Doce
— Por... favor — Suplicándole que me soltara con tan solo aquellas palabras. Pero él parecía no escucharme, seguía golpeando mi cuerpo y rostro. Cada golpe era más doloroso que el anterior, sumándole que sus anillos platinados hacían peor el caso.
— Eres tan bonita cuando te conviertes en una muñequita, me encantaría colocarte en el estante junto a todas las demás que colecciono — Beso mis labios con fuerza, mordiéndolos hasta que estos volvieron a sangrar.
— Tae...Taehyung, por favor... — Sollocé, dolía demasiado todo lo que me estaba haciendo. Estaba cansada pero él seguía y seguía, parecía no querer parar nunca. Me obligó a mirarlo fijamente, aquellos ojos que pense hermosos y llenos de inocencia se habían convertido en unos oscuros desprendiendo furia y maldad.
Por fin se había cansado, se tumbó a mi lado con la respiración agitada y algunas gotas de sudor en su bonito rostro. Mis manos temblaban, demasiado, sentía el dolor de mi cuerpo y de aquella zona íntima. Con la mano derecha jale la sábana para que me cubriera todo el cuerpo, cerré los ojos fuertemente soltando más y más lágrimas que había acumulado.
No me miró, se dio la vuelta y en pocos segundos noté que estaba durmiendo. Deseaba ir al baño pero todo el cuerpo me dolía, agarre un poco de aire y me enderecé con una mueca en mis labios, me sostuve de lo que tenía más a mi alcance y así salí de la habitación a base de quejas por lo bajo hasta que llegue al baño.
Abrí la regadera y me adentré, ahogué un grito cuando las gotas de agua impactaron sobre mi cuerpo. Sentía que eran como alfileres clavándose por todos lados de mi anatomía. Me deslicé hasta caer sentada en el suelo, sollozando y sintiendo el dolor de vivir en estas condiciones, todos los días era lo mismo, no había día en el que Taehyung no me maltratara de esta forma.
Estuve así por un buen rato, calculaba que una hora o más, mi mirada cayó en una gaveta que combinaba con el color de los azulejos, con mucho cuidado de no resbalar me acerqué y la abrí. Diferentes tipo de tijeras, navajas y pastillas las cuales desconocía su función y nombramiento. Tome una pequeña navaja de repuesto entre mis manos, estas temblaban al mismo tiempo que regresaba a la regadera, trague saliva y agarre un poco de aire por segunda vez.
Mi mano fue dirección a la muñeca izquierda pero antes de que pudiera lograrlo, la puerta del baño se abrió de golpe dejándome ver a Taehyung quien corrió rápidamente hacía mí, y y yo lo hice. El artefacto de metal cayó al suelo, mi mirada también fue al lugar donde noté que el agua se tornaba de color rojizo. Miré a Kim y después, no supe nada.
— ¡Sunhee! — Escuché sus gritos a la distancia hasta que cerré mis ojos.
KTH.
La vi yendo al suelo pero logré sostenerla antes de que se golpeara fuertemente, me adentré con ella para apretarla contra mi cuerpo.
— Sunhee, no me hagas esto — Supliqué, tenía muchas esperanzas de que se salvara pues el corte lo hizo de forma horizontal.
Alcance una toalla blanca que estaba arriba de la gaveta y la enredé al rededor de su muñeca, así como también en ella, salí con mucho cuidado de la tina y la cargué entre mis brazos para salir del departamento e ir directo al hospital.
En cuanto habíamos llegado, lo único que pude ver era como la se llevaban hasta la sala de emergencias. Eche mi cabello hacía atrás, tomé mi teléfono móvil y llamé a Jungkook para que le comunicara a los demás lo que había sucedido. Debía pensar que sería lo que debía decidir cuando me interrogarán.
— ¿Familiares de la señorita Sunhee? — Dos horas después, el doctor salió y yo me acerqué rápidamente para recibir noticias.
— ¿Ella está bien?
— Si, gracias a Dios. Le explico: el corte en su muñeca no fue el causante de su haber quedado inconsciente, si no por toda la ansiedad y el no comer bien — Comenzó, apreté mis labios y asentí entendiendo sus palabras — Sin embargo, ¿podría explicar los golpes en su cuerpo? Son terribles.
— Fue víctima de un secuestro, nos encontrábamos en las pequeñas cabañas que se encuentran a la salida de Seúl y ella desapareció de repente, fue aproximadamente cinco horas — Relaté sin equivocarme o ponerme nervioso, el doctor asintió analizando mis palabras.
— ¿Y denunciaron lo que sucedió? — Alzó ambas cejas, chasquee la lengua asintiendo.
— Ya todo fue arreglado, no se preocupe. Ella ahora debe guardar reposo.
— Si, y que usted no la deje sola. Recomendaría que asistiera con un psicólogo para que pueda tratar esos pensamientos que posee.
— Ella no tiene ninguna enfermedad mental.
— No, no. Pero es lo conveniente, chico — Realizó un pequeño ademán con su cabeza y se retiró, mordí mi labio inferior a la par que sonreía debido al éxito que tuve al contar todo aquello. Ahora debía trabajar en eso, llamar a las cabañas y a una persona de la prisión, mover muchas influencias.
— ¿Todo bien, Taehyung? — Preguntó Jungkook, susurré una "si" y él soltó el aire aliviado por la noticia. Los demás no vinieron y sabía que era porque no les interesaba en lo absoluto lo que sucediera con ella, solo Jeon.
— Se que fuiste tú el que la golpeó así, ¿que es lo que te sucede? Es tu esposa, la mujer de la que siempre has estado enamorado.
— Y la cual no me hizo caso por mucho tiempo — Respondí con molestia.
— Kim, eso era por... ya sabes, las cosas no son como tú crees. Además, en aquel entonces eras un niño inocente y ella solo se fijaba en los chicos que van más a su estilo. Tú me entiendes — Los dos hablábamos por lo bajo, miré fijamente a Jungkook con furia, deseando forme contra él y golpearlo pero me contuve.
— Ya, vete de aquí — Le señalé el pasillo, Jungkook relamió sus labios y sin decir algo más, lo hizo.
El tiempo pasó volando, como no hubo complicaciones en su salud, hoy mismo podría llevarla a casa para que tuviera reposo. Le extendí la mano para que se apoyara en ella, la aceptó pero sin mirarme, caminamos hasta el estacionamiento a pasos lentos. Sunhee parecía no querer caminar y lo entendía, su cuerpo dolía horrible. La miré, llevaba la venda en su muñeca, una coleta alta donde algunos cabellos pequeños y desordenados estaban fueran de lugar y sin nada de maquillaje lograba verse aún más preciosa.
— Debo cuidarte más de lo que ya hago — Le comenté, ella negó lentamente haciendo una mueca en sus gruesos labios que tanto me gustaban mordisquear.
— ¿Por que? — Susurró y la ayude a adentrarse al auto.
— Hay alguien cometiendo asesinatos en todo Seúl, todas las víctimas son chicas. Es todo lo que sé — Me encogí de hombros, y si era así. El doctor me comunicó antes de salir que había un loco o loca suelta por las calles que buscaba su próxima carnada. Según las palabras del señor de gafas, todos lo días realizaban de dos a cuatro crímenes perfectos. ¿Y porque perfectos? Porque la policía estaba en crisis por describir de quien podría tratarse pero nadie sabía nada ni siquiera había una prueba, por el momento.
— ¿Y como saben que es el mismo? — Soltó un quejido en cuanto se acomodó en el asiento, abrí la guantera para sacar un cigarillo de la caja rojiza con blando al igual que el encendedor.
— Por que todas aparecen con vestidos y maquilladas como unas muñecas.
— Tal vez eres tú... — Comentó con voz inaudible, coloqué los ojos en blanco y bufé.
— No soy inteligente para hacerlo, además, ¿como lo haría si estoy contigo todo el tiempo? Es algo ilógico, me gustan las muñecas pero no soy una persona fan asquerosa para hacer todo aquello, Sunhee — Ella asintió percatándose de que es verdad, no podría cometer tales actos por muchas razones y una de ellas era por qué mi tiempo completo era para Sunhee.
El camino fue silencioso hasta que antes de llegar a un semáforo, los autos comenzaron a acumularse en grande cantidad, la mayoría hacia sonar el claxón para que avanzaran pero era algo sumamente ilógico y tonto cuando algo nos obstruía el paso.
— Creo que estaremos aquí por un buen tiempo — Le avisé a Sunhee, ella comenzó a mover su lengua dentro la boca y decidió por recargar su cabeza en el cristal del auto.
— Tengo hambre — Comentó después de cinco minutos, yo aún seguía fumando el cigarillo que estaba a punto de terminarse.
— En la guantera hay un paquete de galletas, son nuevas así que no te preocupes por la caducidad — Expliqué, Sunhee se inclinó hacía delante y abrió la guantera donde se encontró con la delicia de comida de saber a chocolate.
Las tomó enseguida y abrió el paquete para después morder una. La miré por algunos segundos, pensando en lo hermosa que es a pesar de mantener golpees en su bonito rostro. El doctor nos entregó una pomada para que ella se la colocara todos los días y sanaran más rápido.
— ¿Quieres que hablemos de lo qué pasó? Me asuste demasiado, Sunhee — Comencé hablando. Ella agachó un poco su cabeza y siguió comiendo.
— Estoy cansada de todo lo que me haces pasar... — Abrí mis piernas para tener mejor comodidad en el asiento mientras esperábamos que nos permitieran avanzar.
— Ya, nena. Trataré de calmarme un poco, es solo que cada que recuerdo aquellos videos tuyos, me hierve la sangre — Mis dedos jugaron con los hilos de mi pantalón rasgado, mi preciosa esposa alzó la mirada y deposito el paquete de galletas arriba de la guantera.
— Yo no amo a Jimin. Te amo a ti — Fue sincera, sabía cuando mentía y cuando no. La conozco perfectamente.
— Y aunque ames a Park, no permitiría que estuvieras de su lado. Así que sería la misma situación, Sunhee.
— Por favor, estoy harta de todo esto. Me tratas como si fuera un juguete al cual puedes destruir cada que quieres y no le sucede nada. ¿Acaso no notas estos moretones? — Pequeñas gotas se deslizaban por sus mejillas sonrojadas, pase mi dedo pulgar por el labio inferior y la miré fijamente — Todos me decían que debía buscarme a otro chico porque no eras lo mejor para mí y no se equivocaron.
La tomé de la coleta impulsándola hacía atrás, con la mano restante hice fuerza contra su mentón, comenzaba a escuchar sus súplicas para que la soltara. Me reí en su oído, sarcásticamente y recordándole que es mi esposa y por lo tanto, nunca podremos separarnos.
— Si tú algún día me dejas, me voy a volver loco y haré cosas de las cuales puedas arrepentirte. Que te quede claro eso. Nunca sabes mantener tu boca callada, por eso mismo, pasan estas cosas tan pero tan... satisfactorias — Carcajeé, Sunhee tragó saliva y decidí continuar — Pensé que comenzaríamos a ser del mismo equipo en cuanto no le comentaste nada al doctorcito con respecto de lo que verdaderamente pasó.
— Me... me duele — Su voz estaba débil y entre cortada, eso me animó para hacer más fuerza en los dos lugares sacándole un grito.
— ¿Desde cuando me importa? — Sonreí en grande y por último, la solté empujándola un poco, Sunhee colocó las manos en la puerta para no golpearse en las cabeza.
Los autos comenzaron a avanzar, poco a poco notamos que había otra chica en el suelo con las mismas características que le había comentado a Sunhee. Uno de los policías me miró y por diversión, le sonreí en grande. Este se alarmó y gritó que debían pararme por que podía ser sospechoso, solté una carcajada y me detuve para enfrentar a la ley.
— Cálmate, hombre. Solo te sonreí por educación, ¿andamos muy paranoicos, no? — Palmee su hombro con fuerza y me acerqué a su oído para susurrarle — Es mejor que comiences a tranquilizarte porque uno nunca sabe con qué persona se puede topar. Tal vez tengas al asesino frente a ti, después te busque y... ¡sorpresa! No vuelves a pisar la estación... ni el mundo.
— ¡Eres tú! ¡Eres tú! — Gritó una y otra vez, coloqué mi rostro de confusión y negué rápidamente cuando dos oficiales se acercaban.
— Disculpe, se encuentra un poco alterado por la situación. Puede seguir sin problemas — Asentí y me di la vuelta, no sin antes sonreírle al paranoico quien volvió a gritar que debían atraparme. Solo me gustaba molestar.
Que idea tan loca pensar que soy el culpable, no soy lo suficiente inteligente para ocultar huellas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top