Capítulo 7
Otra vez pasamos frente a unas enormes chimeneas industriales, bajo el cielo nublado; yo las observé y vi a las gaviotas volar hacia ellas.
Joey me miró, sonrió perdidamente y tomó mi mano. Yo lo miré.
_ Te amo
Yo le sonreí, me apoyé en su hombro y ambos miramos alejarse aquellas chimeneas y a sus gaviotas...
Todos íbamos en silencio, el tren seguía su transcurso y mi corazón no dejaba de latir rápido y efusivo por la dicha que sentía de tener a Joey a mi lado.
Usaba con cariño su jockey, mientras miraba, con entusiasmo, cada bello lugar y él me miraba y sonreía con ternura y amor.
Habíamos viajado casi por tres días en aquel largo y mágico tren. Ya faltaba menos para llegar a la parada final y aunque todos ansiaban ya bajarse, yo quería seguir allí junto a Joey y que aquel bonito sueño no se terminará jamás.
Aquellos tipos abrieron la puerta y entraron al vagón, donde nosotros estábamos, y nos vieron...
Yo dormida en el pecho de Joey, él de pronto vio a aquellos hombres y frunció el ceño. Tenso y nervioso, se enderezó abruptamente y yo desperté.
Sin entender, lo miré y él molesto, miró a aquellos acosadores paparazis y estos se nos acercaron. Joey me miró.
_ ¿Qué ocurre Joey?
_ Tenemos que irnos, Stephanie
_ ¿Por qué? ¿Qué es lo que está pasando?
_ Esos hombres son paparazis. Saben de mí y harán lo posible por destruir mi carrera y mi vida, más ahora que te han visto conmigo niña mía – abrí los ojos y aquellos sujetos se nos acercaron rápidamente.
_ ¡Vámonos!
Me dijo y me tomó rápidamente del brazo y escapamos al otro vagón.
Yo nerviosa, Joey serio, miró la lejana puerta, que daba con el siguiente vagón. Era imposible huir dentro de un tren.
Yo me volteé y vi a una gran cantidad de personas, acosándonos tras la puerta y asustada, unas mujeres se nos acercaron eufóricas. Habían reconocido a Joey y él más que nervioso, aquellas mujeres lo tomaron de los brazos sin cejar.
Joey sin soltarme del brazo, los dos tratamos de escapar, y aquellas mujeres lo tomaron de su chaqueta, pero él no soltó mi mano.
Se hizo un tumulto de gente histérica, que invadió a Joey y yo me desesperé.
Él urgido me miró y trató de sacarnos a ambos de ahí, pero la multitud a mí me lo impidió y una tipa me dio un fuerte empujón y caí al suelo, lo que desesperó aún más a Joey.
_ ¡Stephanie!
No le importó nada, ni nadie más, y se agachó rápidamente a levantarme. Todos lo miraron extrañados y sorprendidos y Joey solo preocupado de mí, yo le sonreí, él tomó mi mano, y en eso, llegaron los paparazzi y nos tomaron una fotografía muy comprometedora.
Asustada por aquella situación, Joey deseó darles una paliza a aquellos ruines sujetos, y estos nos invadieron y comenzaron a fotografiarnos sin parar.
Ambos nerviosos, quisimos huir de aquella multitud, pero fue casi imposible.
Todas las mujeres gritaban por el que era mi novio y él indignado, detestó a esos hombres y ellos no dejaban de fotografiarnos. Yo al punto de desmayarme por aquellas fuertes luces de las cámaras y toda esa gente, el vagón estaba repleto por mujeres eufóricas y hombres fanáticos por la música de Joey y de su banda Europe.
Él me miró y una mujer se le tiró encima y el tren se detuvo...
Todos sorprendidos al sentir que el tren se había detenido, los paparazzi nos miraron, Joey me tomó fuerte de la mano y salimos rápidamente del vagón, a vista de ellos y de la multitud.
_ ¡No! ¡Se escapan!
Aquella multitud de gente impidió que aquellos ruines sujetos pudieran seguirnos, y yo tomada de su mano, me sentí volar y mi vestido se ensanchó.
El tren partió y ambos, fuera de él, lo vimos alejarse...
_ ¿Estás bien?
_ Si, ahora sí
_ Todo esto fue culpa mía. Si hubiera sabido que esos hombres me estaban siguiendo
_ No, tú no tienes la culpa de nada. Esos malos tipos son los únicos culpables de todo - me sonrió - Gracias por haberme salvado, dos veces, Joey – me miró perdidamente.
_ Lo haría una y mil veces niña mía. Yo no quiero que nada malo te pase y voy a cuidarte y a protegerte de quien sea
_ Te amo
_ Y yo...
Sin saber dónde nos encontrábamos, comenzamos a caminar, junto al cielo nublado, el que nos acompañó.
Se suponía que, en una situación como esa, yo tendría que estar asustada, pero era todo lo contrario. Me sentía maravillosa y muy protegida por Joey, mi amado Joey.
Habíamos llegado a un extraño pueblo, con centenares de casas de madera, muy parecidas a las del campo y playa.
Transitaba gente, pero al parecer no conocían a Joey y eso era muy conveniente y tranquilizador para él.
Yo le sonreí y aún tenía en mi mente y oídos el sonido de claxon y las ruedas de aquel tren. Joey me sonrió.
_ Pronto encontraremos un hotel, o una cabaña para pasar la noche...
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