XIV. Confidencias (Parte III)
Hubo otro hecho que le conté también a Taylor. Un encuentro adicional que tuve con Michael por esos días, con exactitud una semana antes de su fiesta de cumpleaños.
Para entonces, y después de lo ocurrido al final de la tarde en el estudio musical, yo misma había tomado con determinación la decisión de alejarme de él, anteponiendo mi dignidad a la de cualquier sentimiento. Al ver cuán importante le era el qué dirán antes que cualquier cosa, antes de permitirse volver a sentir e inclusive ser feliz.
Aquello me hirió bastante y por eso estuve la siguiente semana distanciada, hasta que aquella noche amanecer domingo, luego de insistirme con varias llamadas y mensajes de voz sin que yo contestara como antes (situación que excusé luego debido a un problema en mi smartphone), me resolví a prestarle atención a las cansadas y le respondí por medio de chat.
Encontré para mi tortura que estaba muy animado e incluso me invitó a pasear al día siguiente con los niños, pero justamente por ser ya Diciembre yo me había comprometido a realizar obra social como parte de las celebraciones navideñas en un albergue infantil y debido a ello (aparte de mi razón principal) me disculpé compartiéndole los planes que tenía. Él demostró sin embargo interés en el asunto y quiso saber enseguida el nombre del sitio. Yo consideré que no perdía ni ganaba nada al decírselo y que en último de los casos tal vez contribuiría con alguna donación, así que se lo di. Luego de tener el dato no volvió a mencionar nada al respecto y aparte pareció aceptar mi negativa tan solo sonando un poquito apenado... al igual que lo estaba yo también en el fondo y mucho, teniendo claro que lo mejor era apartarme de a poco de su vida...
Más no contaba con lo que sucedería la tarde siguiente.
Una vez en el albergue, mientras me encontraba organizando en platitos plásticos las porciones de comida que íbamos a servirle a los niños, escuché de pronto que se armaba un gran alboroto en la entrada, que no tardó en convertirse en ovaciones y gritos de emoción. Con una corazonada, con todo y mi mandil de cocina puesto, me acerqué entonces a la puerta y dudé de creer por un instante lo que veían mis ojos.
Allí, a diferencia de lo que creyera, estaba Michael en persona junto a algunos de sus guardaespaldas ingresando en el lugar cargados de regalos para todos. Fue un momento para recordar. Ver las caritas felices de los niños, fue algo incomparable.
Mike, como si personificase el espíritu joven de Santa Claus o algo por el estilo llenó de suma alegría en un instante todo allí con su sorpresa y su presencia.
Los niños que de por sí ya estaban contentos por mi visita y por los juegos y demás actividades que estábamos realizando, no vacilaron en correr a abrazarlo sin que nadie les pudiera contener, habiéndose ganado también su admiración. La admiración de toda una nueva generación una vez más.
Asombrada, no pude más que contemplarlo en silencio, admirándolo una vez más y cargándole mil puntos adicionales a favor. Verle con mis propios ojos envuelto en una labor filantrópica, con conocimiento de cuánto le gustaba ayudar y encima recibiendo el debido cariño que se merecía, estando ya libre además del peso de falsa culpabilidad que antes llevaba sobre sus hombros, me hizo inevitablemente emocionar hasta las lágrimas. Y él pudo notarlo en un lapso en que me miró, por ende me sonrió.
Existía en ambos el mismo deseo y sentido del deber de dar una mano a quienes lo necesitaban. Me di cuenta así de cuán fuerte podía volverse ese lazo que nos unía en común como otra gran similitud si en adelante lográbamos ponernos con mayor frecuencia de acuerdo para colaborar en nuestras diferentes fundaciones apadrinadas.
Yo había escuchado hablar de sus obras sociales desde siempre pero no tenía idea de lo comprometido que estaba en ello hasta qué punto, hasta ese día. Por mi parte, mi amor por tratar de contribuir también a hacer un poquito mejor el mundo me había llevado a que me nombraran Embajadora de la Unicef desde mis 16 años. Un título que mantenía con mucho orgullo. Era bonito reparar así en cuánto nos parecíamos.
La alegría que Mike demostraba al estar rodeado de personas sencillas (muchos de ellos de escasos recursos o con problemas de salud) y sin cámaras de prensa de por medio, tal como sucedía cuando se encontraba con sus hijos y aun siendo un personaje tan grande e increíble, era simplemente encantadora. Como si dejara a un lado por unos momentos a la magnánima superestrella que había construido para volverse solo un amigo más del montón, otro niño y un voluntario que quisiera servir. Todos allí impresionados reparaban en ello, en tanto desde mi punto de vista personal era un ser humano normal que bien podía convertirse en superhéroe a su antojo. Algo que me llevó a fantasear en algún rato en cómo hubiese sido de conocernos en otro tiempo, quizá Él más joven o yo en mi lugar más mayor para alcanzarle, y quizá siendo ambos solo personas comunes y corrientes. Me hizo preguntarme, si quizás también así hubiésemos llegado a entablar una amistad... y después a entendernos. Me convencí que sí.
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Fue una tarde muy hermosa y por demás especial, ya que Mike quiso permanecer en el albergue conmigo todo el rato, aún sin importarle que muchos con sus celulares grabaran. Entre risas y miradas cómplices supimos animar la fiesta y solo nos retiramos cuando su equipo de seguridad en combinación con el mío, dieron el aviso de que los alrededores del inmueble se estaban llenando de fans ansiosos por vernos al igual que de múltiples reporteros deseosos de conseguir una primicia; habiéndose no tardado en filtrar la noticia de nuestra presencia allí por algún chismoso. Tuvimos que usar una salida de emergencia de tal manera, logrando huir con éxito.
Lamenté después para mí misma mientras viajaba a su lado y lo veía de reojo concentrado respondiendo a algunos mensajes de sus contactos, lo difícil que me iba a resultar sacármelo desde esa noche de la cabeza luego de presenciar su altruismo y compartir su felicidad por ello; de verlo interactuar con naturalidad rodeado de sus pequeños y grandes admiradores; de observarle jugar básquet un ratito con ellos; de contemplarle sonreír desde el fondo del alma. Su dicha al hacer algo que le llenaba me contagió y no paramos por lo tanto de conversar luego y de reír en su automóvil recordando los momentos más memorables del día durante el trayecto hacia mi casa, puesto que tuvo la gentileza de pasar dejándome allí una vez que en el trajín de lo ocurrido al final de la visita benéfica y sobre todo para despistar, con su equipo de seguridad y el pequeño mío en comparación tomáramos la resolución de que sería yo también escoltada por el suyo, para mayor protección.
Cuando llegamos a mi casa, mi auto con mi chofer ya se encontraban allí, habiendo llegado antes que nosotros que demoramos un poco al tomar otras calles que las habituales en pro de desorientar cualquier persecución de paparazzis.
-Me encantó compartir esta tarde con usted señorita- me dijo con formalidad a modo de broma entonces Mike cuando ya me tocaba bajarme –Espero podamos repetir más actividades como esta en el futuro-
-Por supuesto, me encantaría- respondí con sinceridad, aprovechando a la vez para reconocerle por toda su generosa gestión –Mil gracias por todo lo que hiciste hoy Mike, por ayudarme a llevar un poquito de esperanza de que vendrán días mejores a esos nenes. Eres de lo más increíble- le elogié y cuando sus guardaespaldas caballerosamente procedieron a abrirme la puerta, vacilé un instante en darle un beso en la mejilla de despedida por primera vez, pero al final lo hice y él me respondió.
Sin embargo, no fue el típico beso de hasta luego, hubo algo más.
Fue sin querer (o al menos de mi parte) pero en la premura por hacerlo las comisuras de nuestros labios se rozaron, quedando impresionados ambos así y muy cerca el uno del otro.
-Estamos en contacto- concluí un poco trémula mientras le veía observarme con interés, más una vez salí del vehículo, con el corazón en la mano latiéndome a mil por hora, me las arreglé para caminar derecha, regia e imponente y continué de tal forma sin volverme a mirar atrás.
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Continuará...
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