Capitulo 4

Desperté exaltado, miré el reloj en la mesa de noche junto a mi cama; marcaba las 3:08 AM. Pequeñas gotas de sudor se deslizaban por mi frente a pesar del frío que había por el aire acondicionado.

Nuevamente tuve ese sueño, ese sueño en el que estoy caminando en medio de un bosque cuya ubicación desconozco y lo lejos solo puedo la silueta de lo que parece ser alguien de pie. Me acerco de a poco escuchando el crujir de las ramas que se parten con cada pisada.  El clima está húmedo y las hojas de los árboles estás verdes y frescas.

A medida que me acerco, la silueta se ve más claramente, está de espaldas hacia mi, puedo ver con más claridad su vestimenta, pantalones caqui, jersey azul y zapatos blancos que se ven bastante sucios debido a la tierra húmeda, es Julian.

Con cada paso mi velocidad aumenta al punto en que terminó termino corriendo para alcanzarlo; el parece no darse cuenta aún de mi presencia, o más bien parece ignorarla. Yo sigo caminando, acercándome, no escucho nada más que mis propios pasos, todo es un silencio absoluto.

—¡Julian! —grité faltandome unos pocos pasos—. ¿Julian?. —respiro acelerado intentando recuperar el aliento. —¡No puede ser! ¡Julian!. Una luz ilumina la oscuridad que hay en mi interior. Por fin lo encontré. El parece no escucharme. Estiré mi mano y me fui acercando lentamente para tocar su hombro y al hacerlo, el voltea y justo en ese momento es donde despierto.

Repetía ese mismo sueño una otra y otra vez, sin saber que sucedía antes de aparecer en ese bosque, o que sucedía después de que el volteara a verme y mucho menos cuál era ese lugar.

Me quedé sentado sobre mi cama unos minutos, ¿Qué significaba ese sueño? ¿Julian quería algo?. Me puse de pie, un escalofrío recorrió mi cuerpo a penas mis pies descalzos hicieron contacto con el piso frío de mi habitación.

Me incliné hacia la mesa de noche, deslicé la gaveta hacia mi y saqué mi laptop; en el proceso, algunas cosas que estaban al lado de la lámpara cayeron al piso, así que me apresuré a recogerlas y ponerlas en su lugar con la esperanza de que eso no despertara a mis padres. Caminé hasta la ventana con la laptop en mis manos, sintiendo el piso de cerámica más frío con cada pisada, puse la laptop en el asiento y quite de el seguro de la ventana y con un poco de fuerza las deslicé hacia arriba y me senté en el borde de la misma. Subí la persiana, observé por un momento el panorama, la calle estaba vacía y solitaria; iluminada por los faroles de las aceras, una poca neblina cubría las aceras; y los árboles se movían haciendo música por la fría brisa de la madrugada que se colaba por mi ventana abierta, muy extraño para ser una ciudad muy cálida y muy calurosa la mayor parte del día. Las diferentes situaciones hacen que veas las cosas de maneras distintas, y toda esa situación hacia que mi alrededor se viera todo de una manera fúnebre, sombría y tenebrosa, cómo esas películas embrujadas y de vampiros que Julian y yo veíamos de niños.

Desde mi ventana podía ver el cartel que colocamos dos días después de su desaparición, ese cartel que de "Desaparecido" que veía pegado en cada lugar al que entraba o en cada poste de la ciudad e incluso en cada red social, con muchísimos comentarios de personas de diferentes partes; algunos diciendo que se escapó de casa para huir con alguna novia, o que simplemente era un chico rebelde que solo quería atención y otros dando palabras de apoyo y ofreciendo su ayuda para la búsqueda. Yo solo podía pensar «¿Cómo un chico de dieciocho años que lo tiene todo puede desaparecer así como así?».

Tomé asiento justo en el borde bajo la ventana, así tendría vista hacia la calle. La luna llena me observaba desde lo alto a través la ventana, cómo si estuviera vigilando todos mis movimientos, algo con lo que Julian estaría fascinado.

Todas las veces que me quedé a dormir en su casa, salíamos al techo por las ventana de su habitación, nos sentábamos bajo el estrellado cielo oscuro y el solo se quedaba observando la luna, con la brisa leve brisa fría cubriéndonos y haciendo música cuando choca en nuestros oídos. Julian me decía que casi todas las noches salía y se sentaba en el mismo lugar y comenzaba a hablar con ella y ella le recordaba lo pequeño que era en el mundo y lo fugaz que podía llegar a ser su propia existencia, muy parecido a lo que mi abuela me decía cuando era a penas un pequeño niño.

Yo no le entendía, incluso llegué a pensar que estaba enloqueciendo y solo escuchaba intentando comprender todo lo que podía llegar a pasar por su mente. Después de eso empecé a hacer lo mismo y comprendí cuál era su fascinación; un cuerpo celeste tan majestuoso, tan brillante que parece nunca abandonarte.

Julian siempre estuvo fascinado con todo el tema del universo y lo referente a la astronomía. La mayoría de los chicos solo quieren convertirse en médicos o abogados, artistas, estrellas de cine, o tal vez en deportistas; pero el no, su sueño más grande era llegar a descubrir un planeta; eso no me extrañaba, siempre lo creí muy inteligente, y capaz de hacer cualquier cosa que le gustara. En ocasiones, el mundo y el tiempo se me iba escuchándolo hablar sobre todo lo que consideraba interesante. El siempre tenía algo que contar, incluso por más tonto que fuera.

Puse mi laptop sobre mis piernas y la encendí reposando mi espalda en la pared que está a la par con el asiento, estaba decidido a encontrar una respuesta a todas mis preguntas.

Comencé a buscar en internet los bosques cercanos a la ciudad intentando encontrar un nombre. Llegué a pensar que podía ser algún lugar en las montañas que rodean el camino a dónde sus abuelos, pero como nunca me había adentrado en esas montañas, la tenías muy difícil. El trayecto a casa de sus abuelos es un camino bastante interesante, o al menos eso era lo que yo pensaba aquella vez cuando fui hasta allá con su familia durante el verano del año anterior. Acantilados, montañas, pequeños pueblos y mejor aún, el mar con islas que se podían ver a lo lejos. Cross Port tiene algunas playas cercanas, dado que el centro de la ciudad está a unos metros de la costa, pero nada como esa vista. Un viaje que siempre permanecerá en mi memoria.

Estuve revisando Google Maps y buscando en imágenes los bosques cercanos, revisando imagen por imagen, incluso revisando imágenes de algunas montañas pequeñas o de la zonas rurales cerca de Cross Port; pero nada me resultaba familiar. Ninguno era el bosque de mis sueños o ¿Pesadillas?. La búsqueda comenzaba a tornarse desesperante y agobiante, casi al punto de rendirme.

Escuché la puerta de mi habitación abrirse, desvíe mi atención de la búsqueda frenética que tenía y me enfoqué en descifrar de quién se trataba. La habitación estaba bastante oscura a pesar de la luz que se colaba por la ventana y la luz de la laptop, pero a simple vista pude reconocer la silueta y descifrar quien era la persona que acababa de entrar.

—Lo siento. Estaba en la cocina y escuché ruidos, así que vine a revisar. —Hollis se acercaba, intentando no hacer tanto ruido y yo agradecí infinitamente que no fuera mi mamá o mi papá o ya sabría cuál sería el tema de conversación.

—Descuida, fue mi culpa. Tiré algunas cosas sin querer.

—¿Qué haces despierto? ¿Estás bien? —me preguntó como si eso fuese una rareza.

—No sabría que responder a eso. —le respondí.

—¿Qué sucede?

—Tuve otra vez ese sueño. —mi mirada se desvió otra vez a la calle vacía.

—¿El que me contaste el otro día?

—Sí. —afirmé—. Estaba buscando algo que asemejara a ese bosque que ví, pero no encontré nada.

—Holden, esto no te está haciendo bien. —exclamó preocupada.

—¿Sabías que planeaba irse de la ciudad después de la graduación?.

Hollis me miró extrañada, parecía estar confundida.

—No quería entrar a la universidad aún. Solo quería irse de la ciudad y tomarse un año antes de entrar a la universidad. Más bien, quería irse a dónde nadie lo encontrara.

—No lo sabía —negó.

—¿Qué tal si solo se fue para nunca más regresar? —pregunté—. ¿Qué tal si nunca regresa? —mis vista comenzaba a tornarse borrosa por las lágrimas que se asomaban y mi voz comenzaba a sonar ahogada.

—Holden, el va a regresar. —me dijo con un tono autoritario, bastante convencida de su respuesta.

—¿Y que tal si no lo hace, Hollis?. —mi hermana se quedó callada. Para ella, al igual que para todos los demás, la pregunta parecía no tener respuesta—. A diferencia de mi, creo que el ya tenía un plan que seguir después de la graduación; salir de este lugar. —comenté. Mi vista se desvió nuevamente hacía la calle—. Yo planeaba hacer lo mismo. Por eso te dije que aún no me había decidido a cual universidad iría. Pero la verdad es, que no quiero ir a la universidad.

—¿Entonces qué quieres hacer? —preguntó.

—Quiero viajar, conocer el mundo. —respondí mirándola a los ojos—. Con Julian estuvimos planeandolo por mucho tiempo. Y ahora el ya no está.

—Holden...—hizo una pausa—. No iba a decirte nada, pero mamá y papá quieren involucrar ayuda profesional para ti. —confesó—. No duermes, a penas comes. Todos saben que hay muchas cosas que no dices y en lo personal pienso que sería bueno para ti. —dijo preocupada.

Guardé silencio un par de minutos. Claramente, sabía que eso no tardaría mucho en suceder y en algún momento llegué a pensar que también sería bueno. Había confianza entre mis padres y yo, pero ellos no eran psicólogos ni terapeutas, y por más que aseguraran entender lo que estaba sintiendo, estaba seguro de que no era del todo cierto.

—¿Sabes? A veces lo he pensado —le confesé.

—Holden, mírame. —me ordenó y yo le obedecí. Ella tomó mi mano y la cubrió con las suyas—. ¿Estarías dispuesto a hacer esto?. —me preguntó.

Estaba algo confundido, pero en el fondo sabía que tener ayuda profesional era la mejor opción.

—Si, Hollis. Lo haré.

—Holden, no quiero que pienses que mamá y papá me pidieron hacer esto. Estoy preocupada por ti. Eres mi hermanito. —sus ojos comenzaban a cristalizarse. No dudé en absoluto lo que decía. Hollis siempre fue de tomar las iniciativas y no dejar que nadie le dijera que hacer.

—Si, lo sé. —afirmé.

Ella se acercó y me abrazó, me sentí seguro un momento, mi hermana mayor estaba conmigo, cómo siempre.

—Vamos, deberías seguir durmiendo. —Hollis se puso de pie y yo la seguí. Ella se quedó cerrando la ventana y yo di unos pasos para dejar la laptop sobre la encimera.

—No bajes las persianas. Deja que entre un poco la luz. —le dije.

—Me di cuenta que no abriste el regalo que te dió la abuela en tu cumpleaños —me comentó cerrando la ventana.

—Si, lo había olvidado. Luego lo abro.

Yo me senté al borde de la cama y ella se acercó a la puerta para salir de la habitación.

—Hollis...—la llamé—. ¿Puedes quedarte aquí?. —le pregunté. Creí que la compañía de mi hermana podría hacerme bien y realmente, no quería estar solo. 

—Claro. —afirmó con una sonrisa—. Solo no vayas a roncar. —bromeó. Yo me reí y ella se acercó.

Terminé de acostarme y ella reposó su cuerpo al otro lado de la cama, cubrí mi cuerpo con la cobija y tomé posición fetal en dirección a mi hermana junto a mi, cerré los ojos y solo sentí sus cálidos labios chocando con mi frente en un tierno beso, el beso que para mí solo significaba algo, protección.

—Descansa, hermanito. —susurró y luego se volteó dándome la espalda. Yo me sentí aliviado, seguro. Cerré los ojos y en pocos minutos, logré quedarme dormido, con esa sensación de seguridad y protección que no había sentido en un tiempo. 

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