Capítulo VI

-Mamá solo necesito que salgas un momento, tomes aire, llevas aquí tres días seguidos, ni siquiera comes bien.

-Estoy bien-repitió por enésima vez.

Su vida era así desde que mi hermana murió, días que estaba bien y era la Elizabeth de siempre y semanas donde se sumía en la tristeza, negación, se encerraba en esta habitación pintando cuadros de todo tipo de colores, armando cosas con arcilla. Me costaba sacarla de aquí pero era necesario por lo menos unas horas.

-Lo sé, solo... acompáñame al jardín papá y Matt están ahí, yo estoy aquí, ¿por qué no hacer un desayuno en familia?

-La familia no está completa-respondió sin mirarme.

-Lo sé, hazlo por el invitado de papa, seamos buenas anfitrionas.- dije tratando de hacerla razonar.

-El entenderá que ando ocupada. Aparte estas tú, eres buena anfitriona, te pagamos el instituto para que aprendas a ser buena ama de casa.

Suspire evitando rodar los ojos a mi progenitora.

-Bien... mandare algo para que desayunes.

Salí del cuarto, el largo pasillo me dio la bienvenida al igual que los ojos verdes que habitaban en la casa desde hace una semana.

-Buen día conejita.

Si ese era el apodo que tengo desde nuestro primer choque en esta casa y cuando nadie estaba cerca.

-Deja de llamarme así.

-Se dan los buenos días primero conejita.

Le sonreí irónica- Buen día Nicolás, por favor, deja de llamarme conejita.

-Te queda.-me dejo bajar primero las escaleras- Mira nomas tu cara. De hecho hasta te imagino en la foto que guardan tus padres de cuando eras chiquita, con un disfraz de conejo, así desbordando ternura por todos lados.

-JAJAJA. No. Nunca veras esa foto.

Sonrió con soltura contagiándome.

-Lo sabía- paramos y Nico abrió la puerta corrediza de vidrio que daba al jardín- Y si lo quiero y voy a ver esa foto en algún momento.

Iba a responder hasta que una voz femenina nos hizo centrar la atención en ella.

-¡Federico! Al fin te veo.

Nicolás la miró extrañado por un momento, hasta que reaccionó.

- Addison, que bueno es verte.

- Lo sé-se acercó y le planto dos besos en las mejillas mientras sus manos se apoyaban en su pecho.

Deje de mirarlos para tomar asiento en la mesa alado de mi hermano, dándole los buenos días a mi padre también.

La conocida parejita intercambiaron palabras y se sentaron frente nuestro.

-Oh –la rubia me observo- No nos presentaron.

-Eso parece-dije sirviéndome el jugo, que no se noten mis ganas de conocerla.

-Equivocación mía- se levantó del asiento mi padre- Mi hija Maia, Maia te presento a Addison se encarga del departamento de diseño en la empresa de Federico.

-Un gusto-estreche su mano por cortesía.

-Igualmente lindura, me alegra conocerte por fin, solo te vi en alguna ocasión por fotos, pero te veías muy chiquita.

-Si... yo volví a la ciudad hace un mes y medio, estuve muy alejada de las cámaras.

-Wow niña conservadora.

Niña tu abuela.

-Eso parece-respondí mordiendo mi tostada.

En eso se resumió mi desayuno, en escuchar proyectos de trabajo, risas picaras de parte de Addison a Nicolás, toques indiscretos y ganas de estrangular a alguien me brotaba por los poros.

Estar sentada sin hablar me dio tiempo a detallar a la mujer frente a mi; mas alta que yo no era, tenia cabello corto y rubio, uñas bastantes largas y con un exagerado decorado de piedras de todos tamaños con un color rojo intenso por debajo, llevaba puesto un vestido gris tan entallado que podría jurar que le costaba respirar, los brazos decorados con accesorios de oro, llevaba un maquillaje que no iba a tono con su look extravagante y llamativo ya que era muy suave, tenia una cara bonita de rasgos definidos y sonrisa de dientes blancos, parecía no tener más de veinticinco.

-¿Y tú no opinas?- clave la mirada en la rubia saliendo de mi escrutinio- Digo trabajas en la empresa deberías darnos tu opinión...

- Pues... yo

-Ella no trabaja en la empresa-contesto mi padre al verme dudar.

-Oh claro... como estas en la mesa con nosotros supuse que formabas parte de algún equipo en la empresa.

-Es la casa donde vivo... y esta mesa normalmente se usa para desayunar, comer, ya sabes esas cosas que requieren alimentos o por lo menos este tipo de mesa sirve para eso. Hay otras que son más pequeñas y de otro materiales y esas si sirven para trabajar.- me miro atónita- Lo siento pero el desayuno es sagrado en mi vida.

- Claro tienes 19 no estas metida en el mundo de los negocios y no los entiendes, ahora supongo entonces que estas estudiando.

Sonreí sintiendo mi sangre hervir de nervios.

-Tampoco estudio, por ahora.

- Uh... Mantenida por tus padres.

Clave la mirada en ella.

-¿Algún problema con eso?

-Oh no cariño, no me malinterpretes, -junto las manos clavando la mirada en mí- Te recomiendo que pienses que hacer con tu vida, yo a tu edad ya le regalaba una casa a mi madre en las costas de Brasil.

-Qué bonito-respondí tragándome el insulto.

-Si lo fue, o por lo menos tener en mente lo que quieres hacer con tu vida.

-Tengo claro lo que quiero para mi vida, solo me tomo mis tiempos, y si necesitara una opinión se la pediría a alguien conocido y cercano-me levante de la mesa con los ojos de todos puestos en mi- Ahora me retiro para que los grandes sigan trabajando.

La mirada de mi padre en especial me predecía el escarmiento que vendría cuando estemos a solas.

Entre a la casa con la furia incrustada en mi piel. Estaba que reventaba, nadie tenía derecho a opinar ese tipo de cosas en mi vida, menos sin saber el porqué de las cosas.

-Su madre desayuno todo lo que le lleve señorita.

-Gracias Miriam.

Entre a la cocina, necesitaba endulzar mi existencia, Miriam tenía en la heladera una gran cantidad de postres de diferentes gustos, colores, tamaños. El sueño de todo amante de lo dulce debería ser tener a Miriam de cocinera en su casa. Era la mejor.

Abrí la heladera, haciendo puntitas para llegar a la parte de arriba donde se concentraba el frio, había tantas cosas para elegir que no sabía que comer, quería todo, pero solo tome una copa de mousse de chocolate con frutillas con base de browni. Se me hizo agua la boca con solo verlo.

Me senté en la isla de la cocina metiendo una cuchara con postre en mi boca.

-Era enserio tu amor al desayuno-murmuraron en la entrada a la cocina.

-Sí, pero ver esto y no tentarse es un pecado, están en el refri la parte alta; si es que vienes por eso, ahora si es que vienes para reírte, preguntar por mi miserable vida académica y laboral te informo que por el momento estoy llena de críticas y necesito equilibrarlo con dulces.

-¿Miserable? Un título en lenguas a los 19 es impresionante.

-No necesito tu lastima.

-No deberías tomarte todo tan a la defensiva, te estoy dando mi opinión del tema que sacaste.

-Pues hubieras dado tu opinión en la mesa, tal vez ayudaba a algo.

-No.-dijo.

-Claro, porque no puedes defender a una niña de... la mujer esa-. Dije con ironía.

-No es necesario-lo observe- Lo tenías todo controlado. No necesitabas que nadie te defienda, eres capaz de hacerlo sola, lo demostraste en la mesa con Addison y sé que puedes con mucho más que eso. ¿Pero necesitas más ayuda? ¿Quieres que le grite al mundo que eres mucho más que simple títulos o puestos de trabajo? Lo hago sin problemas, pero primero debes creértelo tu misma, ahí te darás cuenta de que no hace falta que nadie más sepa de ti. Solo tienes que estar contenta contigo, ser feliz, estar cómoda y tener en tu vida a las personas que te acepten y quieran tal cual eres.- se acercó, tomo un mechón de mi cabello y lo acomodo detrás de mi oreja.- Siendo tu misma eres agradable.

Sonreí viendo cómo se alejaba, no era lo que esperaba del todo, pero se sentía agradable tener y sentir este tipo de sorpresa.

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-¿Explícame por qué? Ni siquiera tienes que llevar un regalo.

-No es por eso, la fiesta es para tu hermano, yo no pinto nada en su vida, ¿por qué debería ir?

-Porque yo te lo pido-dije simple- eres mi amiga, acompáñame...

-No necesitas de mí para estar bien.

-Es verdad pero...

-No, definitivamente no me necesitas, así que no iré.-me cortó.

-Si iras-me senté arriba del escritorio frente a ella- Eres de la familia, mi hermano te conoce y se sentirá contento si te ve ahí acompañándonos, tú también lo ayudaste con su tesis. No seas tonta.

-Ok-rodo los ojos y salte con victoria dando aplausos- no me quedare más de dos horas no me apetece estar rodeada de niñas y niños pijos.

Rodé los ojos.

-hare una torta solo para nosotras.

- Ok me quedare una hora más si es así.

-Genial, nos hablamos debo ir a terminar los últimos arreglos y acompañar a mi madre a terapia.

Me dedico un vistazo.

-Te elegiría-comento.

-¿Qué?

-Si tuviera la oportunidad de elegir tener una hija o hermana en mi vida, te elijo a ti, como no pude, me alegra haber tenido la oportunidad de ser tu amiga. sos la mejor, siempre dándolo todo por todos.

Sonreí enternecida.

-Te amo- le di un abrazo y Salí de la oficina.

Sam era cero cariño, no le gustaba mostrar sentimientos, podía parecer sarcástica, mala, odiosa de la vida, siempre estaba con el rostro serio, armaba un muro a su alrededor y mostraba muy poco de ella. Pasar ese muro era difícil pero cuando pasabas conocías a una Sam diferente, una divertida, amable, celosa, empática, por dentro podía ser un algodón de azúcar.

-¿Tu papa sabe que molestas a sus empleados en horas de trabajo?- verlo en modo empresario despertaba pensamientos malos en cualquier mortal que se lo cruzara.

Llevaba un traje a medida completamente gris, una camisa negra y sin corbata, el cabello bien peinado a un costado. Irradiaba poder, seguridad y belleza por todas partes.

-¿Tu no deberías estar trabajando en vez de acechar a la gente que viene a molestar a los empleados de mi padre?

-Pues estoy trabajando.

-¿Así? ¿Ahora eres vigilante?

Sonrió.

-Te gustaría pero no, existe el trabajo digital, ya sabes, por medios tecnológicos-apunto la tabled que venía revisando.

Las puertas del ascensor se abrieron y me permitió el paso primero siguiéndome detrás. Marco el subsuelo, mientras esperaba a que las puertas se cerraran se quitó el saco quedando con la ceñida camisa puesta, tenía los primeros botones de la camisa desabrochados. Trague duro recordando la suavidad de su piel, la sensualidad que desprendía con la piel llena de tatuajes.

Despegue mi vista del espejo cuando empezó a arremangarse los puños de la camisa.

-¿Vas a tu casa? Tengo que buscar unas cosas para un vuelo de imprevisto, te puedo llevar.

-¿No tienes un chofer que haga esas cosas por ti?-pregunte

-Me gusta hacerlo yo mismo. ¿Te llevo o no?

-¿Por qué no?- me encogí de hombros.

Las puertas se cerraron dejándonos solos, no era buena pasando estas situaciones con él a solas. Su mirada y su aroma solían ponerme nerviosa, los recuerdos me atormentaban y él se aprovechaba de eso provocándome cada vez que podía. Toques sutiles, miradas intensas cuando nadie estaba cerca, sonrisas torcidas, respiraciones profundas. La intensidad que transportaba a cada paso era abrumadora, me sumía en una burbuja que me hacía perder en el tiempo, solo podía centrarme en el y su forma de ser.

El aviso del ascensor me despabiló, entro una joven con algunas carpetas bajo los brazos, nos sonrió saludándonos y se sonrojo antes de situarse al lado de Nicolás.

Resople inquieta. ¿Por qué tenía que ser tan atractivo el maldito? Hacía que las hormonas femeninas volaran en nano segundos. ¿Y qué me ponía más furiosa aún? Ser de esas mujeres, de las que se dan la vuelta siguiéndole el paso con los ojos. No podía evitarlo, era como billetes de dólares para el avaricioso.

Salí apurando el paso despidiéndome del personal para así salir al aire libre y abandonar la bruma que se llamaba Federico Nicolás Lombardi.

Me siguió a paso rápido tomándome de la mano en un segundo.

-¿Qué te sucede?-pregunto con el ceño fruncido.

-¿Qué debería sucederme?-respondí a la defensiva- No me sucede nada.

Recorrió los ojos por mi rostro aflojando el ceño.

-Dame un segundo-murmuro el susodicho alejándose unos pasos con el teléfono sonando.

Suspire agradecida por que haya sonado el celular. Aproveche el hermoso día que nos tocó y alce la vista a cielo, disfrutando el arte natural que teníamos todos los seres humanos en común. A veces no nos damos cuenta de que para tener un gramo de paz, había que solo levantar la mirada y olvidarse de lo que te abruma. Amaba mirar al cielo, la tranquilidad que transmitía era única y amaba disfrutarla.

-¿Maia?- mi nombre en los labios de un desconocido me saco de mi momentánea paz.

-¿Si?-pregunte al hombre que me observaba como si fuera un fantasma.

Era alto, con rasgos fuertes, una incipiente mancha de barba en su rostro, ojos marrones, iba bien vestido, con un portafolio y una carpeta a punto de reventar de papeles en las manos.

-¿Tu eres Maia Berrachea?

-Si soy yo... em supongo que en algún momento nos conocimos.

Sus ojos se bañaron en decepción.

-¿No me recuerdas?

-Lo lamento pero no ¿De dónde nos conocemos?-pregunte con curiosidad.

Me detallo completamente varias veces, su mirada nostálgica me daba cierto pesar.

-Me habré equivocado.

-No...

-Maia ya estoy vamos.

Voltee hacia Nicolás para pedirle un momento, pero el movimiento del desconocido me hizo volver hacia el para llamarlo, pero ya estaba tomando un taxi a unos metros de mí.

-¿May estas bien?-pregunto tomándome del brazo.

-Si... si vamos-murmure mirando hacia donde el chico desapareció. Me conocía, pero yo no a él o eso creía.

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Su solicitud está siendo evaluada.

Por qué simplemente no me dicen si fui aceptada o rechazada. Estar en la duda hace más de dos semanas era horrible, quería con todo mí ser poder ser aceptada en la universidad y así empezar con la carrera. Detestaba estar encerrada en casa sin poder hacer nada más, no era que me faltara dinero, mis padres me lo daban todo. Era el hecho de querer cumplir mi sueño de recibirme como Licenciada de interiores, poder ejercer y depender de mi misma, sin la necesidad de tener vigiladas mis cuentas por mi padre.

Cerré la notebook rezando para que me acepten, si lo hacía ya tenía que ir preparándome porque la cursada empezaba en un mes y medio.

-Señorita, la esperan para desayunar.-

-Ya bajo Carmen.

Me fui al espejo para terminar de arreglar mi cabello y sus ondas rubias que hoy amanecieron amigables y me dejaron hacer un bonito recogido por la mitad. Mis ojos bajaron a la cadena que decoraba mi cuello.

El corazón se veía más brillante y el apodo se apreciaba mejor que antes, no sabía cómo sentirme respecto a esto. Hoy desperté y lo primero que vi fue la caja cuadrada forrada en terciopelo azul. Me imagine de todo menos que contenía la cadena que había quedado en la habitación con Nicolás. Se notaba a distancia que lo había mandado a pulir ¿Por qué? Tal vez nunca lo sepa ¿le agradecería? No sé, no fui yo quien pidió que hiciera esto aunque fue un lindo gesto de su parte hacerlo. Sonreí imaginándolo la cadena en su enorme mano. Pero la sonrisa se desvaneció al volver a la realidad y ver lo complicado que era todo para nosotros. Bueno ni siquiera existía un nosotros, así que ni valía la pena pensarlo.

Salí del cuarto y mi vista viajo hacia la puerta de su habitación, tuve la estúpida idea de ir a tocar, pero era una tonta idea, solo eso.

-Buen día- salude a toda la familia y el infaltable Nicolás.

Le di una palmada en el hombro a Matt, abrace a mi padre y me límite con Nicolás a un gesto en forma de saludo. Todos respondieron y siguieron con la charla, me senté alado de mi madre y frente a mi hermano.

-¿Señorita que va a tomar?

-Lo mismo de siempre, y por favor Carmen solo Maia.

Sonrió en respuesta y me sirvió una humeante taza de café.

Mire la meza tomando las tostadas que estaban a un costado.

-¿Dormiste bien?- pregunto mi madre con repentino interes.

-Si como un bebe-respondí dándole un beso en el cachete-. Digamos que esa clase de yoga me relajo bastante.

-¿Así? Pensé que eran aburridas.-comento papa metiéndose en la conversación.

Sonreí.

-Lo son, tan aburridas que me relajo y dio un sueño profundo.-me burle.

-Y que profundo, tu hermano tuvo que llevarte en brazos a la cama.

-Como en los viejos tiempos- respondí alzando mi tostada como si hiciera un brindis.

-¿Cómo están los preparativos de la fiesta?- dijo matt-Necesito que en la lista este Darío Martín, es el decano y prometí que lo invitaría.

-Está en la lista tranquilo.

Tome un sorbo de café disfrutando el sabor y la temperatura perfecta que tenía.

-Supongo que Federico ya recibió su invitación.- menciono mi padre, era obvio que no deseaba que este en esa fiesta y que no le había enviado la invitación a propósito.

-Me llegara pronto- respondió el susodicho- Aunque no hace falta, ya Matt me hizo la invitación.

-Si pero es mejor que sea formal, así ya queda agendado.

-Con lo llena que esta-murmure con sarcasmo.

-¿Cómo?-tomos clavaron la vista en mí.

- Que como tienes una agenda tan ocupada hay que asegurarse de que no te pierdas la ceremonia. Por eso todavía no te llego la invitación-mentí- Quería entregártela personalmente, aparte te veo todos los días así que me pareció más familiar hacerlo.

- Siempre tan... amable, entregando todo.- mordí la tostada con fuerza evitando levantar el rostro. Eran obvias sus malas intenciones, tanto que logro ponerme roja.

-Cuando quieras podrás ir a elegir lo que haga falta para la decoración- menciono mi padre ajeno a todo.

-Bien, hoy no me dan los tiempos, pero mañana iré, no falta mucho, solo detalles.

-¿Ocupada? Te mantengo para que no lo estés.-dijo riendo.

Me trague el sabor de la humillación y sonreí para no decir algo fuera de lugar.

-Tienes razón, casi nunca tengo nada que hacer, pero justo hoy ya tengo compromisos.

Mi mama carraspeo incomoda limpiándose las comisura de la boca, procedió a cambiar de tema rápidamente. Un tema al cual no preste ni más mínima atención. Me concentre en mi café que ya se me hacía amargo y en ponerle todo el dulce posible a mi mermelada para arreglar mis emociones.

La mirada de mi hermano estaba en mí, pero no tenía ganas de averiguar lo que pensaba en este momento. Esta clase de temas me ponía mal, me hacía sentir perdida en el tiempo y sin capacidad de andar libremente eligiendo que hacer en mi vida.

Lo más importante ahora parecía ser la tostada, me sentía rara, incomoda y dolida. Pero como siempre lo disimulaba con una sonrisa, con la boca cerrada y llena de comida para no molestar.

Suspire, tome todo lo que quedaba en la taza, limpie mi mano y mi boca apresurándome por levantarme.

-Con el permiso de todos me retiro.

No espere respuesta alguna, solo tome mi bolso y celular dirigiéndome a la sala.

-Hija-llamaron antes de que saliera por la puerta.

-Voy con prisa mama, ¿Qué pasa? ¿Necesitas algo?

Suspiro pesadamente

-Que te cuides.

-Lo hare, tranquila.

-Emm tu padre... el solo

-¿Qué? ¿Me protege? ¿Quiere lo mejor para mí? Pues se pasa de protección.

-Hija...

-¿Qué? Lo siento vale, pero tengo que decir lo que pienso. No aguanto no poder estar estudiando o simplemente trabajando haciendo algo por y para mí.

-No es necesario, tienes todo para disfrutar de la tranquilidad de tu casa.

-Mama, Matt antes de estudiar ya estaba trabajando en la empresa.

-Es diferente, él es hombre.

-Wow eso sí que no lo esperaba, no de ti.

- ¿Qué quieres decir?

- Que un comentario tan machista no esperaba de ti, bueno no espero mucho de esta familia.

-Maia...

-Maia nada mama, solo deja es tema ahí.

Salí dando un portazo sin medir fuerzas, la sangre me hervía de lo nerviosa que estaba.

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-No entiendo como siempre caigo en lo mismo-dijo Sam quitándose la bata.

- Ay por favor, hay que aprovechar el sol, en unas semanas empezaran las lluvias y después el frio, te habrás arrepentido de no haber tomado sol.

-Me suena a que hablas de ti más que de mí.

Si era verdad. Sam siempre me acompañaba, pero era más de estar encerrada que de estar afuera tomando sol.

Yo amaba disfrutar de vitamina D que me proporcionaba el sol, el calor, el agua de la piscina refrescando el cuerpo, los colores vivos que quedaban con la época...

En fin. Me vendría bien tomar color, quería usar un enterizo blanco en la fiesta de matt que era mañana a la noche, quería lucirlo como debía y para eso necesitaba tiempo en el sol.

-No te quejes, solo disfruta el descanso.

-¿Descanso de que? No estoy cansada.

-Igual, los números son agotadores, aléjate de ellos, aparte del molesto de tu jefe, ese señor puede llegar a ser más tóxicos e intenso que mi ex.

- Si tienes razón, casi nada puede pasar la intensidad que manejaba Alesi.

-Si así que descansemos de eso.- me acomode en a reposera.

-Me debes otro pastel por esto.-pidió.

-Los que quieras.-dijo acomodándose las gafas.

Nos tiramos en las reposeras difrutando el hermoso sol de la tarde. Trate de relajarme, pero el ruido de la puerta siendo abierta me distrajo. me quite los lentes de sol enfocando la mirada.

Mi papá, Adisson y Nico estaban ahí; los tres clavaron la mirada en nuestro lugar.

- Tu novio a la vista.-mururo Sam viendo hacia ellos.

- Que oportunos-murmure acomodandome en mi lugar, estaba decidida a aprovechar la tarde y lo iba a hacer lo mas que pudiera.


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¡Buenass! Espero que se encuentren bien. Hoy vengo con capítulo nuevo, espero que lo disfruten. Ya saben, dejen su estrellita y comenten para ayudarme a crecer.

Quiero dedicar este capítulo a @AngieH468 que me estuvo comentando la historia, disfrute leyendo tus comentarios!

Por el momento no hay mas que decir, en esta semana habrá otra capítulo.

Espero que hayan disfrutado la lectura y desde ya muchas gracias por la oportunidad!!

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