Diecisiete
No entendía como de un momento a otro, me encontraba corriendo por las calles de Seúl, en un barrio poco transitado. El miedo me inundaba con el paso de los segundos, las gotas de sudor resbalaban por mi rostro y parecía ser que mi corazón quería salirse.
Las pocas personas que lograban verme, me miraban confundidas y algunas asustadas por mi mal aspecto. Mientras que yo seguía luchando a pesar de que dolía demasiado cada parte de mi cuerpo, lo único que suplicaba es que Taehyung no se apareciera.
Me escondí por debajo de un puente en mal estado, de verdad esto me causaba muchas náuseas pero no había de otra, si quería permanecer escondida, era lo mejor. El olor que desprendía ese lugar era realmente horrible, de verdad no entendía porque era tan fuerte, los pensamientos sobre tratarte de algún animal muerto, vagaron por mi mente por un segundo.
Pero no, se trataba de una persona. Específicamente una chica.
Solté un grito que me hizo cerrar la boca inmediatamente, era una chica de cabello rubio pero podía notar que se trataba de una peluca, la vestimenta que llevaba era algo... parecida a la que solía usar cuando estaba con Taehyung. Pues llevaba un vestido muy lindo pero de muñequita, este era blanco pero debido a las inmensas gotas de sangre, se tornó de un color rojizo completamente. Su posición era rara, podía notar desde mi punto de vista que sus huesos estaban quebrados. Traté de acércame para mirarle el rostro y fue una de las peores decisiones que tomé, pues este se encontraba un poco desfigurado, habían dos lineas en la comisura de sus labios, parecían ser que fueron hechas con alto filoso pero me causó un escalofrío enorme. Se veía que la herida fue muy profunda.
Retrocedí poco a poco hasta salir del lugar, mire hacía todos lados tratando de ir hacía algún lugar, no podía avisarle a los oficiales de policía porque eso se trataría de cuestionarme, mantenerme con ellos por mucho tiempo y verían mis heridas.
Seguí caminando con la ansiedad encima, no mentía, sentía que todas las personas me miraban o me harían algo malo. Pero en cierta parte sabía que se trataba de mi paranoia, así que traté de calmarme y pensar a donde podría irme.
Jimin había aceptado la idea de quedarme pero no sería buena idea cuando Taehyung le mencionó que iba en camino así que me alerté rápidamente y solo opté por salir corriendo hacía cualquier lugar. Me detuve en una tienda de conveniencia, no llevaba dinero conmigo y necesitaba demasiado beber agua, así que solo traté de pasar por desapercibida y tomar una botella sin algún permiso. La persona encargada de la tienda se encontraba ajena a quienes entraban a la tienda, así que obtuve puntos extras por ello.
— Sunhee — Aquella voz ronca me causó un gran escalofrío por todo mi cuerpo, no me moví, no quería voltear a mirarlo. Sentía como mis manos comenzaron a temblar y sudar demasiado, mi pecho comenzó a subir y bajar de manera muy constante.
Apreté con fuerza el empaque que llevaba en mano, se trataba de mis galletas favoritas, tal vez estas quedaron trituradas de tanta fuerza ejercida contra ellas. Temía por mi misma, quería correr hasta desaparecer de su vista, así que tome una mala decisión.
Porque lo hice.
Solté las galletas de repente y comencé a correr hasta salir del establecimiento, escuché su grito detrás de mí, parecía estar furioso y aquello me impulsó a correr y sacar todas mis fuerzas para tratar de salvarme. Las personas que caminaban tranquilamente, me miraban confundidos y algunos asustados, pero no hacían nada. Y se que no lo harían ni de chiste.
— ¡Sunhee, en cuanto te alcance, vas a lamentarlo! — Traté de no escucharlo, pero era inevitable, sentía la adrenalina y el miedo en mi pecho.
Pero la mayoría de las cosas no me salían como lo planeaba, así que comencé a cansarme en donde mi cuerpo me pedía descanso por un momento. Así que pare, pensé qué tal vez se había perdido entre las personas pero de un momento a otro, sentí su mano en mi brazo, apretaba con demasiada fuerza que comenzaba a doler horrible.
— No tienes idea en lo que te acabas de meter — Esas fueron sus palabras que causaron escalofríos, literalmente. Sentía mis ojos picar pero traté de contenerme.
Me llevo por toda la avenida hasta que detuvo a un taxi, entre a la fuerza y bajo la mirada de muchas personas que preferían no meterse. Taehyung se aseguró de mantener mis manos abajo, le indicó al conductor hacía donde ir y simplemente me susurro en el oído que me convenía el quedarme en silencio.
Así que lo hice, porque sabía que al llegar a casa sería mi peor pesadilla.
Traté de mirar sus manos, estas se encontraban un poco lastimadas, no me atreví a mirar su rostro completamente pero en cuanto dirigió su mirada a otro lugar, aproveche para hacerlo. Su cabello se encontraba muy largo, mantenía aquella expresión que causaba escalofríos y no vi nada más porque rápidamente miré a otro lugar.
En cuanto llegamos a casa, Kim se dedicó a bajarme con mucha brusquedad y me obligó a entrar al departamento. Fuera de este, se encontraba Jimin quien comenzó a explicarle a Taehyung que debía soltarme pero él no lo escuchaba, solo le gritaba que no lo haría y que lo mejor era que no se metiera en donde no debía.
Por último, azotó la puerta y me lanzó al suelo. Comencé a llorar, mis lagrimas bajaban una tras otra, sentía el dolor desde ese momento.
Taehyung lo único que hizo fue dirigirse a la cocina, tardó aproximadamente cinco minutos cuando regresó, comencé a retroceder cuando lo vi con un cuchillo en mano mientras comenzaba a sonreír, logré notar que lo había pasado por el fuego.
— Por favor, Taehyung, no me hagas nada. Perdón por escaparme — Supliqué entre lágrimas, pero él negó repetidas veces.
— Sunhee, te advertí tantas veces — Dicho aquello, me tomó de las manos con solo una, era increíble la fuerza que tenía.
Escuché golpes debajo de nosotros, sollozos y pequeños gritos. Miré a Taehyung y este me sonrió, pero acto seguido, comenzó a escribir sus iniciales en mi pierna derecha. Grite demasiado que sentí como poco a poco iba quedándome sin voz, traté de zafarme pero no podía hacerlo.
— ¡Suéltame, por favor! — Grité, y lo hizo. Pero porque había terminado, me dejó en el suelo herida y con un gran dolor que no se iba, sollozaba demasiado fuerte y trataba de levantarme pero el dolor me lo impedía.
Minutos después, Kim regresó con un vestido floreado, sin ninguna expresión en su rostro me dijo:
— Cámbiate, en una hora llegarán mis invitados para tomar el té — Sonrió, y eso causó, una vez más, escalofríos por toda mi anatomía.
Él siempre utilizaba palabras clave para describir el sufrimiento que tendría.
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