Capítulo XII

Voten y comenten

Nicolás.

El dolor de cabeza era insoportable al igual que el genio con el que había salido de la habitación. Los murmullos de las personas y las vajillas chocando empeoraban el dolor, al igual que el viejo verde que hablaba y hablaba de trabajo.

Lo único que me interesaba había salido de la habitación hecha un mar de llanto y con la peor imagen de mi persona. No se habia presentado a desayunar todavía, en algún momento tendríamos que cruzarnos y el que retrasara el momento me tensaba más porque significa que no está enojada, lo que le sigue a eso multiplicado por mil al cuadrado.

Sentía la estúpida necesidad de disculparme, explicarme o lo que sea con tal de arreglar lo que hice. Fue una estupidez decirle eso, estaba consiente de mi error y quería remediarme. Pero no podría hacerlo si me evitaba por lo que nos quede de viaje, para la media mañana estaríamos viajando y después de cinco horas de vuelo ella regresaría a su casa con los suyos mientras yo me iría a mi departamento ya listo para ser habitado. Era ahora o no podría hacerlo hasta no sé cuándo.

Pero el que llegara dando la ignorada del siglo me quitaba toda posibilidad de hablar. Llego con el chofer atrás que se quedó en la mesa continua a la nuestra, se sentó entre medio del padre y el hermano saludando levemente. Llevaba el pelo suelto y húmedo, unos lentes de sol enormes para su cara y un vestido largo con mangas, parecía robado de una anciana, no pegaba con ella en nada.

El hermano le hablaba en voz baja mientras ella asentía a todo, nadie notaba que estaba ida y en cualquier lugar.

Tragué duro sintiéndome peor, estaba así por mi culpa, se suponía que estar aquí para ella sería un descanso y termino siendo la misma pesadilla que vivir en su casa.

Minutos después los tres hombres nos levantamos de la mesa dejándola con el chofer. Teníamos una última reunión antes de volver, una que pintaba larga y aburrida con entrevistas en el medio.

Mientras en la pantalla se reflejaban números, datos, encuestas y otras cosas más mi mente divagaba en la noche que había pasado. Su aroma, su piel y sus gemidos me tenían en las nubes del éxtasis que aun sentía como si estuviera en ese momento con ella bajo mi cuerpo. Al principio reprimiéndose pero luego disfrutando mientras se retorcía de placer, lo sentía era fácil de leer a la rubia y más en ese estado donde todo se nublaba fundiéndonos en un solo ser.

Su sabor aun parecía continuar en mi paladar, aunque era imposible lo sentía, el recuerdo estaba bien fresco al igual que...

Mierda

Mierda

Mil veces mierda

Tome el celular buscando el chat de Tomas, le di la orden mirando la hora mientras hacía cuentas y me fijaba en cuanto terminaría esto para solucionarlo. Ella era inexperta, no sabía hasta donde estaría preparada y yo como todo calenturiento me olvide de lo importante.

_

Maia

-Si ya estas nos esperan en el coche.

-No, no estoy.

Volví a ver mi reflejo en el espejo, las ojeras se seguían notando aunque las había tratado de tapar con maquillaje, me había arreglado el cabello y cambiado el horroroso vestido por uno más a mi tono. El llamado de atención de Beto y las preguntas de mi hermano del por qué estaba así me motivaron a arreglar mi imagen aunque por dentro estuviera destruida de formas diferentes.

Tenía el pulso a mil, controlar la nauseas era difícil sin el medicamento, pero no solía tomar ninguno más y la receta decía que no se podía mezclar con otros ya que en alguno de los dos los efectos no serían lo mismo. Yo necesitaba que este funcione y no vomitarlo porque ahí sí que mi vida se convertiría en una desgracia total.

-Hay que hacerlo, no puedes quedarte aquí eternamente. -me regaño tomando la maleta.

-Desearía hacerlo, me evitaría las náuseas y aguantar a papá con su mal humor cuando lleguemos a casa.

-Shhhh no digas eso. Mejor arregla esa cara y bajemos. -rodé los ojos-No me haga eso señorita, dale vamos que quiero bajar contigo pegada a mí y ser la envidia del lugar.

Oculte mi rostro para que no vea la sonrisa que me hizo soltar.

- ¡Te vi! Sé que quieres lo mismo...-negué soltando una carcajada cuando se acercó como todo un galán- Seré el viejo que le paga todo a la jovencita por compañía.

Lo encaré aguantando la risa.

-No se le dice viejo-aclare acercándome a él para abrazarlo de los hombros-Se le dice Sugar Daddy, y no es por compañía que le paga, es por sexo.

Se le fue la sonrisa de la cara poniéndose rojo al instante mientras me soltaba.

- ¡Por dios Maia! -Me partí de la risa viendo cómo se quejaba de la juventud y sus mañas, sinvergüenzas y no sé cuántas cosas más- ¿Por qué no evitar ese dato?

-Ay ya, ya-trate de tranquilizarlo-Deja de refunfuñar y mejor dame tu brazo así te conviertes en la envidia del hotel y los Sugar Daddy que andan buscando presa.

-Ya basta, no quiero nada.

-Bla bla, tu no me das dinero, me das compañía así que la cosa entre nosotros sería diferente.

Me dio esa mirada de reproche que hacia cuando se enojaba de verdad, era el aviso para que pare. Sin embargo no podía, la risa me tenía lagrimeando y agarrándome de la pansa por lo fuerte que era.

-Está bien, lo-lo siento no diré nada más.

Su mirada se suavizo para cuando subimos al ascensor y le di un beso en el cachete.

-Está bien, me alegra verte sonreír de nuevo.

Desvié la mirada, sabía que con él podía ser sincera, pero aun la herida estaba abierta como para recordar y sentir lo que había sentido desde la madrugada.

En el piso quince la puerta se abrió dándole paso al causante de mi desvelo, deje de sonreír bajando la vista al piso ignorándolo como había hecho toda la mañana.

Con Beto en él medio la cosa no era tan complicada, pero aun así la tensión era tan palpable que se podía cortar con cuchillo.

Su zapateo y mirada insistente por medio del espejo me pusieron los pelos de punta, el nudo en la garganta volvió al igual que el peso en mis hombros. El peso de la decepción, vergüenza e inutilidad.

El aparato llego a destino y el que se intentara acercar sobrepasando a mi acompañante me hizo apretar los puños.

Apenas las puertas se abrieron Salí primero, quise tomar velocidad pero su mano tomándome del brazo evitó que siguiera mi camino.

- ¿Qué quieres?-dije brusca soltándome del agarre.

Beto llego a nosotros mirándonos con cautela.

-Tenemos que hablar-murmuro viéndome con dureza.

¿Estaba enojado? ¿Quién se creía que era para estarlo?

-No tengo nada que hablar contigo, creo que quedo todo claro entre ambos.

-No es sobre eso, danos un minuto-pidió a Beto quien me miro preguntando qué hacer.

-No, él no se va a ningún lado y yo no tengo nada que hablar contigo.

-Maia es importante, escúchame.

-Nada de lo que venga de ti es importante-solté con desdén.

-Deja de comportarte como una niña y escucha-me volvió a tomar acercándome a su cuerpo-Es importante-dijo entre dientes.

-Maia escúchalo, no pueden hacer un escándalo aquí y tu padre con tu hermano estarán en un momento por estos lugares.

Asentí dándole la razón.

-Está bien-respondí lentamente. Me solté acomodando mi ropa mientras Beto nos daba espacio.

-Ten-me tendió una pequeña bolsa la cual no tome.

- ¿Qué es?

-Ayer no nos cuidamos-negué con la decepción invadiendo mi ser de nuevo-tu no tomas anticonceptivos y yo no use preservativos, es la pastilla del día después.

Reí estupefacta.

- ¿Me crees idiota o qué? Claro que soy consciente de eso, así que mejor guarda las pastillas para la próxima que se meta en tu cama.

-Maia-dijo a modo de reproche-Solo estoy haciendo lo que debo.

-Lo que debes es decirme si me tengo que hacer algún estudio o puedo estar segura de que no me c0ntagiaste algo

-Estás loca, estoy totalmente limpio, pero...-aclaro acercándose fundiendo nuestros alientos- eres libre de hacer lo que quieras, en total no confías en mi ¿o sí?

-Claro que no, ni siquiera se quién eres.

-Si claro, suerte con eso.

Su burla me dejo con la sangre hirviendo mientras veía como se alejaba. Cinco horas de vuelo serian una tortura con el odio que estaba profesándole a ese ser de cabello negro y ojos verdes.

-Ya veo el motivo de tanta tristeza-la voz de Beto a mi lado me hizo tragar duro, de seguro escucho todo, era el único que no me juzgaba aparte de Sam, ahora hice que tuviera otra imagen de mi. -Vamos que nos esperan.

El camino fue largo, tortuoso e incómodo, tal como lo había predicho. Beto notando mi malestar no se había despegado de mi lado al igual que Matt que decía verme cada vez más pálida.

-No lo entiendo, ya dejamos el avión.

-Déjalo estar Matt-le respondió mi padre viéndonos de frente con Nicolás alado que no despegaba la vista de la carretera-Solo quiere atención.

Mi hermano nos observó a ambos con dudas; él no solía contradecir a papá, pero sabía que algo malo tenía para estar tan callada y pálida como él decía.

-No tome el remedio, debe ser por eso que sigo sin color.

-Podemos ir a la casa Downey más tarde, abrieron una nueva sucursal cerca de casa y vi que hay nuevo relleno y glaseado. -sus ganas por animarme daban ternura, aunque ver a mi papa negar aplacaba el sentimiento.

-Veremos al llegar.

-No puedes-volvió a hablar mi progenitor-Tienes trabajo en la empresa y no puedes dejarlo para después.

Quiso responder pero negué tomándolo de la mano.

-Gracias pero es mejor que vayas a la empresa-ambos sabíamos que desobedecer a papa era ganarse problemas-Yo quiero descansar, eso sí, cuando vuelvas me traes esas donas.

Sonrió asintiendo.

Minutos después del silencio paramos en la entrada de casa, bajamos rápido mientras sacaban nuestras maletas y ponían otras en el baúl. Observe todo con dudas, no sabía que...

-Gracias por la hospitalidad señor-dijo Nicolás estrechando la mano de mi padre-Es una lástima que no pueda despedirme y agradecerle a su esposa también.

-No te preocupes muchacho, nos veremos por las oficinas, también las puertas de nuestra casa y familia siempre están abiertas para ti.

-Muchas gracias.

Estrecho la mano de mi hermano dándole unas palmadas en el hombro.

Su aroma llego apenas quedo frente a mí, agache la cabeza nerviosa y sintiéndome expuesta.

-Maia-me tendió la mano la cual tarde en estrechar- Gracias por todo y lamento si en algún momento incomode.

El frio de su piel contra la mía me atontaron un momento, entender el trasfondo de sus palabras me hizo arder los ojos.

-Fue un placer-respondí, un mareo repentino me hizo agarrar el brazo de mi hermano.

-Adiós Maia. -dijo con sus verdosos ojos sobre mí, quemándome poco a poco.

-Adiós Nicolás. -termine de decir mientras sentia como el piso tambaleaba, luego se puso todo negro.

__


Baje del auto con dolor de cabeza, con el discurso de mi padre que lo único que hacía era hacerme sentir mal y con Matt atrás mío excusándome con mi padre.

El portazo que dio mi padre al auto para seguirme me estremeció por completo.

-Es una irresponsable, retraso al pobre hombre y a nosotros nos hizo pasar un momento desagradable; si querías llamar la atención hubieras esperado llegar a la casa.

Rodé los ojos entrando a mi casa con ambos hombres atrás mío.

Sí, me desmaye en plena despedida como si fuera una princesa en espera de su príncipe. ¡Por favor! Yo no era una princesa, solo era la chica que por haber estado follando toda la noche y después estar por el piso llorando como tonta, no había probado bocado en todo el día y eso me paso factura.

Vergüenza era todo lo que sentía. Caí en brazos de Nicolás y desperté en el asiento trasero del coche mientras me llevaban a la guardia para que me digan que solo me faltaba comida y agua.

-Ya está ¿sí? Lo siento ¿vale? Me sentía mal y se me paso.

-Es que no eres una niña Maia.

- ¿Y por qué me regañas como si lo fuera?

-Porque te comportas como una-me tomo de los brazos con violencia clavando sus ojos sobre mí, la brutalidad me asusto dejándome petrificada en mi lugar-Porque eres irresponsable, sinvergüenza, mentirosa y una molestia que constantemente está taladrándome la cabeza con sus pendejadas.

Mis ojos se aguaron de inmediato.

- ¡Papá!-soltó Matt con los ojos abiertos-No es justo lo que le dices.

-No es justo que ella no se esfuerce por no ser un desastre.

-Papá suéltala, ella...

- ¿Qué hacen ahí parados?-el cuestionamiento de mi madre hizo que mi padre soltara mis brazos para encararla- ¿Todo bien?

-Maia se desmayó por no ingerir comida.

- ¡Dios, hija! -Se alteró caminando hacia mí-Pero ¿por qué? ¿Ya estas mejor?

-Mamá, mamá estoy bien. Ya comí algo en el camino, no fue nada.

Me tomo la cara examinandome con detenimiento como si fuera un cachorrito.

-No, nada está bien señorita. -baje la cabeza con su regaño- Quiero que subas a tu habitación que este Sam esperándote y en un rato te llevo para comer.

- ¿Sam? ¿Qué hace aquí?

-Vino a verte ¿qué más seria?

-Claro gracias-bese su mejilla antes de desaparecer de su vista para ir a mi habitación.

A medida que subía sentía más el peso sobre mis espadas, secretos, vergüenza, abandono. Con las palabras atoradas en mi garganta entre a la habitación, Sam estaba en la cama con una revista a mano, apenas entre dejo todo para mirarme con el ceño fruncido.

- ¿Hola?

-Hola-mi voz apenas salió.

- ¿Todo bien? -Me quede apoyada contra la puerta soltando el bolso- ¿Qué tienes? Me asustas-dijo acercándose.

-Yo... yo, es-está todo tan mal conmigo.

-Ey... ¿por qué dices eso?-se sentó a mi lado tomando mis manos.

-No sé. Solo sé que todo es un desastre ¿Por qué no me quede cien años más en Europa?

-Eso es drástico.

Eche la cabeza para atrás cerrando los ojos.

-Sería fácil y no tendría tantos problemas.

-Seria aburrido y te convertirías en una rubia tonta.

La mire empujándola por los hombros.

-Que amable de tu parte-solté sarcásticamente.

-Es verdad, llegaste siendo una rubia tonta.

- ¡Samanta!

-Ok, no. Es verdad, viniste como una rubia no tan tonta, pero si medio inocente.

-Sam, no hace falta.

-Calla, a lo que voy es a que estar en Europa, sola, internada en ese lugar llena de niñas pijas era lo mismo que estar en una burbuja; Llegaste aquí y tuviste que enfrentarte a tu padre y sus órdenes, a la depresión de tu madre y al estúpido de tu novio. Me alegre demasiado saber que cortaste y luego te metiste con un hombre de verdad y verga grande.

- ¡Sam!-solté riendo con los ojos llorosos.

-Solo digo que sea lo que sea que tengas y no me digas nada, se solucionará, lo solucionarás y serás más inteligente y fuerte que ayer.

-Solo quiero que todo sea más fácil. -pedí susurrando.

-Nada que valga la pena llega sin dolor.

- ¿entonces?

-Entonces saca garras y lucha.

Apreté los labios mientras las lágrimas salían libres. Mi amiga se acercó envolviéndome en un cálido abrazo que me reconforto un diez por ciento.

-Todo se solucionará-susurro frotándome los brazos-Lo hará y será más rápido si le cuentas la historia completa a tu mejor amiga, ósea yo.

Reí entre lágrimas, tome aire un par de veces para luego empezar a relatar todo.










¡Hola! Espero que se encuentren bien.

Dejo un nuevo capítulo, medio corto pero importante para lo que se viene más adelante.

¿Qué opinan de la familia de Maia?

Espero sus votos que me ayudan a crecer y los estaré leyendo.

BESOS

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top