CapÍtulo VII (Parte 2)


— Ve a cenar, yo me arreglo sola, no es la primera vez que haga esto.

— Bueno pero si necesita algo me avisa señorita.

— Vete Miriam vete y disfruten la cena.

— Gracias señorita Maia.

Miriam salió de la cocina dejándome en el tranquilo silencio de la cocina, no era amante de la cocina, pero reconocía que tenía algún don para hacer pasteles sin quemarlos y con buen sabor.

Tenía dos de los bizcochos horneándose y uno lo tenía decorando ahora mismo, la boca se me hacía agua al ver todo lo que tenía preparado para el relleno y decoración. Amaba esta parte, darle vida por fuera a la torta, me entretenía bastante darle color y vida, para después comerlo con ganas. Y es que vamos esto me podía más que nada.

El sonido del temporizador dándome aviso de que tenía que sacar lo que había en el horno me hizo dejar lo que estaba terminando en la heladera y correr colocarme los guantes así meter la mano al horno y tomar unos de los moldes rellenos y dejarlo rápidamente en la encimera. Volví al horno escuchando ruidos a mis espaldas.

Era Miriam siempre estaba atrás mío y levaba el tiempo de horneado en la cabeza.

— Miriam, tengo todo controlado, deja de controlarme ya pareces a mi madre— la reprendí apagando el horno con la fuente aun en la mano.

Gire dejando la fuente en la mesada y encontrándome con la mirada inquisitiva de Nicolás. Llevaba un conjunto de chándal negro, iba sudado, con la respiración entrecortada y sudor en la frente.

— Yo pensé que eras Miriam.

— Solo pasaba por agua... y el olor también me trajo por aquí.

Sonreí nerviosa.

— Estoy preparando algo dulce para mañana en la recepción.

Sonrió de lado— No te tenía en la cocina— murmuro sentándose frente a mí.

— Ni yo ni nadie, de hecho se me quema hasta el huevo duro— carcajeo asintiendo— Solo me salen hacer algunos pasteles.

— Bueno es algo no está mal.

— Tu si tienes pintas de ser bueno en la cocina— mencione.

— ¿Cómo deduces eso?

— Por el buen físico— solté estúpidamente— o sea... se nota que llevas alguna rutina de ejercicios, vitaminas, debes cuidarte con los carbohidratos, sumar fibra, bla bla.

— Lo soy— respondió situándose detrás mío- en la cocina y otras cosas.

Su murmuro detrás de mi nuca me dejo estática.

— Aunque ya lo sabes... algunas cosas deduces y otras puedes saber, ya sabes, por experiencia.

Acaricio mi cabello.

— ¿Qué haces? — pregunte tratando de no pegarme a su cuerpo.

— Hablo contigo— explico alargando la mano untando dos dedos en la crema.

Este ser podía transformar cualquier momento de paz en uno lleno de deseo y lo empeoro todo manchando una parte de mi clavícula con la crema.

—Creo que te ayudare a limpiar eso— dijo para después sujetarme de la cintura uniendo mi cuerpo con el de él y llevando sus labios para chupar la crema.

La piel se me erizo y el deseo se intensifico.

— Pa... para Nicolás— pedí con esfuerzo.

— Te tengo ganas desde hace tiempo— pego mi culo a su entrepierna confirmando sus palabras— Pero no puedo sacar de mi mente ese puto bikini— me moví creando una fricción deliciosa mientras le daba más acceso a mi cuello— Y eso me está matando conejita— reconoció y volvió a besar ese lugar tan sensible de mi cuello.

Me deje llevar por las sensaciones de nuevo, por el vaivén de nuestros cuerpos creando un baile sexual con la ropa aun puesta.

Sus brazos me apresaban, sus labios me marcaban y yo solo suspiraba controlando los gemidos que querían salir de mi garganta.

— Me mata recordarte desnuda, bajo de mi cuerpo y gimiendo mi nombre— dijo dejándome frente a sus ojos lujuriosos.

— Quiero más— pedí presa de los deseos.

Y más me dio.

Sus labios chocaron con los míos creando una intensa guerra, una donde ninguno estaba dispuesto a perder, ninguno iba a ceder, ninguno iba a dejar de caer en este tortuoso circulo vicioso de ganas que siempre llevábamos encima.

Aguantar estas dos semanas viviendo en el mismo espacio nos estaba cobrando factura ahora. En este momento que nada importaba más que culminar que el deseo que nos teníamos. Nada importaba, aunque quise detener esto con la poca conciencia que me quedaba se acabó cuando Nicolás me alzo en brazos haciéndome enrollar las piernas a su cintura. Chocamos con la mesada tirando algunas cosas, cosas que no nos importaron más que volver a besarnos y seguir con el toqueteo intenso que habíamos empezado.

Dejo una de sus manos en mi trasero mientras su otro brazo me abrasaba sosteniéndome.

Sus besos bajaron a mi cuello y siguieron hasta bajar parte de mi blusa, llevaba un sujetador viejo que ya ni siquiera serbia como sujetador ¿qué importaba? Mi libido estaba por los aires al igual que el de Nicolás, si me lo quitaba y seguía dándole atención a esa parte erógena de mi cuerpo. Sus besos en el valle de mis senos me orillaban a la locura, su mano amasando mi trasero tampoco ayudaba.

Mis manos se anclaron en su cabello estirando con fuerza. Una suave mordida me hizo gemir fuerte, sus labios me acallaron.

— Haces mucho ruido— menciono mordiendo el lóbulo de mi oreja.

— ¿Te molesta?

— Siente— dijo frotando nuestras partes, sentir lo duro que estaba me hizo gemir más fuerte. Mis mejillas ardieron al pensar en la humedad que desprendía mi sexo y en si él podría sentirlo— Me vuelve loco escucharte linda, pero estamos en la cocina.

Me frote más sobre él haciéndonos gemir al mismo tiempo.

— De... deberíamos de ir a la habitación— sugerí tomando distancia de sus labios. Su respiración entrecortada chocaba en mi mejilla mientras me daba suaves besos.

Quiso responderme pero un carraspeo le interrumpió jodiendo el momento.

El miedo se apodero de mi ser, estaba de espaldas a la entrada de la cocina, arriba del huésped de mi padre con sus manos en mi trasero, Nico podía si podía ver a quien estaba ahí. Me soltó suavemente; Sus ojos no se despegaron de mí, dejando cierta tranquilidad en mí ser.

— Lamento interrumpir- hablo Beto, mi corazón volvió a latir— Solo venia por más agua.

Con las manos de Nico en mi cintura todavía gire enfrentando con vergüenza a Beto, antes que pudiera salir algo de mi boca retrocedió.

— Pero creo que con lo que queda nos arreglamos.

Salió sin decir más ni esperar respuestas.

Escuche maldecir a Nicolás y sus brazos abandonaron mi cuerpo.

— Voy a hablar con él— dijo de repente.

— No-ordene— Yo lo conozco desde siempre, trabaja para mi familia, es lo mejor.

— Yo debería hacerlo, te metí en esto.

— No es solo tu culpa, yo también quería- una de sus cejas se elevó dejándolo como un chico travieso— Solo déjame hablar con él.

Suspiro pasándose las manos por la cara-Esta bien.

Trague aire con nervios.

— Debo ir a solucionar esto— comento tratando de acomodar la evidente erección que se llevaba.

Reí nerviosa ante su falta de vergüenza.

— Yo... debo ir a solucionar eso— murmure apuntando hacia donde salió Beto.

— Te acompañare— repitió decidido— solo déjame echarme agua.

— No. Está bien, puedo y quiero hacerlo sola.

— Maia...— quiso reprocharme pero me adelante.

— Maia nada, es bastante incomoda la situación... peor si estas a mi lado.

— ¿Estas segura? — pregunto con el ceño fruncido.

— Si tranquilo.

Negó con una pequeña sonrisa en los labios.

— Ok...

Se acercó besando mi mejilla y se fue a dirección de la sala.

Suspire echando la cabeza encima de la isla, necesitaba a mente bien fría... la mente entre otras cosas más.

Me tome el tiempo necesario para acomodar las cosas que había usado, dejar los biscochos en la heladera, lavar lo que había ensuciado y pensar que decirle a Beto. Me sentía incomoda; Beto era como un segundo padre, un amigo incondicional. Sabía que no me reprocharía nada, pero me sentía con la obligación de darle alguna explicación y saber que entre nosotros estaba todo bien.

— ¿Sigue aquí señorita?-pregunto Miriam entrando a la cocina.

— Estoy terminando de ordenar lo que use— respondí guardando el ultimo plato en su lugar— ¿Qué tal la cena?

— Muy buena, empezaron a contar chistes de todo tipo... y los muchachos no dejaron nada— respondió riendo— Parece que vinieron de una maratón de semanas.

Reí con ella.

— Me imagino ¿sabes dónde está Beto? — pregunte

— Dijo que iba a ir a tomar aire en el jardín...— se encogió de hombros- A veces se la pasa en la zona de los columpios ¿le digo que lo busca?

— No no iré yo por él, que descanses-me despedí antes que insistiera en ir ella a buscarlo.

La casa era nueva... mis padres habían decidido en mudarse de la antigua casa un año después de la muerte de mi hermana; no estaba de acuerdo en esa casa tenia los mejores recuerdos con mi familia, pero mis padres no podían vivir con ese peso así que nos mudamos aquí. Lo bueno era que mi mama seguía conservando el gusto por las hamacas y columpios en el jardín, gusto que yo también tenía. Cada vez que venía por unos días del internado, me escapaba a la noche para disfrutar de los columpios, Beto me encontró una noche y desde ese momento compartíamos ese pequeño tiempo juntos, el me solía traer algún chocolate para pasar el frio o un helado de fresa para el calor.

Todos dormían en casa, así que Salí tranquila encaminándome hacia los columpios del fondo y si, ahí estaba Beto.

Las palmas me sudaron de los nervios, la garganta se me seco.

Me acerque despacio para sentarme en el columpio a su lado, todo en un tortuoso silencio.

Abrí la boca varias veces pero así de rápido la cerraba, no sabía cómo empezar.

— No me debes explicaciones— dijo al darse cuenta de mi estado— No tienes por qué hacerlo.

— Lo conocí desde antes— dije después de un tiempo en silencio.

— May, niña no hace falta...— me tomo la mano depositando un chocolate con forma de corazón... morí de ternura.

— Quiero hablarlo; necesito hablarlo con alguien que no me juzgue. Con alguien que no sea Sam.

— ¿Estas segura de que esa persona soy yo?

— Tú... ¿me quieres escuchar? — pregunte con una tímida sonrisa.

— Seré lo que necesites, y si necesitas un oído aquí está el mío; solo quiero que estés segura.

Lo estaba claro que sí.

— Lo conocí semanas antes de la fiesta, Alexi me había engañado— clavo la vista en mi— No lo hice por despecho... ya con Ale no existía nada; conocí a Nico y me sentí muy bien, él me hizo sentir muy bien, como hace tiempo no me sentía y las cosas solo pasaron. Yo creí que no lo volvería a ver más, pero resulto que hicieron sociedad con mi padre y volvimos a encontrarnos.

— ¿Qué sientes?

Trague duro.

— Pensé que iba a poder con todo lo que desata en mí, pero me gusta demasiado.

— ¿El siente lo mismo?—pregunto

Mi pequeño corazón dio un salto. Esa pregunta me la había hecho muchas veces, pero no hallaba respuesta. Nunca me animaría a preguntarle algo así, notaba que muchas veces tenía su atención, otras me evitaban y en otras ocasiones se dejaba llevar por los impulsos igual que yo. Lo que nos diferenciaba era que se notaba que no era un hombre impulsivo. ¿Entonces?

— No lo creo— respondí finalmente.

— No debes dejarte llevar por impulsos — 'nada fácil'— Hoy entre yo a esa cocina... pero si aparecía algunos de tus padres ¿Qué crees que hubiera pasado?

— Un apocalipsis— murmure

— Peor... la sociedad con él se termina y a ti te mandan a la china.

Era verdad.

Agache la cabeza tratando de esconderme de su mirada.

— Es normal lo que sientes, te entiendo claro que sí, pero tienes que ser consciente de que toda decisión trae sus consecuencias. Si no estás segura de qué es lo que él siente por ti no te sacrifiques. No es lo que él no te asegura que te va a dar, tiene que darte lo mismo o más.

Suspire mirando las nubes oscuras moverse lentamente.

Me sentía aliviada, pero también muy confundida.

— ¿Te enamoraste alguna vez? — pregunte mirando a Beto.

Sonrió con la melancolía haciendo estragos en su rostro.

— Claro que si— respondió sin dudar.

— ¿Y? cuéntame la historia algo más-pedí desesperada.

Negó entre risas contagiosas.

— Es la mujer más bella de todas, delicadamente pura y hermosa como una rosa blanca.

Me daba mucha ternura escucharlo.

— Era muy amable y soñadora, le encantaba escribir, inventaba cosas y lo plasmaba en diferentes tipos de arte.

— ¿Era correspondido tu sentimientos?

— No se... en algún momento creí que sí, pero formo su familia y es muy feliz.

— ¿Nunca le dijiste lo que sentías?

— No— murmuro— Era difícil... yo no era para ella.

—¿Por qué? ¿Cómo puedes asegurar algo así?

— No lo sé, solo sé que fui feliz sabiendo que ella lo era, a veces amar se trata de eso, ser feliz con su felicidad... aunque no seas tú el que la haga feliz.

— ¿Crees que hubiese sido diferente si le decías tus sentimientos?

— No, hubiese sido todo igual— respondió para luego perderse en algún lugar de sus recuerdos.

Era injusto. Muy injusto.

— ¿Por qué no lo intentaste con otra persona?

— Porque ella siempre está aquí— respondió apuntando su corazón— nunca la pude sacar de ahí y no puedo estar con una persona teniendo otra en mi mente y corazón.

— Te mereces un amor correspondido-murmure tomando su mano.

— Tal vez no era el momento.

— ¿Cuándo lo será?

— Cuando tenga que ser-respondió con una triste sonrisa

Estaba más que cansada, más de dos horas hablando con Beto me estaba cobrando factura; mañana tenía muchas cosas por organizar por ello debía levantarme temprano, tendría pocas horas de sueño si es que lograba pegar el ojo, con todas las emociones que había estado teniendo, descansar se veía como tarea difícil.

El pasillo se encontraba en silencio y medio alumbrado por una lámpara. Tenía que cruzar por la habitación de Nicolás para llegar a la mía, todo lo que habíamos pasado en la cocina más lo que habíamos hablado con Beto me decía que no era buena idea seguir tratándolo, pero no quedaba otra opción o tal vez ni quería evitarlo.

Camine despacio, hasta tratando de no respirar para no hacer ningún ruido. Me sentí victoriosa cuando cruce la puerta de Nico sin hacer el menos ruido, pero había celebrado de antemano, ya que con una rapidez sobre humana la puerta se abrió, me tomo del brazo y adentro a su habitación.

— Te estuve esperando —.reprocho de inmediato.

— No lo hubieras hecho—. murmure afectada por su cercanía, estaba apresada contra la pared y su musculoso cuerpo.

— ¿Está todo bien? —. preguntó en un susurro.

— Si...-trague nerviosa — .Hable con Beto, está todo bien.

­— No me preocupaba- sus manos subían lentamente por mi cintura hacia mi espalda.

­­— ¿Que hago acá entonces? — pregunte en un susurro.

—¿Qué crees? — . se acercó lentamente a mis labios pero se desvió hacia mi mejilla dejando suaves besos que iban aumentando el calor de mi cuerpo cada vez más.

Me deje llevar nuevamente, Nicolás me llevaba al delirio, a la intensidad, a las ganas de hacerle de todo y dejar que él hiciera conmigo lo que se le cante, el total el disfrute lo tenía asegurado.

Sus besos bajaron al nacimiento de mi cuello alternando con leves mordidas y chupetones.

— Necesito...

¿Qué necesitaba? Que me toque otros lados obviiiamente, aunque no se lo iba a decir, trate de encontrar alivio apretando más piernas, pero ni eso me bastaba.

Baje las manos a su cintura metiéndolas bajo la camisilla limpia que llevaba, el torso duro y frio por el baño me pareció lo más candente de él, se sentía suave pero firme y muy marcado; le quite la ropa dejándolo en bóxer, la erección se le marcaba bastante pero no me dio tiempo a darle atención ya que en segundos me subió obligándome a enroscar las piernas alrededor de su cuerpo, amortiguo el golpe de la pared con su brazo. La fricción me obligo a gemir.

— Me encantas a lo maldita sea-murmuro luchando con mi blusa, la quito de un tirón dejándome con el sujetador que a pesar de que era uno de los más viejos que guardaba por comodidad Nicolás se tomó el tiempo acariciar los bordes con las yemas de los dedos; fue tan lento, con tanta dedicación, atención y con esos verdosos ojos oscuros, brillantes y dilatados que mi corazón salto aún más fuerte.

Mis mejillas ardieron, clave la mirada en su pecho pero sus largos dedos me hicieron volver a su rostro, rostro que mostraba el inicio de una perfecta sonrisa de dientes blancos. Sonreí nerviosa.

—Eres muy linda y todo en ti lo es- mi sonrisa se agrando, enrosque mis manos en su nuca yendo a sus labios que tenían sabor a gloria.

Nos contorneamos creando una rica sensación en nuestras partes. Una, dos, tres, cuatro veces. Empezó a caminar hasta dejarme en la cama y subirse encima de mi cuerpo, retiro las copas de mi viejo sostén sin problemas para darle toda su atención con sus labios a mis pechos, chupo, mordió y lamio todo lo que pudo. Mis gemidos eran cada vez más escandalosos y mientras me quitaba el short fue descendiendo, acaricio con la nariz el contorno de mi ombligo, bajo dejando húmedos besos hasta llegar a las bragas de encaje beige que llevaba.

Trague duro viéndolo levantarse, mis piernas estaban abiertas para él, solo llevaba puesto el ajustado bóxer que parecía querer ceder ante la erección.

Se mordió los labios mientras pasaba un dedo sobre mis labios y no los de mi boca. Acariciaba suave por arriba de las bragas que ya estaban más que mojadas.

— Nico- susurre — No tomo anticonceptivos — admití con pena.

Llevo la vista a la mesita al costado de la cama.

— Mierda, mierda— suspiro frustrado— No tengo preservativos.

Respire pesadamente.

— No importa— dijo de inmediato arrancándome las bragas de un tirón- Hay otras formas.

Se fue contra mí besándome con fuerza, un brazo apoyado al costado de mi cabeza y su mano bajando hacia mi centro.

— Te gustará— dijo para luego introducir un dedo a mi interior.

Gemí fuerte arqueando la espalda, bombeaba sin ser brusco alternando la caricia entre mi clítoris. Los jadeos de ambos llenaban el ambiente y en ese momento agradecí estar un piso arriba de la habitación de mis padres.

Era más que satisfactorio, sus dedos moviéndose en mi hacían que algo se construyera en mi estómago, el sudor tomo todo mi cuerpo, mis manos se anclaron en las sabanas tratando de aferrarme a algo para soportar el placer que me desbordaba.

— Nico por favor— pedí desesperada, todo me daba vueltas y el placer en mi interior se hacía fuerte con cada lamida que le daba a mi vagina. Sus manos se aferraron a mis muslos con fuerza mientras chupaba.

La respiración se me atasco, los ojos se me cerraron, los brazos y piernas se me hicieron gelatina mientras las sensaciones me desbordaban, el puño se me fue a la boca tratando de contener el gemido que se hizo más fuerte; el clímax llego a mí con fuerza, pero dándome una paz tan reconfortante.

Nico se incorporó, abrí los ojos encontrándolo cerca de mi rostro, con los labios sonrientes e hinchados, barbilla brillando de humedad, los ojos chispeando.

— Deliciosa— dijo para luego volver a atacar mis labios, me abrace a su torso disfrutando el frio que me daba su piel, sus besos bajaron a mis pechos y aproveche para tomar aire mientras mis manos bajaban su bóxer, levantó el rostro observándome.

— ¿Qué haces? — preguntó confundido.

No respondí, solo tome la erección desde la base con mis manos, suspiro de inmediato mientras sus músculos se tensaban, moví la mano de arriba hacia abajo provocando un varonil jadeo.

Otra chispa en mi creció.

Seguí agitando la mano sin importar lo que se volvía a construir en mí, su rostro se escondió en el hueco de mi cuello mientras respiraba con dificultad, su mano acaricio lentamente uno de mis senos alternando las caricias con un suave pellizco.

Sentía el falo cada vez más duro mientras agitaba con fuerza y aplicaba presión, sus caderas empezaron a moverse creando un vaivén perfecto junto con mi mano. Se tensó mucho más, un gruñido fuerte salió de sus labios mientras soltaba el chorro de líquido seminal.

Mis manos y mi abdomen se untaron de él. Suspiramos al unísono. Su frente sudorosa se unió a la mía mientras recuperábamos el aire.

No había palabras, o tal vez ni la necesitábamos, solo nos quedamos en los ojos del otro, respirando el aire del otro y disfrutando la paz que se había formado a nuestro alrededor.

Paz que se vio interrumpida por el sonido del celular, Nico maldijo lentamente pero no se movió, siguió arriba de mi cuerpo sin molestarse en ver quien llamaba.

— ¿No atenderás? — pregunte con un susurro.

— No quiero.

— ¿Y si es importante?

— No creo que haya algo más importante que la chica con la que estoy ahora— murmuro con una pequeña sonrisa en el rostro.

Mi corazón volvió a saltar de emoción y esta vez no había nada sexual que lo provocara.

—Yo... creo que me debería ir-. Dije sin pensar.

— ¿Quieres hacerlo?

— No lo sé.

— Entonces quédate— dijo dando un beso en mi frente para luego acomodarse a mi lado sin despegarme de su cuerpo.

— No...

Volvimos ser interrumpidos por el sonido del celular nuevamente. Gruño con fastidio y reí divertida.

— Puede ser importante, responde— dije aun sonriendo.

— Que fastidio— murmuro poniéndose de pie. Tomo el bóxer que estaba en una esquina de la cama, se lo puso y fue por el celular. Mientras atendía me limpie la mano y el abdomen con el short que estaba en la punta de la cama, luego me acomode en la cama tapando un poco mi desnudez con una sábana.

— Mierda ¿Por qué recién ahora me avisan?... se supone que para eso te pago, para que te ocupes de que estas cosas no te pasen.

Con quien estuviera hablando se estaba comiendo el regaño del año.

— Déjalo, ya salgo.

Colgó encaminándose hacia mí con el enojo marcando sus facciones.

— ¿Todo bien?-pregunte

— Un problema en la fábrica- suspiro observándome— tengo que ir.

— Claro, yo mejor...

-Te quedas- sentencio sin dejarme terminar— Volveré en unas horas y no me molesta que te quedes— se agacho dejándome dos besos en la mejilla y uno en los labios, tomándose el tiempo en el último— De hecho me encantaría que te quedes.

— Yo... creo que está bien— mentí.

— Eso es genial linda, tomaré una ducha.

— Claro— murmure dejando que se vaya.

Espere unos minutos hasta escuchar el ruido del agua en la ducha. Me levante rápido tomando mis cosas tratando de no hacer mucho ruido, me vestí y Salí de la habitación.

Era muy tarde así que nohubo problema mientras caminaba por el pasillo hasta mi habitación, cuando me metía mi habitación cerré con pestillo la puerta yendo al baño.





Buenas! despues de tanto aca estoy de nuevo con capítulo nuevo ¿Qué les pareció?

¿Un poco intenso no? Como que hace calor...

Espero que les haya gustado el capítulo, como siempre espero saber que les pareció y tambien muchas gracias por leerme, dejar su voto y comentar. SI ES QUE NO VOTARON Y COMENTARON ¿QUÉ ESPERAN PARA HACERLO? Jajaj naah chiste, PERO NO TAN CHISTE.

Gracias por todo, espero que estan bien! Nos estamos leyendo.

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