XI: Amistades peligrosas

—Bien te escuchamos...— Shion como todos los presentes esperaban que Camus hablara o al menos diera buenas razones de su ataque, solo Aioria estaba nervioso por lo que este pudiera decir.

—No pienso decirlo... Solo diré que Aioria se lo merecía y que ya me cansé del trato que me da.— Se limpio la sangre que tenía en sus labios y lo único que le quedaba era esperar su castigó.

El patriarca estaba por dictar su sentencia hacia Camus, pero la voz molesta de Aioria nisiquiera lo dejo hablar.

—Si querías respeto debiste pensar en lo que hacías! Te trato como te lo mereces Camus!— grito colérico el leo. Lo cual no fue buena opción pues nuevamente el galo se estaba acercando a el, cerró sus ojos pues imagino que un golpe le caería, pero no fue así, ya que Milo intervino sosteniendo la mano de Camus y fue el quien le dio una cachetada.

—Ya basta Camus! No voy a permitir que lastimes a Aioria, el tiene razón... Tu solo te buscaste esto...— En una situación así, Milo daría prioridad a su pareja, además era evidente ante sus ojos que el agresivo era Camus.— Vamos Aioria, en mi templo curaremos tus heridas.

Hasta ese punto Camus aguanto las ganas de gritar y llorar, llevo una de sus manos a su mejilla que inmediatamente se tornó roja por aquel golpe. Nisiquiera los golpes de Aioria le dolieron tanto como el que le había dado Milo, y lo más doloroso fue verlos irse del templo casi abrazados. Mientras que veía la burla en la mirada de Aioria, este solo se apoyó en su pareja para alejarse de lugar, mirando con gran superioridad a Camus. Nuevamente había ganado ante el galo y realmente era satisfactorio verlo hundido en su miseria.

—Bueno Camus, ya que no dices nada no me queda más que llevarte a una celda por tres días, donde espero que reflexiones sobre lo que hiciste... Entiendo que tú y Aioria tengan diferencias, pero eso no justifica que lo trates mal. Acompáñame.—

El patriarca salió del templo de Sagitario, detrás de él estaba Camus, caminando con la cabeza agachada. Su mano temblaba por toda la cólera albergada que sentía, pues hasta el patriarca no reconocía que Aioria era el malo y que hizo su vida un caos, pero a quien engañaba, Aioria jugaba tan bien sus cartas que siempre lo hacía quedar mal, así que como pensó en un principio, era algo imposible que alguien se disculpara con el.

En unos cuantos minutos llegaron hasta las celdas, el lugar desde afuera no era agradable, y era peor por dentro, desde muros por caerse y goteras hasta el olor de la humedad. Camus nunca había sido castigado como para tener que estar encerrado, por lo que se sorprendió de tener que estar ahí por tres días.

El patriarca abrió una celda y espero que el francés pasará por ahí. Camus solo se aproximo a un paso lento y al estar adentró, el mayor no tardó en cerrar las rejas.

—Lo siento Camus, créeme que me duele esto más a mi que a ti, pero debes aprender que tus acciones tienen consecuencias.—

—Lo entiendo su santidad...— Camus solo se sentó en una especie de camilla que había en la celda, y observó como el patriarca lo dejaba en ese lugar.

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En el coliseo Deathmask se encontraba teniendo un encuentro amistoso con Aldebarán, ambos estaban peleando en el centro de la arena con gran estusiasmo.

En las escaleras estaban los espectadores, a donde llegó Aioros para sentarse a lado de Saga.

—Porque tardaste?— Pregunto el gemelo mayor, tomando la mano de Aioros, pues lo notaba triste.

—Ocurrio un pequeño incidente en mi templo... Aioria está herido por culpa de Camus y bueno el patriarca ahora está tomando cartas en el asunto.— Comentó algo nervioso, aunque pensó que lo dijo en voz baja, Death logro escuchar lo que pasaba, se distrajo por esas palabras que no se dio cuenta del golpe que le dio Aldebarán, lo cual le hizo chocar contra las gradas casi cerca de donde estaba Aioros y Saga.

—Death! Lo siento... Pense que lo esquivarias.—El caballero de Tauro se acercó a Death para ayudarlo a ponerlo de pie, pues la caída fue algo grave puesto que el cuerpo de italiano dejo unos escombros detrás de él, sin mencionar que ahora estaba algo mareado por el repentino golpe.

—Ay dioses.... De donde vino ese golpe?—Con ayuda del caballero, Deathmask se puso de pie, pero juraba que veía algunas estrellas a sus alrededor. Tardo en recuperar su conciencia luego de unos segundos y lo primero que pensó fue en el menor.—Que le pasó a Camus?

Como Death aún seguia lastimado por el incidente de ayer, sus amigos también se acercaron para ver qué estuviera bien.

—Death... debes tener cuidado. No estás del todo bien.— Comentó Afrodita, aunque al parecer Deathmask solo lo ignoro, poniendo toda su concentración en el Sagitario.

—Aioros... Que fue lo que dijiste acerca de Camus?—

—Creo que no es momento para hablar de eso...— Comento algo nervioso, pues tampoco quería ser tan cruel al exponer al galo ante todos sus compañeros, al menos quería ser más discreto con el asunto. Deathmask comprendió eso, pero eso no evitó que se proecupara, por lo que se fue del entrenamiento para volver a Acuario.

Al llegar al primer templo no pudo continuar, pues la voz del patriarca lo detenía.

—Deathmask, a donde vas? El entrenamiento a un no acaba.—

—Patriarca... Vera yo estoy preocupado por Camus, así que iré a su templo a verlo... Espero obtener su permiso solo por hoy...— El italiano esperaba obtener ese permiso. Pero las palabras de mayor lo dejaron helado.

—Lo siento Deathmask, pero Camus está castigado por tres días y no estará en su templo. Asi que vuelve a tu entrenamiento.—

—Patriarca! Como es que Camus está castigado? Por que tomo esa decisión?— Ante la respuesta del mayor Deathmask no pudo evitar preocuparse y alterarse de cierto modo, Shion por un momento se quedó sorprendido por esa reacción, pues no sé lo esperaba de nadie menos de un caballero como Death, que a su punto de vista todo le daba igual.

—Ve a tu entrenamiento Deathmask... Cuando acabes puedes visitar a Camus en las celdas.— Shion no dijo más y continuó su camino al coliseo para ver el entrenamiento de sus caballeros, dejado atrás a Death.

—Rayos... No puede pasar nada mientras esté encerrado verdad?— Si quería ver a Camus, debía hacer caso al patriarca, pues no quería tener porblemas que le impidieran cuidar del menor, así que con aún dolor en su corazón volvió al entrenamiento. Sin imaginar que algo más malo le podía pasar al menor.

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En las celdas Camus no se había movido del lugar en el que estaba, lo único en lo que estaba concentrado era en sus pensamientos no tan favorecedores, pues aún no sabía porque Aioria se había portado tan mal con el, repasaba una y otra vez cada uno de sus recuerdos buscando lo que hizo mal para que Aioria lo despreciara.

Y como si las respuestas llegarán a el, alguien se aproximó a las celdas. Y no fue nada menos y nada más que el propio dueño de sus desgracias.

—Aioria...—

—Sin duda este lugar queda bien contigo Camus... Tan sombrío y frío, sin mencionar lo horrible y deplorable que está el lugar... Tal como tú.— La soberbia y desprecio se notaba en cada una de las palabras de Aioria, a lo que Camus solo se mordía la lengua y contenía su cosmo para no contestar las burlas del caballero, al darse cuenta de eso, el contrario siguió.— Que sucede? Es que caso ahora no piensas responder como lo hiciste en el templo de mi hermano?

—Ya basta Aioria! Por más que trato de recordar no logro encontrar una sola razón para que me odies tanto!— Aunque Camus trato de relajarse no pudo evitarlo, Aioria poco a poco iba destruyendo la poca paciencia que le quedaba.

—Creo que ya sabes la verdad, de lo que pasó esa noche... No tengo porqué seguir ocultandolo, pero esto se quedará entre los dos. Porque es obvio que nadie te creería.— Sonrió de lado ante lo último y Camus respiro un poco, no quería volver atacar a Aioria, no al menos hasta que le dijera la verdad.

—Te escucho...—

—Todo fue planeado para que Milo se alejara de ti, no tienes porqué preocuparte... No te acostaste con Capella... Pero es increíble cómo todo funciono tan bien que ya nadie nisiquiera confía en ti...—

—Aioria... Eso ya lo sé... Lo único que me intriga, es porque lo hiciste? Que razón te di para que destruyeras mi vida de esta manera?— Aunque Camus trato de sonar firme, no pudo pues su voz se le fue quebrando, era más doloroso saber la verdad de la propia boca de quién alguna vez confío.

—Es simple, tú sola existencia me arruinó a mi... ¿Por que no te empiezo a recordar que con tu llegada me separaste de Milo? El y yo éramos amigos, pero cuando llegaste se empezó a alejar de mi poco a poco, por sobre todo te prefería a ti.— Aunque desde un principio Aioria hablo con soberbia, ahora hablaba con algo de tristeza al recordar el pasado.— Después, cuando ocurrió la rebelión de Saga, mi hermano nisiquiera sé preocupo en verme, pero si tuvo tiempo para hablar contigo en persona! Y por si fuera poco... cuando acusaron a Aioros de traición, yo fui quien sufrió todo tipo de humillaciones por parte de ustedes!

Camus por un momento se quedó pensando en todo eso y talvez Aioria si tenía razón, pero aún así el no era responsable de todo lo ocurrido en el pasado de su ex amigo.

—Tu y Milo siempre fueron amigos! Yo no me interpuse en su amistad! Y sobre lo de Aioros fue una casualidad encontrarmelo cuando escapaba con la recién nacida Athena... Y finalmente yo jamás fui parte de los abusos que pasaste por ser hermano de traídor...— El galo trato de justificar el odio de Aioria, pero eso solo causó la molestia del Leo.

—Te equivocas, siempre estabas detrás de Milo, siguiéndolo como si fueras su sombra y no creo que sea una casualidad tú encuentro con mi hermano... Además tú jamás hiciste nada por detener esas humillaciones aún llamándote mi amigo! Preferíste irte a Siberia y hasta de eso me culpo Milo!— Aunque la rabia lo cegaba finalmente Aioria río a carcajadas, eran amargos los recuerdos que se le venían, pero ahora era más que placentero ver hundido a la persona que odiaba.— Pero no importa, poco a poco estás pagando tu errores del pasado Camus, y créeme que esto no acabara. Te destruiré hasta que no quede nada dignidad en ti...

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