VIII. Los efectos del hechizo
Con Michael, de alguna forma que no sé bien como ocurrió y todavía pareciéndome irreal, comenzamos a conversar más a menudo.
Le conté de tal forma con sinceridad lo mucho que lo admiraba profesionalmente al igual que mi agente, con quien a veces veíamos sus videos y quedábamos abstraídos con su increíble talento. A lo que él modesto y con un poco de timidez se dio a la tarea de explicarme que su éxito era en gran parte debido a la práctica, a la disciplina estricta que se imponía para conseguir dar lo mejor de sí en cada una de sus presentaciones, ofreciéndose también con amabilidad a enseñarme todo lo que sabía en la materia. Yo encontrando (con insistencia) que parecía estar soñando, sin detenerme siquiera a dudarlo, acepté, y con ello comencé a hacer espacios en mi agenda para acoplarme a sus horarios.
Tuve entonces tutorías gratuitas directas del Rey del Pop por un par de días (y antes de que empezara todo el caos de los rumores), enfocadas en especial en clases de canto.
Era muy bonito pararme a su lado teniendo el privilegio de apreciar de cerca su habilidad al tocar el piano, cual si fuese otro de mis profesores particulares, en tanto yo cantaba tratando de mejorar mis notas vocales y aprendiendo a controlar el aire. Siendo esto último algo con lo que solía batallar en mis performances.
-Trata de girar mientras la mantienes- me recomendó una vez respecto a una nota que estábamos practicando para ayudarme con el problema –Si te mueves mientras cantas durante los ensayos, te resultará más fácil o habitual llegado un punto interpretarla en el escenario-
Sus consejos, en cualquier ámbito que fueran, eran espectaculares.
-Mike eres por mucho, muchísimo más genial de lo que pensábamos- le confesé –Gio no me va a creer cuando le cuente esto de las tutorías-
-Pues avísale a Gio que le voy a enviar más tips para que se encargue de aplicarlos contigo- bromeando indicó, en tanto yo levantando los brazos hice tal como me sugería, demostrándole llena de alegría lo buena alumna que podía ser.
Cada clase fue tan interesante como para agradecerle al final con un abrazo... y para admirarlo más en silencio.
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En parte por eso y por muchas otras cosas, la noche anterior a la premiación soñé de lleno que lo besaba.
Algo en mi subconsciente lo imaginó con claridad deseando romper aunque fuera por un ratito la relación de amistad tipo coach -coachee que entre nosotros sabíamos que teníamos para saltar a algo más interesante. Habiéndoseme vuelto aparte una mini obsesión en los días en que no lo viera, el lado del "Michael amante" que tanto le habían alabado.
No entendía bien que había sucedido conmigo puesto que yo que siempre me había considerado centrada y con convicciones marcadas, por lo cual ahora culpaba de lleno a Taylor por todas las ideas nuevas y de lo más locas sobre él que había logrado meterme en la cabeza, afectándome al final aunque esa no había sido su intención sino la de aconsejarme.
Y la diferencia entre la comodidad que sentía antes en presencia de él y el montón de dudas que entonces tenía respecto a sus actos, lo pude sentir con mayor intensidad esa tan esperada noche de los American Music Awards.
Me encontraba francamente nerviosa y reconocía que aquello no se debía a mis expectativas sobre la gala, ni siquiera por mi emoción y buenos deseos de que Taylor ganara en todas las categorías en las que estaba nominada, sino porque esa noche iba a volver a verlo... y para qué decir de la presión que sentía por parte de la prensa del corazón que buscaba cada día con mayor insistencia que yo diera declaraciones sobre mi "relación especial" con él, quienes de seguro estarían pendientes por lo tanto, minuciosamente de nuestros actos. Todo influía en resumen para hacer que estuviese así.
La previa a la fastuosa ceremonia empezó y mientras aún me encontraba en la alfombra roja posando para los fotógrafos (lugar que había sido armado con un despliegue de gran seguridad a la entrada del elegante teatro y por la que tenían que transitar todos los artistas para las sesiones de fotos, para el encuentro con sus fans y para responder varias mini entrevistas con algunos de los presentadores de la gala), Michael hizo su tan esperada aparición.
Llegó rodeado de su gente (guardaespaldas, manager y asistentes) y de una nube de periodistas de farándula que trataban de conseguir de él alguna nota. El problema de su salud había preocupado a todo el mundo y el verlo allí de nuevo, renovado, guapísimo y una vez más inmerso de lleno en el espectáculo, brindaba una inmensa alegría. Tanto que sus discos habían empezado a venderse de nuevo como pan caliente, tal como en los 80's y 90's, trayéndole de nuevo una de sus mejores épocas y de seguro el premio al artista del año con el que se alzaría y mucho más.
El griterío y la algarabía al verlo se encendió enseguida. Sus montones de fans apostados a lo largo de la calzada engalanada empezaron a clamar su nombre, a estirar los brazos hacia él por conseguir un saludo y hasta a llorar de la emoción, vitoreándolo y alentándolo a seguir luego del duro cuadro clínico que acababa de superar, muy felices por su regreso a los escenarios. Tanto, que un coro que se inventaron consiguió repercutir también dentro del teatro, no tardando en escucharse así mismo la euforia proveniente desde dentro.
No pude evitarlo, pero a pesar de que intenté con todas mis fuerzas disimular para no darle gusto a la prensa para que leyera mis modos de actuar, una inmensa emoción me retumbó de igual forma dentro del pecho. La prueba más fehaciente de que seguía siendo yo una Moonwalker, una de sus tantas fans enamoradas.
Por ende aquellas enormes demostraciones de afecto, así como el verle a él también conmovido por todo el amor que le profesaban, solo consiguieron incrementar mi sentir aún más, siendo alcanzada por todo aquello.
Mientras dicha escena acontecía me percaté de las cámaras de forma morbosa sobre mí. Buscaban captar tal como intuía, mis reacciones cerca de él para continuar avivando los rumores y chismes sobre nosotros que tantos ingresos les generaban con sus publicaciones. Mike quizá percibió aquello también, por lo que luego de acercarse a saludar a sus fans, agradeciéndoles por todo su incondicional apoyo; teniendo en cuenta (recapacité luego para no sentirme tan mal) todo el peso de la prensa que caía directo sobre sus hombros a la espera de una confirmación sobre el supuesto romance que ellos mismos nos habían inventado, expresó frente a mí al verme (con toda su caballerosidad, eso sí) solo un ademán de cabeza a manera de saludo para luego pasar de largo con todo su séquito al interior del teatro. Nada más.
Yo, que había intuido minutos antes su llegada tan solo por los chillidos alocados de la gente que podían oírse provenientes de afuera (porque no había otro cantante en el mundo que provocara una reacción así de semejante) y que a decir verdad no supe qué hacer en ese momento, cuando hasta me pareció que las piernas se me volvían de gelatina de los nervios; aunque no tenía claro que esperaba de él para cuando nos reencontráramos, en definitiva la idea de recibir aquel saludo tan frío de su parte ni siquiera se me había cruzado por la mente. Aquello dio lugar a la decepción.
Me pareció entonces que me había ignorado a propósito delante de todo el mundo porque era más importante para él lo que pudiesen hablar que nuestra amistad.
Me obligué a decirme a mí misma, no obstante, que aquello no me importaba tampoco, para poder soportar toda la velada... pero lo cierto fue que su indiferencia me afectó tanto que incluso mi alegría por ver ganar a Taylor montón de premios, incluyendo la categoría de Artista del Año (tal como le había pronosticado por casualidad que sucedería), se vio opacada. Por ello, mientras veía a mi mejor amiga subir al escenario una y otra vez por sus reconocimientos a su genial talento; e inclusive a él, majestuoso como todo un monarca, haciéndole honor a su célebre sobrenombre, también ir por varios otros como se merecía y esperaba, abarcando el de Mejor Artista Masculino Pop/Rock, decidí que me retiraría a casa a descansar ni bien terminara la premiación en lugar de ir a celebrar el after como teníamos planeado con Taylor y otros amigos.
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-De verdad Tay, no me siento bien. Estoy muy cansada. Discúlpame con los chicos por favor- fui de entrada con la excusa en cuanto mi amiga me llamó al celular para coordinar como nos movilizaríamos hasta su mansión, donde se llevaría a cabo una gran fiesta en su honor.
-¡Sel yo te mato!, no me puedes dejar pateada así. Joe y mi lobito van a estar allí, ¿qué hago si se enfrentan? Se supone que ibas a darme apoyo frente a esas dos sombras de mi pasado, por eso terminé invitándolos a los dos. Además no está demás recordarte que también invitamos a Tu EX (el Innombrable), quien por cierto no se enserió con ninguna de esas modelos insípidas con las que andaba. ¿Es que acaso ya no quieres vengarte y darle celos como tanto planeamos?– sin poder creer mi resolución ella me preguntó y añadió aparte de forma muy perspicaz -Sel, de verdad, verdad, ¿no te encuentras bien?-
A Taylor no le puedo mentir por ser super analítica aun cuando tiene ese aire dulce e ingenuo de chica soñadora, y la verdad tampoco en esos momentos quería hacerlo. Me la imaginé con todo, arrugando el ceño al otro lado de la bocina, desde los entretelones de la ronda de preguntas a los ganadores que debía estar por empezar.
-¿No será que la causa de tu malestar tiene un renombrado nombre y apellido?...- sin creerme para nada el cuento, insistió –...Quien aparte es capaz de encandilar a todo el mundo con su talento y de recibir múltiples premios por ello???-
-Tay, así hasta parece que te estuvieras describiendo a ti misma- a modo de broma le hice ver, sin querer hablar del tema que sabía que ella ya había descubierto pero sí con ganas felicitarla por su gran logro –Ve amiguita a celebrar tus premios. Trabajaste mucho por ellos y te lo mereces- expresé de corazón –Yo tengo un fuerte dolor de cabeza pero ya mañana se me ha de pasar- sin dar tampoco mi brazo a torcer, añadí.
-De acuerdo, pero me harás falta en la fiesta. Te dejo tranquila para que descanses- con un tono de voz entre preocupado y resignado, mi exitosa amiga se despidió, con lo que después de agradecerle por su comprensión concluyó la llamada.
De repente todos los festejos a mi alrededor me parecían insignificantes, como si les hubiese perdido el gusto porque en realidad para mí solo alguien era importante. Ese mismo que al contrario del resto de los artistas galardonados, sin dar demasiadas declaraciones a nadie, abandonó el teatro ni bien concluido el evento, rodeado (según me contaron) de varios grandes productores musicales.
Y así mismo, la emoción que sintiera hasta esa mañana por asistir a mis primeros AMAs ahora me resultaba tan lejana.
"¿Qué había hecho mal para que él estuviera así conmigo?" no cesaba cabizbaja de preguntarme.
Salí del tocador, el cual al no tratarse de uno de los que se encontraba más cercano al auditorio, había encontrado por suerte vacío (con lo que pude conversar con Taylor sin que nadie molestara), y vi entonces a mi par de guardaespaldas fumando y platicando no muy lejos de la escalera mientras me esperaban. Así que en mi afán de escapar de mí misma, puesto que permanecer allí de alguna forma me lo recordaba a Él y eso me afectaba, decidí que les comunicaría mi decisión de marcharnos de inmediato y de forma sigilosa para no llamar la atención.
Pensaba en la puerta trasera y en el cómo podríamos llegar allí sin ser vistos al tiempo que avanzaba hacia ellos, cuando una voz soñadora que conocía muy bien se hizo oír de repente, dejándome pasmada.
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Continuará...
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