Prólogo
❝Este es el lugar que fue construido para los dos.❞
Gran parte de su vida se había tratado de estar luchando contra maldiciones, aceptar la negligencia de aquellos de más alto rango y cómo le afectaba a él y a sus compañeros. Un ciclo que nadie parecía querer romper. Bueno él tampoco haría nada al respecto, es más no haría nada más a partir de ahora.
Nanami Kento a sus veinte años ya estaba harto de la vida que le ofrecía la hechicería, así que un día renunció. No hizo un gran escándalo, no como otro individuo de cabello blanco que conocía. Por ese tiempo el avistamiento de maldiciones fue bastante bajo, así que no sintió mucha culpa por dejar su puesto vacío.
Pero bueno, la tranquilidad no duró demasiado. La vida de oficinista no era mejor que su antiguo trabajo, fue cambiar un trabajo de mierda por otro.
Y así hubiera transcurrido su vida sin emoción o peligro, pero una de esas cosas irrelevantes se hizo importante. Como estudiante de hechicería aprendió por cuenta propia que los vínculos eran una mala idea, había visto tanto estudiantes como profesores morir intentado acabar con maldiciones. —Yu Haibara.— El nombre de su amigo aún pesaba con fuerza.
Como muchos otros de su clase se resignó a cierto tipo de vida, la que venía con amigos o formar una familia. No quería volver a pasar por la pérdida de alguien importante o hacerle pasar eso a otra persona. Y aún cuando lleva años alejado de esa vida su pensamiento no cambia.
Pero no estaríamos repasando todo esto si eso fuera cierto, hay una persona.
Y ese alguien era una mujer morena, con el cabello negro rizado siempre amarrado. De carácter fuerte a la hora de estar en la cocina pero siempre gentil y dispuesta a ayudar. Una mujer extranjera, de Nueva Orleans, que había viajado hasta Japón para cumplir su sueño.
Al principio no le tomó importancia, así que asumió que su corazón latía porque estaba haciendo horas extra. Lo cual era extraño ya que se encontraba bien de salud, igual fue al médico para asegurarse que no le pasaba nada malo.
Pero pasaron las semanas y nada cambió. Hasta que su mente analítica le hizo comprender lo que en verdad ocurría, se sintió bastante avergonzado como si volviera a ser un adolescente. Aunque nunca le pasó esto en su juventud, quizás eso lo hizo peor.
Como sea, por eso mismo camino en dirección a este nuevo local donde trabajaba esta chica, de la cual debe admitir que va solo por la excelente comida que ella hace. Solo espera no hacer el ridículo enfrente de esa chica de New Orleans, Tiana.
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