Capítulo XI
ACLARACIÓN: Aunque el capítulo entero este narrado por Maia, la canción que les dejé muestra un poco de lo que sintió Nico en la escena más adelante; así que espero que la puedan escuchar y enterder.
Disfruten la lectura.
¡Un besote!
Parte 2.
MAIA.
Los aceites relajaban mis tensos músculos, mi estómago e intestinos ya estaban calmados así que contribuían a mi buen humor, a disfrutar el agua con sales marinas de la tina ya tenía alrededor de dos horas para estar en la recepción del hotel, donde se llevaría a cabo el evento. Un evento donde aparte de estar entre los arquitectos más famosos de la zona, donde se exhibían sus mejores proyectos ya hechos y los futuros, mi padre venía a exhibir su próximo proyecto, el que sería para Nicolás –por eso esta acá-.
Después de un largo rato en el agua, envuelta en un albornoz, me dispuse a arreglar mi cabello. Lo quería suelto, con su brillo natural y ondas en las puntas. El maquillaje consistía en algo sencillo y natural, lo extravagante podía llegar a ser el vestido bordo de escote en v, largo y con una abertura en la pierna izquierda, un colgante sencillo y unos zapatos de tacón estileto color negro.
Ya lista, perfectamente arreglada y con una cartera de mano color negro con detalles dorados Salí de la habitación, había movimiento todavía por los pasillos así que pacientemente me dirigí hacia el gran salón donde fui recibida con bebidas, la suave melodía de Frederic Chopin era la que ambientaba el salón, todavía no había tantas personas así que aproveche para sumirme con total atención a las suaves notas que ofrecía el piano, las pocas personas que habían tenían su atención puesta en el pianista que daba su espectáculo.
—Llegas temprano.
—Estaba aburrida y lista ¿Qué más podría hacer?
—Claro, me parece bien.
Me di vuelta encarándolo, llevaba un esmoquin a medida con moño incluido, todo en negro y camisa blanca.
— ¿Cómo me veo? —me di la vuelta entera mostrando mi look.
—Nada mal.
Rodé los ojos conteniendo la risa.
—Di algo más, "nada mal"—me burle copiándole mientras me enganchaba a su brazo—Ni que fueras mendigo.
Me observo con mala cara para después desviar la vista hacia el piano.
—Te ves muy bonita.
Sonreí dándole un beso en la mejilla.
—Como tú, soy tu hija así que estamos bonitos los dos.
—No le quitemos méritos a tu madre.
—Claro que no.
Noches como estas eran buenas para mi padre, lo tenían de buen humor y accesible; así que aprovechaba para pegarme a él y andar de cariñosa pegada a su brazo; dejando que me presuma un poco, que me presente a sus colegas y conocidos, que me atienda trayéndome bebidas sin alcohol, posando para las fotos juntos, abrazados y con besos cariñosos en la mejilla.
Odiaba demasiado viajar, por ende a los eventos donde se requería tomar un avión asistía mi madre. El que me castigaran con esto era de lo peor, pero si la recompensa era sentirme como una hija casi normal alado de su padre casi cariñoso, pues... valía el pasar pánico por dos horas de vuelo.
Una pena que todo en la vida fuera tan efímero. El lado atento de mi padre se terminó cuando junto con sus conocidos armaron un circulo y empezaron a hablar de cosas que no entendía, así que solo me disculpe para luego ir hacia una mesa y observar la pista de baile, que poco a poco se iba llenando.
Algunos se acercaban para invitarme un trago o a bailar, pero me reusaba a entablar una conversación con desconocidos. La primera vez que lo hice termino en sexo desenfrenado en la cama de ese desconocido.
Nada mal... pero no quería repetir la experiencia, no con otro desconocido.
El asiento a mi lado fue ocupado, una copa de vino blanco fue depositado frente a mi asiéndome suspirar con pesadez; los silencios con mi hermano eran tortura pura, más porque yo nunca podría pasar tanto tiempo enojada con él.
—Mande algo para ti, espero que te guste cuando lo veas.
—Claro gracias.
—No fue nada. Mama estuvo preguntando por ti, dijo que no llamaste.
—Lo hare mañana, no te preocupes.
—Claro. Hoy te vi...
— ¡Buenas noches! —el saludo de Nicolás corto lo que sea que mi hermano estuviera preguntando. Salude levemente mientras ellos se metían en una conversación cualquiera, de la cual no quería ser participe.
Lo único más importante e interesante parecía ser mi copa, a la que le daba pequeños sorbos a cada nada.
—Te ves aburrida—menciono el hombre frente a mi cuando mi hermano se alejó.
—Lo estoy.
— ¿No conoces a nadie aquí?
— ¿Tu si?
—No de hecho. —me sonrió recorriendo los ojos por mi cuello, clavícula y bajando al escote.
Aparte la mirada ruborizándome.
—No hagas eso—pedí avergonzada. Agradecía que Matt se haya ido.
— ¿Hacer qué?
—Eso, mirarme así. Como si me desearas. —dije lo último en voz baja.
—Lo hago. —admitió escuchándome, se puso de pie.
—Eres un desvergonzado.
— ¿Por qué? No sabes que es lo que deseo.
—Entonces ¿Qué deseas?
—Por ahora, que aceptes bailar esta pieza conmigo.
Me tendió la mano esperando una respuesta.
—Vamos—insistió—Es un baile, nadie puede decir nada.
Observe a mi alrededor, era cierto, todo el mundo estaba en lo suyo sin darnos la más mínima atención.
—Está bien—dije tomando su mano con una sonrisa.
Call me your love sonaba como una balada.
¿Era cursi? Demasiado, pero ya estábamos en la pista. Tomados de nuestras manos derechas, su otra mano en mi cintura y la mía en su hombro, mí mentón casi rozaba su hombro, su respiración chocaba con mi frente y su mano sujetándome me hizo perder.
La música y su perfume me llevaron a un lugar paralelo a donde estábamos; ahora estaba en otro lugar, bailando con él, dejando que me toque y guie a su manera.
Estaba haciendo propia esta canción a medida que la escuchaba y congelando este recuerdo en mi mente.
What do i do?
Me hizo girar dejándome contra su espalda.
Kiss your lips, I'm frozen
Caught up in your motion.
Di otra vuelta quedando frente a él de nuevo.
Hoping this won't end
Whit one hand in my own
And another on my shoulder
My eyes are closing
—Mírame por favor—pidió.
Obedecí, abrí los ojos lentamente encontrándome con los suyos, los verdes más brillantes del momento.
So breathe slow
Mi piel se encontraba erizada y sabía que él lo sentía.
—Pregúntame de nuevo. —pidió en un susurro incitador.
— ¿Qué deseas?—pregunte en el mismo tono.
Temía su respuesta, porque sabía que cualquiera que fuera, tarde o temprano me destruirían.
—Just call me your love tonight—susurro repitiendo el estribillo.
Trague duro.
—Just call me your love tonight—repetí antes de soltarlo y alejarme de la pista. Mi padre no estaba a la vista y mi hermano me seguía con la vista desde una esquina.
Fui hasta la barra pidiendo una botella de agua bien fría mientras me preparaba para los preguntas de mi hermano que tomo asiento a un lado mirándome fijo.
— ¿Qué fue eso?
— ¿Qué cosa?
—No me evadas.
—No lo hago—respondí tomando un gran sorbo de agua.
— ¿Qué pasa contigo y Nicolás?
—Nada ¿por?
—Maia—dijo reprendiéndome.
—No pasa nada.
—Lo que vi...
—Lo que viste ahí—dije cortante—Fue a dos personas bailando, estaba aburrida, me invito a bailar y chan chan. ¿Algo más? Me sienta incomoda que me interrogues como si hubiera cometido un crimen.
—Solo te cuido.
—No necesito que lo hagas, así que por favor guárdate el papel de abogado y hermano conmigo que por ahora no lo necesito. —solté con dureza.
Era cierto, cometía estupideces –como todo el mundo- pero desde que me mandaron a un instituto lejos de todo tuve que aprender a hacer respetar mis derechos. Veían a una niña sola y pensaban que tenían la oportunidad de pasarme por encima. Con respeto y valor hice que vieran que sea o no pequeña también merezco un buen trato.
—Ok... está bien, no quiero más peleas entre nosotros, solo digo que te cuides, estas en código rojo con papa y meterte en líos amorosos con alguien como Nicolás, haría que pase de rojo a negro.
Entonces ya estaba lista para ir a la horca.
—En código rojo estoy desde que nací, así que despreocúpate.
—Maia...
—Me voy a dormir, nos vemos mañana al desayuno.
—Guardare un lugar a mi lado.
—Que amable.
—Descansa bien.
Apure el paso yendo a mi habitación, ni siquiera pasaban de ser la media noche, a pesar de lo tranquila que pintaba ser, yo sentía que había pasado demasiado, aparte de que en mi cuerpo levitaba una extraña energía que necesitaba apagar si quería descansar.
Llegue a mi habitación encontrándome un enorme ramo de rosas rojas y una caja dorada; fui por la caja sin prestarle atención a nada más. Sabía lo que había dentro y lo necesitaba con urgencia para calmar la ansiedad.
La abrí encontrándome con lo esperado, muchos chocolates del mismo tamaño, pero según la descripción había cuatro sabores diferentes. Comí la mitad, alternando con la margarita que pedí que me trajeran a la habitación y el agua.
Ya satisfecha y con un 20% de alcohol en mi sistema tome el celular fijándome la hora, se habían hecho las dos de la madrugada, la música ya no se oía tanto y necesitaba tentar mi suerte.
Esta parte del hotel si estaba totalmente desierta y silenciosa, recordar el número de la habitación me tomo diez minutos de quemado de neuronas y otros diez minutos replanteando si era buena idea o no hacer esto.
Pero ya, la vida era una y después de este viaje Nicolás ya no estaría más en casa para recordarme con su presencia mis malas decisiones. Como la que estaba tomando ahora.
Golpee dos veces tomando aire, rezando por no quedar como boba acá si es que no hay nadie, o peor, si es que estaba con otra mujer ya ocupado.
Tal vez mis ruegos fueron escuchados ya que la puerta se abrió a mi segunda respiración larga. Estaba aún vestido tal cual en la recepción, con el pantalón y saco gris oscuro, una camisa negra que tenía desabotonado los primeros botones dejando al desnudo parte de su duro pecho.
Clavo la mirada en mí conteniendo una pequeña sonrisa.
—Hola... yo em
—Pasa—ordeno notando mi indecisión.
¡Bien! Por lo menos estaba solo.
—Sí.
Pase sintiendo más adrenalina de la normal; la habitación era más grande que la mía, tenía las luces prendidas de manera tenue.
— ¿Quieres tomar algo?
—No, gracias.
Me gire a enfrentarlo, sus ojos me recorrían lentamente mientras se acercaba; la piel se me erizaba a cada paso y estaba segura que notaba todo, hasta la protuberancia de mis pezones contra la fina tela del vestido.
Ya enfrente mío y habiendo tirado el saco al piso sin importarle nada más, me tomo de la nuca juntando nuestros labios.
El suspiro que broto desde lo más profundo evidencio mi desespero por esto. Por el que me tome así, con fuerza y determinación, con hambre y ganas.
Sus labios sabían a alcohol, suaves, calientes y adictivos. Correspondí su agarre de la misma manera, llevando mis manos a su nuca para que no se aparte en ningún momento, el beso siguió pero de distinta manera, ya no era bruto, era suave, determinado y me hacía bailar en la nube de la locura.
El choque con la pared nos hizo soltarnos para tomar aire, el aprovecho para bajar sus labios hacia la piel de mi cuello, causando estragos en mi intimidad. Respirando con fuerza y tomándolo de los hombros hice que volviera a unir sus labios con los míos, necesitaba esto como un hambriento la comida.
Si tenía hambre, mucha y no de comida exactamente.
El beso se volvió de nuevo más feroz, cuando sus manos se anclaron en mi cintura apretándome contra él haciéndome sentir su dureza, involuntariamente solté un gemido el cual aprovecho para usar la lengua y profundizar mucho más el beso con sabor a gloria.
—Nicolás—dije apartándome un momento, volvió a mi cuello haciéndome retorcer—Debo irme.
—No.
—Era solo un beso—dije rezando para que insista.
—No te dejare ir... necesito esto desde hace mucho.
—Nico...
—Déjame recompensarte—pidió uniendo nuestras frentes dejando suaves piquitos en mis labios.
— ¿Qué cosa? —pregunte respirando el aire que soltaba.
—Tu primera vez—trague con dificultad percibiendo los fuertes latidos de mi corazón—Quiero recompensar tu primera vez, quiero hacer de esta noche una como la que te mereces.
Suspire pidiendo por mi estabilidad emocional luego de esto.
—Está bien—dije derrotada. No podía negar que era lo que quería desde hace mucho, aparte de que era una fácil cuando de él se tratara.
Sonrió dejando un casto beso en mi cuello. Entrelazando nuestras manos me guio hasta el centro de la habitación, adelante mío quedo la cama tamaño King size.
No detalle más la habitación, las manos de Nicolás subiendo y bajando por mi cintura me tenían distraída, aparto el cabello del costado de mi cuello, dejándolo libre para acercar sus labios a la piel expuesta, primero los acaricio aprovechando para inhalar con fuerza mi perfume.
Apreté la tela de mi vestido sintiendo electricidad correr por mi espina dorsal.
Succiono llevando las manos a mis pechos para apretarlos suavemente, gemí echando la cabeza hacia atrás, chocando con su hombro.
—Deliciosa—murmuro haciendo presión en mis pezones.
Volví a gemir.
—Me vas a matar—dijo respirando mal.
El calor que me proporcionaba su cuerpo desapareció de la nada. Gire encontrándolo atrás mío, donde había un sillón con mini bar donde se sentó tomando una botella de licor la cual destapo y bebió del pico sin apartar la vista de mí.
—Quítate el vestido. —ordeno haciéndome estremecer. Me ponía nerviosa y ansiosa al mismo tiempo, tenía la seguridad de que lo iba a disfrutar, pero el miedo a lo que pasaría después de esto.
Mi vista sitio sus manos que soltaban la correa del pantalón, se lo quito tirándolo a un costado.
Me quite lentamente el vestido como lo pidió.
Una tanga de encaje color bordo y mis zapatos de tacón fueron lo único que traía encima, el vestido no necesitaba sujetador así que los pechos quedaron al aire apenas el vestido cayó al piso.
Lo vi tragar duro mientras me recorría completa, posando la mirada más tiempo en mis desnudas piernas. Temblé presa de los nervios que su mirada brillosa me causaba.
—Acércate—pidió.
Lo hice lentamente, sus codos estaban apoyados en su regazo, así que al acercarme su rostro quedo casi pegado a mi abdomen. Lo sentía, sentía sus labios acariciar mi piel, su frio aliento fundirse con el calor de mi cuerpo.
Llevo las manos a mis piernas, regalándome una caricia suave y tranquilizadora que me hizo tomar aire, subía lentamente desde mis tobillos hasta mis muslos y luego mi trasero, el cual apretó un poco más fuerte para luego amasarlo. Suspire tratando de no caer cuando beso mi abdomen, luego debajo del ombligo, la piel se me erizo mucho más aun haciéndome apretar las piernas. Su mano seguían en mi trasero amasándolo mientras su boca daba pequeños chupetones a mi abdomen bajando hasta encontrarse con la tela que me cubría.
El estómago se me estrujo cuando, luego de besar mi monte por arriba de la tela tomo la tanga para bajarla sin perderse de vista nada.
La respiración se me atasco cuando mi intimidad quedo desnuda bajo su atenta mirada.
Volviendo con las caricias a mis muslos, llevo los labios hacia ese lugar que se había vuelto un charco de humedad desde que llegue, deseando su toque.
Su aliento caliente por la bebida fue lo primero que choco contra mi intimidad, luego poso sus carnosos labios ahí, estremeciéndome el cuerpo completo, los dejo ahí sin moverse por un segundo; luego todo fue rápido, sus manos se anclaron en mi trasero, sus labios se movieron frenéticos mientras me hacía abrir las piernas para que sus labios tuvieran más libertad de movimiento.
Eche la cabeza hacia atrás aferrándome a su cabello.
Su lengua recorría todo lo que podía mientras sus manos separaban mis piernas para colarse en medio de estas, separo mis labios para soltar lametazos que me prendieron aún más mientras su otra mano tanteaba mi entrada la cual recorrió suavemente a diferencia de sus labios que chupaban, mordían y lamian esa parte pequeña que me daba tanto placer.
—Oh dios Nicolás.... Eso... Ahh
Me mordí los labios tratando de silenciarme, pero cuando se centró aún más en mi clítoris chupando con fuerza no pude más. Gemí alto y claro su nombre mientras la humedad chorreaba y mis piernas temblaban.
Se separó de mi sexo clavando la mirada oscura en mí, no había hecho nada con él pero parecía igual de satisfecho que yo con la barbilla brillando por los fluidos.
—Deliciosa, muy deliciosa. —respiro profundo echándose sobre el sillón, mis fuerzas para seguir en pie eran casi nulas así que me senté en su regazo gimiendo con el roce que provoco el movimiento, aún estaba susceptible.
Mis piernas fueron acariciadas por su mano mientras yo tomaba aire recuperándome.
— ¿Quieres beber algo?
Asentí apoyando los brazos alrededor de su cuello.
—Lo que sea—respondí.
Alcanzo la botella que había dejado al costado hace un momento, la destapo tomando del pico primero, amago tomar un vaso para servirme pero le quite la botella tomando del pico como él.
Sonrió socarrón.
—La conejita rebelde.
Le reste importancia alzando los hombros para luego volver a su boca que se encontraba caliente y sabrosa, su respuesta fue rápida pegándome más a él y haciéndome sentir o duro que estaba. Ondee un poco la pelvis gimiendo sobre sus labios, volví a hacer lo mismo escuchándolo gemir de manera lave haciéndome desear más de ese varonil sonido.
—Para—dijo al cuarto movimiento— Me vas a hacer venir en los pantalones.
— ¿Qué importa?
—Eso no se desperdicia teniéndote a mi merced.
Se levantó con migo encima dando unos pasos para dejarme en la cama, se enderezo viéndome desde arriba desnuda y abierta de piernas.
Me sonroje al sentirme tan expuesta para él, pero me distraje cuando lo vi quitarse la ropa quedando totalmente desnudo, tu torso duro bañado en tinta, sus brazos fuertes y su rostro perfecto me dejaron atontada y deseosa.
Callo arriba mío sosteniéndose con un brazo. Con la mano libre acaricio un poco mis pechos para luego bajar a separar mis piernas, luego acariciar mi sexo por arriba abriendo los pliegue.
Trague duro inquieta.
—Shhh—pidió entre besos—Tranquila.
Bajo sus labios a mis pechos para chupar la punta haciéndome arquear en el proceso.
—Si eso—pidió—Quiero escucharte disfrutar así toda la noche.
Volvió a mis labios entrando de un empujón que me hizo retorcerme de dolor y placer al mismo tiempo mientras el gemía tensando los brazos.
Grande, dura, placentera. Así la recordaba y así era.
Dejo que me acostumbrara un segundo para luego empezar a moverse con lentitud, las embestidas que soltaba me llevaba al límite, cada una más fuerte, voraz, arrasadora. Sus ojos no se mantenían quietos, iban a mi rostro, me besaba y luego bajaba a mis pechos que saltaban con el movimiento producido por su pelvis contra la mía.
La respiración se me hizo pesada, el corazón parecía querer salirse de mi pecho, mi espalda se arqueo chocando sobre su torso duro como la roca, me aferre a su espalda clavando las uñas en su piel, su cabeza quedo escondida entre mi cuello mientras las estocadas se volvían más feroces. Deje de escuchar todo, me deje llevar gimiendo sin pudor alguno sintiendo mi mundo explotar en millones de fragmentos mientras se descargaba en mí.
No importo nada más que las sensaciones maravillosas que estaban a flor de piel. Nuestras respiraciones seguían igual de erráticas, su boca busco la mía fundiéndonos aún más en el momento post-sexo increíble.
Sentí sus brazos abandonar mi cintura de forma lenta, así nos habíamos quedado después de volver a tenerlo dentro mío por segunda vez en la noche, yo de espaldas pegada a su torso mientras acariciaba la curva de mi cintura con parsimonia.
No habíamos dicho nada, sentía que mucho no había por decir y no entendía por que seguía en la habitación ya que a lo el propósito por el cual estaba acá ya se había cumplido. Aun así seguí entre sus brazos despierta, con cierta incomodidad en mi sexo y con su respiración pausada en mi nuca.
Él si había logrado dormir y yo casi lo lograba, pero su cuerpo alejándose del mío me despertaron; me encontré deseando que vuelva a su sitio con sus brazos alrededor mío, sin embargo calle como una cobarde, no éramos nada más que un simple revolcón o eso parecía lo pactado, todo como la vez en que nos conocimos.
Nicolás se levantó de la cama encaminándose hacia el baño.
—Tomare una ducha—dijo ante mi atenta mirada.
Me estire con confianza entre las suaves sabanas acomodándome sobre mis codos para verlo. Estaba sin nada de tela encima y totalmente cómodo con su desnudez, su piel brillaba por la poca luz mañanera que se filtraba por las ventanas de la habitación, Sus tatuajes eran lo que más resaltaban y me hacían observarlo como una acosadora.
—Ok—respondí saliendo de mi ensoñación. Entro al baño y salió como cuando olvidas algo. Quise volver a mirar su fornido cuerpo o una parte especifica que te llegaba a embobar, pero para evitar ponerme en evidencia empecé a buscar algún reloj que me ubique en el tiempo.
—Ah—pude sentirlo sonreír—Ya tienes permitido irte de mi habitación, nuestros deseos fueron cumplidos con eficacia.
Escucharlo fue doloroso, sus palabras hicieron que mis latidos se ralentizaran y que respirar se me haga difícil; la búsqueda del reloj quedo en segundo, tercero o simplemente último lugar. Mis ojos se nublaron y me esforcé por evitar derramar lágrimas, Mi cuerpo temblaba ante el significado que le daba a sus palabras.
Con el poco valor que me quedaba y toda la vergüenza del mundo clave la mirada en él, que cambio la sonrisa a ver mi estado.
—Mierda no era lo que quise decir—tomo rápido una toalla enrollándosela por la cintura para cubrir su hombría—No es lo que quise decir, yo no...
Ni él llegaba a entenderse. Pero yo sí, entendía todo. Era la puta del momento, eso era lo que dijo y estaba bien si él quería verlo así. En parte llegaba a ser mi culpa, si se lo permití yo sola.
—Me voy—rápidamente me levante de la cama tratando de cubrir todo lo que hace unos segundos no me importaba mostrar.
—No puedes irte así, May fue un error, no es lo que quise decir.
—Me voy—repetí como grabadora trabada—No hace falta aclarar nada.
—May—se quiso acercar, pero mi mano en alto hizo que quedara en su lugar y me dio tiempo a alejarme.
— ¡No te acerques! no lo hagas. —fue lo único que pude pedir con la voz entrecortaba, trataba de no llorar como tonta, pero cada vez era más difícil no hacerlo al darme cuenta de que era obvio como terminaría todo.
Ver la salida lejos, mi poa ropa tirada por diferentes partes me hizo estar más consiente de la situación. Yo lo había buscado, llegue aquí motivada por el recuerdo de nuestra primera vez, por el deseo que despertaba en mí y por lo estúpida que podía llegar a ser.
—Maia me iré yo, no salgas así—suspiro tratando de calmar su voz. —No medí mis palabras, no era lo que quise decir, tranquilízate por favor. —pidió al ver como el llanto salía de mí.
—No te acerques—repetí al ver el amago de querer acercarse
— ¡Maldición!—golpeo con fuerza la pared a su lado.
Se volvió hacia el vestidor y aproveche para ir por mi vestido, me lo puse velozmente luchando con las estúpidas tiras, no tenía caso buscar mi ropa interior ni era tarea fácil ya que no se veía por ningún lado y mis ojos derramando lagrimas no ayudaban a enfocar, ni atención le di a los zapatos que estaban al otro lado. Solo fui por la tarjeta que abría mi habitación.
Quise salir rápidamente pero sus manos tocándome pararon la tarea.
— ¡que no me toques!
— ¡Trata de tranquilizarte!—grito al igual que yo.
Le di un manotazo y tome algo de aire.
—Nunca más te atrevas a tocarme.
Trago duro.
—Deja que arregle esto—pidió—Tienes que entender
— ¡Claro que entiendo!—grite—Entiendo que nunca una mujer es suficiente para ustedes—su expresión me mostro su falta de entendimiento—Alexis quería que dejara de ser una tonta santurrona, supuestamente eso le dio motivo suficiente para engañarme con la primera que se hacía disponible.
—No me compares con ese infeliz—pidió negando.
—Claro que no lo hago—me seque las lágrimas para seguir—Solo los clasifico: él es el infeliz que quiere que me entregue libremente como un pedazo de carne; y tú, el don perfecto que busca y busca a la mujer. Bah que mujer ¿no? Busca mejor dicho a la niña tonta que se deja engatusar por quien tiene las ganas de perseguirla, se encuentra saciado después de haberle clavado la polla para poder decir "puta de turno, eres libre de irte, la paga es el placer proporcionado"
—Nada es así.
—Cállate. Por favor cállate. Dime ¿qué mierda es lo que quieren de nosotras? ¿Qué les da el derecho de comportarse así con nosotras?—reí tontamente—Claro el derecho se los doy yo misma. Idiota de mí por pensar que me tratarían con consideración.
— ¡No!—dijo perdiendo la calma—Nada es tu culpa, no es así. Dios Maia lo lamento.
Lo último fue casi un murmullo.
—Claro que lo sientes, te acabas de quedar sin la puta de turno. Le doy paso a la siguiente si es que ya no lo había.
Finalice y Salí con el sabor amargo de la humillación mezclada con las lágrimas.
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