparatos tomaran vida y la puerta emitiera tanta luz fantasmal, porque aquello parecía, y de solo pensarlo, realmente le aterraba.
La imagen del computador detuvo su marcha justo en el rostro cubierto con velo de la mujer sentada, aquella típica pose de la realeza en mujeres que buscan perfilar, en todo su esplendor, la belleza de su rostro. Pero yacía cubierto, solo podía dejarse ver que la mujer portaba un evidente vestuario de ropas blancas de compromiso, al igual que su cabeza yacía acompañada de una corona preciosa de plata.
"Destapa mi rostro y dime aquellas palabras que juraste por la eternidad".
Su cabeza comenzó a dolerle, sintió una fuerte punzada que lo hizo deslizarse sobre el colchón de la misma cama hasta caer al suelo, era como un fuerte retumbar de sucesos que conllevaban gritos y maldiciones, su cabeza se llenó de crueles escarmientos y lamentos, ahogados sollozos y furia inhóspita en voces masculinas, nada de ello tenía sentido.
—No puedo seguirte esperando cariño.
Su cuerpo quedó paralizado con el tacto en su mejilla, sintió el roce de un extraño objeto áspero y duro que erizó su piel al instante, dejándole los ojos abiertos mirando fijamente al suelo alfombrado, sin ser capaz de alzar la vista y mirar aquello que insistentemente seguía tocándolo.
—¿Porqué no, amor?
Su mente quedó en blanco al darse cuenta de lo acontecido. Era como si mirase su cuerpo moverse involuntariamente, pues sus dedos tocaron aquello que acariciaba su mejilla, incluso su boca había mascullado palabras dirigidas a "aquello" que lo estaba atormentando, era una sensación de no sentirse en su propio cuerpo, como si hubiera llamado a otra persona que no era él.
—Desistes en coronarte a mi lado, mientras te resistas, la maldición seguirá persiguiéndote.
Nada tenía sentido, todo era tan absurdo e incoherente que simplemente quería escapar.
Más murmullos y voces lejanas lo apresaron, como redes que lo hundían en un mar imaginario, sentía asfixiarse con cada toque que aquella presencia femenina hacía sobre él, el pánico se acrecentó conforme su cuerpo elevó la mirada, siendo testigo de la misma mujer de las fotografías, una joven que vestía de blanco y portaba una corona de plata.
Su rostro era cubierto por ese velo, uno blanquecino que no transparentaba detrás de sí, pero seguía haciéndola lucir elegante. Por sobre la corona, se dejaba en evidencia la salida de cabello de un negro intenso recogido, así como la oscuridad que abrazaba a la silueta que lentamente se hincó a la altura de su rostro, dejándolo atónito.
Levi Ackerman era aséptico a las historias paranormales, cuentos y leyendas de pueblos y naciones, incluso se aburría mirando supuestas películas de terror.
Pero cuando la insistencia de su cuerpo lo obligó a alzar el velo, sus ojos fueron testigos del mayor error que pudo haber cometido en su vida, de lo fatal de su decisión y de su pronta sentencia.
"Habla, dime lo que piensas antes de poder devorarte".
La fuerza de su cuerpo se esfumó tan pronto se sintió caer por completo en el suelo, seguía estando consiente, pues sus ojos seguían mirando con claro horror la figura del espectro montándose sobre él, con las ropas blancas moviéndose en una oleada de aire que dejaba al descubierto el rostro del mismo.
"Escúpelo, grita tus honradas palabras denigrantes."
Sintió su cuello siendo apresado, el poco aire circundante comenzó a escasear, al mismo tiempo que a generarle un asco al percibir el aroma de putrefacción y sangre coagulada, el aroma típico del cementerio. Sentía la piel quemarse, una sensación de horror al sentirse siendo consumido vivo por el fuego de llamas que ella encendía con el odio en sus ojos, unas perlas opacas de color gris que lo mataban lentamente.
Lovo, Livu, Leva, Livo, Lavi...
Cada cierto tiempo, cada ciertos años, la persona pecadora renacía retomando un juego de palabras de su nombre original, o al menos, la mitad de lo que ella le robó en su terrible maldición.
Leva, o mejor dicho, el conde Paboleva, era su nombre original, quedando a la mitad, justo como su cruel muerte.
La corona de plata comenzó a teñirse de rojo, el último de sus 6 picos comenzaba a presentar un color carmín brillante, tal como si la gema del material hecho de la corona fuera la preciosa escarlata. La sonrisa de la mujer se presentó con una escandalosa risa que rebotó como un eco estruendoso, tanto que las palomas del tejado salieron volando despavoridas.
—No te preocupes cariño, de todos tus nombres, Levi es el que más me gusta.
Y dicho aquello, sus despostillados y caídos labios, de una calavera viviente carbonizada, trataron de unirse a los labios secos del mortal recostado en el suelo, una unión forzada y asquerosa a ojos de un hombre que agonizaba en silencio, mirando con horror la cercanía de aquella calavera sin piel ni huesos, solo vistiendo las ropas blancas de una novia con su corona de sangre.
—Casémonos y seamos felices.
Levi negó sin sentido, de igual forma no podía moverse. Percibió su cuerpo ser levantado y nuevamente conjurar esa unión de unir labios como sello de reconciliación tras el pacto de amantes pecadores del pasado que los llevaron a la muerte.
—Por supuesto, amor.
Y tan pronto pronunció aquello, se escuchó un fuerte pitido, y todo se volvió blanco y lleno de luz.
Un pitido mas, junto al rebote de los ecos.
Un pitido más, y volvía a despertar.
—¡Finalmente ha despertado, Sr. Ackerman! —
Sus ojos se pasearon con una debilidad extrema entre el personal médico de ropas blancas, sus rostros de sorpresa y exhuberación parecían denotar que había generado un milagro imposible al despertar.
Nuevamente nada tenía sentido.
—¡No se preocupe, pronto llegará su esposa!
"¿Cuál esposa?
¿Cómo que Sr. Ackerman?
¿Dónde estaba y como había llegado ahí?"
Había muchas cuestiones que no tenían respuesta, y claramente la principal, era la de su propia muerte, o lo que hubiera sido aquel encuentro con esa mujer de vestido blanco, ojos grises de una muerta y asesina, portando su corona de sangre.
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Es así como termina la primera parte de esta historia 🤭 pueden pasar a leer la segunda parte de la misma y entender mejor el contexto ✨
Gracias por todo su apoyo como siempre.
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