Sueño de salvación (3/4).
Dedicado a: PryvydMeraki
Advertencia: fnafhsyume si no conoces este au(universo alterno) te recomiendo investigar antes de leer.
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Si hubiera una palabra para describir cómo se sentía cuando cerraba los ojos y se adentraba en la oscuridad, sería
Pérdida
En este reino donde las sombras son un refugio y la frialdad una armadura contra toda la mierda que tenía que vivir. Cuyos espantosos habitantes gruñian, se lamentaban, gemían de dolor y se quejaban de su patética existencia. Brindando terror a todo aquel que los viera.
Por esa razón estaba como en una especie de limbo, debatiendo con ella misma.
En ese lugar solo puedes ahogarte con la miseria de tu ansiedad y pena o hacer aún más miserable a los miserables para llenar el vacío de sus almas. Todo siempre iba entre destruir o ser destruido.
¿Realmente estaba mal?
Querer algo diferente.
Querer sentir algo cálido en tu pecho.
Querer escapar de ese reino.
Querer ya no ser atormentada por sus pecados y temores pasados para poder avanzar.
¿Realmente estaba mal?
Claro que lo estaba, al menos, en ese lugar si. Es irónico que lo único que puede salvarte es aquello que te fue negado tiempo atrás; convirtiéndote en la bestia que eres hoy.
El amor.
Solo un Hope podría brindarle libertad a través de ese tan anhelado sentimiento, liberando las cadenas de su pesar para brindarle la paz que tanto desea.
Pero era estupido de solo pensarlo. Porque desgraciadamente cometió un error que terminó por hundir todo rastro de fe en su interior. Y ese fue...
Parpadeo un par de veces para acostumbrarse a la luz que se filtraba vilmente por la ventana. Una vez más, no había dormido casi nada acentuando aún más sus, tan presentes, ojeras bajo sus párpados. Se levantó de mala gana sabiendo que tenía que irse ahora o sino volvería a llegar tarde a la escuela. Y no estaba de humor para que la citarán otra vez.
(...)
Camino en silencio un poco apartada del grupo, concentrada en su teléfono, mientras dos de sus amigos hacían bromas y comentarios estúpidos ignorando las reprimendas del tercero que, según él, lo hacían quedar mal ante todos.
Evitaba todo tipo de contacto con este último, debido a la última discusión que habían tenido por cierto tema, que la sacaba de quicio. Se sentía indignada pero más que todo decepcionada al recordar el motivo. Dando un largo suspiro de resignación.
Hablando del diablo.
Vio como el moreno se alejó de su grupo rápidamente para llegar al lado de cierta albina de mechón rosado que se encontraba en la entrada. Bufo irritada a ver la desagradable escena que había formado ese par, dio dando grandes zancadas para adentrarse al lugar sin siquiera dirigirle una mirada o una despedida. Sus amigos la vieron irse levemente preocupados, aunque Deus nisiquiera se había dado cuenta de su ausencia.
Camino por los pasillos sin saber exactamente a donde se dirigía, asustando a todo aquel que tuviera al frente. Quería golpearlo, golpearlo con tanta fuerza hasta desahogarse y liberarse del dolor que el moreno le había causado en su corazón.
Sabia que se había fallado a ella misma. Nada volvería a ser igual entre los dos de ahora en adelante, todo porque
su único error fue enamorarse de su amigo.
Entro al baño para después pasar el seguro, apenas se aseguró de que no había nadie dentro, apretó con tanta fuerza los puños que sus nudillos se pusieron blancos y con toda la ira e impotencia que corría por su ser, golpeó la pared soltando un grito ahogado, dio un golpe tras otro sintiendo las cálidas lágrimas bajar por sus mejillas y sus puños dolidos; manchados de un brillante carmesí.
Suspiro para desatar el nudo en su garganta alzó la vista para verse en el espejo, sintiéndose patética por su lamentable estado. Desvió la mirada, para después caminar hacia la esquina.
Dio media vuelta, pegando la espalda contra la pared; deslizándose hasta quedar sentada, abrazando sus rodillas.
El cansancio por las noches anteriores se mezcló con la pérdida de sangre y empezó a cabecear. Le duele la cabeza y siente dormidas las manos, empieza a cerrar los ojos mientras recuesta su cabeza en sus brazos donde todo se empieza a poner oscuro.
Un Ghost no puede amar a otro Ghost.
El castigo por tal acto es algo que le aterraba al principio pero que estaba dispuesta a hacer por él: desaparecer.
Que ilusa fue al pensar que valdría la pena dejar de existir por culpa de alguien más, solo por creer que el sentimiento era mutuo. Ahora estaba sola mientras su "amigo" conseguía la libertad gracias a aquella Hope de ojos dorados.
Levantó la cabeza para observar su oscuro y monótono panorama al que estaba acostumbrada pero una mano se extendió hacia ella. Mira confundida la colorida y extraña mano para después levantar la mirada encontrando un par ojos llenos de ilusión acompañados de una sonrisa cálida e inocente.
Un sentimiento familiar inunda su pecho, la ha visto en algún lugar.
Lo que la confunde aún más, es que no siente la necesidad de atacar o apartarla como con otros Hope, su luz espanta todo rastro de oscuridad a su alrededor, ya no siente frío.
La mira expectante, esperando una respuesta clara.
¿Porqué?
No lo entiende, pero de cierta forma ya le da igual. Extiende un poco su mano, vacilando y dudando; hasta que siente su mano cálida e inesperadamente reconfortante.
Mira sus manos unidas y al alzar la vista para verla a los ojos una vez más, una luz la ciega y la obliga a regresar.
A pesar se sentirse débil logra escuchar algo a lo lejos, un forcejeo, un grito, luego una puerta abierta. Alguien se acerca y la llama varias veces, moviendola suavemente.
Abre los ojos y lo primero que encuentra es el rostro preocupado de Mai muy cerca de ella. Nota la angustia en sus ojos, antes de que pueda decir algo Mai rompe el silencio.
-¡Maggie!, Que bueno que despiertas.-
Lo que pasa después la deja sin habla, siente los brazos de la albina envolverla en un fuerte abrazo, puede sentir el alivio y la felicidad de ella con solo ese gesto, preguntándose internamente ¿porque?, rápidamente se aparta y la ve avergonzarse.
-Lo siento, se que no te gustan los abrazos- desvió la mirada con un leve rubor en sus mejillas.
Regresa de su pequeño trance, ¿Cuánto tiempo se le quedó viendo?.
-No importa... ¿Que haces aqui Mai?- vuelve a su típica aptitud fría pero se relaja en cuanto lila y magenta se encuentran.
- Pues...me había quedado dormida a mitad de clase y al despertar, ehm... sentí la necesidad de buscarte... Después de un rato te encontré aquí- relato mirando a todos lados, confundiendola.- pero eso no es lo importante- tomo su mano suavemente- debemos llevarte a la enfermería para curarte las manos.- hablo seriamente, sorprendiendola, pues nunca la había visto así.
Ignora por completo la alocada historia para mirar el estado de sus manos, viendo como unas cuantas líneas rojas estaban marcadas desde sus nudillos hasta la palma de su mano, tenía la piel abierta y roja de irritación. Sin esperar palabras de su parte, Mai la jalo para levantarse y cuando estaba a punto salir se detuvo.
- No, no puedo dejar que me vean de este modo,...débil- pensó insegura de su aspecto.
Mai se acercó para tomar ambas manos brindándole confianza. De ser otras circunstancias la abría apartado y negado toda muestra de afecto, pero ahora que se ponía a analizar era realmente cálido.
- Descuida, todos están en la cafetería, nadie te vera asi lo prometo- La tranquilizó con una sonrisa sincera antes de volver a caminar, sin soltar su mano en ningún momento.
(...)
Al llegar a la enfermería, Mai se encargó personalmente de atenderla. Con un botiquín al lado, paso un paño húmedo para limpiar todo rastro de sangre antes de pasar un algodón con un poco de alcohol. Hizo una mueca de dolor en cuanto hizo contacto con su piel dañada.
-Tranquila, solo un poco más y ya- dijo suavemente la albina sin detener su labor.
Trató de enfocarse en otra cosa que no fuera el ardor en sus muñecas, ahí fue cuando alzó la vista encontrándose con el rostro concentrado de la albina, ¿Siempre había sido tan linda?
Era la primera vez que la veía actuar de manera más seria y madura, una forma completamente opuesta a como actuaba comúnmente.
Siguió admirando sus delicadas facciones por un rato, Mai era bastante atractiva de hecho, ¿Porque no lo había notado antes?, A claro, aquella vez fue porque estaban perdidas en un bosque, en medio de la nada, donde casi muere ahogada y de hambre.
Esa vez se molestó bastante con la albina. Era extraño pensar que ese recuerdo le trajera nostalgia. Ahora que lo pensaba bien, ella fue una de las pocas personas que la habían recibido con los brazos abiertos en aquella high school.
No pudo evitar sentir un poco de culpa por como la había tratado los primeros días, ya que ella siempre le insistía en ser amigas. Acercándose tercamente a ella a pesar de su carácter de mierda.
-¡Listo!- salió del trance para ver sus manos.
Estaban delicadamente vendadas, sin que apretaran pero que tampoco estuviera sueltas. Paso los dedos por las vendas sintiendo un leve ardor y no el dolor insoportable que sintió en el baño. Le sonrió con sinceridad.
- Gracias...- dijo mirándola a los ojos.
Mai la miró extrañada, había algo más raro en ese gracias, como si tratará de decir algo más, pero que solo pudo proyectar en su mirada, algo así como un "lo siento" de arrepentimiento. Algo confundida solo respondió
- Descuida- le sonrió para tranquilizarla.- trata de no mover mucho las manos, así sanaras más rápido.
La vio removerse en su lugar incomoda, sonrojandose levemente mientras fruncía el ceño. Río un poco al verla de esa manera poco usual.
-Mai, ¿Porque me ayudas?- soltó directa, queriendo quitar ese maldita duda de su cabeza.- Es decir, no lo entiendo. Si te trate tan mal antes, ¿Porque eres tan amable conmigo?
La albina ladeó la cabeza pensando las palabras correctas. Cada segundo que pasaba era una maldita eternidad para la ojimagenta después de haber dicho aquellas palabras, ¿¡Porque se le ocurrió preguntar eso ahora!?
- Porque me agradas- simple y directo; aún así no lucía conforme con esa respuesta- No tiene una gran explicación Maggie.- le sonrió de forma sincera, confundiendola aún más.
- Pero eso no tiene sentido, ¿En serio no hay otra razón?- por un momento le pareció verla sonrojarse antes de negar con la cabeza.
-Algunas veces, no se necesita una razón para ser amable con alguien- tomo sus manos suavemente- Además, no podía dejarte así.
Desvió la mirada avergonzada, ahora es que se había dado cuenta de que Mai la vió en su peor momento; triste, lastimada y patética. ¿Como se supone que la viera a los ojos ahora?
-...Tube un mal día, no es nada.- quiso excusarse para salvar la poca dignidad que le quedaba.- aún asi, gracias por todo y...- vaya que le costaba decirlo- l-lo siento por haberte juzgado mal. No debí tratarte así antes.
Mai negó con la cabeza soltando una pequeña risa.
-No te preocupes por eso, el pasado es el pasado ¿No?- sonrió ampliamente- si necesitas ayuda o solo a alguien que te escuché ahí estaré.
Se sonrojó levemente, aquella chica tenía una especie de don para decir cosas vergonzosas sin pena alguna. Era impresionante.
-Ya debo irme Maggie, mi hermana debe estar buscándome- se levantó de un saltó dedicándole una última sonrisa antes de despedirse con un inesperado abrazo.- nos vemos después.
Se despidió con la mano mientras la veía irse aún sintiendo la calidez de la albina en ella.
(...)
Una ves en su cama, se dispuso a repasar mentalmente todo lo que había pasado en el día, desde el molesto inicio hasta el agradable final. Cerró los ojos sintiendo su cuerpo pesado y sus párpados cansados, cayendo en los brazos de Morfeo.
Despierta de su largo letargo, pero algo a cambiado, se siente tranquila, relajada; una inexplicable paz se apodera de su cuerpo haciéndole olvidar un rato sus temores.
Esta sola, pero es como si hubiera alguien más a su lado, se levanta y camina alrededor, buscando esa extraña calidez que la llama.
Al llegar al borde del límite, donde los dos reinos son divididos, la encuentra, pensativa y ausente. Era el momento perfecto para atacar pero su cuerpo se rehúsa a hacerlo.
Insegura, comienza a acercarse a ella. Apenas la nota no huye de ella, solo sonríe como si la hubiera esperado por un buen tiempo y le extiende la mano una vez más.
Por una vez en mucho tiempo vuelve a sonreír y sin dudar toma su mano.
Tal vez, no estaba tan perdida después de todo.
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