19. Luz en la oscuridad

Las tinieblas lo cubrían todo. Las catacumbas nunca habían dado tanto terror como en ese momento, un terror que le atravesaba el alma a Bobbly en mil pedazos. Le dolía que tanta destrucción fuera su culpa, pero más le dolía el hecho de haberse convertido en prisionero de Mago y Madame Universal.

En el fondo era su culpa. Era consciente de ello. Solo quería ser escuchado y hablar con la verdad.

Un pequeño vestigio de luz escarlata resplandeció entre la inmensidad de las penumbras. Victoria mantuvo encendida la llamarada que les alumbró su descenso por las ruinas, Bobbly iba adelante y James lo custodiaba.

—Bobbly lamenta profundamente que esto haya pasado —susurró apenado.

—No, Bobbly, yo lamento haber confiado en ti —respondió Mago, tan frío en sus palabras como una estocada al corazón para el pequeño.

El duende bajó la mirada con pesar.

—Sigo sin creerlo —comentó Victoria mientras avanzaba—, pero por más que quiera pensar en esto y saber los motivos, aún debemos encontrar a Xinok.

—Solo espero que no lleguemos muy tarde.

—Bobbly no se perdonaría si algo malo le pasara al guardián del Templo —habló el duende.

—Bobbly, por tu bien, lo mejor que puedes hacer ahora es permanecer en silencio. —Él obedeció, inclinando la mirada al suelo—. Con esta luz nunca encontraremos a Xinok a tiempo.

—Espero que los cristales no hayan sido alcanzados por la explosión. —Victoria subió la vista al techo, y susurrando latsirc ed zul, lanzó su llamarada a lo alto.

Por orden de su hechizo, un brillo en cadena reveló lo que permanecía oculto. Los cristales incrustados por la cueva se iluminaron todos a la par, mostrando el camino.

—Siempre hubo una belleza singular en los cristales, una pena que debamos usarlos en estas circunstancias —comentó Mago.

Siguieron el camino unos pocos minutos. Llegaron a las prisiones, allí, hundido bajo una torre de escombros, se encontraba el titán de cuatro brazos intentando con su último aliento zafarse de la pila.

—¡Xinok! —gritó James, corriendo a él.

El coloso emitió un quejido.

—Mi señor... Xinok lamenta no haber cumplido con la misión encomendada —murmuró con dolor—. No pude evitar que esto pasara. He fallado...

—No. Nadie esperaba esto —le respondió, inclinado junto a él— . Escúchame bien, te sacaré de aquí. Resiste un poco, Xinok.

Mago se levantó y, haciendo uso de su magia, concentró toda su energía en alzar las rocas. El coloso se encontraba sepultado bajo las más grandes, pero no por eso James se rendiría. Aplicó todo su esfuerzo, y dando un grito de dolor, logró levitar los escombros.

Xinok respiró hondo. Le costaba incorporarse, su cuerpo grisáceo y agrietado estaba lleno de sangre.

—Xinok quiere saber qué... —Respiró con dificultad mientras se levantaba, quedando a varios metros por encima de todos en la cueva—... qué fue lo que pasó.

Mago dirigió su mirada a Bobbly.

—Fuimos traicionados.

Una vena se infló en la frente del gigante.

—Maldito impostor.

Lanzó un frenético bufido y se abalanzó contra el duende, pero su carne ardiendo lo detuvo. Bobbly permaneció turbado, a punto de desmayarse del miedo infundido en la mirada asesina de Xinok. Por un instante había visto su vida pasar frente a sus ojos.

—Ve arriba y recupérate —le ordenó Mago—. Nosotros nos haremos cargo.

Xinok solo asintió. Dos de sus manos las ocupó en contener las heridas, el tercer brazo lo colgó, inutilizado por completo. No le quedaba nada más que uno para apoyarse de la pared en su caminar hacia fuera de las catacumbas.

—En cuanto a ti... —Miró con frialdad a Bobbly, provocándole un estremecimiento—. Entra. —Señaló a la celda aún en pie.

Bobbly obedeció en pasos tambaleantes. Una vez adentro, un campo de fuerza se alzó alrededor.

—Habla. ¿Cómo es que volaste las catacumbas? —inquirió James, cruzándose de brazos—. ¿A caso te ordenaron hacerlo?

—Amo Mago... por favor no mire así a Bobbly —sollozó.

—Basta, Bobbly, basta de juegos y mentiras. Te dije que quiero la verdad. ¿Quién te ordenó hacer esto? ¿Era tu plan, no? ¡¿Destruir el Templo con nosotros adentro?! ¡¿Volarnos en miles de pedazos y esparcir nuestras cenizas por todo el Limbo Temporal?! Porque así fue como se sintió. Y fallaste.

Bobbly se encogió de hombros. Apretó sus brazos contra su pecho y se dejó caer.

—Bobbly no causó la explosión a propósito, no quería que pasara.

—Bobbly, pudiste matarnos —intervino Victoria. Sus ojos estaban cristalizados—. No logro entenderte. Quiero hacerlo, Bobbly, en serio, pero no estás haciendo que esto sea fácil.

—Bobbly nunca quiso herir a Madame Victoria ni al amo Mago. Bobbly solo defendía a sus amos.

—¿Defendernos? ¿De quién? —presionó James—. ¿Había alguien más en el Templo? ¿Sue Máxima acaso? ¿Algún Pacificador?

—Él no necesita estar aquí para saberlo todo —contestó con terror en su mirada—. Su conexión con la oscuridad es tan fuerte que puede proyectarse a cualquier dimensión siempre y cuando haya una fuente oscura que lo conecte.

—El hombre en la cámara bajo el capitolio —reconoció Victoria.

—El padre de Sue Máxima... así que él te envió. —Llevó la mano a la barbilla—. Según La Resistencia, será uno de los causantes de ese desastroso futuro totalitario. Le prometí a Vincent detenerlo antes de que escape de su encierro en la Dimensión Oscura, y es justo lo que haré.

—Bobbly teme que no es tan sencillo, amo Mago... —Se levantó, nervioso—. Él... no se compara a ninguno de los enemigos que el amo haya enfrentado antes.

—Todos y cada uno de esos prófugos mágicos han representado un gran peligro para la línea de tiempo y para nosotros. Aún así hemos logrado detenerlos. Si este demonio cree que podrá pasar sobre nosotros, entonces está equivocado.

—El amo aún no lo entiende. Corren un gran peligro. —Bobbly temblaba, su voz se quebraba—. Cripto, las Slytherin, Barón Ekkovrish... todos ellos... no han sido más que títeres, fichas de ajedrez en su gran tablero de juego a las que él controla a su antojo. Él ha hilado todo desde el principio. Cada monstruo, cada criatura, ninguno ha sido al azar. —La expresión en James y Victoria cambió. Cruzaron miradas confusas. Aquella información los tomaba por sorpresa—. La luna de sangre fue tan solo una excusa, él esperó a la alineación de las dimensiones para usar las brechas entre los mundos y enviar a sus lacayos a debilitar los pilares del tiempo. A diferencia de los demás, él no puede escapar tan fácil, por eso los envió a puntos específicos en la historia. No es un demonio cualquiera... él es el Rey de la Dimensión Oscura... su nombre es Lord Máximo.

La mirada en Mago Universal se tornó vaga. Justo en ese instante, los puntos, nunca antes conexos entre sí, se entrelazaron. Victoria también lo procesaba. Las advertencias de Los Cuatro Sabios de Galtha, la visión del tejido del tiempo revelada por el Ojo, ahora todo era claro.

—Está rompiéndolo... siendo la Dimensión Oscura un plano atemporal, el tiempo es su prisión —murmuró Victoria.

—¿Cómo es que fuimos tan ciegos para no preverlo? —susurró James, restregando su mano en el rostro con frustración—. Así que después de todo, siempre hubo alguien detrás.

—Máximo jugó bien su estrategia, debemos reconocerlo.

—Lleva planeando todo esto desde el principio de su encierro en la Dimensión Oscura —explicó Bobbly—. Ha calculado muy bien cada cosa, y Bobbly teme que si por primera vez ha decidido mostrarse ante el amo... significa que su plan está cerca de cumplirse.

—Maldición —resopló James—. Aún cuando tenemos todo el tiempo del mundo, el mismo tiempo está en nuestra contra.

—Aún no me queda algo claro del todo —dijo Madame, paseándose de un lado a otro—. He estado antes en la Dimensión Oscura, los Universales conocemos hasta el último rincón de las dimensiones existentes... nunca antes en la Dimensión Oscura vi algo más que un infinito pozo de muerte. ¿Cómo es que logró calcular todo esto?

—Bobbly lamenta tener que admitir que, a pesar de todo su conocimiento, los Universales han sido engañados desde el principio.

—¿Qué? —cuestionó ella.

—¿De qué estás hablando? —preguntó Mago.

—Recorrer el multiverso en forma astral no es igual a vivir físicamente en la Dimensión Oscura. Lord Máximo lo sabe muy bien. Por eso, como máximo gobernante, manipuló la realidad de la dimensión, permitiéndole a las formas no materiales ver tan solo la cima del iceberg.

—¿Estás diciendo que la Dimensión Oscura es mucho más grande de lo que ya es?

—Bobbly teme que lo que los Universales conocen acerca de la Dimensión Oscura es tan solo El Abismo. —Tembló, un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza de solo pensar en él—. Es el espacio y el mar mezclados en un solo, una infinita oscuridad en expansión donde habitan los monstruos más salvajes, como Xarkaxamum. Pero bajo El Abismo se encuentra algo más... el Umbramundo, toda una civilización donde residen las criaturas y demonios que han sido enviados como prisioneros a la dimensión, en ella se encuentra La Fortaleza de la Oscuridad, desde donde Lord Máximo gobierna, y bajo ella, en la corteza más ardiente de nuestro mundo... Las Fosas, la prisión personal de Lord Máximo. —Se abrazó a sí mismo, intentando reconfortarse cuando los recuerdos vinieron—. Piensen en el Infierno, pero mucho peor. Allí es donde envía a quienes no lo obedecen, para que sus demonios reformen los comportamientos con las peores torturas y castigos. —Bajó la mirada, susurrante—: Bobbly puede dar fe de cuántos horrores vivió en ese lugar.

—Suena horrible... —Victoria llevó una mano a su corazón, preocupada por la expresión angustiada del pequeño pelirrojo—. Bobbly, ¿cómo es que terminaste trabajando para alguien así?

—Todo comenzó hace algunos siglos en Irlanda, cuando un hechicero de la edad media descubrió a Bobbly viviendo en su castillo. Obligó a Bobbly a servirlo, lo hizo su esclavo, pero era malo con Bobbly —recordó con rencor—, así que Bobbly un día intentó escapar. En venganza, desterró a Bobbly a la Dimensión Oscura con un hechizo demasiado poderoso para ser soportado por alguien tan débil como él, y terminó enviándonos a ambos allí.

»El hombre malo fue alimento de las bestias de El Abismo, pero Bobbly consiguió sobrevivir durante años ocultándose de ellas, hasta que Bobbly terminó llegando al Umbramundo, a nada más y nada menos que a la Fortaleza de la Oscuridad. Lord Máximo esclavizó a Bobbly como nunca antes nadie lo había hecho y lo volvió un duende asustadizo a punta de sus maltratos.

El duende volvió a dejarse caer. Friccionó sus piernas contra su pecho y las rodeó con sus brazos.

—Bobbly... lo siento mucho —murmuró Victoria. Sentía su corazón partido en mil pedazos.

—Sé que lo hacen, porque son buenas personas. —Les sonrió con nostalgia, volviendo a enterrar su cabeza entre sus piernas, apenado—. Lord Máximo sabía de esos sentimientos a los que él llama debilidad, y quiso aprovecharse de ello. Me obligó a venir aquí, a ganarme su confianza para luego traicionarlos desde adentro. Bobbly actuó todo el tiempo con miedo, pero conforme conocía más y más a James Jerom y Victoria Pembroke, más se convencía de que no podía hacerles esto.

»El amor que el amo y madame depositaron en Bobbly jamás será olvidado. —Volvió a levantar su mirada, mostrando sus ojos brillosos—. Le dieron un propósito a la vida de Bobbly. Por eso, en cuanto más convivía con ustedes, la confianza de Bobbly más crecía. Lord Máximo lo descubrió y obligó a Bobbly a azotarse cincuenta veces con látigo de púas y a darles la ubicación del Templo en dos mil sesenta y cinco. Bobbly no quiso hacerlo, pero recordó las torturas de Las Fosas, no podía fallar. A Bobbly le dolió mucho, pero gracias al amo James y Madame Victoria está sano nuevamente.

»Cuando Bobbly se recuperaba, escuchó las palabras del amo. —Miró hacia James, recordando sus palabras—. Le dijo a Bobbly que no podía imaginarse una vida sin Bobbly en ella, y que lo perdonaba por lo que hubiera hecho. Eso fue lo que le dio a Bobbly la fuerza para levantarse, porque por primera vez Bobbly tenía una familia que lo amara sin importar que Bobbly fuera Bobbly. Entonces Bobbly se armó de valor y enfrentó a Lord Máximo, quería que le entregara el Darkrom, pero Bobbly lo atacó, y del enfrentamiento explotó toda la cámara.

—Bobbly... —susurró James, acercándose a la celda con el corazón estrujado—. No tenía idea, lamento mucho haberte puesto en esta situación, pero...

—No, el amo no tiene que disculparse. —Se levantó, acercándose también al límite que los separaba—. Es Bobbly quien debe hacerlo. Nunca quise herirlos, mucho menos traicionarlos. Si le dieran una última oportunidad a Bobbly, les demostraré que jamás se arrepentirán de haberlo aceptado en su familia.

Mago suspiró con pesar. Hubo unos segundos de silencio en los que Victoria solo vio el debate interno en la mente de James.

Y, de pronto, la magia en la celda se desvaneció.

—Ven, acá, pequeño. —Le extendió sus brazos.

La mirada cristalina en Victoria terminó por soltarse en llanto cuando el duende se abalanzó contra ellos en un sentido abrazo.

—Oh, Bobbly, ¿por qué tienes que ser tan adorable? —preguntó Victoria.

—Gracias... —dijo cuando se separaron—. Gracias por confiar en Bobbly una vez más a pesar de sus errores.

—Incluso las mejores familias atraviesan tiempos oscuros, pequeño. El odio y la ira siempre serán el camino fácil, pero es en la fuerza del perdón donde está la luz que regresa la esperanza —dijo con una sonrisa.

—Ahora, es cuando esa oscuridad golpeará más fuerte que nunca —contestó Victoria—. Máximo está convencido de que logrará su objetivo, pero no cuenta con que aún en los tiempos más oscuros, es cuando la luz más fuerza toma. Lo detendremos, juntos.

—Ahora que sabemos la verdad, es cuando hay que actuar más rápido —siguió James—. Tenemos una ventaja: nosotros tenemos el Darkrom. Todos los más oscuros secretos de esa dimensión están ahora en nuestro poder. Y vamos a derrotarlo.

—Qué bien se siente oír eso.

Una voz vieja y gruñona los sorprendió. Para Mago Universal en especial era más que reconocible. Se giraron todos a la par, encontrando a Monje Universal en una posición firme, con sus brazos tras su cadera.

—¿Ojo Universal? —preguntó James.

—¿En serio? ¿Así es como recibes a tu viejo maestro? —cuestionó ofendido—. ¿Confundiéndolo con el Ojo? En mis tiempos te hubiera enseñado una lección.

Somchai Tha lucía como un holograma mágico, al igual que las proyecciones como se mostraba el Ojo ante ellos, solo que esa vez no era para nada aquel arcaico poder mágico.

—No puede ser... estás... ¿estás aquí desde el Plano Astral?

—¿De qué otra forma estaría aquí? Si mi único y más destacado pupilo ni siquiera se digna en invocarme de entre los muertos.

—Tu partida fue inesperada y dolorosa —se excusó, desviando la mirada a otra parte—. No quería aferrarme a algo que no permanecería para siempre. No quería vivir en la ilusión de tenerte por un instante para luego tener que despedirme, por eso preferí mantener vivo nuestro último recuerdo.

Monje Universal le sonrió con nostalgia.

—James, mi muchacho, te enseñé tantas cosas como sabía, y aún así hay secretos de los que no conoces hasta después de la muerte.

—¿De qué estás hablando?

—Debes venir a buscarme en el Monasterio Him Cheng Wu, año dos mil. Todos ustedes. Y entonces conocerán la aterradora verdad que ni siquiera yo sabía. Será clave para ganar esta guerra contra la oscuridad. Es tiempo de que conozcan la historia de Lord Máximo, el primer Universal.

El espíritu de Somchai Tha se desvaneció, dejando en las catacumbas a tres impactados seres ansiosos de respuestas.

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