Capítulo XIII
Te mostrare algo que te animara ¿aceptas?
Releí el mensaje dos veces antes de volver a recostarme. Había estado hablando con él desde hace días, decía que algo me pasaba y al no querer contarle por eso insistía para salir, pero si aceptaba tendría que mentir a mi familia y la verdad... sería peligroso.
Pero como estoy aburrida del encierro, amo el peligro y me gusta vivir al límite
Me levante de un salto para ir al baño a asearme, ya lista baje a la cocina donde mamá estaba sentada con Matt.
—Buen día—les di un beso a cada uno un beso en la mejilla dejando que mi madre me abrace por unos segundos.
— ¿Saldrás? —pregunto mi hermano pasándome el cuenco lleno de tostadas.
—Sí, es el plan de hoy.
—Qué bueno, hace dos semanas que no sales ya empezabas a preocuparme.
—See... solo no tenía ganas.
— ¿Fue suficiente el viaje a Punta del este?
—Más que suficiente.
—Raro viniendo de ti que quieres recorrer cada punta del mundo a pie.
—Suficiente por el momento, igual gracias por preocuparte.
—No te enojes, no o dije de mala manera.
—Lo sé, no me enojo, solo contesto el interrogatorio.
—Maia—reprendió mi mamá— Mejor dime ¿dónde saldrás?
—Ahhh emm yo...
—Dilo sin problemas—dijo mi hermano mirándome.
— ¿Tu sabes?—le pregunto mi madre.
—Sí, ella me comento que abría una tienda nueva en la avenida sobre...
— ¿Vestidos?—pregunte captando su ayuda— ¡Sí! Vestidos, junto con Sam estuvimos viendo unos modelos y... me pidió que vaya por uno para ella.
—Oh que bien, ¿quieres que te acompañe?
— ¡No! —Su seño se frunció ante mi grito alterado—Digo no, no hace falta, visitare otras tiendas porque quiero comprarme unos zapatos que vi yo... me enamore de esos pares y quiero comprar otras cosas más para mí, después me encontrare con Sam para almorzar juntas, tarde de chicas ¡Jupi!
—Ok... está bien.
Sonreí centrándome en mi desayuno.
Baje del coche cuando mi hermano me abrió como todo caballero la puerta.
—Sé que no estarás con Sam—dijo mirándome fijamente—Así que dime qué tan raro es esto que tramas.
— ¿Cómo lo sabes?
—No desvíes el tema.
—Solo es un día en solitario—aclare—Solo yo disfrutando el sol y aire libre que nuestro glorioso dios nos dio, ya sabes... para disfrutar.
—Maia...
—Lo digo enserio, solo disfrutare el rato fuera de casa.
—Ok—soltó un suspiro— Solo llama por lo que necesites ¿sí?
—Sí señor.
Se subió al coche después de dejar un beso en mí frente a modo de despedida.
Tome el celular escribiendo en el chat.
Estoy en la avenida...
Su respuesta fue rápida.
En 5 llego.
Acomode la mochila que tenía en los hombros, no entendía por qué pero me había pedido que lleve ropa de cambio más cómoda ya que sería necesario.
— ¡Hola!—me di la vuelta encontrándome con sus ojos marrones brillantes de la emoción.
— ¡Hola! —nos saludamos con un beso en la mejilla.
—Gracias por aceptar el paseo, sé que te va a encantar el lugar y su gente.
— ¿El lugar y su gente?
—Sí, vamos y sabrás de que trata.
Un sendero de piedras atravesó nuestro campo de vista, el coche aparco frente a un portón de madera que revelaba un enorme jardín delantero lleno de flores, y muñecos de arcilla pintados de diferentes colores con la palabra "Bienvenidos al Jardín de los sueños".
— ¿Y este lugar es?...
—El "jardín de los sueños"—explico de forma obvia.
Camino hasta el maletero para sacar varias cajas, fui a su lado para ayudarlo tomando una que pesaba un poco.
—Entremos—lo seguí viendo como abría el portón con total confianza y seguridad.
—Tal vez es un lugar donde la gente se droga y me trajiste aquí para, ya sabes... drogarme y así viajar al jardín de los sueños.
—Ese es pésimo chiste, soy médico crees que haría algo así.
—Es que no me dices nada.
—Is qui ni mi dicis nidi—se burló haciéndome acordar a Sam—Deja de ser tan dramática.
—Ok...
Caminamos por el jardín donde se podían apreciar mucho más las pequeñas esculturas coloridas, tenían diferentes frases positivistas que me hicieron sonreír.
—¡Martin!—una señora de vestido floreado salió de otra puerta que ocultaba una enorme casa, se acercó sonriente y unos segundos después los gritos de unos niños se escucharon fuerte y claro, aparecieron corriendo y saltando de manera apresurada y sonrientes.
— ¡Martin! —Gritaron al unísono— ¡Martin! ¡Vino Martin!
—Niños, niños—reprendió la mujer luego de darle un beso en la mejilla a mi amigo—Calma, están tan alterados que casi pasan por encima a la bella señorita que hoy viene a visitarnos.
Todos pusieron sus ojitos sobre mi poniéndome roja al instante.
— ¡Hola!—murmure dándoles una sonrisa.
—Soy Fátima—dijo la amable señora dándome un beso en la mejilla. —Es un placer tenerte aquí este día.
—Un gusto, soy Maia .
Fátima les dio una mirada a los niños y de inmediato todos se pusieron en fila para saludarme de manera educada.
—Un gusto conocerlos a todos, solo díganme May.
La amable señora nos hizo cruzar las puertas, la enorme casa se vislumbró mejor, era de dos pisos y parecía de más de dos metros de largo, era un modelo antiguo por el modelo de los balcones de cemento, paredes blancas y techo de cerámica roja; más niños y niñas aparecieron en mi campo de visión, jugaban en diferentes grupos y parecían de distintas edades.
—Esto es...
—El orfanato—contesto dejándome helada por unos segundos—Espero que no te moleste que te haya traído.
Di un vistazo general, el orfanato donde mi hermana había pasado sus últimos años de vida, el lugar donde tan vez había pasado los últimos momentos felices de su vida.
—No, claro que no me molesta... solo
—Te dejare un momento—asentí sonriéndole mientras veía como se alejaba.
Suspire recorriendo el lugar, era enormemente y hermoso, niños de diferentes edades corrían en diferentes direcciones, había un pequeño parque con calesitas, columpios y pasamanos. Algunas niñas se paraban para preguntarme si era su nueva maestra de arte, otras preguntaban por mi cabello y una última niña de risos rojos llamada Melanie me pregunto si era la princesa aurora, le había dicho que no pero siguió con la idea y tomada de mi mano me enseñaba las habitaciones.
—Aquí está la sala de música, para navidad nos preparamos y cantamos canciones para que hombres grandes y señoras con vestidos gigantes y brillosos den dinero así podemos seguir viviendo en la casona.
—Me encantaría escucharlos en algún momento.
— ¿Te pondrás un vestido largo y rosa?
—Solo si tu llevas uno como el de Mérida.
Sus pequeños ojos brillaron de la emoción y saltando en mis brazos para apretarme contra su cuerpo.
—Sí, si somos como amigas princesas y bailaremos esperando a nuestro príncipe con su caballo.
Reí acomodándole los bucles, sus regordetas mejillas me daban mucha ternura.
—Veo que me quitaron el privilegio de hacer el recorrido de la casa contigo.
Sonreí mientras asentía a dirección de Martin.
—Se te adelantaron por lento.
—Que mal, aunque estoy seguro de que hay algo que no te mostraron, así que usted señorita—se dirigió a la pequeña Melanie agachándose a su altura—La señora Trinidad te está buscando porque parece que no terminaste tus tareas—la aludida mostro una sonrisa pícara para luego correr en dirección contraria—Sígueme.
Camine detrás de él por el pasillo, bajamos las escaleras saliendo al patio trasero.
—La casa no es la única propiedad del orfanato, se donaron unas hectáreas que destinaron a la agricultura, con el poco dinero que tenían compraron semillas y empezaron a cultivar, se auto abastecen.
—Eso es genial.
—Lo es, hace unos años dejaron de ayudar, lo que se recaudaba alcanzaba para poco y con lastima los niños no comen, visten ni nada.
—La niña... Melanie dijo que en navidad personas importantes los veían cantar y donaban dinero.
—No es tan así, si están en sus navidades, pero parece ser pura apariencia.
—Que mal y ¿el gobierno?
—Mmm supongo que anda muy ocupado como para corroborar que todo se cumpla.
—Claro... ¿Dónde me llevas?
Ahora lo único que veía era verde, campo, pastizales y del otro lado supongo que eran las cosechas.
—Te gustaran las vistas.
Tenía razón, todo se podía apreciar más desde aquí. De un lado todo verde y del otro las cosechas donde se veían maizales, arboles de lo que parecían ser manzanas, naranjas y otras frutas más. Nosotros estábamos sobre las flores de lavanda, el perfume que soltaban era demasiado rico y placentero.
Me tire encima de las flores mirando el hermoso cielo.
—Es todo demasiado perfecto.
—Me alegra que te guste.
—Me estas alegrando la semana.
—Eso me hace mucho más feliz ahora.
Suspire deseando que esta paz que sentía sea duradera, aunque mi mente y su lado racional me decían que al volver a casa todo sería igual de oscuro y pesado que siempre, que iba a estar en familia pero sintiendo una soledad desesperante y extrañando la presencia de quien no debía.
— ¿Quieres contarme lo que te tiene mal?
Aguante el aire un momento largo.
—Estoy bien, mejor cuéntame más sobre este lugar.
Me concedió el deseo sin rechistar empezando por la parte que cuando apenas puso un pie en la ciudad vino por el orfanato, ofreciendo toda la ayuda que pudo, buscando pequeños pero sinceros patrocinadores, cuidando la salud de los niños y las madres sustitutas, refaccionando lo que podía. Me conto sobre cada niño que vivía aquí, eran un total de casi cuarenta niños cuidados por cinco madres superioras; cinco niños menores de diez años, cuatro pre-adolecentes, trece adolecentes y diez que dentro de poco llegarían a la mayoría de edad. El orfanato aparte de auto abastecerse agrícolamente, vendían algunos productos que fabricaban con la materia prima para poder ofrecer mejores cosas a los niños, todos tenían tareas asignadas, se comportaban muy bien y trataban de inculcarles una buena enseñanza pero sobre todo valores morales importantes.
La mañana se pasó volando, al medio día almorzamos en el patio trasero todos juntos, después de eso vimos una comedia en una sala que había sido acondicionada para que simulara ser un pequeño cine, después de eso jugamos futbol chicos contra chicas, perdimos pero nos divertimos mucho mientras hacíamos trampa para poder meter aunque sea un gol.
Las madres se mostraron muy amables conmigo, pero Fátima fue con quien más tiempo pase, era la que más años había pasado ofreciendo su ayuda a los niños de manera desinteresada y ella había conocido a mi hermana, hablamos un poco de su paso por el orfanato y por el nombre que le habían puesto para recordar a ella y todo lo que aporto para el lugar.
Mi hermana sentía este lugar como el "Jardín de los sueños" porque eso era para ella, un lugar donde disfrutaba ayudar a pequeños en este lugar lleno de magia que ofrecía a todos la calidez que le habían arrebatado al abandonarlos y dejarlos a la intemperie. Junto con Martin deseaban poder crecer, estudiar y ayudar a este lugar con todo lo que necesitaban, planeaban hacerse cargo de los niños junto con las madres superioras y agrandar más la casona para que más niños desamparados tuvieran un lugar donde sentirse cómodos, acompañados y sobre todo que les ayude a superarse en todo y progresar.
Mi hermana había logrado mucho en el tiempo que estuvo trabajando aquí, había creado un programa de apoyo escolar; otro para quienes quisieran hacer pequeños cursos que les ofrecerían conocimiento en distintas áreas como la peluquería, la electricidad, la carpintería y otros oficios necesarios. Lástima que no pudo cumplir su sueño de ser pediatra o ver como el amor de su vida se convertía en uno, tampoco pudo ver a los niños de su generación aprovechar toda la ayuda que ella había proporcionado para buscar trabajo, pagar sus estudios y graduarse en la universidad.
Había logrado cosas increíbles y todos aquí se mostraron complacidos en hacer algo a su honor.
Me dio cierta pena pensar en que mi papá no dio más ayuda a este hermoso lugar donde su hija dejo su esfuerzo.
Pasada la nostalgia nos pusimos a hacer la merienda para los chicos y todos juntos la tomamos mientras hacíamos una fogata en medio del patio y contábamos historias de príncipes y princesas, zombis y animales que hablaban.
Al final si había necesitado la otra muda de ropa, ya que jugando había ensuciado toda la que tenía puesta al llegar.
Mi semana estaba siendo un desastre, pero mientras venia en el auto escuchando música junto con Martin, entendía que el mejor resumen que podía tener de mi semana era este, Recordar el maravilloso lugar en donde había pasado el día, un lugar que me recordaba a la persona más importante de mi vida y que ahora me uniría mas a ella aunque no esté a mi lado.
Salir de ese hermoso lugar suponía una tortura, pero me dio las energías necesarias para no ponerme negativa al llegar a casa y sentirme solo parte de la decoración como era común.
—Te agradezco el que me llevaras a la casona.
—No es nada, quedo más que demostrado que eres bienvenida.
—Se los agradezco a todos.
—Me gustaría que tengas la confianza de marcarme cuando quieras y necesites algo, aunque sea hablar.
—No te preocupes, estoy bien.
—Esa cara hacia ella cuando ocultaba alguna pelea con tu padre.
Oculte el rostro de su vista un momento.
—Estoy aquí para ti, solo quiero que lo tengas claro.
Me volví hacia sus ojos que brillaban gracias a los faroles que empezaban a alumbrar por la tarde casi noche que era. Sus mejillas estaban rosadas y su cabeza ligeramente inclinada, dándole un aspecto tierno, dulce y simple.
Le sonreí tomando sus manos entre las mías.
—Te lo agradezco de verdad.
Me devolvió la sonrisa acercándose para envolverme en sus brazos de manera cariñosa, no me di cuenta de cuanto necesitaba algo así hasta que nos sentí abrazarnos.
Se separó un poco de mi cuerpo para darme un beso en la frente, la cual me hizo contener el aire un momento; me separe otro poco alzando la cabeza para poder mirar sus ojos y sonreírle.
Me devolvió la sonrisa para luego bajar la vista a mis labios, mi corazón bombeo fuerte al verlo acercarse y cuando se dio cuenta de que no me negaba a su acercamiento pego sus labios a los míos.
No eran fríos ni voraces, eran cálidos, húmedos y tranquilos. Solo los apoyo sobre los míos mientras su mano iba a mi mejilla para acariciarla con ternura.
Solté el aire con nerviosismo.
Nunca hubiera imaginado estar siendo besada por él, pero si estaba pasando y lo peor fue que yo le correspondí cuando empecé a mover mis labios sobre los suyos, profundizando el beso, dejando que adentre su lengua en mi boca acariciándome y haciéndome sentir con el estómago contraído y los latidos frenéticamente locos.
Suspire alejándome un poco para tomar aire, me apoye en el asiento respirando con dificultad, los ojos los mantenía cerrados pero cuando los abrí me encontré con su pecho subiendo y bajando rápidamente, sus ojos más brillantes y sus labios rojos e hinchados por el beso. Volvió la vista a mí sonriendo mientras se volvía a inclinar para besarme con más profundidad de nuevo.
BUENASSS
SE QUE EL CAPITULO PARECE MEDIO ABURRIDO, PERO ES IMPORTANTE PARA LA TRAMA.
EL SIGUIENTE YA ESTÁ ESCRITO ASÍ QUE PRONTO LO TENDRAN, MIENTRAS VOTEN Y COMENTEN QUE LES ESTOY LEYENDO.
¿QUÉ OPINAN DE MARTÍN? ¿SOBRE EL ACERCAMIENTO QUE TUVO CON MAIA?
LXS LEOO.
BESOTES.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top