14. Huyendo <>

¿De verdad quieren parte ll del capítulo 13?

Si conocen esta canción, felicidades, ya se casaron conmigo.

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No puedo con ellos yo solo. Yo no soy al que conoces, he matado a un hombre y ahora todo lo que sé es que estoy en fuga.

No quiero llamarte en la noche, dándote todas mis piezas, no quiero darte mis problemas, ni cargarte mis demonios. Vas a tener que verme luchar desde varios cuartos atrás.

Pero hoy, necesito que te quedes.

Los brazos fuertes de Steve se aferraban de una manera casi asfixiante al cuerpo tembloroso de Tony. Llanto era todo lo que se escuchaba en la oscura habitación.

Un lado de la cama totalmente frío y vacío, recordándole a ambos hombres lo miserable que eran en ese momento.

"Lo extraño tanto."

Un gimoteo salió de los labios de Tony, quien tenía un puñado de la camiseta de Steve, arrugándola por completo. Sus lágrimas eran incesantes y humedecían todo su rostro, al igual que el pecho del rubio.

"Lo sé, Ángel, lo sé."

Steve trataba de sonar más seguro, puesto que le tocaba ser la razón en ese momento. Pero sus propios ojos también estaban llenos de lágrimas. No sollozaba y temblaba al igual que Tony, pero podría apostar que el dolor en su corazón era similar, si no el mismo.

"Yo también lo extraño mucho. Y donde sea que esté, sé que él también nos extraña muchísimo."

Tony sorbió por la nariz. Subió su cabeza y miró con pura tristeza a los ojos azules de su novio. Su labio atrapado entre los dientes para evitar más llanto, aunque igual silenciosas lágrimas caían por sus mejillas.

"¿Tú crees que aún está por algún lado?" Se las arregló para hablar sin hipidos. "Crees que.." se hundió más contra el prominente pecho de Steve y esta vez dio rienda suelta a sus lamentos. "¿Tú crees que aún esté vivo? ¡Dios! No me quiero ilusionar, Steve y-yo—"

"Shhh, cálmate." Murmuró, besando su coronilla. "Prefiero creer que aún está por ahí, dando lata para poder llegar a nosotros, a creer que realmente se ha ido." Confesó con un largo suspiro. Él mismo restregó sus ojos para quitarse los rastros de lágrimas.

"No han encontrado más que su brazo."

Fue lo único que dijo Tony, antes de seguir llorando en silencio.

Hace ya cinco meses que James se había ido de misión con parte del equipo. Era una misión de élite y un poco expositiva, así que caras reconocibles como las del Capitán América y Ironman no podía ser vistas. Sobre todo, se supone que solo serían dos meses, tres como máximo.

Al principio Tony se negaba a dejar ir a Bucky solo sin él o Steve, quien también alegó en varias ocasiones para formar parte. Las sugerencias fueron estrictamente denegadas. Lo peor de todo era que no podrían tener ningún tipo de comunicación.

Steve creía que en cualquier momento se arrancaría uno por uno los cabellos, y Tony era un desastre emocional sin la otra mitad de su par de súper soldados.

Cuando la misión extendió a los cuatro meses, no les dejaron saber más que todo se había complicado un poco por cuestiones de vigilancia.

Esa tarde había llegado un reporte sobre un equipo de respaldo que había ido a llevar recarga de municiones. Cuando el genio y el Capitán fueron llamados a la oficina principal, creían que obtendrían noticias sobre James.

Todo lo que recibieron fue una disculpa, y un brazo de metal sobre la mesa.

James llevaba una semana desparecido y eso fue todo lo que habían encontrado.

Con el amargo recuerdo y la espeluznante imagen de un —posiblemente— muerto James, ambos quedaron dormidos.

Estoy contra la pared, puedo escucharlos acercarse por los pasillos, he matado un hombre y ahora todo lo que sé es que estoy en fuga.

No quiero llamarte en la noche, dándote todas mis piezas, no quiero darte mis problemas, ni cargarte mis demonios. Vas a tener que verme luchar desde varios cuartos atrás.

Pero hoy, necesito que te quedes.

Tres días después, en los cuales todo parecía más sombrío y opaco en la vivienda de la terna, los dos restantes dormían, o eso intentaban.

La noche era fría y llovía a cántaros. Habían truenos y relámpagos, una tormenta eléctrica se acercaba, aparentemente.

En medio de la madrugada un gran estruendo despertó a Steve. Se sobresaltó, pero no lo suficiente como para despertar a Tony. Talló sus ojos y se sentó contra el espaldar del cama. Miró afuera y por un momento creyó que el cielo se caería en pedazos.

Con un suave suspiro, delicadamente se inclinó para mirar la hora. Eran casi las 3AM. (ME GUSTA ESA HORA, DEMÁNDENME!) Estaba seguro de que el estruendo que lo levantó había sido un trueno, por lo que intentaría volver a dormir.

Justo cuando se acomodaba de nuevo contra el colchón, se escuchó algo de cristal romperse.

Steve estaba totalmente alerta.

Miró brevemente a Tony, quien solo se removió un poco pero seguía dormido. Tenía suerte de no vivir solo.

Ágilmente, se levantó de la cama y tomó su escudo que descansaba encima de uno de los sillones que había en el cuarto.

Salió sigilosamente y aseguró la puerta.

Bajó al primer piso y con cuidado miró hacia la puerta principal. No había rastro de forcejeo ni nada por el estilo. Alzó su escudo frente a su pecho en posición de defensa y camino hasta la cocina, donde podía escuchar movimientos.

Estaba listo para ir sobre quien sea que estuviese en su casa.

Solo no estaba listo para ver a Bucky allí.

El escudo calló ruidosamente en el suelo. James levantó la mirada.

Estaba sucio, y se veía agotado. Steve apostaría que miles de hematomas adornaban la mayoría de su cuerpo. Su lenguaje corporal gritaba cansancio por todas partes. Y le faltaba un brazo.

Una sonrisa agotada fue todo lo que James pudo darle antes de que el rubio se abalanzara sobre él y lo besara como si su vida dependiese de ello.

"Realmente estás aquí." Murmuró incrédulo, cuando por fin se separó. Pero solo poco, puesto que su brazos se aferraron a Bucky con miedo que todo solo fuese un cruel sueño.

"Estoy aquí, Stevie. Soy yo."

La voz de James era áspera y arrastrada. Se notaba que tenía sueño. Mucho. Y que probablemente estuviera adolorido.

"¿Steve? Escuché algo y no te vi en la cama, estás—"

Las palabras de Tony se quedaron en el aire cuando sus manos dejaron de tallar sus ojos y miró al frente.

"Hola, muñeca." La misma sonrisa ladina y cansada que le había dado a Steve, fue para Anthony.

Noches frías, bajo un asedio de acusaciones. Tormentas mentales en conversaciones unilaterales.

No quiero llamarte en la noche, dándote todas mis piezas, no quiero darte mis problemas, ni cargarte mis demonios. Vas a tener que verme luchar desde varios cuartos atrás.

Tony estaba congelado en su lugar. Su mano viajó inconscientemente sobre su boca, ahogando un sollozo, mientras sus ojos se llenaban por enésima vez de gruesas y tibias lágrimas.

Cayó de rodillas.

Los otros dos se apresuraron para llegar a su lado, pero fue James quien se hincó en frente suyo, tomando su húmedo rostro en su única mano.

"Oh, Milashka, no llores. Aquí estoy."

Con desespero, Tony tanteó la piel de James en sus propias manos, dejando húmedos rastros de besos salados.

"James."

Tony no pudo continuar, puesto que un doloroso gemido sustituyó cualquier palabra. Tenía tantos sentimientos encontrados. Era un desastre.

Abrazó al abatido y certeramente mallugado soldado por el cuello, hundiéndose en la clavícula.

"Pensé—yo pensé, Jesús, pensé—" tartamudeaba, sintiendo como una segunda figura tomaba posición detrás suyo, dando circulares caricias en su espalda. "Te amo tanto, James. Steve y yo éramos un desastre sin ti. Te amamos mucho."

"También te amo, Anthony." Con un suave movimiento dejó un beso en sus labios. "A los dos."

Steve sonreía ante la escena. Su pecho estaba inflado con orgullo y amor. Se sentía tan entero en ese momento. Vió como James secaba el rostro de Anthony con el dorso de su mano, y asentía. Todo está bien. Todos estamos juntos.

Ayudó a Tony a levantarse. James hizo lo mismo, con algo de dificultad a causa de su extremidad faltante. El más joven trazó sus dedos por el muñón y cerró los ojos por un momento. Abrió la boca para preguntar algo, pero la cerró inmediatamente.

Tomó la mano de James y la de Steve, haciéndolos caminar hasta el cuarto. En silencio, los tres se acomodaron en la cama, Tony en el centro, Steve a su derecha y Bucky a su izquierda.El rompecabezas estaba nuevamente completo.

Nadie más habló, tendrían todo el día siguiente para hablar. En ese momento lo único que importaba era que ya no estaba ningún lado vacío, ya no había más lágrimas ni incertidumbre. Solo era ellos tres, y la lluvia.

Pero hoy, solo necesito que te quedes.

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