Once
Admire su precioso rostro, con rasgos tan delicados que me volvían totalmente loco. Sunhee siempre fue la chica que deseaba, quiero decir, desde que la vi en el instituto me gustó demasiado. Todos los días soñaba con ser su novio o por lo menos tener una cita pero ella era tan... rebelde. Todo lo contrario a mí. Llegaba un punto el cual me molestaba que todo el tiempo estuviera acompañada de sus mejores amigos, parecían chicles. Trataba de buscar el momento exacto y perfecto para conversar pero llevaba dos semanas de esta manera y no lograba nada.
Y todo esto porque ella era diferente a los demás y con esto me refiero al físico, aunque si, también en la personalidad. Pero Sunhee, me recordaba a una muñeca antigua con rostros definidos, pálida y las cuales parecían que en cualquier momento se podrían quebrar. Así era ella, es por eso, que había llamado mi atención. Solía coleccionar muñecas antiguas, eran muy lindas a pesar de que mis padres estaban en contra de esto por que les parecía algo tonto y desagradable. Pero no tenía absolutamente nada de malo. Solo eran muñecas, ni siquiera jugaba con ellas, me gustaba lo bonitas que eran y tal vez en el futuro podré dárselas a mi hija. Además, algunas de ellas tenían un valor muy elevado.
— Sunhee, he decidido que hoy te maquillaré a mi gusto — Le comenté, a ella pareció no gustarle mi idea porque colocó una mueca en sus bonitos labios rosados. Aún así, se haría lo que yo dijera. Tenía el mando sobre Sunhee desde que éramos novios, aunque al principio no lo pareciera.
Nos encontrábamos en el departamento que con todo mi esfuerzo había remodelado, no podía llamarle a alguien más por que sería muy sospechoso para tal persona que mirara toda mi colección. Además, se trataba de algo privado. Adorne cada rincón para que mi esposa se sintiera cómoda, ah, se escuchaba tan lindo pronunciarlo. ¡Lo que siempre había soñado! Días y más días, donde me imaginaba una vida con ella... donde pudiera alejarla de sus mejores amigos que eran unos totales asquerosos. Pero que ironía, porque me había convertido en ellos sin pensarlo. Sunhee fue una persona que no se dejaba manipular ni siquiera por sus propios padres, constantemente estaba metida en problemas por su conducta. Pero dentro, muy adentro de ella, en realidad sufría. ¿Y que creen? Estuve ahí para rescatarla de ese sufrimiento. Es por ello, que me debe mucho.
— ¿Por que vas a maquillarme? — Preguntó en susurro, mire cada uno de sus movimientos mientras se levantaba de la cama para dirigirse hacía mí. Caminaba como si fuera Bambi, sus piernas aún le dolían demasiado por mi culpa. Lo siento Sunhee, aún falta mucho más.
— Recuerda que cada día jugaremos a las muñecas, preciosa. El vestido que usarás es precioso, no se suelen usar desde hace mucho tiempo pero es bonito — Dije, sosteniendo la caja de maquillaje donde abundan diversos colores, tamaños y demás. La lleve a la habitación de baño donde yo mismo la arreglaría. Quedaría más hermosa de lo que es.
Sunhee asintió y se adentró sin reprochar, tomó asiento en el pequeño banco frente al gran espejo. Sonreí y acaricié su cabello con delicadeza, tan sedoso y brillante.
— No cariño, levántate. Te sentaras en mis piernas — Ella obedeció, todos sus movimientos los realizaba con mucha lentitud. El día de ayer, en el instituto fui algo duro, lo admito. Pero estaba cabreado, y lamentablemente desquite mi furia con ella.
Comencé a maquillar su rostro imaginándome que creaba una pintura en un lienzo totalmente vacío. No era tan difícil y Sunhee no necesitaba de tanto maquillaje para verse bonita. Aunque me gustaba los colores en ella, sus ojos estaban posados en mí, sentía su mirada pesada tal vez preguntándose miles de cosas. Ella era feliz a mi lado, lo sabía. La escuchaba llorar por las noches y sonreía entre sueños porque era por la felicidad de estar juntos después de tanto tiempo. Ah, Sunhee, yo también soy feliz.
— ¿Algún día tendremos un hijo? — Preguntó sosteniéndose con mis hombros, ¿a que venía esa pregunta? Detuve el trabajo en sus labios y la miré fijamente, Sunhee inmediatamente bajo su mirada evitando nuestras miradas conectadas. Parecía estar nerviosa pues movía muchos sus dedos al punto de rascar mi piel de los hombros.
— No lo sé, Sunhee. Enfócate en nosotros, no tengo tiempo para cuidar un bebé. Espero lo tengas claro en tu mente — Procedí con su maquillaje, pase la brocha por sus párpados con un color fuerte, el propósito es que sea exagerado. No había necesidad de colocar alguna base sumamente blanca, pero aún así embarraba en su rostro un poco. Tenía que darle un aspecto como una muñeca.
Un ruido se escuchó proveniente de algún otro lugar, Sunhee abrió sus ojos y volteó su mirada hacía la salida. Tome sus mejillas con fuerza obligándola a verme.
— ¿Que fue eso? — Frunció su ceño, negué con la cabeza y seguí trabajando. Estaba a nada de terminar, sólo faltaría colocarle el labial rojo.
Cuando terminé, tome con delicadeza su mentón y los dos miramos al espejo, le sonreí en grande y Sunhee forzadamente también lo hizo, pero sin mostrar su perfecta dentadura. Con mi mano derecha recorrí su cuerpo desde el cuello hasta su abdomen, acariciaba con lentitud y ella parecía querer deshacerse de mí.
— Ahora vamos a vestirte, te encantará el vestido. Lo compre ayer en una tienda de antigüedades, según la señora tenía mucho tiempo en su familia. Pero por supuesto que nadie lo usaría, sin embargo, le dije que a ti te encantaría — Hice ademán de levantarme para que Sunhee también lo hiciera, se veía tan linda maquillada como una muñequita. Ella caminaba frente a mí, tuve la idea de tomarla por la cintura y acercarla a mi torso con fuerza.
— Espera, Taehyung. Me duele mucho — Se quejó pero decidí ignorarla, seguí besando su cuello y apretando mas el agarre, escuchaba que soltaba algunos sonidos provenientes de su garganta tratando de zafarse.
Acto número uno, llegamos a la habitación con la misma posición, Sunhee me pidió por segunda vez que la soltara porque dolía la fuerza que ejercía contra ella. Acto número dos, me puse furioso por ello así que la lancé con brusquedad donde cayó al suelo y no logró meter sus manos para evitar algún golpe. Acto número tres, la tomé de un mechón impulsándola a levantarse mientras que con mi mano sobrante sostenía el vestido.
— ¡Póntelo! — Le grité, Sunhee se hizo pequeña en su lugar pero finalmente me obedeció. Estaba lista, por fin había terminado de arreglarla, fue cansado.
Ella lloraba desconsoladamente, sus lágrimas caían por sus mejillas como cascadas y llegaban a arruinar su maquillaje que tanto me había costado. A este punto, mi respiración estaba entrecortada, mi pecho bajaba y subía repetidas veces de una manera acelerada y mis ojos estaban colocados en ella quien había retrocedido hasta el rincón de la habitación pensando que eso la salvaría.
— Que risa, querida y hermosa Sunhee. Pero eso no te va a salvar de mí, nadie podrá sacarte de este hoyo y espero que vayas siendo consiente de ello — Mis labios se ensancharon hasta formar una sonrisa muy grande, pase mi lengua por el contorno de mis labios mientras caminaba a pasos lentos hacía ella. Sunhee se deslizó hasta caer al suelo haciéndose bolita, con toda mi fuerza la tomé de sus brazos y la levanté arrastrándola hasta la salida de la habitación.
— No, no, no. Por favor, te lo pido Taehyung, suéltame — Suplicó, a base de gritos y empujones logré llevarla a una habitación que tenía desocupada. Solo adornaba una cama y cero ventanas, la empujé dentro y cerré la puerta detrás de mí.
También había un cajón adornando el vacío lugar, de el saque unas manillas que le colocaría a partir de ahora por desobedecerme. Odiaba que lo hiciera. Me ponía loco cuando sucedía.
— ¿Que haces? — Preguntó con temor, volví a ignorarla y cuando se percató de lo que le haría me soltó una bofetada para tratar de salir corriendo. Pero alcancé a tomarla del tobillo causando que cayera de nuevo al suelo, comenzó a gritarme miles de cosas que hicieron mi corazón.
— No Sunhee, tú y yo nos amamos. No, no, tú no vas a dejarme. ¿Verdad que no? No, yo se que no — Dije con desesperación, Sunhee pataleaba pero logré establecerla y decidí comenzar con el juego.
No era la primera vez que jugábamos a las muñecas, ya llevábamos meses así. Pero ahora era especial porque estamos casados, Sunhee no podía dejarme. De verdad que no podía hacerlo. Ella me amaba ¿no? Así como yo la amo a ella.
Si, así es Taehyung. Ella te ama tanto que esas lágrimas que derrama... son por ti.
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