IV: Problemas que agobian
A pesar de Camus no quería encontrarse con Milo o Aioria así lo hizo, pues al llegar al templo de Leo observó que cerca de la salida estaba Aioria apoyado en un de los pilares del lugar. El galo no quería hablar con el, así que pasó por un lado sin siquiera mirarlo o saludarlo.
Pero era evidente que eso no sería suficiente para que Aioria lo dejara tranquilo.
—Sino fueras un caballero créeme que no te dejaría pisar mi templo... Pero pensándolo mejor, alguien como tú nisiquiera ya debería ser caballero, eres un traidor...—
Camus no pensaba responder a Aioria, pero el hecho que lo tachara como traidor era algo que no podía pasar por alto.
—Mis acciones del pasado fueron perdonadas, así que te voy a pedir que no me llames así.—
La estruendosa carcajada de Aioria resonó por todo el templo provocada por las palabras del contrato, causando la molestia en Camus.
—Hay porfavor... No sólo me refiero a que traicionaste a Athena sino que también engañaste a Milo, eres un ser despreciable...—
—En la cena de anoche lo dejaste más que claro Aioria, así que con tu permiso.— El galo hizo lo más inteligente posible y se estaba por retirar del templo ajeno, pero Aioria solo seguía molestándolo con sus palabras, no quería tomarle importancia, pero el leo se interpuso en su camino poniéndose delante de él para evitar su avance.
—Si y te lo vuelvo a repetir por sino te acuerdas, ahora Milo es mi pareja y no quiero verte cerca de el, por tu calentura de esa noche lo perdiste... Ten un poco de dignidad y deja de estar detrás de él arreglando algo que tú mismo ocasionaste.—
—Milo solo quiere creer lo que vio, pero no quiere escucharme. Si las cosas van a terminar con el solo espero que sea de buena manera y no se lleve un mal recuerdo mío... Es por eso que voy a seguir detrás de él para explicarle lo que sucedió esa noche.— Camus se mantuvo firme ante sus palabras, pero no tardó mucho en que recibió un golpe en el rostro por parte de Aioria, lo que hizo que cayera al suelo.
—No tienes orgullo caballero, no hace falta que expliques lo que todo el mundo fue testigo, todos los caballeros de plata vieron que te acostaste con Capella y todavía tuviste el descaro de dormir a su lado luego de hacerlo... Milo también lo vio, así que no quieras dar explicaciones de lo que es obvio!—
—Eso es lo que todos pensaron! Pero estoy seguro que no tuve nada que ver con ese caballero...— El galo se puso de pie y paso a un lado de Aioria, prefería evitar los problemas que aumentarlos.
—Capella admitió que se acostó contigo porque fuiste tú el ofrecido... Dañaste a Milo con tus acciones y solo por eso te pido que te alejes de el!—
—Quieres que me aleje de Milo por temor a que le vuelva a dañar o porque temes que te deje por mi?— Camus no pelearía a golpes con Aioria, pero sabía cómo enfrentarlo con palabras, pues basto decir eso para que en el rostro de Aioria se le dibujara una mueca de disgusto, tanto que este mismo no sabía que responder, por lo que Camus continuó.— Me das lástima Aioria... Te has enfocado en destruir mi vida con Milo que no sabes si el te ama realmente o solo está contigo por despecho.
Aioria se quedó estupefacto ante esas palabras, sin duda no sabía cómo responder eso, pues uno de sus miedos giraba en torno a las palabras de Camus, ya que en algún momento temía que Milo se dejara cegar por la ternura de Camus y lo dejara solo.
Camus aprovecho eso para irse rápidamente de templo de Leo, el resto de su camino fue más tranquilo, incluso al pasar por escorpió no tuvo problemas, pues el guardián de dicho templo no estaba.
Solo bastaron unos minutos más para que llegara a su templo y cuando fue así se dirigió a su habitación donde se dejó caer sobre su cama. Allí recordó lo que había pasado esa desastrosa noche.
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Hace algunas noches...
—Camus porfavor, acompáñame al cumpleaños de Misty...— Milo se encontraba suplicando a su novio que lo acompañara a ese compromiso. Pero su pareja no estaba aceptando, pues ese tipo de ambiente no le agradaba.
—No Milo, me voy a sentir incómodo rodeado de tantos caballeros de plata que en su mayoría no conozco.— El galo solo se dedico a seguir leyendo su libro y dejar que su pareja se fuera a esa fiesta.
—Aioria también va ir, así que no estaremos solos...—
—Entonces ve con el... Porque necesariamente yo debo acompañarte?—
—Porque quiero que conozcan a mi lindo novio.—
Esas palabras más los ojitos de cachorro que puso Milo lo convencieron, parecía una tontería pero su novio sabía cómo convencerlo para acompañarlo a donde sea.
Ambos llegaron hasta la residencia donde habitaban los caballeros de plata, en dicho lugar se celebrará una gran fiesta en honor al cumpleaños de Misty.
Aioria ya los esperaba en el lugar celebrando con los demás caballeros, Milo se unió a la fiesta y dejó a Camus en un rincón, hasta ese punto se arrepintió de haber acompañado a su pareja, pues el resto de la noche se la paso sentado solo, tomando un ponche mientras veía al resto divertirse.
Las horas pasaron y Camus ya estaba cansado, se había quedado en el lugar solo por respeto pero desde hace unos momentos se empezó a sentirse mal. Pues se sentía mareado y no entendía porque. Talvez lo mejor era irse a descansar, se dirigió a la salida pero nunca llegó. Todo se le hizo negro y de ahí no supo lo que pasó.
—Como se atreve?—
—dioses... No esperaba que ese caballero hiciera eso....—
—No tiene dignidad ni respeto...—
Las voces se intensifican y eso ocasionó que Camus despertara, la cabeza le daba vueltas y al mirar a su alrededor observó que varios caballeros de plata incluido su novio y Aioria lo miraban.
Pero en la mirada de la mayoría de notaba desprecio y en la de Milo se notaba molestia. Camus estaba confundido, no entendía porque estaban así, hasta que el mismo observó la situación en la que estaba.
Se encontraba desnudo sobre una cama y a su lado estaba el caballero de Auriga también dormido y desnudo.
—Que...que fue lo que pasó?— en esos momentos el cuerpo de Camus empezó a temblar, realmente no entendía lo que había pasado y no recordaba que hubiera cometido una infielidad y menos en una fiesta.— Milo... Yo no hice esto...
—Vete al diablo Camus.... Nada justifica lo que hiciste!—
Milo no estaba dispuesto a escuchar excusas sobre lo que era evidente, así que se retiró del lugar. Camus rápidamente ubico su ropa y aunque algunos lo estaban viendo se cambió delante de ellos. Estaba mas preocupado por hablar con Milo que las miradas que tenía sobre el. Su preocupación era tanta que nisiquiera noto la mirada sonriente de Aioria.
El francés estaba casi vestido intento correr detrás de Milo, pero Aioria lo empujo al suelo.
—Hiciste toda esta escena que lastimó Milo y ahora piensas arreglarlo? Debiste pensar dos veces antes de hacer esto...—Aioria miraba con superioridad a Camus y al mismo tiempo con desprecio.
—Aioria tu no lo entiendes... Te juro que no lo hice, debes creerme y convencer a Milo de que hable conmigo... Eres mi amigo, porfavor...— Camus estaba al borde del llanto, su voz estaba quebrada y algunas lágrimas caían de sus ojos carmesí. Olvidó su orgullo y se arrodilló ante Aioria, esperando que su amigo si confiara en el y lo ayudará. Pero la respuesta que le dio fue otra que terminó por romper su corazón.
—Camus, tu mismo provocaste a Capella, no quieras engañarnos con tu carita de inocente... Todo es obvio.—El heleno se agachó a la altura de Camus y acariciando su mejilla, le sonrió con descaro.— Ahórrate está humillación y acepta que fuiste infiel a Milo, no te da bien mentir algo que todos vimos... Yo quise detenerte, pero tomaste de más que no me hiciste caso, lo siento tanto....
Sin más Aioria dejo a Camus llorando en el suelo, mientras del sonreía de oreja a oreja. Solo espero una oportunidad para que Milo dejara a Camus y así paso, no podía sentirse más dichoso.
Mientras Camus sentía que había perdido a su novio y también a su amigo. Se sentía tan solo y humillado, se abrazo a si mismo y cuando menos se dio cuánta ya nadie estaba en esa habitación nisiquiera su supuesto amante. Con el alma hecho pedazos regreso a su templo y se encerró en su habitación tratando de recordar lo que había pasado, pero no podía hacerlo.
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Lo que ignoraba Camus era como había ocurrido todo eso, pues estaba más que seguro que no había tenido ningún contacto con Capella y después de lo ocurrido trato de recordar cómo se dieron los hechos, buscando una respuesta coherente para justificar el hecho que amaneció en brazos de otro hombre.
Pues solo eso podría solucionar el problema que había ocasionado. Ya que estaba seguro y confiaba que Milo lo perdonaría y que si ahora estaba con Aioria era solo para molestarlo.
—Milo... Mi amado Milo... Estoy seguro que tú también sabes que yo no sería capaz de engañarte...— Las lágrimas brotaron nuevamente de sus ojos, ya que nisiquiera había conseguido olvidar su penas con alcohol lo mínimo que podía hacer era llorar y lamentar todo lo que había ocurrido y eso solo era uno de los muchos motivos por lo que sufría.
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