XXVII. Bordeando el Arcoíris
Llegué hasta el extremo opuesto del pasadizo y empujé la otra puerta. Ésta se abrió sin complicaciones tal como esperaba, pero para mi sorpresa detrás de un pesado cortinaje que al salir descubrí con admiración era de decorado barroco.
Fue mi primera vez entrando al dormitorio de Michael y me impresionó lo fino de la decoración, así como la organización y pulcritud que reinaba en el ambiente. Olía aparte a encantador incienso de pino y a él. Era embriagador.
Por un momento pensé que no estaba o no me había notado, pues era tan grande el lugar, poseyendo el doble de espacio que las demás recámaras. Más no tardé mucho en notar con un sobresalto, que desde uno de los sillones me miraba como aterrado.
-¿Selina que estás haciendo aquí?- me increpó enseguida impresionado y a manera de reproche –No deberías...- Sin embargo, no le dejé continuar. Necesitaba que también me escuchara.
-Si estoy aquí es porque me preocupas- dije de lleno, dando unos cuantos pasos hacia él -No contestabas a mis llamadas, no abrías la puerta, creí que te había pasado algo- así mismo le reclamé para que tuviera en cuenta su insensibilidad. Sabía que me estaba comportando como una maleducada con lo de la interrupción pero si iba a ser su mujer era mejor que desde ya en todos los campos nos fuésemos entendiendo.
-¿No lo comprendes?, ¿es que acaso no ves la magnitud de la tormenta que se avecina?... No deberías encima exponerte- respondió levantándose visiblemente cansado y agobiado por toda la cuestión
-No me interesa en lo más mínimo lo que digan los demás- aclaré –Solo me importas tú-
Michael movió la cabeza entonces acercándoseme, con una expresión de sufrimiento que indicaba lucha interna entre lo que debía hacer y sus sentimientos.
-Entiéndeme, no puedo permitir que ocurra una vez más lo de la persecución en mi contra. No soportaría otro lío legal-
Terminé de acortar por lo tanto la poca distancia que ya nos separaba, buscando consolarlo y a la vez queriendo que terminara de confiar en mí, puesto que siempre estaría a su lado, ayudándolo. Le acaricié de tal forma el rostro con dulzura y también le acomodé el cabello mientras él seguía desahogándose.
-Me costó tanto salir de esas acusaciones malintencionadas, tanto poder volver a retomar mi carrera...-
-Sé cuánto daño te han hecho y el que hayas podido superarlo solo te vuelve más grande. Más admirable e increíble- le hice ver
-Selina- él objetando mi comportamiento retuvo en esos momentos mis manos para que me detuviese –No debemos tentar al destino ahora que aún estamos a tiempo. Debo protegerte, ¿recuerdas que te lo dije? Ya hablé con mi abogado. Me informó que al ser recientes las fotos y además habiendo violentado los causantes la propiedad de mi hermana, a donde tenían estrictamente prohibido entrar; puedo desestimarlas frente a los periodistas que me entrevisten, diciendo efectivamente que son montajes llevados a cabo por morbo debido a los rumores de nuestro romance, a exigir disculpas públicas y hasta una indemnización por lucrarse a través de nuestros nombres- me explicó, más yo, aunque encontraba que era una buena salida a todo el rollo, mil veces prefería afrontar de una vez las cosas.
-¿Entonces vas a negarlo?... ¿Algo que fue tan puro y real?- defendiendo nuestro primer beso, también le increpé con una creciente angustia, intuyendo por donde iba eso. De tal manera que allí fue él quien tuvo que acariciarme las mejillas para tratar de tranquilizarme.
-Sí supieras cuánto esto me duele pequeña, si pudieras entrar tan solo un momento en mi alma te darías cuenta de que me afecta inclusive más que a ti. Te convertiste en una luz despejando mi oscuridad, a la que debo ahora renunciar. Me devolviste la fe y la esperanza de que el futuro podría ser hermoso. Sel, conocerte para mí ha sido volver a contemplar la felicidad de cerca, volver a sentir el Amor. Un milagro que se me concedió cuando ya lo consideraba imposible. No tienes idea de cuánto he llegado a quererte pero por lo mismo debo ahora concluir con esto siendo aquí la persona mayor. Lo hago por el bien de ambos- expresó mientras yo negaba con la cabeza al ser herida por cada una de sus palabras como por un arma cortopunzante, y pude ver que estaba decidido, razón por la que no me quedó más que suplicarle.
-Por favor, no me apartes de ti...- fue un ruego de corazón, de un alma que no quería ser abandonada por la única que sentía más cercana... Por su único verdadero amor -Quiero estar contigo, déjame estar contigo-
Sabiendo que iba ser muy difícil que cambiara de resolución, me abracé fuertemente a su pecho, teniendo que cerrar los ojos para controlar mis ganas de llorar. Siendo esto último algo en lo que no tuve mucho éxito. Me sentí entonces por unos instantes un poco avergonzada de mí misma, tal como una más de sus histéricas fans a las que tenían que sacar los guardias a rastras del escenario en sus conciertos, más no le di importancia porque mi única misión era no perderlo.
Michael como respuesta, suspiró delatando su aflicción y luego me abrazó más fuerte, muy fuerte, como si se le fuera la vida en ello. Gesto que me habló por sí mismo del montón de soledad que había soportado durante toda su vida y de sus ansias de amar. Algo que se le notaba en sus presentaciones al momento de interactuar con sus admiradoras enamoradas. Fue tan claro que levanté la vista y al toparme con sus ojos también llorosos, mi corazón prácticamente se derritió. Tanto que no pude contenerme de pararme de puntillas para robarle un beso.
Él lo recibió al principio un poco tenso pero no tardó en dejarse llevar, inclinando al final hacia atrás mi cabeza, posicionando mis pies de nuevo en el suelo, y agachando a la vez su cara sobre la mía; sucumbiendo al impulso que sus entrañas le gritaban que siguiera (tal como en mi caso), de solazar de forma apasionada nuestras bocas.
Fue delicioso, como abrir una puerta de nuevo al cielo. Un beso lleno de pasión contenida, prohibida, y a esas alturas yo quería ceder también a mis deseos. Mi cuerpo lo gritaba, quería más de él, de sus caricias y besos, quería sentir su cuerpo encima del mío y descubrir cómo se sentía tener su piel rozando la mía. Si de algo estaba ya segura, era de que pasara lo que pasara con tanta gente que teníamos en contra, lo que fuera que me deparara el destino, quería que mi primera vez fuese con él. A quien desde ya consideraba el hombre de mi vida.
-Mereces ser feliz. Anímate a vivir Mike, no te reprimas más- le alenté susurrándole al oído, aunque sabía que en su papel de caballero, con sus valores, jamás me haría daño; prefiriendo mantenerse alejado de cualquier tentación a tiempo, a riesgo de sacrificarse a sí mismo de ser necesario, con tal de hacer lo correcto. Muy religioso, tímido en el ámbito social y respetuoso siempre.
Liberándome de sus brazos así, ni bien terminamos de besarnos, se alejó y de repente sentí frío, pero no del ambiente que nos rodeaba sino del vacío que me dejaba. Le vi de tal modo caminar cabizbajo hacia la cama para tomar asiento en ella, preocupado... Con lo que fui hacia él y sentándome despacio en sus piernas, como buscando refugio, le pasé los brazos al cuello y lo abracé.
No me correspondió a la primera como era de esperarse pero tampoco me apartó. Al cabo de varios segundos sentí su mano acariciando mi cabellera y cuando sus lágrimas cayeron sobre mi cuello supe lo mucho que estaba batallando para no darse por vencido. En ese momento lo amé más.
-No sabes cuánto intenté alejarme, cuánto traté de huir de esto que ahora siento tan solo para no terminar lastimándote ni lastimándome... hasta terminé yéndome a otro continente buscando sosiego... pero eres tan bella- y al decirlo me separó un poco pero tan solo para tomar mi cara con urgencia entre sus manos -¿Qué me has hecho Selina?, ¿acaso, me has hechizado?-
Yo por todo, tomé una de sus manos entre las mías y se la besé; luego nuestros ojos lentamente se encontraron, dirigiéndonos las miradas sin tardar de forma mutua hacia nuestras bocas, batallando entre lo que debíamos hacer y la tentación por proseguir.
-Estoy lista- susurré y él entendió de inmediato para qué. Estando tan cerca, percibí por un instante el fuego encendiéndosele en las venas a través de su mirar, avivado por la sorpresa; más pronto agachó la cabeza recordando sus contradicciones, temores y dudas.
-Por favor...- supliqué entonces juntando mi frente a la suya, y Mike en respuesta solo cerró los ojos, soportando
-No debemos...- musitó
-Por favor- insistí
-Debemos detener esto ahora-
-Te amo Mike y sin importar lo que pase después, hoy quiero ser solo tuya-
Él con ternura restregó así nuestras frentes, agradecido en el fondo por la confianza.
-No puedo resistirme a ti Selina, simplemente no puedo- me confesó, y ambos de tal manera, no tardamos en volver a atacar nuestras bocas en un dulce arrebato, en un beso que pronto se volvió desesperado
–Haré lo que me pidas mi princesa- me indicó y cual si fuese ligera como una pluma entre sus brazos, me giró rápidamente colocándome sobre la cama, donde me perdí al instante entre besos y caricias enfebrecidas.
Mis acciones dieron resultados esa tarde, en que por su parte, sus deseos fueron más fuertes que su propia razón, según me contó después... Su cuerpo reaccionó buscando el mío y reclamándolo, dando rienda suelta a nuestro tan controvertido amor.
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-Hace tiempo que no dormía tan bien- me dijo Mike abrazándome horas después de habernos amado, dormido y vuelto a despertar -Me has hecho olvidar por un momento Sel toda la desgracia y tristeza a mi alrededor-
Le di un largo beso en respuesta, sintiéndome de lo más feliz, no solo de que me hubiese activado como mujer dejándome desde el principio satisfecha; sino también de haberle ayudado, de haber contribuido a que se sintiera un poco mejor, con lo que acurrucándome junto a él, reconociéndome ahora adicta a su calor, le agradecí.
Sin embargo, me rebatió
-Aquí soy yo el que debe agradecerte, princesa. Aparte que debo admitir que desde que te conozco, no me había sentido tan tranquilo como hasta ahora que te tengo protegida entre mis brazos... Esto además, me ha permitido pensar con claridad y creo ya tener la salida definitiva a nuestro problema...- añadió, despertando en mí de inmediato el interés de conocer a qué se refería
-Cásate conmigo-
Me soltó sin más, de manera tan repentina que me quedé por unos segundos boquiabierta, sin saber qué decir al respecto.
-...¡Sí!... ¡Por supuesto que siiií!- expresé al final de forma torpe luego de reponerme y casi a voz en grito por no poder controlar la emoción, pues ante mí estaba la fiel prueba de que los sueños (a veces hasta los más remotos) sí llegan a volverse realidad.
La tarde se nos había ido perdidos el uno en el otro y para entonces yo ya estaba más que segura de que no quería dormir con nadie más en la vida, de que quería que lo nuestro durara para siempre y justo con su petición mi anhelo se hacía posible.
-Voy a protegerte siempre, aún con mi vida de ser necesario- me prometió consecuente y por mi parte, le abracé con euforia, juntando mi pecho desnudo contra el suyo, deleitándome una vez más de sentir en pleno contacto nuestra piel.
Comenzamos enseguida a besarnos como locos y estábamos a punto de empezar una sesión de amor más, cuando alcancé a ver encenderse mi teléfono sobre su mesita de noche. El cual hacía horas había puesto en modo silencio y había olvidado. Alguien me estaba llamando.
Tuve que escaparme de tal forma con todo mi pesar de entre sus brazos para ver quién era, más cuando tomé el cellphone ya habían cerrado...
Con terror allí descubrí que tenía como cien llamadas perdidas; siendo unas veinte de Taylor, otras treinta de mi agente y las cincuenta restantes de mis padres (casi la mitad por cada uno). Papá y mamá igual de preocupados por mí así no viviesen juntos... todo porque a esas alturas era obvio que ya debía conocerse el boom de nuestra buena nueva con Michael.
En nuestra explosión de amor, me había olvidado de todo; de mis padres, de avisarle a Taylor sobre como seguían las cosas (tal como le prometiera), de lo que mis representantes artísticos podrían pensar sobre mis decisiones... y mi irresponsabilidad al final trajo consecuencias puesto que Michael a eso de las 7 pm recibió así mismo una llamada y por el tono de la voz que alcancé a escuchar en la línea, se notaba que se trataba de alguien exigente que le estaba reclamando algo.
Él, poniéndose la bata, se levantó de la cama con premura por ende, para contestar en privado, más oí con claridad en tanto caminaba hacia el lugar más apartado de la enorme habitación, que pronunciaba el nombre de su manager tratando de calmarlo.
Sentándome sobre la cama, cubierta por la sábana, me puse alerta enseguida. Sintiéndome preparada por el mismo amor que me colmaba el alma para cualquier cosa, como el tener que enfrentarme a la prensa o declarar delante de la policía si era necesario, con tal de defenderlo. A Él, mi Mike, quien ahora era mi novio y mi prometido.
Michael al final ante mi insistencia al observarlo en busca de una respuesta, me regaló una mirada de preocupación. Algo que me confirmó no solamente que el problema tenía que ver conmigo, sino que también se trataba de algo muy serio.
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Continuará...
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