XIII. Confidencias (Parte II)
–Y entonces ¿qué pasó?- atónita con todo lo que le relataba, Taylor se mostró cada vez más interesada en el asunto.
-Nos besamos- encogiéndome de hombros, respondí
-¡¡¡Qué!!!- ella impactada, abriendo la boca en una cómica expresión teatral, exclamó
-Claro que no jajaja- me reí de buena gana al ver su reacción a mi pequeña mentira -Michael es un caballero... hasta demasiado- especifiqué
-¡Ay, chica loca, vas a hacer que me infarte!- mi rubia amiga me reclamó enseguida, más entusiasmada por ahí mismo me apresuró -Bueno y ¿de allí?. ¡¿Qué más pasó de verdad?, me tienes en suspenso! Cuenta, cuenta-
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Decidí compartirle a Michael algo más de mi vida en cuanto estuvimos frente a frente.
-De pequeña estudié ballet pero como verás, a estas alturas ya no es mi fuerte... y la verdad, creo que siempre fui un poco desastrosa en esto- confesé con algo de timidez acompañada de una mueca infantil, burlándome de mis propias falencias. Más Michael no me juzgó y al contrario, con amabilidad me alentó.
-Pues opino que lo haces bien. Lo único que necesitas es pulir tu habilidad-
-¿Lo dices en serio? ¿Consideras que no soy tan mala?- tuve que corroborar entonces, sintiéndome encantada de recibir aquel halago pero más que nada porque venía de él. El retomar la esperanza de no haber perdido mis destrezas dancísticas en esos momentos no me pareció tan importante como quedar bien ante sus ojos.
-La práctica hace al maestro- como buen profesor también me recordó –No obstante, si no te sientes cómoda como artista al bailar algo es porque no vibra contigo del todo ese género musical, ya que cuando lo hace el movimiento fluye de tu cuerpo con naturalidad, como una invisible corriente brotando de tu alma- me explicó y le atendí fascinada. Y para acompañar con demostración lo que decía, comenzó a realizar unos cuantos pasos de tap a mi lado como si le resultase la cosa más sencilla del mundo solo que ejecutándolo de forma espectacular, con la gracia y agilidad de un bailarín consagrado, mientras llevándose las manos a los bolsillos se encargaba de silbar una melodía que alguna vez escuchara en una película vieja que solía ver de niña, de esas de Fred Astaire. "Daddy Long legs". Aquello me produjo nostalgia.
-Pero hagas lo que hagas, nunca dudes de tu talento- agregó como recomendación. Cosa que en ese instante, mientras lo contemplaba con admiración, me propuse siempre tener en cuenta.
Michael de tal manera, para muestra de que aun a pesar de todo y de tanta gente que había querido hacerle daño, se había levantado de las cenizas como el Ave Fénix y continuaba siendo él mismo con su total autoconfianza, prosiguió con el tema de su repertorio que yo antes había elegido, en tanto procuraba enseñarme los pasos de la coreografía correctamente
"Just beat it, beat it
no one wants to be defeated
Showing how funky and strong is your fight
It doesn't matter who's wrong or right
Just beat it
Just beat it
Just beat it
Just beat it, uh"
Le seguí los pasos y de repente la más entretenida allí era yo. Michael prosiguió entonces con parte de "Don't stop 'till you get enough", esta vez tendiéndome la mano, lo cual yo acepté enseguida sin miramientos dispuesta a demostrarle también mi profesionalismo. Nos movimos así como una verdadera pareja de baile.
"Lovely is the feeling now
Fever, temperatures rising now
Power (oh power) is the force, the vow
That makes it happen, it asks no questions why (ooh)
So get closer (closer now)
To my body now
Just love me
'Til you don't know how (ooh)
https://youtu.be/dMowPw8GxEQ
Keep on, with the force, don't
Don't stop 'til you get enough
Keep on, with the force, don't
Don't stop 'til you get enough
Keep on, with the force, don't
Don't stop 'til you get enough
Keep on, with the force, don't
Don't stop 'til you get enough".
Y cual si fuese un juego, terminamos improvisando y tomados uno del otro dando vueltas como a ritmo latino, tal como en su video de "Blood on the dance floor". Fue realmente gracioso y las carcajadas no faltaron. Pero en eso, concluyendo con nuestro momento especial, escuchamos pasos de gente acercándose al salón, con lo que en un acto totalmente inesperado Mike me tomó de nuevo de la mano pero esta vez para escapar, sacándome de allí corriendo por la salida de emergencia.
Me vi sorprendida en el acto pero reconozco que amé descubrir y disfrutar de su personalidad juguetona e impulsiva. Era emocionante conocer cada vez más sobre él.
En cuanto llegamos a un corredor secundario y estuvimos a salvo por lo visto de los inesperados visitantes, tal como si todo se tratase de una chiquillada, Mike se detuvo de repente. Razón por la que me tropecé de lleno con su cuerpo al ir detrás y chocar contra él. No obstante, supo atraparme con rapidez entre sus brazos, evitando que tocara el piso al caer... al igual que un épico paso final de baile.
-Y es así como acaba nuestra reunión por el día de hoy, princesa- dijo así con una sonrisa traviesa que me deslumbró pero no por eso me nubló del todo la mente para dejar de resultarme de lo más alocado e hilarante (y también increíble) que terminásemos por cuestiones de la vida en esa improvisada pose. -Lo siento...- añadió educadamente en tanto al levantarme, luciendo un poco agitado pero sin perder la alegría de su alma. Y al verle de nuevo sonreír pude notar también el brillo de emoción en sus ojos, pareciéndome entonces muy joven, inocente y totalmente adorable; aun cuando en edad bien podía ser mi padre.
-Te preguntarás el porqué de esta alocada carrera...- empezó a explicarme de tal modo, antes de que yo misma pudiera reponerme del todo (del escape y también del atolondramiento que me produjera su última acción junto con el hermoso apelativo con el que me llamara) y quisiera consultarle el motivo.
–Verás, reconozco el sonido de esos tacones y esas voces. Son mi publicista junto a su equipo colaborador. Deben estar buscándome para acordar las fechas de mi retorno a los ensayos...- continuó –Son buenas personas y en lo laboral confío en ellos; sin embargo, considero en vista de todos los rumores que se han levantado en torno a nosotros, que es mejor no exponernos para no empeorar las cosas. Tú me entiendes-.
No alcancé a esconder que esas palabras hicieron que algo se quebrara dentro de mí. Quizá mi burbuja de ensueños imposibles. Con todo, traté de disimularlo valiéndome de mi experiencia en la actuación y de los recuerdos de las clases para aprender a disfrazar y canalizar las emociones en dicho arte, a las que acudiera desde mi infancia. Allí sí sentí que nuestro rato de esparcimiento realmente terminaba... Aquel en que me había divertido tanto... Michael no quería que le viesen cerca de mí.
-Claro, es mejor prevenir que lamentar- comenté esbozando a duras penas una falsa sonrisa, a pesar de ya no poder sostenerle la mirada como antes.
-Desgraciadamente es como debe ser- él por su parte lo lamentó y sin que me lo esperara dio un par de pasos hacia mí para tomarme las mejillas con ternura, con lo que creo que de inmediato enrojecí, observándolo entonces sí impresionada.
-Pequeña, te juro que no me había sentido tan feliz desde mis ya lejanos tiempos de niño, cuando me pasaba jugando con mis hermanos en nuestros tiempos libres y todo te lo debo a ti- me agradeció de tal forma por los momentos compartidos y aunque no me agradó del todo que me comparara con una hermana, su dulce gesto para conmigo me hizo sentir un poco mejor.
–Es en serio, tienes algo mágico Selina- insistió para terminar de convencerme, y aquello junto a la delicada caricia que me dejó al retirar sus manos lentamente de mi rostro para colocarlas sobre mis hombros, me permitió recuperar la esperanza de que algún día cuando terminara de crecer quizá podría fijarse en mí.
Me permitió volver a soñar.
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Continuará...
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