Cap 25
Maratón 2/10 -Las cosas que una tiene que inventar para que la dejen en paz- me encogí de hombros aparentando indiferencia.
-¿Inventar?- alzó una ceja y se estabilizó. Asentí...La puerta se abrió.
-Janet. Lo siento, no quise acusarte de nada- me abrazó Noa, yo alcé una ceja a Freddy victoriosa. Él rodó sus ojos.
-No hay problema, tú y yo seremos siempre las mejores amigas a pesar de todo- sostuve sus manos.
-Iré a buscar a Mike y contentarme de él- sonrió Noa, y la detuve.
-No te preocupes, yo iré, mejor tú busca un doctor para que le de el alta a mi mamá- murmuré. Noa me miró inconforme pero accedió- ¿Me acompaña?- le pregunté a Freddy, él dio una media sonrisa y me siguió, yo me detuve dos pasos después. él me miró confundido.
-Ah sí, tu aberración por mirarte el trasero- caminó frente a mí. No le mires el trasero, Janet, no se lo mires, decía el angelito gastado sobre mi hombro izquierdo, no aparecía desde hace unos años, se había cansado que nunca le hacía caso. Míralo, sabes que lo deseas decía mi psicópata interna. Alcé la mirada y miré aquella zona, él me miraba de reojo yo cambie la dirección de mi vista- ¿Gustarías caminar a mi par?- se detuvo, yo me encogí de hombros y avancé para ir a la par suya.
Luego de un recorrido silencioso de miradas de reojo encontramos a Mike sentado en las escaleras de emergencia hablando solo. Yo le hice una seña a Freddy para que no hiciera ruido.
-Maldita Janet, si no fueras mi hermana ya te hubiera....-gruñó.
-Mike- interrumpió Freddy, yo tenía ganas de estrangularlo. Mike se levantó y lo encaró, a mí simplemente me retorció los ojos, supe que me estaba odiando.
-¿Qué pasó con mi mamá?
-Noa fue a buscar un doctor para que le dieran de alta, seguramente ya están allá.
-Bueno, vamos- dijo evasivo y caminó rápidamente adelantándonos, no quería verme ni en pintura, al igual que a Noa. Esto sólo yo sabiá como cambiarlo.
Llegamos a la habitación de nuevo, nos encontramos al doctor y a Noa ya dándole el alta a mi mamá.
-Bueno, cualquier cosa anormal que presente...-decía el doctor mientras escribía.
-¡P%ta que ya estoy bien! ¡Déjeme irme!- se levantó mi mamá, si, definitivamente de ella saqué la personalidad.
-Bueno, le deseo que....-prosiguió el doctor.
-Yo tambien- salió mi mamá y dio un portazo, algo andaba mal con ella.
-Gracias doctor- dijo Mike y salió, acá sólo se respiraba enojo. Yo seguí a Mike, escuché la puerta unos segundos después, Noa y Freddy salieron. Llegamos al estacionamiento al auto de Freddy. Él se subió a conducir y mi mamá en el asiento de copiloto. Noa, Mike y yo en el asiento trasero, esto iba a estar....interesante. Freddy arrancó.
-Mamá ¿Te sientes bien?- dijo Mike delicadamente.
-¡¡Si!!- gruñó- Por algo me dieron de alta- yo escondí mi sonrisa mordiendo mi labio.
-Disculpe que su hijo se interese en su bienestar, señora- expresó Freddy, mi mamá lo miró mutilante, nunca debiste decir eso capitán Mánchester.
-Para el auto- ordenó.
-¿Qué?- dijeron todos a la vez.
-¡Que pares el auto!- gritó mi madre, Freddy lo detuvo, mi mamá se salió- Mike, Janet, Noa, abajo. Nos vamos caminando. Yo abrí la puerta y salí.
-Mamá ¿Qué pasa?- dijo Mike preocupado.
-Que un señor aquí quiere venir a decidir como educo a mis hijos- se cruzó de brazos.
-Disculpe señora, yo no he dicho...-murmuró Freddy.
-¡¡Cállate!!- Moría de risa por dentro, mi madre gritando en media calle recién salida del hospital.
-Joy ¿Le pasa algo?- se acercó Noa.
-Perdón, es que este tipo me pone mal, me recuerda a Freddy- tomó su cabeza. Mi mamá ya estaba loca.
-Perdón por llamarme igual que su esposo, señora, yo no tengo la culpa que él me haya salvado la vida.
-¡Lo sé! No me hagan caso- entró al auto. Pobre mi mami, estaba loca.
Despues de media hora llegamos a la casa.
-¿Quieres algo de comer?- preguntó Mik.
-Quiero que te vayas a dormir, escuincle del demonio- murmuró molesta. Todos expresaron asombro, yo moría por dentro. La puerta se abrió; Meg.
-Bienvenida de vuelta, amiga- la abrazó- Pensé que te había perdido.
-¿Qué quieres?- dijo grotesca. Meg me miró tratando de encontrar una respuesta a su amargura, yo desvié mi mirada.
-Mamá, tómate tus pastillas- se las dio con un vaso de agua, ella se las tomó.
-Por Dios, muero de sueño- subió las escaleras.
-¿Qué fue eso?- pregunté.
-El doctor me dijo que mi mamá podía tener algún trauma cerebral por el coma, cambios d ehumor y hasta pérdida de la conciencia, más de la normal, y que le diera estas pastillas para dormir cuando estuviera así, necesito que Fred venga ayudarla con ese trauma- miró a Meg.
-No quiero arruinar el momento de reencuentro con su madre pero mañana entran a la universidad y si queremos llegar a tiempor debemos irnos ya- murmuró Freddy desde una esquina.
-¿Qué va a pasar con Joy?- dijo Noa.
-Fred y yo nos quedaremos a cuidarla.
-Mike, Noa y Janet. Tomen sus maletas y al auto- ordenó Freddy. Noa y Mike obedecieron. Hazle un jueguito de despedida en honor a Londres, sugirió mi psicópata desde mi médula. Meg se fue a buscar a Fred- ¿Qué no escuchaste, Fazbear?
-Si escuché pero no me puedo ir- me senté sobre el sofá fingiendome muerta.
-¿Por qué no?- frunció el seño.
-Es que soy hermafrodita y tengo necesidades- saqué mi lengua fingiéndome más muerta.
-Janet, no estoy para juegos, ve a alistarte- sonó sin paciencia. Este hombre no iba a guantar una semana viviendo conmigo.
-Es enserio, soy hermafrodita y necesito descargarme- amplié mis ojos intentando mostrar alarma.
-Asumo que son necesidades sexuales- rodó sus ojos, yo asentí con una sonrisa victoriosa- ¿Quieres...-suspiró-...mas-tur...- yo lo miré expectante-...¡Ya sabes!- Esto me recordó cierta história que me contó mi madre sobre mi padre y una limusina camino al aeropuerto.
-¿Qué? No entendí lo último- hice cara de inocente.
-Sabes a lo que me refiero.
-No tengo ni idea- negué.
-¿Si necesitas unos minutos para...darte amor propio, descargarte, satisfacerte tú misma, canalizar las energías de Venus? ¡Como quieras llamarle!- dijo inquieto. Wooow, este hombre sabía mucho sobre fafafa fa-faje.
-¿Qué es eso?- fruncí mi cara. Viendo como mi tío Fred entraba por la puerta detrás de él.
-¡¡Masturbarte!! ¿Quieres masturbarte?- dijo sin paciencia ¡Bingo! Fred fingió un tosido. Freddy volteó inmediatamente, supuse que por su mente se atravesaban dos palabras 'La cagué'.
-¿Interrumpo?- se cruzó de brazos.
-Gracias al cielo viniste, tiíto- me lancé sobre su cuello.
-Vengo a ver que pasa con tu mamá, siempre supe que tenía problemas mentales pero nunca pensé tener que atenderla sicológicamente de nuevo.
-Sí, pero procura que esta vez no te ate a la cama y te de látigo como hace años- reí.
-Ya estamos listos- bajaron Noa y Mike ya estaban contentos, seguro Noa le estuvo jaloneando el purrote a Mike hace unos minutos.
-Entren al auto, atrás por favor, tengo que llevar a Janet a mi par para asegurarme que no se lance del auto en marcha- murmuró Freddy. Noa y Mike salieron al auto...solos.
-Bueno, tío, me voy. Mánchester me espera- le di un beso y subí a mi habitación. Comencé a hacer mi tercera maleta repleta de cosas innecesarias para el ser humano corriente pero vitales para mí. A los minutos la puerta sonó- Pase- dije de espaldas doblando una camisa.
-Has tardado horas- entró Freddy- ¿Por qué llevas un sopla balones en la maleta?- lo tomó.
-Tramo inflar unas cuantas bolas- sí, en doble sentido, Lí-Sellers- Mire debajo de esa cajita lo que llevo- Freddy me miró curioso y sacó la caja. Sacó una estampa mediana con círculos blancos y rojos, era un blanco de tiro al blanco.
-¿Y esto para qué?
-Para que no se equivoque en donde tiene que disparar- dije seria. Tardó unos segundos en reaccionar, pero soltó una risita al entender.
-Eres incorregible- volvió a meter el blanco.
-Que bueno que ya se dio cuenta. Aparte que la mayoría de cosas que llevo es para usted- sonreí.
-¿Para mí?- bufó.
-Una pregunta...¿Usted cree que yo soy...-alcé la mirada a sus ojos-...mala?
-¿Mala? Eres una diablita- dio una media sonrisa traviesa ¡Épico! Me salió exacto.
-Le atinó exacto- mordí mi labio inferior.
-¿A qué?
-Un segundo- Entré al baño, luego de un minuto salí así
Freddy voltió hacia mí y su boca cayó al suelo. Parecía que quería decir algo pero no se atrevía- ¿Quiere portarse mal conmigo?- agité mi trinchante.
-¿Q-q-qué haces vestida así?- dijo saliendo de su trance.
-¿No le gusta?- hice un puchero.
-Janet, cámbiate ya mismo- se volteó.
-¿Qué problema hay si me quiero ir así a Mánchester?- me encongí de hombros.
-¿Estás loca?
-Sí, un poco- dije haciendo pucheros.
-Voy a estar abajo, quítate eso y ponte ropa decente, termina tu maleta y bajar ¡Y ni se te ocurra llevar eso a Mánchester! ¿Entendido?- Negué con la cabeza, él rodó sus ojos y se dirigió a la puerta. Yo caminé hasta mi cama y seguí doblando mi ropa, pero me inquieto no escuchar el sonido de la puerta. Sentí una respiración sobre mi hombro.
-Odio que causes este efecto en mí- escuché su susurró detrás de mi oído. Mi respiración de cortó.
-¿Qué es?- susurré con el poco aire que me quedaba.
-Sólo dime que no y no lo haré- susurró. Era muy claro lo que quería pero yo no me lo creía todavía, fuese lo que fuese, lo quería, ya.
-Sí- gemí aturdida. Sentí sus dudosidad unos instantes para despues sentir el calor de sus manos en mis caderas. Mi piel se erizó al sentir una corriente fría recorrer todo mi cuerpo.
-¿Y ahora?- susurró. Todo pasaba en fracciones de segundos o en milenios, un poco de ambos.
-Sí- susurré. Tragué saliva con dificultad. Mi mente estaba en blanco ¿Qué me estaba pasando? Deslizó sus manos por mis caderas hasta los extremos de mis piernas.
-¿Qué tal ahora?- susurró, escuchaba miedo en su voz ¿O era yo?
-Sigue siendo...sí- presioné sus manos en mis piernas con mis manos.
-Espera...- me soltó-...no voltees- Inmediatamente me dio ganas de hacerlo, pero me aguanté y no lo hice. A los segundos sent{i una tela cubriendo mis ojos.
-¿Qué es?- dije alarmada.
-No quiero que me veas...
-¿Por qué?
-Déjate...luego te explicaré- murmuró. Mi psicópata había desaparecido. Accedí. Me volteó sobre mis talones y sentí la caricia de su mano en mi mejilla. Sonreí instantáneamente al sentir su toque. No podia ver nada- Janet...-susurró mi nombre, mis manos se pusieron frías. Solté el trinchante.
-Ha..-tapó mi boca con sus dedos.
-No lo digas- ordenó, me confundíó.
-¿Por qué....-
-Luego te lo explicaré- sentí la proximidad de su rostro con el mío, su respiración chocando en mis labios, los abrí ligeramente buscando el néctar de su boca- Una vez comenzado...no habrá marcha atrás- me advirtió.
-Prométalo- le rogué. Escuché su sonrisa. Sentí que me quitó la diadema y escuché que cayó lejos. Tomó mi cintura con sus manos y me apegó a su cuerpo. Besó mis labios con suavidad, cada segundo que pasaba intesificaba el beso, una vez que estaba fuera de control me tomó de las piernas brúscamente y las enrrolló en su cintura. Dio unos pasos y cayó sobre mí en la cama. Nuestras bocas seguían unidas mientras él acariciaba el contorno de mis piernas. Por mi falta de vista mi sentido del tacto se había agudizado, así como mi oído el cual escuchaba claramente su agitada respiración, mi olfato sentía tres veces más el olor de su piel y mi boca sentía un millón de veces más el sabor de su lengua, lo recordaba, el sabor que había probado en el estacionamiento del hospital.
Freddy me sentó ligeramente en la cama mientras besaba mi cuello dándole pequeños y suaves mordiscos, sus manos acariciaban mi espalda y de un segundo a otro el sostén del disfraz estaba suelto, mi espalda se erguía y se me hacía piel de gallina.
-¿Ahora?- susurró en mi cuello, el aire que soltó de su boca en el susurro me causó una pequeña cosquilla que me hizo presionar mis dedos contra su espalda.
-No intente detenerse ahora- dije en un tono de súplica. Él se apartó de mi un segundo para deslizar los tirantes del sostén por mis hombros, dejando descubiertos mis pechos. Apartó sus manos de mí, supuse que me estaba observando- ¿Sólo usted se da el lujo de mirar?
-Ya llegará tu turno- susurró. Sospeché que sonreía pero no estaba segura. Estiré mis manos para tocar su torso pero él aún tenía la camisa puesta. A ciegas deslicé su camisa fuera de su torso. Entrelacé mis piernas entre sí y me acerqué a él. Él tomó mis manos y las puso en sus hombros incitándome a recorrerlos. Yo los acaricié suavemente y bajé hasta su pecho, rocé su abdomen con las yemas de mis dedos, la textura de su piel era tan gratificante. Freddy tomó mis manos antes de que llegaran al botón de su pantalón y besó las yemas de mis dedos una por una.
-¿Ya puedo ver?
-No- susurró levantándose y aproximándose a mí, todo me guíaba por los sonidos. Besó mi frente y me empujó suavemente para que me arrecostara.
-Quítese los pantalones- ordené. ¿Yo dije eso? ¿Dónde está mi sicópata? O siquiera el angelito frustrado de mi hombro ¿Dónde están cuando los necesito? Escuché como cayó la tela pesada de sus pantalones. Comencé a sentir nervios.
-He deseado esto....desde que te encontré en medio de la noche....en el estacionamiento de la estación de policía- suspiró-...cuando me miraste como si hubieses visto un espanto- rio.
-Fre..-volvio a tapar mi boca.
-No digas mi nombre- me calló con su boca sobre la mía. Él tenía ambas manso a los lados de mi cabeza. Yo acariciaba su enorme espalda con desesperación, bajé mis manos hasta su boxer y halé el elástico para quitárselo. Él se levantó ligeramente y con su ayuda me deshice de él. Sentí sobre mí su erección chocando contra mis piernas. No estaba acostumbrada a esto...En mi cabezo entró...¿Miedo? Él bajó hacia mi cuello y lo beso apasionadamente mientras yo enterraba mis dedos en su cabello, era tan frustrante no poder ver, pero tan placentero porque eso agudizaba mis otros cuatro sentidos. Bajó lentamente hasta mis pechos y besó alrededor de ellos, para luego introducir mis pezones en su boca. No sé como emití gemidos involuntarios, mi cuerpo comenzó a encorvarse ¿Qué p%tas me estaba pasando? Enrrollé mis piernas en su espalda y él bajó cada vez más hasta mi abdomen y poco a poco hasta la orilla de las bragas. Sentí inseguridad. La maldita inseguridad de una virgen...el miedo comenzó a recorrer mi cuerpo ¡Que m$! ¿Cómo me pasaba esto a mí? Esto le pasa a las inexpertas inocentes, no a mí ¡Por Dios, Janet! ¡Tú eres una maldita inexperta! ¿Qué crees que piense este hombre experimentado cuando sepa que eres tan maricona que ni te has podido meter los dedos tú sola por miedo? Se burlará de tí dijo mi psicópata ¿Dónde estabas antes cuando el hombre te dio la oportunidad de negarte, sicópata de m%$da? Pero luego recordé que la psicópata que vivía en mi médula era tan inexperta en este sentido como yo. Sentí que sus dedos tomaban el elástico de mis bragas intentándolos bajar ¡¡¡Pánico!!!
-¡¡¡¡¡¡¡¡No!!!!!!!!
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