ii. petty fights and pet names
Los proyectos grupales eran su muerte, sin embargo, con la elección de su especialización, no tuvo otra alternativa.
Se le ocurrió que los miércoles eran los primeros días de práctica para los engendros del diablo, más conocidos como el equipo de voleibol. Mientras seguía a los miembros de su grupo al gimnasio, gruñó en silencio ante la idea de ver a Jaehyun más de una vez a la semana.
Doyoung le rezó a quienquiera que escuchara para que el equipo de voleibol no estuviera allí cuando él fuera, pero la suerte estaba en su contra.
A su favor, sin embargo, la mayor parte de su tiempo transcurrió sin problemas. Doyoung ayudó a su equipo a medir las áreas que estaban más arriba. Era un dolor cuando las chicas se tomaban descansos muy largos para ver la práctica del equipo, pero él estaba acostumbrado a trabajar solo y hacía uso de la paz. Bueno, tanta paz como puedas tener en un gimnasio.
Había sido demasiado bueno para ser verdad, era una idiotez pensar que estaban en la misma habitación y Doyoung saldría de allí sin tener que enfrentarse a Jaehyun al menos una vez.
—¡Cuidado! —Doyoung esquivó sin un momento de sobra para que la pelota de voleibol fallara en dar contra su valiosa cabeza.
—¡Yah! —Se volvió, con el rostro desfigurado por la irritación a pesar de los acelerados latidos de su corazón—. ¿Así te consideras un buen jugador?
Jaehyun se mordió el labio tratando de reprimir su risa. El cabello de Doyoung estaba revuelto debido a las múltiples ocasiones en que había pasado su mano a través de este y Jaehyun, en el fondo, se desmayó por la forma en que sus mejillas se hinchaban mientras avanzaba hacia él, con las manos apretadas a los costados.
El equipo de voleibol compartió miradas de complicidad, distraídas por las ocasiones que se desarrollaban. Todos habían visto a Jaehyun arrojar la pelota a propósito hacia Doyoung, había sido lo suficientemente alto como para no golpearlo independientemente de si estaba de pie o no, pero Kim no tenía que saber eso.
—Aww, princesa —Jaehyun ladeó su cabeza con una sonrisa—, pensé que me ignorarías todo el rato.
Doyoung cerró la brecha entre ellos, eclipsando el estrecho cuerpo de Jaehyun.
—¿Qué parte de que te detengas no entiendes, Jung?
—¿Detener qué?
Estaba abultando los labios ahora, las cejas arrugadas en fingida confusión.
Doyoung quería golpear ese puchero de inmediato, pero Jaehyun y él sabían que era cualquier cosa menos violento.
—No te hagas el valiente conmigo —Se mordió la lengua, con la voz peligrosamente baja y casi susurrando—. Deja de llamarme por esos apodos.
—¿Cuáles? ¿Princesa o bebé? —Jaehyun preguntó en voz alta, haciendo que Doyoung se sobresaltara.
—No estoy jugando, Jung.
—Me gusta llamarte bebé —Le sonrió, cambiando de dirección repentinamente y regresando con sus compañeros agrupados.
Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, Doyoung lo agarró del brazo y lo giró para enfrentarlo.
—De verdad crees que estoy bromeando cuando digo que te detesto, ¿no es así? —Sus rostros estaban increíblemente cerca y Jaehyun podía oler la tenue loción que Doyoung se había rociado antes de salir del dormitorio esa mañana.
—Eso realmente duele. Yo no te detesto de ninguna manera —Jaehyun hizo un mohín una vez más, su mano libre se frotaba el corazón.
—Es genial saberlo —Doyoung soltó su brazo antes de irse del centro de recreación, sin molestarse en regresar a su grupo. Casi habían terminado de todos modos y no pudo pararse ni un segundo más cerca del capitán de voleibol de pelo castaño.
Era viernes y el lugar bullía de vida. Las clases estaban terminando y los estudiantes se apresuraron a encontrarse con amigos y parejas por igual. Doyoung se tomó todo el tiempo necesario para empacar sus cosas, limpiando distraídamente su espacio de trabajo mientras sus compañeros de escuela hablaban, pasando junto a él hacia la salida del estudio.
—Iré a ese nuevo bistro con Hyunsang hoy. Escuché que tienen panecillos extraordinarios.
—¡Diviértete! Youngmin y yo vamos a ir al cine. ¡Tiene una sorpresa para mí!
Doyoung vio cómo el salón se vaciaba y, en lugar de hacer las maletas y marcharse, de la nada, decidió quedarse y volver a intentar rehacer su modelo de arcilla.
Aparte de las asignaturas del plan estándar, Doyoung se había decidido por dos clases adicionales este semestre y esta era una de ellas; Tallado y Escultura. Sus viernes se mantenían ocupados como resultado de ello y estaba agradecido. Jeno estaría fuera cuando volviera a su dormitorio de todos modos, por lo que sacó su taburete y se sentó ante la enorme masa de arcilla roja.
Era una hermosa noche. No podía ver las estrellas, pero Doyoung sabía que brillaban intensamente justo encima de él. Doyoung las apreciaba mientras caminaba por los jardines hacia los dormitorios del sur donde residía. Eran las 11 de la noche y el campus estaba inquietantemente silencioso, ni un alma a la vista.
Una sensación de soledad se cernía sobre él mientras caminaba en medio de la neblina acechante, preguntándose quién podría extrañarlo si un hombre desquiciado saltara de detrás de un árbol y le degollara en ese mismo momento. Llegó a su habitación vacía, se lavó y se preparó una taza de fideos antes de acurrucarse frente a su laptop para volver a ver episodios antiguos de Two Broke Girls.
Jaehyun no prestó atención a la discusión entre sus amigos mientras se reclinaba en su asiento en la biblioteca. Tenía una vista directa de la entrada y cuando el reloj de arriba dio las 12 pm y un estudiante de Arquitectura en específico no entró, Jaehyun terminó frunciendo el ceño con preocupación.
—¿Dónde está? —Se preguntó en voz alta.
Después de que pasaron quince minutos, inmediatamente se disculpó y salió a buscarlo. Parecía ser una idiotez para él buscar a Doyoung en cualquier caso, cuando el pelinegro había hecho evidente que no lo necesitaba cerca, sin embargo, los sábados deberían ser sus días de estudio en la biblioteca, el único día libre de Jaehyun. Podía verlo aparte de la clase de Historia del Arte del lunes por la mañana.
Deambuló por la biblioteca y se dirigió al lado más tranquilo de los edificios regulatorios. No sabía lo que estaba haciendo, pero todo salió bien cuando vio una figura familiar apoyada en el enorme roble, las notas regadas a su costado y las piernas extendidas frente a él, sosteniendo su laptop.
Doyoung sacó la lengua, frunciendo el ceño mientras escribía. Su concentración desapareció cuando una hoja se deslizó y cayó sobre su teclado. Jaehyun se tomó unos minutos para admirar el comportamiento pacífico del chico.
Una sonrisa traviesa se escapó de los labios de Jaehyun mientras caminaba hacia el árbol, con las manos cerrándose detrás de él a pesar de su buena fe.
—Una flor ha florecido en otoño —Dijo una vez que estuvo lo suficientemente cerca para ser escuchado.
Vio a Doyoung poner los ojos en blanco antes de mirar hacia arriba para encontrarse con los suyos.
—¿Por qué parece que no puedo deshacerme de ti?
—¿Por qué querrías deshacerte de esto? —Jaehyun preguntó de vuelta, levantando sus manos para ahuecar su propio rostro.
—Me imagino que eso se responde solo —Doyoung se burló antes de volver sus ojos a la pantalla.
—No fuiste en la biblioteca hoy —Jaehyun expresó lo obvio antes de tirarse junto a él, sorprendiendo a Doyoung mientras lo hacía.
—¿Qué crees que estás haciendo? —Parecía genuinamente horrorizado.
—¿Sentándome contigo...?
—¡Vete! —Doyoung golpeó sus manos como si intentara deshacerse de una mosca—. No te necesito cerca de mí.
—Oh, vamos, bebé —intentó razonar Jaehyun—. Solo quiero darte un poco de compañía.
—No necesito tu compañía —Doyoung replicó. Miró a Jaehyun hasta que se rindió, gimiendo y levantándose para irse.
—Bien. Me iré. Sea como sea, si quieres estudiar, entra. Llevaré a los chicos a otra parte para que puedas concentrarte.
—No trates de ser amable conmigo. Te odio.
Realmente se veía como un conejito furioso, pensó Jaehyu.
—Yo no te odio, así que... —Se encogió de hombros antes de irse, silbando una melodía alegre y desapareciendo detrás de la masa de ladrillos rojos de la biblioteca.
Cuando Doyoung miró por la puerta quince minutos después de contemplar que se habían ido. Constreñió los lados de sus labios que desafiaban a levantarse con una sonrisa antes de dirigirse hacia su área de trabajo para concentrarse en paz.
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