Extra V: La verdadera justicia
Milo pronto había llegado al templo principal, fue ahí que recién deshizo su restricción en Aioria y le ayudo a ponerse de pie.
Estaban frente a la puerta del templo, ninguno tenía el valor de entrar por lo que se quedaron parados frente a esa puerta por unos minutos. El silencio fue roto por Aioria, quien solo se puso detrás de Milo y apoyo su cabeza en la espalda del caballero. Tenía miedo y eso era más que evidente.
—Milo no quiero hacerlo... Prometo disculparme con Camus y con los demás, pero no quiero que
el patriarca se entere de esto.—
—Aioria ya lo hablamos, te parece justo todo lo que paso Camus? Casi pierde la vida por tu culpa... Una disculpa no arreglara el daño que le hiciste, ahora decide: nuestra muerte o decirle la verdad al patriarca?...— Milo se dio la vuelta para confrontar a Aioria, quien solo mantuvo su cabeza agachada. Su cuerpo temblaba, no tuvo más opción que abrazar con fuerza al caballero.
—Prometeme algo más... Promete que apesar que el castigo termine seguirás a mi lado, después de todo yo te amo... Camus ya está con Death, no tiene caso recuperarlo. Tu mismo lo dijiste, le hicimos bastante daño.—
—No puedo prometer algo que no voy cumplir Aioria, pero te aseguro que no te dejaré solo... Estaré ahí cuando más lo necesites.—
Aioria no se quedó satisfecho con esa respuesta, pero al parecer era lo que Milo quería, asi que haría un último esfuerzo por complacerlo.
—Entonces con que permanezcas a mi lado seré feliz... Aún si eso no incluye tu amor.— El caballero se separó de Milo y fue el primero en abrir las puertas del templo, adentrándose al salón principal junto con Milo. Para su desfortunio el patriarca estaba ahí junto a la diosa Athena y el mismo maestro Dhoko.
—Milo, Aioria, que los trae aqui?— Pregunto el patriarca al ver a sus caballeros arrodillados ante ellos.
—Patriarca, hay algo que debemos confesarle....— Dijo Milo con la cabeza agachada, se mantuvo en esa posición al igual que Aioria mientras relato cada cosa mala que hizo el león, desde el incidente de Camus, la manipulación de caballeros, el abuso de poder, intentos de asesinato, el inculpamiento de Aioros, las mentiras y finalmente la tortura a la que fue sometido el galo.
Milo detalló que el también había tenido mucho que ver, aunque eso fuera una mentira. Aioria solo trataba de no llorar, ya que Milo realmente cumplió su palabra de no dejarlo solo y casi se hechaba toda la culpa.
Al escuchar el relato de los caballeros el patriarca pensó que era una broma, pero la seriedad con la que Milo hablaba dejaba en claro que todo era verdad, el viejo maestro se quedó casi con la boca abierta, mientras que Athena se cubría la boca con su mano por la impresión que se llevaba al escuchar tales atrocidades.
Una vez que Milo termino su relato, Aioria dio unas palabras finales.
—Me siento bastante arrepentido... Yo asumiré cualquier castigo, pero porfavor no involucren a Milo, el no tuvo nada que ver... Todo lo que sucedió fue solo mi culpa.—
—Aioria...— Milo no se esperaba que el Leo admitiera toda la culpa, fue un gesto que tocó su corazón, menos el del patriarca.
—¿Estan consientes de todo lo que dijeron?— Preguntó con seriedad la diosa. La joven siempre considero que los caballeros de oro era la orden más disciplinada y sobre todo que guiaban a los demás caballeros a luchar por una causa justa. Pero al saber las atrocidades que había cometido Aioria, esa imagen cayó por los suelos.
—Si señorita Athena... Pero le juro que estoy arrepentido... Y también lo está Aioria.— A pesar que de Aioria había interferido para que el castigo no cayera sobre él, asumió la culpa y de esa forma cumplió con su palabra de no dejar solo al caballero de Leo.
Ante las palabras de Milo, Athena suspiro con nostalgia y se puso de pie. Ninguna injusticia se cometería en su presencia, así que apunto con su báculo a sus dos caballeros.
—El arrepentimiento no es suficiente para compensar las injusticias que cometieron, varios inocentes fueron involucrados y hasta heridos, sus propios intereses les costará muy caro a ustedes dos.— Sentenció la diosa con molestia, el mismo patriarca y el caballero de Libra retrocedieron.
—Aceptaremos cualquier castigo.—
—Ser despojados de sus armaduras es lo más correcto, en el santuario no hay lugar para caballeros con intereses propios como ustedes... Pero, ya que muestran arrepentimiento, creo que mantenerlos encerrados por un tiempo y que se disculpen públicamente es lo mejor, sobre todo ya no tendrán los privilegios que antes gozaban y una vez que encontremos a los caballeros que tomarán su lugar, ustedes tendrán que irse... Hasta que eso ocurra tienen prohibido acercarse a sus demás compañeros.—
Aunque para Aioria ese castigo fue una condena y quería suplicar por piedad, Milo se quedó satisfecho. Eso era mejor que ver a Aioria como un esclavo, sonrió internamente porque solo así había garantizado la protección de Camus.
Pronto vio que ya era tarde por la luz del atardecer que paso por las puerta del templo al momento que habían llegado algunos soldados llamados por Athena, para que se llevarán a ambos a las celdas. El tiempo se le acababa y aún tenía algo pendiente por hacer y eso era recuperar a Camus, aún si su diosa le prohibía alejarse de el, estaría feliz de verlo a lo lejos.
—Señorita Athena! Le suplico que me conceda un poco de su misecordiosa piedad... Asumire mi castigo, pero antes quisiera que me de su permiso para hablar con Camus, solo quiero disculparme con él y le juro que lo dejaré para siempre en paz... Pero concedame esa oportunidad.— Milo junto sus manos a la altura de su pecho y suplico que la diosa le concediera ese permiso.
Por un momento la diosa lo pensó, no sabía si debía ser piadosa con los caballeros, miro al patriarca buscando alguna sugerencia, pero fue Dhoko quien intervino.
—Milo, creo que no estás en posición de suplicar alguna piedad luego del daño que le causaron a Camus, con la disculpa pública que harán es que tendrás la oportunidad de enmendar tus errores.—
—Maestro Dhoko porfavor... Solo serán unos minutos, es todo lo que pido, lastimé a Camus personalmente, así que también le debo una disculpa solo para él.—
La sala quedó en silencio por un momento, ¿Realmente Milo merecía un poco de piedad? Esa era la pregunta que se cuestionaban las tres autoridades que estaban ante Aioria y Milo.
Aioria no pudo más soportar ver a Milo hundido en suplicas, pues eso dañaba su imagen de caballero orgulloso. No lo merecía, así que también decidió intervenir en nombre del caballero.
—Porfavor, Milo no tiene la culpa, todo lo hice yo solo... Permitanle ver a Camus.—
Nuevamente las palabras de Aioria soprendian a Milo, poco a poco empezaba a verlo como era en el futuro, alguien arrepentido y de buen corazón. Le agradeció con una tierna sonrisa y luego miro a su diosa esperando una respuesta.
—Esta bien Milo, tienes una hora. Luego los guardias irán por ti para llevarte a una celda.— La diosa finalmente se apiadó de su caballero, así que le daría una última oportunidad de hacer las cosas bien.
El caballero se reverencio en forma de agradecimiento y corrió hacia Acuario, por dentro estaba feliz, el tiempo que la había dado su diosa era más que suficiente, podía arreglar las cosas con su amado Camus y así todos en un futuro serían felices.
Desde las afueras del templo de Acuario grito el nombre del guardián, estaba emocionado y su corazón sentía ese mismo entusiasmo, estaba por pisar el templo de la urna, hasta que sintió como un poderoso cosmos lo lanzaba fuera del lugar.
—Hondas infernales!—
—Ahg.— Milo había caído contra algunas ruinas y se levantó con dificultad, aquello no se lo esperaba por lo que había resultado herido, un hilo de sangre bajaba por su frente, pero eso no le evito avanzar.— Death! Maldito... Atacar de esa forma es de cobardes!
—Di lo quieras, pero no te dejaré pasar, aquí no eres bienvenido.— Nuevamente Death atacó a Milo con las mismas hondas infernales, solo que está vez el caballero si pudo esquivarlo. Se preparó para atacar en cuanto vio que Death salía del templo, pero si iniciaban una guerra de mil días su tiempo acabaría, lo cual no le convenía.
—Death te lo dije desde un principio, esto no tiene nada que ver contigo! Dejame ver a Camus! Esto es importante!— Milo no pudo distinguir la velocidad en la que Death se movió, no hasta que sintió un fuerte golpe en el estómago que le hizo quedarse de rodillas.
—Tan importante es cambiar tu futuro? Dime que tan miserable eres para haber decidió volver en el tiempo y cambiar las cosas.—
Por un momento Milo había quedado paralizado al escuchar esas palabras, por alguna razón Death sabía la verdad y ahora ese si era un impedimento mayor para poder cambiar su futuro.
—Como...— Trato de cuestionar al guardián de Cáncer, pero este lo interrumpió mostrando la carta que había escrito horas antes, la presión se le bajó al ver que su única oportunidad estaba en manos de Death.
—Te parecera imposible, pero tuve la oportunidad de regresar en el tiempo...— Death empezó a leer la carta con desprecio, Milo se puso de pie tratando de arrebatarle la carta, pero el Cáncer era más rápido que él y podía esquivarlo antes de que lo tocara.— Solo déjame amarte una vez más...— Finalmente Death pateó con fuerza al caballero, lo que hizo que Milo fuera golpeado contra una de los pilares del templo.
—Death... Dame esa carta...— Milo aún estaba tendido en el suelo, pero pudo estirar la mano, esperaba que Death le diera la carta.
—No creas que dejaré que arruines mi futuro con Camus verdad?— El caballero de Cáncer sonrió ampliamente al ver como estaba Milo y frente a sus ojos es que decidió romper la carta, pedazo por pedazo.— El futuro que tienes es el que te mereces, no te atrevas a destruir el amor que yo tengo con Camus!
—Maldito... No seas tan egoísta! Quiero arreglar las cosas con Camus, porque en un futuro no soy feliz sin el!— El dolor en el cuerpo de Milo se volvió más intenso, pero tuvo que soportarlo por tomar la única oportunidad que tenía, por lo que se levantó aún adolorido, apoyándose contra el mismo pilar que había chocado.
—Y de quién es la culpa?— El cosmos de Death creció a medida que avanzaba hacia Milo.— De quién es la maldita culpa de que tú tengas un futuro miserable!?... Tú mismo te encargaste de alejar a Camus de ti, lo humillaste y dejaste que Aioria lo lastimara! Creas que mereces un futuro a lado de el?— Death río de forma molesta, dejando caer los pedazos de la carta al suelo y viendo como el viento las esparcia por todo el lugar.
Las pupilas de Milo temblaron al ver aquello, como pudo trato de recoger los pedazos, pero apenas pudo tomar uno ya que el viento alejo a las demás. Vio que lo último que tenía para recuperar a Camus desapareció.
—Hijo te puta... No tienes idea de lo que hiciste!—La rabia se apoderó de Milo, ya no tenía nada que perder, por lo que fue directo con Death para golpearlo en el rostro. Un puñete en la mejilla fue lo que recibió Death, pero Milo tambien, ya que el italiano no se quedaría atrás.
—Salve mi futuro con Camus! Ahora tu regresa a tu maldito tiempo y déjame ser feliz con él! Y si te atreves a volver no dudaré en hundir tu miserable alma en lo más profundo del inframundo! — La molestia de ambos se intensifico y terminaron en el suelo entre golpes mortales y algunos que otros poderes, que los lastimaban, pero ninguno cedía.
Parecía que había iniciado una guerra de mil días, en la que no se sabía quien ganaría, pero fue un dolor de cabeza de Milo, que logró dar la ventaja a Death para someterlo y golpearlo con más intensidad, Milo apenas pudo concentrarse, ese dolor podría significar que su tiempo ya terminaba, pero debía ser más fuerte que Death para al menos ir con Camus y disculparse. Esa era la única motivación que tenía para continuar con aquella lucha.
—Death!—
El nombrado se detuvo en cuánto escucho la angélical voz de Camus, quien estaba apoyado contra un pilar viendo esa caótica pelea. Había despertado en cuánto escucho fuertes ruidos fuera de su templo y se llevó la gran sorpresa de ver en una pelea a su novio y Milo, donde ambos estaban bastantes heridos, era claro que no se quedaría viendo aquello.
—Camus, que haces aquí? Regresa a descansar...— Death olvidó la pelea y fue hacía Camus para llevarlo devuelta a su recámara, pero Milo sostuvo su pie para que no se acercara a Camus, pues aquella acción provocó la caída de Death.
—Camus... Porfavor hablemos... Ah...— El dolor de Milo no le dejó hablar con claridad, pero hizo su mayor esfuerzo por captar la atención de Camus.
—Callate! Cállate de una maldita vez o en este instante te mato!— Amenazó Death, muy dentro suyo tenía miedo de que Milo consiguiera su objetivo, así que también haría lo imposible por evitar que se disculpara.
—No! Camus! Escúchame... Ahg! Yo yo...— Milo no pudo hablar pues Death lo había pateado en el rostro, aquello alarmó a Camus, quien como pudo trato de acercarse a Milo, pero su novio lo detuvo tomándolo con fuerza del brazo.
—Milo... Esta herido, no puedes dejarlo así...— Dijo casi asustado el galo al ver el estado del escorpión.
—Preocupate por ti Camus, regresa a descansar.— Death no quería ser agresivo con su amado, por lo que decidió cargarlo, sin embargo Camus no se dejó y corrió hacia Milo al ver que gritaba de dolor.
—Milo, resiste llamaré al patriarca...— Camus estaba angustiado al ver que el heleno estaba herido, le tomo de la mano y ahí noto un pedazo de papel con unas palabras. El dolor de cabeza cabeza aumento para Milo y con las pocas fuerzas que le quedaban le dio ese pedazo de papel y susurro unas palabras antes de quedar inconsciente.
—Lo siento...—
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