10. Dicotomía Universal
En el momento en que el portal rasgó el espacio, Mago y Madame Universal salieron de él con sellos místicos listos para atacar. Inspeccionaron cada rincón del casco antiguo sin bajar la guardia y continuaron por las salas más cercanas. Doctor Universal representaba un peligro para toda la línea temporal, ya lo había demostrado en su atrevida incursión al Templo, no había tenido reparo en romper todas las reglas de la Orden e intentar cambiar el futuro al eliminarlos, en atacar a sus propios sucesores.
—No está aquí —confirmó Mago.
Al poco tiempo el cuerpo astral de Madame regresó a ella, Victoria lo había lanzado en una búsqueda fugaz de su nuevo enemigo.
—Tampoco en ningún otro lugar del Templo, darling.
Mago soltó un suspiro frustrado mientras descargaba sus puños en la mesa más cercana. La impotencia corría por su cuerpo, manifestándose luego en una vena hinchada en su frente.
—¿Dónde estamos? —preguntó Victoria, intentando ver más allá de la ventana.
—Messina, Italia, año mil trescientos cincuenta —retumbó el Ojo Universal—. Bienvenidos de regreso, Mago y Madame. Doctor Universal mantiene el Templo en cautiverio en este siglo desde su ida.
—Así que Doctor Universal raptó el Templo a su época... la Peste Negra —reconoció Mago—. El siglo en que la Corte Morpheus por poco diezma a la población.
—Efectivamente, Mago. En este momento, Doctor Universal está fuera de casa, intenta detener a Pestilencia, otro prófugo de la Dimensión Oscura. Pestilencia ha vuelto para saldar cuentas pendientes, liberó en el aire la sinistra pestilenza, un virus que se ha mezclado a la yersinia pestis de la época y ha desencadenado una plaga monstruosa: la yersinia sinistra pestilenza. La enfermedad se está extendiendo con gran rapidez por Europa y Asia, calculo una tasa de mortalidad que pronto alcanzará niveles críticos.
—Y Pestilencia no pudo elegir una mejor época para alimentarse que esta.
—Tiene sentido, si yo fuera una criatura que controla las plagas, también viajaría al lugar y tiempo que sirvió de propagación de uno de los virus más mortales para la humanidad —añadió Victoria.
—Ojo Universal, ¿de qué se trata esta... yersinia sinistra pestilenza?
—El virus primero ataca con los síntomas de la Peste Negra —contestó el Ojo—: fiebre muy alta, escalofríos, nauseas, tos con sangre, sangrado corporal, agotamiento y bubones negros que al romperse provocan un líquido negro. Es en ese líquido donde Pestilencia ha contenido la sinistra pestilenza, hace que una vez que mueran las víctimas, su cuerpo mute en una especie de muertos vivientes de apariencia diabólica.
—Entonces Pestilencia se está haciendo con un ejército de zombis.
—Eso me temo, una legión de mutantes que, de acuerdo a mis visiones de más de diez millones de posibles futuros, traerá consecuencias terribles a todas las líneas de tiempo que se puedan desencadenar desde aquí. Calculo un índice de incubación del virus de tan solo horas y mortalidad del cien por ciento. No hay opción... Pestilencia debe ser detenido antes de que cualquiera de esas nuevas líneas temporales se instauren, y para que eso no pase, los tres deben trabajar juntos.
—Vaya suerte la nuestra, honey, parece que ahora tendremos que unirnos a nuestro atacante.
—Él simplemente no lo hará. Doctor Universal nos quiere muertos, cuales sean sus motivos.
—Concuerdo. El hombre no hablará, atacará sin dudar, eso ya lo demostró. Además...
Madame tronó sus zapatos mientras caminaba en silencio hacia el frente, llamando la atención de Mago. De pronto meneó la mano, y la pared desapareció por causa de un hechizo de invisibilidad, a través de ella contemplaron una gigantesca jaula de energía verde que rodeaba todo el Templo, y, más allá, otro Templo —el de Doctor Universal—, ambos se camuflaban en los espesores de un bosque cubierto de niebla.
—Al parecer nuestro atacante no fue tan estratégico como para pensar que regresaríamos desde dentro y no por afuera —dijo Victoria—, o a lo mejor nuestro atacante nos subestimó demasiado pensando que moriríamos al perdernos en el espacio-tiempo.
Mago arrugó el entrecejo, pensativo.
«Es hora de eliminar la amenaza», había aseverado Doctor Universal en su último encuentro. Y aunque no logró eliminarlos como pretendía, les causó un daño mucho peor al desterrarlos a un universo caótico y golpeado por la guerra, donde su espíritu por poco se quebrantó al sentir que entre ambos se habían perdido para siempre.
—No lo entiendo... no tiene sentido. No con él, siempre fue uno de los Universales más metódicos.
—En primer lugar... ¿por qué? —se preguntó Victoria—. ¿Por qué Doctor Universal nos atacó? Sé que su forma de resolver los problemas era más... oscura, pero eso no justifica nada de lo que está sucediendo.
—Esto es mi culpa, bajé la guardia cuando debí haber estado protegiendo el Templo. Ahora uno de los nuestros nos quiere muertos y no tengo la menor idea de cuáles son sus motivos.
—No sea tan duro con usted mismo, darling. No ha habido un Universal más comprometido con salvar el mundo que usted. No se culpe por ser un héroe. Ha estado luchando por pasado, presente e incluso futuro. Nunca bajó la guardia, solo hizo lo que debía hacerse.
—¿Entonces por qué nos atacó? ¿Qué fue tan catastrófico para que no tuviera más opción? Algo debe haber salido mal.
—Lo más lejos que hemos llegado y que pueda afectar el futuro de los Universales es con Seidkona, y estoy bastante segura de que evitar esa línea de tiempo vikinga y haber detenido a Ymirstalg y sus gigantes no tendría sentido, considerando que eso no debió haber pasado y que lo único que hicimos fue detenerlos.
—Seidkona —susurró James, ampliando sus ojos como quien tiene una idea—. Así es como nos encontró. Victoria...
—¡El escudo! —exclamaron al unísono.
—Así que al bajar la barrera no solo abrimos una ventana para que Seidkona nos encontrara —habló Madame—, también lo hicimos para todos los Universales a lo largo de la historia, así es como nos encontró Somchai Tha.
James se apartó abruptamente en una repulsión. De inmediato su mente lo catapultó al pasado.
—Nunca se debe luchar por un ideal si el motivo es la venganza —decía el viejo maestro tailandés de ropajes marciales verdes—. Te llevará por sendas de oscuridad de las que luego te arrepentirás.
—¿Entonces cuál debería ser mi motivo? —preguntaba el joven e impetuoso James Jerom.
—La justicia.
Mago chocó con una mesa de regreso al presente, por poco caía sobre la armadura de Caballero Universal, de no ser porque Victoria lo ayudó a sostenerse.
—¡Sir James! ¿Qué le sucede? ¿Se encuentra bien?
—No, no, no —negó repetidas veces casi en murmuro—. Somchai Tha no puede ser este Doctor Universal, ni vestir con esa ropa. El Doctor Universal que recuerdo era Somchai Tha, el viejo monje tailandés que me entrenó.
—¿Tailandés? Creo que está confundiendo a su maestro, darling. A usted lo entrenó Monje Universal, Dante Messina.
Mago vio a Victoria con desconcierto, y entonces otro recuerdo se activó.
—Nunca se debe luchar por un ideal si el motivo es la venganza —decía el viejo maestro italiano de ropajes marciales verdes—. Te llevará por sendas de oscuridad de las que luego te arrepentirás.
—¿Entonces cuál debería ser mi motivo? —preguntaba el joven e impetuoso James Jerom.
—La justicia.
Mago Universal lanzó un grito. Sentía un zumbido voraz taladrarle los oídos. Llevó las manos a la cabeza y trastabilló en su caminar durante unos segundos, hasta que finalmente cayó rendido en el suelo.
—¡James!
Victoria se acurrucó junto a él e intentó levantarlo rodeándole su brazo a través del hombro. Mago palidecía, sus pulsaciones eran más fuertes, su expresión estaba ceñida. De pronto lanzó otro doloroso grito que arrugó aún más su entrecejo.
—James, James. —Su mano libre tembló hacia el rostro barbado de James Jerom—. ¿Qué está pasando? —Mago volvía a desplomarse—. Quédese conmigo, darling, por favor quédese conmigo.
Las palabras de Victoria se fueron tornado suaves y lejanas, Madame parecía quedar en cámara lenta mientras la mente de Mago era invadida por el pasado.
«Pero qué te hicieron esos animales», cuestionaba el pasmado monje italiano al encontrarlo casi moribundo en la guarida de Lady Morpheus, y luego la misma secuencia fue reemplazada, pero con el monje tailandés.
Otro recuerdo entrante le tronó el cerebro como si un rayo lo partiera.
«Cinco vueltas al multiverso como castigo», demandó con severidad el empapado monje italiano luego de que James lo lanzara al lago junto a él.
«Ida y vuelta cuenta como uno. Si no comienzas desde ya aumentaré a diez», agregó Somchai Tha luego de que James replicara.
«Diez», comenzó a contar Dante Messina.
«Nueve», siguió Somchai.
Su mente se ramificó en dos, recordaba la misma escena, en la misma situación, pero con personas diferentes.
«Cinco», se adelantaron con impaciencia en ambos recuerdos.
Mago cerró los ojos con impaciencia y negó repetidas veces. Cuando volvió a abrirlos, buscó entre lágrimas dolorosas a la aterrada Victoria Pembroke.
—Victoria... haz que pare —llamó entre jadeos—. Haz que se detenga... —gimió—. Ayúdame... por favor —musitó muy bajo entre lágrimas antes de desmayarse.
—¡Jameees!
De pronto el Templo se sacudió. Una vez, dos veces, tres veces. Los preocupados ojos de Madame pasaron del cuerpo inconsciente de Mago Universal hacia la estructura temblorosa. El golpeteo era rítmico y se sentía cerca.
—Ojo Universal, qué está pasando.
—Tienen razón, Doctor Universal siempre fue muy metódico como para dejar el Templo desprotegido.
Con un temblor más, el causante de las sacudidas surcó el umbral del gigantesco arco, se trataba de una enorme bestia de cuatro brazos con cuerpo gris y agrietado.
—Xinok, el guardián de las mazmorras —susurró con terror.
El gigante descendió su mazo con gran rapidez, apenas dándole tiempo a Madame de reaccionar con un improvisado escudo a su alrededor.
—Doctor Universal lo ha puesto en contra de cualquiera que entre al Templo —habló el Ojo.
—¡¿Y hasta ahora me lo dices?!
Otro golpe del mazo hundió más el escudo. Las grietas amenazaban con fragmentarlo.
—¡Eliminaré a los intrusos! —gritó la bestia, lanzando sus brazos libres contra el escudo y empuñándolo con sus propias manos hasta casi quebrarlo.
Victoria lo sostuvo por más tiempo, pero sus esfuerzos eran inútiles. Entre más lo reforzaba, Xinok lo desquebrajaba más rápido. Era su propósito, repeler usuarios mágicos. Por eso era el guardián de las mazmorras del Templo. Nadie pasaba por encima de él, atacarlo con magia era inútil y su fuerza no era medible en proporciones humanas. La única capaz de engañarlo de alguna forma había sido la astuta Lady Morpheus cuando escapó de prisión.
—¡Xinok, soy yo! ¡Madame Universal!
—Madame Universal está muerta, Xinok solo obedece a Doctor Universal ahora.
Xinok presionó con mayor fuerza, y el escudo explotó en pedazos. El gigante tomó a Madame con una de sus manos y apretó hasta hacerla gritar. Otra de sus manos la lanzó hacia James, pero Victoria consiguió fuerzas para conjurar:
—¡Ataidemni noicatropsnartelet!
La habitación cambió de repente, habían abandonado el casco antiguo, ahora Victoria arrastraba el cuerpo inconsciente de Mago. Lo dejó sobre uno de los acolchados sillones de la biblioteca.
—Ojo Universal —suspiró—, por favor dime que sigues aquí y que aún mantienes el control del Templo.
Frente a ella se proyectó un cuerpo de energía, era el Ojo Universal personificado en el maestro de Mago, tal como él lo había conjurado hace un tiempo.
—Estoy aquí —respondió Dante Messina, cuando de pronto su figura se tornó intermitente hasta que cambió por completo—. Estoy aquí —habló de nuevo, esa vez bajo la apariencia de Somchai Tha.
Victoria sacudió la cabeza, la figura cambiaba una y otra y otra y otra vez.
—Pero qué diablos es lo que sucede.
—Me temo que la línea temporal está en serios problemas, estamos ante una dicotomía temporal —dijo Somchai, cambiando luego a Dante—. Dos líneas temporales batallan en la mente de James por ajustarse, una intenta eliminar a la otra.
—¿Cómo es eso posible? ¿Qué cambió? Estoy cien por ciento segura de que James y yo hemos sido lo suficientemente cuidadosos para no provocar alteraciones mayores a la línea de tiempo.
—No lo provocaron ustedes, sino los constantes movimientos de los criminales prófugos de la Dimensión Oscura y las crecientes aperturas de brechas interdimensionales a través de la historia —habló Dante, y al terminar volvió a ser Somchai. El monje tailandés extendió sus manos y el poder del Ojo se reflejó en toda la biblioteca como si tuvieran vista directa al universo, millones de puntos brillaban, pero por todas partes lo atravesaban furiosas grietas de oscuridad—. El tejido de la realidad cada vez está más roto, a este paso la línea de tiempo pronto se romperá y el universo mismo, con todas sus dimensiones, se verá afectado.
—El efecto Quo —reconoció Madame—. Es lo que nos advirtieron los Cuatro Sabios... la oscuridad se impondrá ante la luz, ¡la realidad se está moviendo hacia el caos!
—Tantos movimientos en tantos puntos a lo largo de pasado, presente y futuro están generando mayores efectos de los pensados. —Cambió de nuevo a Dante—. Tanto Somchai como Dante fueron víctimas de anacronismos, desplazamientos de personajes u objetos a períodos de tiempo que no corresponden. Me temo que ambos se desplazaron al mismo tiempo y terminaron cambiando de lugar, así Somchai Tha se convirtió en Doctor Universal en el siglo catorce y Dante Messina en Monje Universal en el siglo veinte.
—Así que si queremos corregir estos anacronismos y recuperar a Sir James, debo volver al momento en que cambiaron de lugar y regresarlos a los tiempos a los que pertenecen. —La biblioteca comenzó a temblar—. No tengo mucho tiempo, Xinok está cerca. Ojo Universal, ¿en qué momento fueron desplazados?
Dos puntos en el radar del Ojo se ampliaron para mostrar las imágenes.
—Detecto el movimiento de un joven Somchai Tha a un orfanato de Turín, Italia, de mil doscientos ochenta, lugar en el que debería estar el joven Dante, quien fue movido al Monasterio Him Cheng Wu en mil setecientos veintiuno. Regrésalos a sus lugares, y entonces los anacronismos serán resueltos. Solo así la mente de James Jerom lo regresará a la normalidad.
El Ojo Universal se desvaneció, dejando a Victoria Pembroke sumida en las retumbantes pisadas cada vez más cercanas a la habitación.
—Volveré por ti, James, siempre lo haré.
Madame le dedicó una última mirada y desapareció en un destello luminoso. Emergió luego en el pasillo por donde el violento paso del gigante había causado grietas en el suelo.
—¡Ey, Xinok!
La bestia se giró hacia Madame, encontrándola con sellos mágicos en sus manos y un resplandor infernal en sus ojos.
—¡Xinok no puede ser vencido con magia! —respondió mientras daba un golpe a su mano con el mazo—. ¡Xinok matará a los intrusos!
—Lo sé, pero eso no me impide detenerte. ¡Oratrat led sanedac!
Madame unió los sellos en sus manos y lo arrojó como un disco hacia el suelo. Xinok quedó atrapado en él, y con un resplandor ígneo, cadenas con vida propia emergieron para apresar al gigante.
—¡Xinok te matará por esto cuando esté libre!
—Buena suerte con eso, darling. Cuando regrese, el hechizo de Doctor en ti habrá desaparecido por completo, y entonces, serás libre, pero mientras tanto... ¡Oicnelis!
Otra de las cadenas voló hacia la boca de Xinok y lo cubrió como un bozal. Lo único que se escuchó de él fueron bramidos.
—Ahora, como diría Sir James... en momentos como estos, solo puedo confiar en mí misma.
Madame movió su cuello con suavidad, y de ella se desprendió una doble.
—O.K. Yo iré a Him Cheng Wu de mil doscientos ochenta por Dante —dijo la original.
—Y yo al orfanato en mil setecientos veintiuno por Somchai —contestó la copia.
—Levanta otra barrera y llévate el Templo, te protegerá de Caballero Universal. Yo viajaré con un hechizo.
La doble colocó una pulsera en el brazo de su acompañante.
—Y tú usa esto, alzará a tu alrededor un escudo que te protegerá de Iluminado Universal. Lo último que queremos es tener un enfrentamiento con mi maestro antes de que me conozca.
—Buena suerte —dijeron al unísono, y se asintieron la una a la otra.
—Atnehoc sotneicsod lim ed nirut aicah opmeit le redecorter arap —conjuró la Madame original con el delicado movimiento de sus manos, rasgando el espacio—, zev arto nertneucne es orutuf y etneserp, odasap.
El inicio de la luz se transformó en una furiosa tempestad viajando en círculos, que se transformó después en un portal donde un reloj emergió entre la bruma; terminó moviendo sus manecillas sin control hasta que quedó con vista directa al monasterio.
Cuando Victoria lo cruzó, llegó un jardín frondoso y tranquilo, donde a la luz del día un grupo de monjes meditaba. Siguió caminando y, mientras cruzaba el umbral de un marco oriental, un brilló escarlata la recorrió a gran velocidad, para cuando terminó de pasar por él, Madame vestía como todos los monjes del lugar: con un blusón verde y ancho atravesado por un cinturón más oscuro, sus pantalones eran atados en la parte más baja por cintas negras.
—Saludos, forastera —recibió un hombre tras ella que juró no haber visto antes. A diferencia de los demás, él solo vestía una túnica verde oscuro y su cabeza estaba totalmente rapada.
—Oh, saludos, maestro —correspondió con sorpresa en una pequeña reverencia.
—¿Qué la trae a Him Cheng Wu? No he visto su cara antes.
—Yo... estoy buscando a alguien. Es mi hermano, se llama Dante. Llegamos juntos.
—El pequeño Dante. —Asintió—. Te llevaré con él.
Los pasos de una monja retumbaron en su marcha por lo largo y tenue del pasillo, mantenía sus manos unidas en oración, cuando al pasar cerca de otro pasillo oscuro, fue envuelta por un látigo de energía escarlata en el cuerpo y en la boca por una cinta. El corazón de la hermana se aceleró al sentir cómo era expulsada a la oscuridad por una temible fuerza totalmente invisible. Chocó con una de las paredes, temblaba como nunca, y mayores fueron las pulsaciones de su corazón cuando un par de ojos escarlata centellearon entre las tinieblas del pasillo.
—El niño tailandés, ¿dónde está?
La cinta mágica en la boca de la monja desapareció, no veía nada más que aquellos amenazantes ojos escarlata, pero sin duda podía sentir cómo la friccionaba contra la pared.
—In nómine Patris —musitó temblorosa—, et Fílli et Spíritus Sancti.
La figura en las sombras suspiró. Luego llevó dos de sus dedos a una cien de la religiosa y, con un brillo en ella, la mujer cayó al piso. Del siniestro pasillo salió Victoria Pembroke vestida como monja, en dirección contraria a la que originalmente iba la mujer. Llegó hasta una de las tantas habitaciones en el orfanato, en el interior encontró a un escuálido niño de no más de doce años con facciones tailandesas, vestido con la ropa de la caridad.
—Somchai.
—Hermana... —Se levantó de la cama con un ligero sobresalto—. Sé lo que me dijo, pero sencillamente no puedo rezar lo que me pide, y tampoco quiero ponerme esto —Mostró la camándula—, yo...
—No perteneces aquí.
—Espera... tú no eras la hermana Francesca.
—Y tú deberías estar en el monasterio en vez de este deprimente lugar. Ven conmigo, niño, te regresaré a tu hogar.
El joven Somchai asintió con ilusión y siguió tras ella.
—Hermana. —Otras tres monjas los detuvieron.
—Oh, oh... —susurró el pequeño.
—Qué hace el recién llegado fuera de su cuarto, los niños deberían estar durmiendo a esta hora.
—Es que... —Victoria se inclinó un poco hacia el oído de la mujer—, creo que hay un espíritu demoniaco en la habitación de Somchai.
Las mujeres se sobresaltaron y corrieron de inmediato a la habitación.
—Andando. —Victoria tomó a Somchai por el brazo y aceleraron el paso.
—¿Dante?
El niño se giró hacia la voz. Madame cerró con seguro al entrar.
—¿Quién... quién eres? Tú no te ves como los demás.
—Es porque no lo soy. Estoy aquí para llevarte de regreso a Turín.
—No. —Se alejó con temor.
—¿No? Cómo que no.
—No quiero volver a ese lugar tan horrible. En el orfanato no soy feliz, en cambio aquí lo tengo todo... comida, ropa limpia y fresca... un patio, una cama cómoda, y no tengo que rezar cada vez que las monjas quieren.
—Pero, Dante, no perteneces aquí. Este no es tu hogar.
—El otro tampoco lo es. —Miró a su alrededor y tomó un palo que colgaba de la pared—. No permitiré que me lleves.
Madame soltó un suspiro.
—Love, no quería hacerlo de esta manera —dijo mientras se acercaba, el niño mantenía su postura firme con el palo—, pero algún día entenderás que así era como tenía que ser.
Victoria destiló un gas rosa de su cuerpo. Cuando el joven Dante Messina olfateó el perfume, cayó en la inconsciencia justo en brazos de Madame.
—Ahora a sacarte de aquí.
Madame y Somchai llegaron al bosque donde se mantenía oculto el Templo Universal, por un momento el joven esbozó una sonrisa esperanzadora. Ver aquel castillo era lo más cerca que estaba de regresar a su hogar en el monasterio, solo que la majestuosidad de la fortaleza que tenía en frente no era nada comparada con Him Cheng Wu.
—Cómo se supone que volveremos a Him Cheng Wu —preguntó el ansioso tailandés.
—Well, no solo es un Templo, también es una máquina del tiempo. Ahora regresemos antes de que...
Un feroz rugido los congeló. Somchai tembló ante el monstruo de cuatro brazos que acababa de colocarse en frente como obstáculo al Templo. Las cadenas aún colgaban de las extremidades de Xinok, pero estaban totalmente destruidas.
—Qué-qué es eso.
—Somchai, atrás de mí. —Dos bolas de magia aparecieron en sus manos.
—Xinok matará a los intrusos.
El cuerpo dormido de Dante flotó al paso silencioso y apenas perceptible de Victoria. Miró a este y oeste, no había monjes en la costa, solo así continuó su camino hacia el punto donde había abierto el portal.
—¿Va a alguna parte, forastera?
El maestro la sorprendió. Victoria maldijo por lo bajo mientras se daba la vuelta, para encontrarse con que los monjes comenzaban a rodearla.
—¿Cree que no me daría cuenta de que es usted una bruja? —El maestro se mantenía firme, con sus manos apoyadas en su bastón.
—Por el amor de... —Rodó los ojos—, no soy bruja. Soy hechicera, y hay una gran diferencia entre eso.
—Parece que intenta robarse a uno de nuestros estudiantes con su magia, y eso, es más que suficiente para comprobarlo, bajo ninguna circunstancia lo vamos a permitir.
—No tienen que hacer esto.
—Oh, sí, sí tenemos. En Him Cheng Wu damos la vida por nuestros hermanos. Y adivine qué, forastera, en Him Cheng Wu solo los hombres están permitidos.
Los monjes saltaron sobre Victoria en un movimiento coordinado, pero ella conjuró a tiempo un sello escarlata. Extendió sus brazos con rapidez, liberando una impetuosa onda mágica que detuvo todo a su alrededor: naturaleza y todo ser vivo en ella permanecieron suspendidos. Madame se valió del poder de la Dimensión Sero para volver a originar el portal que la llevaría de regreso al Templo. Estuvo a punto de cruzarlo, pero entonces una idea vino a su mente, lo demostró con una sonrisa maliciosa.
Victoria tomó el pie de uno de los monjes y lo movió hacia el abdomen de uno de sus compañeros. De otro tomó un puño y lo cambió de lugar al rostro de otro. Unió dos cabezas, puños contra puños y cuerpos contra cuerpos. Finalmente se acercó al maestro e hizo que el bastón fuera en dirección a su cabeza. Primero lanzó a Dante por el portal y antes de pasar ella, se giró de regreso con una sonrisa esbozada hacia la inevitable golpiza.
—Eso por haberme llamado bruja. —Chasqueó los dedos al cruzar.
La Dimensión Sero abandonó su presencia de aquella realidad, y entonces, el inminente choque entre los monjes ocurrió.
El portal volvió a cerrarse en cuanto Madame regresó al Templo Universal. Mantuvo a Dante en el éxtasis mágico, pero algo mucho más preocupante atrapó su completa atención: los grilletes y cadenas estaban reventados.
—No puede ser...
Afuera del Templo, todos los ataques de Madame habían sido repelidos por el gigante antimagia, ahora se concentraba en contener el cada vez más agrietado escudo.
—Sor hechicera —susurró temeroso Somchai—... cre-creo que su bola mágica está a punto de romperse.
Con un feroz rugido, Xinok descendió su descomunal mazo contra ellos, mas cuando estuvo a centímetros que golpearlo, algo lo detuvo. Desde la otra punta, Madame sostenía con todas sus fuerzas un látigo escarlata.
—Descuide, darling, la autoayuda ha llegado.
—Y eso es todo lo que necesitaba —contestó la monja mientras más látigos de la original apresaban a Xinok.
La doble dispersó el escudo, provocando una onda lo suficientemente fuerte para lograr que Xinok retrocediera unos centímetros. Luego se teletransportó junto a Somchai al otro lado.
—Ve, refúgiate adentro, y por favor no toques nada —le ordenó. Él asintió, aún confuso, y corrió al interior.
—¿Qué dice, darling, mano a mano? —preguntó la original.
—No podría estar más orgullosa de hacer tal team-up, darling.
—¿Tienes alguna idea?
—Nuestra magia no puede causarle daño, pero eso no quita que no podamos herirlo directamente.
—Pero qué idea más brillante, milady. —Sonrió con picardía.
—I know it, lo aprendí de la mejor. —Le guiñó.
—¡A por él! —gritaron al unísono, lanzándose contra Xinok.
Justo a tiempo cuando él terminaba de estallar los látigos, un árbol lo golpeó brutalmente en la cabeza, aventándolo de espalda contra el prado.
—Maravillosa jugada —dijo la Victoria vestida de shaolin.
—Thanks, ese truco lo aprendí de la lobizona —contestó la Victoria vestida de monja.
—Y yo aprendí esto de las Slytherin —dijo con sus manos resplandeciendo en escarlata hacia el cielo.
Las nubes chocaron en el manto de la noche y un furioso relámpago descendió a toda velocidad, terminando por enterrar en la tierra al aturdido guardián de las mazmorras.
—Ahora regresemos a Xinok a su puesto y terminemos de una vez con estos anacronismos.
El Templo Universal regresó al Limbo Temporal una vez el último anacronismo fue resuelto. Victoria volvía a la biblioteca con la esperanza de haber cumplido la misión exitosamente, solo deseaba eso en su corazón. Estaba ansiosa por rectificar la línea temporal, pero al ver a James Jerom de nuevo en pie, sano y salvo, entonces no fue necesario, una gran sonrisa brotó en su rostro. Solo corrió hacia él y lo envolvió con un abrazo.
—¡Sir James! Me alegra que esté de regreso.
—¡Victoria! —correspondió con sorpresa—. ¿A dónde se supone que me fui? —preguntó con duda—. Lo último que recuerdo es haberme desmayado, pero desperté aquí mismo.
—Necesito saber, ¿quién fue su maestro?
—¿Mi maestro? —preguntó con confusión—. ¿Por qué lo preguntas de repente como si no lo supieras? Sabes muy bien que quien me entrenó fue el viejo cascarrabias de Monje Universal.
Madame retrocedió mientras negaba.
—No... no puede ser. ¡No! Se supone que los anacronismos se corregirían al regresar a Somchai y a Dante a sus épocas.
—¿Anacronismos? ¿De qué estás hablando? ¿Qué es todo esto?
—¿Qué pudo haber salido mal para que Somchai Tha siguiera siendo Doctor Universal? Habrá sido la monj...
—¿Bromeas? —Rio Mago, ganándose la atención de Madame—. ¿Somchai siendo Doctor Universal? —Volvió a reír—. Sí, cómo no. Con lo gruñón que fue no me lo imagino atendiendo a los enfermos de la Peste Negra como lo hizo Dante.
—Espera. Entonces Somchai, el viejo cascarrabias, fue tu maestro... ¿pero ahora se llama Monje Universal en lugar de Doctor Universal?
—¿Por qué sigues hablando como si me estuviera perdiendo de algo importante? Por supuesto que Somchai es Monje Universal. ¿Quién más iba a ser? Después de todo vivió casi toda su vida en Him Cheng Wu.
—O.K., supongo que podemos vivir con ese cambio.
—Como sea, tú y yo tenemos que hablar, pero antes, tenemos problemas urgentes que requieren nuestra atención. —Mago tendió las manos y el Ojo Universal cubrió la biblioteca con imágenes en tiempo real de muertos vivientes levantándose de la podredumbre de las fosas en las que habían sido arrojados—. Esto es Messina, Italia de mil trescientos cincuenta. Los muertos que ha dejado la Peste Negra están regresando a la vida. Supongo que eso es algo que la Corte Morpheus no planeó venir cuando provocaron el brote en uno de sus intentos por diezmar a la humanidad.
—Pestilencia —reconoció Madame—. Es obra suya.
—Así es, y si no lo detenemos pronto... será catastrófico en todos los sentidos.
—Entonces no se diga más, honey, vámonos de cacería de zombis.
¡Finalmente misterio resuelto!
Cuando Reverendo Universal le dijo a Mago en Salem de 1693 que su maestro había sido Doctor Universal, les dije que todo tenía una explicación. Desde ese entonces, habían ocurrido ya los anacronismos. Por eso durante los últimos capítulos Mago estuvo diciendo que su viejo cascarrabias había sido Monje Universal y por eso las jaquecas luego de que Doctor Universal allanara el Templo.
Como sea, Somchai Tha y Dante Messina han vuelto a sus lugares, salvo con el ligero cambio de nombre de hechiceros entre ellos. Espero no haberlos confundido demasiado, jajaja. Quería armar este caos desde el comienzo, porque viaje en el tiempo sin consecuencias, al fin y al cabo, no es viaje en el tiempo.
¡Nos leemos!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top