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Sus pies apenas tocan el suelo, los tacones que lleva puestos son tan altos que apenas le permiten sentir que realmente tiene el cuerpo sobre la tierra.
Avanza con lentitud entre toda la gente que se dirige a la pista de baile del bar, sabe que tropezó con alguien accidentalmente porque le han empujado el hombro y maldecido al aire, en parte no es por completo su culpa que la gravedad deje de estar a su favor, pues bien sabía que el alcohol nunca ha favorecido dentro suyo.
Su amigo Jackson está tan ebrio como para apenas darse cuenta que ha dejado olvidada su chaqueta con todo y cartera en una de las sillas de la mesa en la que estuvieron poco antes de que el ambiente se llenara de caos, no es su culpa, pero se maldice mentalmente por tampoco prestar tanta atención y ahora tener que pagar la espantosa cantidad que cobrará el taxi hasta el departamento que comparten.
Gira la cabeza discretamente, nota como el suelo se ha llenado rápidamente de sangre al mismo tiempo que la gente enloquece por el pobre sujeto asesinado en una increíble brevedad de segundos, el aire hiede por la asquerosa mezcla del alcohol con fluidos humanos tan escandalosos como sólo el vómito y la sangre podrían ser.
La multitud enloquece más con el incómodo sonido de la sirena de policía, Namjoon sabe que será el fin de su carrera y la de su amigo si los encuentran en ese lugar, porque es muy probable que toda su buena fama y elogios terminasen cuando los periódicos lanzaran notas con respecto a este drama.
- Mierda...camina más rápido, Jackson. Si los estúpidos periodistas nos encuentran aquí tendremos que decirle adiós al cheque del próximo mes.
Con dificultad sube el rígido cuerpo de su amigo sobre su espalda, de tal manera que la agilidad en sus cansados pies aumenta al cómo puede, la puerta del infierno está tan cerca que casi puede sentir la tranquilidad y el aire fresco de la calle rozándole las mejillas, si no fuera por el suelo agujereado con su relación de odio contra tus tacones, tendría la victoria segura en la bolsa.
Sus aturdidos oídos escuchan como la policía al fin comienza a entrar por la puerta principal del lugar, pues una estampida se desató entre la mayor parte de celebridades presentes en el festejo clandestino apenas vieron la luz lúgubre del farol de fuera, pero su corazón se tranquiliza cuando al fin se encuentran en medio de la vacía calle trasera, sin algún policía o periodista que pueda poner en peligro su "impecable" reputación.
-¡Lo siento!- O eso creía ya que de repente su cuerpo se tambaleó con un nuevo empujón que lo puso en alerta inmediatamente, curiosamente del último tipo de personas que querría encontrarse, no le importaría tanto de no ser porque es alguien que también quiere capturar el escándalo de la noche.
Un hombre alto envuelto en un grueso abrigo color beige, guantes negros cuyas manos sostienen una grabadora, un par de lentes con alta graduación y el cabello más alborotado que el viejo plumero con el que solía limpiar su tan adorada colección de ternurines en la repisa de su habitación.
"Un periodista", piensa, por lo que sólo gruñe un poco, sin mostrar algún indicio de su timbre de voz por mera precaución. Cuidadosamente mueve su cuerpo por el lado derecho con la intención de pasar desapercibido antes de que sus ojos miopes se percaten del figurón que tiene enfrente, es cuando entonces uno de las manos de su compañero lanza golpes al azar sobre su hombro derecho desconcertándolo aún más y tirando el armazón sobre sus sienes.
El sujeto, aturdido por tan repentino ataque, bajó su cara hacia el piso para buscar los lentes que accidentalmente Namjoon pateó, pese a que tampoco era su intención, por lo que alcanzó a leer las iniciales de sus zapatos de diseñador-¿RM hyung?- parece que no era tan ciego como pensaba.
Es entonces cuando una de las manos esculca del moreno esculca dentro de su bolsa de cuero negro, encontrando así un fajo con unos cuantos cientos de wones, antes de lanzarle dinero la cara sin darle oportunidad de poder ver el estado descuidado en que la fiesta le dejó.
La voz del artista entonces exclama con prisa antes de escabullirse entre las calles aledañas para borrar su presencia y la del borracho sobre su espalda- Toma esto y piensa que lo que pasó, pasó entre tú y yo.
Sin importarle ser visto o no, el par de jóvenes hicieron la parada a un taxi que por mera coincidencia pasaba por ahí, tal vez sólo buscando una calle que le permitiera evadir el trayecto cerrado por el incidente del bar, sin siquiera importarles el costo, o si el moreno podía mantenerse en pie.
El chófer observó con un poco de miedo como la puerta fue abierta por el joven desaliñado que lanzó dentro a su compañero tan pronto como vio que el asiento trasero estaba libre. Pese a tal presentación, pasó a la parte delantera para sentarse con una extraña mezcla de premura y elegancia en el asiento para el copiloto mientras azotaba la puerta accidentalmente por culpa de la adrenalina.
-Buenas noches, llévenos al conjunto Empress, por favor.
Sin saber si el tipo lo vio con buena cara o si lo creyó loco, Namjoon sólo atinó a fingir no sentir el aura de intriga del pobre chófer. Para empezar, era una distancia considerable como para creer que alguien estaría dispuesto a pagar el viaje; en segundo lugar, la dirección era ni más ni menos que un sitio de élite donde residían parte de las personas más influyentes en el país desde hacía unos años, situación que tampoco daba tanta confianza, pues era más riesgoso garantizar que no cometerían alguna clase de delito; por último, si esas personas fueran gente de bien no tomarían transporte público a altas horas de la noche, pues tendrían los medios necesario para tener un automóvil propio en el cual ir y venir sin tener que recurrir a sus servicios.
Sin embargo, el chófer pareció al fin relajarse con un poco de la música en la radio, tal vez ese par pudo haber cometido un delito, pero nada evitaría que fuera recompensado con el alto precio del viaje que, en caso de negarse a pagar, sería un buen pretexto para entregarlos en la comisaría y con suerte llevarse algún honorario por contribuir a la seguridad de Seúl.
Namjoon sólo pudo colocarse la capucha de su chaqueta y acurrucarse un poco sobre el asiento, no tenía ganas de mirar desde la ventana del auto, sabía a la perfección que eso pondrías en riesgo al pobre hombre cuyo único trabajo era manejar.
Soltando un leve suspiro, sintió como el efecto del alcohol pasaba para creer su lugar a una sensación de comodidad que le permitió intentar establecer una conversación con el hombre al volante.
-Lamento entrar así, es que unos tipos querían asaltarnos.
-Una noche pesada, ¿verdad?- Respondió el hombre canoso con una pequeña sonrisa juguetona y la mirada hacia enfrente, cerciorándose de que el camino esté libre, finalmente pasan cerca del bar, tan rodeado como si fueran gatos ante una ratonera.- Vaya, parece que hubo un problema fuerte en el Angelus Club. Ya tenía tiempo que nadie hacía escándalos para darle publicidad. Ustedes pasaron cerca de ahí, creo que por la calle de atrás, ¿Alcanzaron a escuchar algo?
-No. Ni un zumbido, pero tampoco estoy completamente seguro, fue justo cuando nos empezaron a perseguir para asaltarnos.- Entonces no se menciona nada más sobre el tema, parecía que el moreno sólo esperaba a que nadie se percatara de quién era o en dónde estabas.
- ¡Qué lamentable! Espero que no les hayan hecho nada, la zona se pone un poco pesada en las madrugadas. Incluso pensé que ustedes dos iban a asaltarme cuando entraron.
-¿De verdad?
- Lo pensé un momento, joven, pero luego noté por su vestimenta y dirección que tal vez estaban en peligro, lo supuse desde que su amigo se arrinconó ahí atrás.
Jackson parecía no escuchar o saber la situación, dormía plácidamente a sus anchas sobre el asiento trasero soltando de vez en cuando algún suspiro despreocupado.
-Sí, se pone bastante mal con la bebida. No es que lo haga siempre, sólo que está ocasión visitamos la casa de un buen amigo y se emocionó de más.
- Ya veo- Soltó la carcajada en lo que paraba el vehículo obedeciendo al semáforo, ese hombre era tan inocente que le dio el lujo de tener una conversación real con alguien sin sentir molestia por tratos especiales debido a su estatus, le permitió sentirse humano en cierta manera y eso hizo que tuviera la confianza suficiente de hablar sin límites.
El resto del trayecto transcurrió sin inconvenientes, situación que hasta le permitió percatarse de cuán hermosa es la ciudad cuando no hay humanos merodeando en ella. Jackson dormía tan tranquilo sobre el asiento que ninguna clase de ruido era perceptible de su parte, tanto que el conductor preguntó si todavía respiraba, entonces puso una mano frente a su boca para cerciorarse de ello y una vez que el vaho choca contra su palma todos vuelven a calmarse.
El conductor era una persona bastante agradable, con comentarios tan acertados llenos de buenas observaciones filosóficas, que le hacía cuestionarse en que tal vez él debería ser alguien destacable y no Namjoon, pero luego recordó cuán delicioso y peligroso es el éxito que no se lo desearía ni en broma.
-Servidos, jóvenes.- el vehículo al fin se detiene frente al edificio donde discretamente vivía junto a su amigo. Sacando el poco dinero en efectivo que todavía quedaba dentro de la cartera, el cuál parecía que era menos del precio a pagar, así que maldijo de nuevo en su mente al entrometido periodista al que tuvo que darle un soborno sin pensarlo un momento, antes de al fin reunir la cantidad. El gentil hombre sólo le sonrió agradecido antes de ser tan generoso y no aceptarlo, esto como un agradecimiento de darle una buena plática durante esa noche tan dramática.
Fue entonces que al fin Jackson había despertado un poco aturdido, lo cuál era un alivio para el joven moreno, puesto que no tendría que cargarlo hasta su departamento. Ambos bajaron y se despidieron del amable taxista.
Entonces Jackson entró escandalosamente a la recepción, sin importarle que eran las tres de la mañana y que probablemente la mitad del edificio estaría durmiendo a esa hora, ni que su amigo se había quedado afuera despidiéndose.
Ambos se miraban en silencio, pero invadidos por una paz tan inexplicable cuando al fin están juntos en el elevador a unos cuantos pasos de la puerta de su lujoso apartamento, al menos hasta que el menos cuerdo cayó en cuenta de su pérdida durante esa aventura.
-Hermano, ¿viste mi chaqueta?
Los ojos de Namjoon se abren tanto como les es posible al recordar que por esa puta chaqueta aún corren peligro, toda su buena fama se irá a la mierda si alguien la encuentra, especialmente si es el hambreado periodista que lo empujó justo cuando salieron del bar.
-Tú no llevabas chaqueta, ¿Recuerdas?- Murmura con falsa amabilidad, generando que el ambiente dentro del estrecho cubículo del elevador se llene de molestia y tensión al mismo tiempo.
-¡Claro que llevaba! De hecho ahí estaba mi último resto de mensualidad para la tarjeta de circulación.
- Bueno, tal vez eso pensaste...pero tú no llevabas nada, Jack.
La mandíbula del joven chino se tensó más que antes, parecía olvidar que las cámaras de seguridad grababan perfectamente cada oración que saliera de sus bocas, por lo que su rabia aumentó aún más cuando su acompañante sacó su teléfono y fingió no prestar mayor atención al problema.
Los reclamos continuaron hasta que, a mitad del pasillo, un fuerte golpe cayó sobre el cuerpo más delgado y al fin su paciencia terminó.
-¡Jackson, más te vale olvidarte de esa puta chaqueta si es que quieres cobrar tu salario a fin de mes!
Estaban en el pasillo del lugar, sintiéndose incómodo de imaginar todo como si todos sus vecinos estuvieran detrás de la puerta tratando de escuchar el motivo del alboroto, pero sabía que no era más que un producto de su imaginación, por lo que prefirió intentar mantenerse cuerdo.
Deslizó la tarjeta de identificación sobre la chapa con falsa tranquilidad, pero toda su paciencia se fue por la borda cuando al fin estaban en casa dado que su amigo no dejaba de reclamarle por su estúpida chaqueta. Es entonces cuando ambos cuerpos terminan sobre la pared, el moreno dominando al más alto con una de sus muñecas sobre el cuello y la otra mano sosteniendo el cuello de su camisa carmín.
-¡Cállate!- gritó con rostro desesperado, el otro únicamente paró en seco- ¿No te das cuenta que si alguien escucha que estuvimos en ese lugar justo hoy van a echarnos de la empresa?
Contrario al efecto esperado, Jackson no pareció interesado en darse cuenta de tus razones para evadir la distracción, lo supo cuando su puño se soltó de su opresión hasta azotarse contra una de las mejillas morenas. Concluyó que devolvérselo sería estúpido porque aún estaba drogado por cuánta sustancia se le pasó enfrente dentro del bar, solamente lo golpeó levemente en el hombro hasta dejarlo acomodado decentemente sobre el sofá, luego se permitió caminar en un pasillo que dirigía a sus habitaciones hasta llegar a un pequeño espacio destinado a ser un gimnasio personal. Una vez estuvo ahí, dejó vaciar toda la adrenalina de su torrente en el saco de boxeo hasta que quedó adolorido de ambos puños.
Supo que ya había sido demasiado para esa noche, situación que aseguraba el hecho de permitirse faltar al día siguiente a las oficinas de Bit Hit hasta que sintiera que las cosas estaban tranquilas y asegurarse de haber logrado sobornar a toda la gente necesaria con tal de eliminar cualquier rastro de su presencia en ese huracán.
-Malditos periodistas...
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