Capítulo 8
Después de eso bajé de nuevo junto con Tifa y Cloud, y una vez más, me obligaron a estar de brazos cruzados mientras ellos preparaban todo para cenar. Una vez lista la comida, cenamos tranquilamente y nos fuimos a dormir.
Tuve pesadillas esa noche, más bien recuerdos de cuando era un espécimen de estudio. Era un sueño, pero el dolor se notaba tan real que me desperté sudando frío, y muy asustada. Traté de volver a dormirme, pero no pude, así que me acerqué a la ventana y la abrí, observando el cielo nocturno, un enorme manto negro salpicado de puntos plateados.
—Qué bonito... —Suspiré, nunca había visto algo así.
Decidí entonces ir a la cocina a por un vaso de leche caliente, quizá eso me ayudara a dormir, o eso le decía Tifa a los niños para que les entrara el sueño y se fueran a la cama. Procuré hacer el menor ruido posible, no sabía qué hora era, pero sin duda no era hora para ir por la casa como un elefante en una cacharrería.
Una vez en la cocina, saqué la leche de la nevera y agarré un vaso, me serví un poco y lo metí al microondas, pero sin dejar que este sonara cuando estuviera listo, así que lo puse más tiempo del habitual para poder abrir la puerta de aparato sin que llegara a sonar.
Quizá me pasé un poco con el tiempo, ya que me quemé, pero tras un par de minutos, pude tomarme la leche sin ningún problema, volviendo a mi habitación al terminar, esperando poder volver a dormir.
Después de dar muchas vueltas en la cama, logré conciliar el sueño, pero la mañana llegó demasiado rápido para mi gusto, y tal era mi molestia, que le puse mala cara a Marlene cuando vino a despertarme.
—Lo siento, pequeña, es que no he dormido bien —me justifiqué, la niña no merecía ese mal gesto.
Ella me miró por unos instantes, pero luego me abrazó, dejándome algo descolocada.
—No pasa nada, es entendible —me dijo con una sonrisa. —¿Vienes a desayunar o te duermes otra vez?
—Voy, que no quiero que Cloud se preocupe.
—¿Por qué debería preocuparme? —Oír su voz en la puerta me sobresaltó.
—Kassandra dice que no ha dormido bien esta noche —le dijo Marlene al rubio.
—Pero ha sido porque Kassandra ha tenido una pesadilla, solo eso —aclaré yo, esperando que Cloud aceptara aquello, más que nada porque era la verdad.
—¿Sólo una pesadilla? —Asentí con la cabeza. —Está bien, venga, id a desayunar las dos.
Y así hicimos, me levanté de la cama, fui al baño y después fui con Cloud y los demás a desayunar. Mientras estaba en el baño miré si había pestillo, y afortunadamente lo había, lo que quería decir que podría darme un baño sin que mi secreto estuviera en peligro.
Cuando terminé de desayunar, fui a mi habitación, cogí algo de ropa y me metí al servicio para darme ese ansiado baño. Ya echaba de menos mi forma de sirena.
Se sentía extraño, ya que todo se notaba distinto de esa forma: los sonidos, los colores, el tacto de las cosas incluso, mis sentidos se agudizaban hasta límites insospechados. Pero no podía dejar que nadie me viera, porque todo en mi cambiaba, empezando por mis piernas y terminando por mis manos, e incluso el color de mi piel cambiaba, pasando a ser de un tono azulado.
Además, tenía agallas en mi cuello, y mis orejas cambiaban a unas más grandes, puntiagudas y con la misma membraba que unía mis dedos. Por otro lado, estaba mi cola de pez, que era de un tono verde oscuro, casi azul, y con escamas.
Tenía mucho miedo de que Cloud o alguno de los demás me viera así, miedo a que me trataran de monstruo y me rechazaran sin darse cuenta de que era la misma Kassandra de siempre. Los humanos hacían eso, se olvidaban de que también podías ser humana y te trataban por lo que les parecías: un monstruo.
Sin darme cuenta comencé a hiperventilar debido al agobio de pensar en todo eso, odiándome a mí misma y odiando lo que era. Yo sabía que no era un monstruo, yo no quería hacer daño a nadie, pero el hecho de que la gente me mirara como si lo fuera dolía mucho. Unos te miraban con miedo, y otros con asco y repulsión.
La raza humana era el verdadero monstruo para mí, quitando algunos casos como Cloud, Tifa, Marlene o Denzel, a quien no conocía realmente puesto que él no se había abierto a mí, pero que sabía que era una buena persona.
Finalmente, y tras un rato, decidí vaciar la bañera para así poder empezar a secarme, que llevaría un rato. Cuando ese rato pasó y mis piernas aparecieron por fin, salí de la bañera y me vestí. Abrí la puerta una vez lista, encontrándome con Cloud con la mano alzada, listo para tocar la puerta.
—¿Todo bien? Noté que tardabas y me asusté un poco —me enterneció que se preocupara por mí.
—Tranquilo, estoy bien —le sonreí.
Cloud me miró extrañado, mas no dijo nada más y me dejó pasar, entrando él en el baño.
Decidí buscar a Denzel para ver si se dejaba conocer, obviamente no iba a forzar al niño a entablar conversación conmigo ya que yo solo quería ver como se comportaría conmigo. Le busqué en el salón, mas al ver que no estaba, decidí ir a la habitación de los niños, ya que sabía que era muy posible que el muchacho se encontrara allí.
Y así fue, el de pelo castaño estaba en su cama, leyendo un libro.
—Hola, Denzel —saludé desde el marco de la puerta tras llamar su atención al tocar la puerta. —¿Puedo pasar?
—Claro —respondió encogiéndose de hombros y haciéndome sonreír, de momento no parecía molesto por mi presencia.
—¿Qué es lo que lees? Si puedo preguntar —me interesé en él.
—Un libro que me ha prestado Cloud, es sobre materia —respondió sin despegar la mirada de su lectura.
—¿Materia? Nunca había oído hablar de eso, ¿me dirías que es y para qué sirve? —Por un instante, pude ver un brillo en los ojos del niño, seguramente le hizo ilusión tener la oportunidad de enseñarme todo lo que ese libro le había enseñado a él primero.
—Pues, son unos orbes que dan poder cuando combates, y pueden darte muchos poderes elementales, como fuego, hielo o incluso electricidad —explicó, entusiasmado. —¡Aunque también hay materias defensivas que regeneran y ayudan al usuario!
—¿Te curan? —Pregunté, a lo que él asintió.
—¡Las materias sirven para todo! Algún día me gustaría probar a usar alguna...
—Cloud no te deja, ¿cierto? —Le dije, a lo que asintió, apenado. Le miré algo triste, quizá era peligroso que usara materia, pero me daba pena verle así.
—Espero que algún día me deje —musitó cabizbajo.
—Verás que sí, pero me da que tendrá que ser cuando crezcas —dicho eso, le revolví el pelo y me levanté de la cama. —Te dejo leer tranquilo, y que sepas que me ha gustado mucho hablar contigo —al escuchar esas palabras, pude ver un leve sonrojo en las mejillas del niño.
—¿Denzel haciendo amigos? Eso es nuevo —Se trataba de Cloud, que se había presentado en el marco de la puerta, ¿cómo lo hacía para salir de la nada?
—Algún día tienes que decirme como haces para materializarte en el momento oportuno —bromeé, pasando por su lado. —Denzel y yo estábamos teniendo una muy interesante charla sobre materia, quizá sea la hora para que le dejes probar a usar alguna.
—Oh no, de eso ni hablar —se negó en rotundo el rubio. —Si eso cuando sea mayor, pero por el momento no.
Puse los ojos en blanco, con lo emocionado que se veía Denzel cuando hablaba de materia...
Después de aquello, lo poco que quedaba de mañana pasó tranquilo, y sorprendentemente, Cloud y Tifa me dejaron ayudar con la comida, parecía que la cosa iba progresando por fin. Durante la comida, Denzel no pudo evitar preguntar a Cloud acerca de unas materias raras de las que había leído en su libro, mas el más mayor no dio muchas respuestas a las preguntas del pequeño, sino que se limitó a decirle que había oído hablar de dichas materias y que rara vez las había usado.
—Cloud, ¿no crees que estás siendo un poco cortante con Denzel? —Le dijo Tifa mientras tomábamos café. Yo también pensaba eso, pero no eran asuntos míos realmente.
—Prefiero que no sepa demasiado sobre materia, cuanto más sepa, más curiosidad tendrá por usarla —respondió él.
—Entonces, si no querías que aprendiera sobre materia, ¿por qué le dejaste el libro? —Inquirí yo, sintiendo que las acciones de Cloud se contradecían con sus palabras.
—Porque hice un trato con él, ¿vale? Me prometió que no usaría materias —explicó.
—Bueno, mientras que solo sea curiosidad y no haga nada a nuestras espaldas no hay problema —se encogió Tifa de hombros. —Solo no le quites el ojo de encima, ¿de acuerdo?
—Lo sé —se limitó a responder Cloud.
La tarde pasó tranquila, al igual que la mañana. Marlene vino al rato de aquello y Cloud y yo nos vimos obligados a pintar con ella. Obviamente, ella empezó a decir que Cloud dibujaba mal, mientras que yo lo hacía de maravilla, por lo que le recordé a la pequeña la pequeña charla que habíamos tenido al poco de conocernos.
Finalmente, la noche llegó, así que preparamos la comida, cenamos y nos sentamos a ver la televisión un rato, hasta que el sueño comenzó a invadirme, que fue cuando me levanté del sofá, le di las buenas noches a los demás y me fui a mi habitación para acostarme.
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