07 | AFTERNOON TEA

     El silencio entre ellos se alarga más de lo que hubiera imaginado. Es una tensión que asfixia y provoca que, comenzara a dudar de mi estrategia.

    Ivanna resuena en mi mente, algo planea y no sé el qué. ¡Seguro que quiere entrometerse en mis planes! ¡Ella querrá entorpecer el amor de los protagonistas!

    Me desespero, con tanto en qué pensar, muerdo mis labios.

     Ho Seok se queja menos, parece incómodo y nervioso con la idea ver a Hye Jin al rostro. Es como si haya desbloqueado un nuevo nivel, uno desconocido. 

    Ya pueso escuchar las campanas de su boda.

    ¡Ah, no! Todavía no.

    Abro la ventana, el aire fresco suaviza la dura expresión del joven Jung, quien me observa con seriedad.

   —No me has devuelto mi teléfono.

    Resoplo, luego una risa se.
me escapa de la boca, de esas que fastidian por ser burlescas.

    —Está bien, ten.

     Al devolverle su aparato, dispone su atención en la foto que saqué de ellos dos. Desde atrás, la cabeza de Hye Jin sobresale, ella husmea porque la esperaba ver desde que la hice.

   —Me veo genial, ¿no crees? Como portada de película.

    Su acotación provoca que riera alto, los turistas desvían las cabezas sobre nosotros. Me disculpe ante la Guía.

     —Nadie pidió tu opinión —masculla él. Tentado a borrar la foto, Hye Jin exclama que no lo hiciera: —Pero no me gusta.

    —A mí sí. ¿Sabes lo valioso qué es tenerme en tu galería? Tienes ahí un tesoro. Y cuando tengas nietos, podrás presumir que conociste a una modelo de categoría mundial. 

    Las palabras femeninas lo obligan a encogerse de una risa callada para no llamar la atención.

   —El calor quemó las pocas neuronas que tienes, ¿no crees?

   —¡Oye! —chilla ella.

      Se para, tirando del cabello del dibujante, tal chiquilla caprichosa. Su mente se bloquea al notar la suavidad de sus mechas. Se resbalan entre sus dedos y esa sensación la conserva en silencio, con su impotencia tiembla y olvida porque se había enojado en primer lugar.

    Su representante ofrece agua, agradecemos, y ella conserva su compostura como toda una señorita.  Bebió apresurada.

     —¿No deberías ser menos duro con ella? —pregunto, sin dejar de admirar el exterior y disfrutar de nuestro siguiente paseo—. Parece que quiere ser tu amiga y arruinas sus oportunidades.

     —No quiero ser el amigo de una mimada... —confiesa, un tirón de su labio forma una mueca, su mano revolve su cabello, prestándole atención a mi sonrisa—. Es mucho trabajo tolerarla o permanecer tranquilo en su presencia. ¿No ves como me trata si no me defiendo? A mí no me gusta tratar mal a nadie... Pero ella cruza los límites.

    —Uhm, ¿por qué será? —susurro insinuante, queriendo adivinar su verdadera razón.

    —No empieces con eso, no es lo que crees. 

    Su aterrador temple borra mis expresiones de pervertido. Escondo mis labios, los mantengo apretados porque necesito sonreír hasta que me dolieran mis pocillos. Creo que hasta sería modelo de hoyuelos.

      Él parece distraído. De seguro recuerda a su primer amor en esos instantes, cierra su puño. Comprendo que la imagen de ella se asemeja una musa, una que se ha perdido.

    Mi musa es Ivanna, por cierto.

   Apretado en su asiento, se acomoda, desesperándose por ello, él resopla. Llena su mente con otras cosas antes de largarse a llorar por la pérdida, con intención de desbordarse.

    Quiero calmarlo, pero Hye Jin se adelanta al enseñar su botella.

   —¿Quieres agua? —La pasa tímidamente, creando una situación de diplomacia—. No quiero que sigas tratándome así, no lo merezco.

    Él acepta de mala gana, hace mucho calor.
    —¿No lo mereces? Me has tratado de pervertido y cuantas cosas más.

    —Lo eres —dijo ella, sale de su almacon bastante certeza—. Por poco y me tocas el trasero cuando me sostenías.

    —Oh Dios, otra vez no —reza en voz baja Min Suk. 

     Por desgracia: sí. Otra vez si. 

     Son imparables una vez que empiezan.

• • •

    Después de varias vueltas en la ciudad, acabamos en un tranquilo café con una espectacular vista frente al mar. Allí vamos a merendar, en un sitio que aunque no es de lujo, que éste perdido en medio de la playa lo convierte en un gran atractivo para los turistas.

     El sol desde la línea del horizonte cae y deja una escena pintoresca que a todos nos enamora. Sacamos varias fotos del inicio de un tierno atardecer antes de perderlo.

     La refrescante brisa de la isla nos acaricia, no es apurada sino bastante buena. Nos da la bienvenida.

     Hay muchos lugares vacíos en ese pequeño local, los cuales llenamos con nuestra llegada. Las sillas plegables y sombrillas enormes, son las decoraciones que acompañan las mesas de vidrio reforzado. Ideal para resguardarnos en la sombra  y disfrutar bebiendo un té helado. 

     Las olas mueren sin rabia en la orilla, su espuma se fusiona rápidamente con la arena, por lo que esta se remoja en cada intento. El mar y la playa están en armonía. Una danza magnífica, hipnótica.

    Una escena de lo más romántica, que al parecer Hye Jin lo nota, lo deja en claro con su mirada soñadora. Ella está sentada en nuestra mesa sin previo aviso, declarando otra guerra silenciosa sin darse cuenta.

    —Señorita Hye Jin, pediré por usted —habla Min Suk.

    Nadie deja de mirarla, incluso los camareros se entusiasman por su llegada en el remoto café.

    —Tenías otras me... auch. —Pateo a Ho Seok por debajo—. ¿Por qué me pegas?

     ¡Qué un mal educado! ¿Cómo se atreve a descuidar a una dama de esa manera? Acá está a salvo con nosotros. Y ella claramente se anuncia cómoda. 

    —Después de la merienda quiero caminar en la playa —informa Hye Jin, no para nosotros sino a su acompañante—. Seguro es encantador caminar allí durante el ocaso.

   —Seguro es mágico —añado,  regalo un guiño de paso—. Y más si tienes compañía. ¿Por qué no la acompañas, Ho Seok?

   —¿Qué yo qué?

    Abre sus ojos, tan grandes que ante nuestras miradas, veo que experimenta cierta presión crecer en su pecho. Hace un gesto de disgusto, traga su orgullo porque los camareros revolotean como moscas, porque ellos se paran cada dos segundos para admirar a la modelo.

   —No tienes qué, puedo ir solita.

    —O puedo acompañarla yo —digo alegre, provocando en Ho Seok una mueca.

    O más bien: otra cosa. 

   —Está bien. Caminaré contigo —interrumpe él, apretaba sus nudillos, decidido a hacerlo.

   —¿En serio?

    —Borra esa estúpida expresión antes de que me arrepienta —susurra.

    Ella no la borra, la acentúa demostrando que es capaz de dar un brinco para abrazarlo. 

     Después de la merienda, nos dan el receso ansiado antes de subir al autobús.

    Las encantadoras sonrisas de Hye Jin a Ho Seok, se ven graciosas en la distancia. Como una verdadera pareja. Su mánager no se había negado, mientras la tregua durase, lograba respirar de alivio.

   Además, a mí me parece divertido platicar con Min Suk y escuchar que ella ha sufrido un acoso el año pasado. 

    Un joven la persiguió con intenciones tan perversas, que era imposible para ella dormir. Su estado anímico recayó, creía que no estaba a salvo en ninguna parte aún con la seguridad que le proporcionaban. Lo podía ver en todas partes, y aunque no impidieron que comprara su entrada, triplicaban el número de guardias.

   Sufrió crisis nerviosas.

     Me compadezco de ella. Ya lo sé, lo sabía, solo es interesante oírlo en voz alta en boca de otra persona. Si lo supiera Ho Seok es probable que la comprendería mejor, quizás hasta se disculparía con ella como debe ser.

    —Entonces... —murmura Hye Jin. Se descalza para sentir la frescura de la arena en sus plantas y en su mano, lleva sus sandalías—. ¿Por qué me acompañas? Creía que mi presencia era intolerable para ti.

   —Si lo es, así que no te hagas ideas raras.

    Él usa su móvil para sacarle una fotografía al descenso del sol. Los naranjas y los amarillos son pinceladas imperfectas.

      —Solo quería venir aquí para sacar fotos —continúa diciendo.

      —Ah, bien...

     Ninguno habla. Es extraño que compartan un momento sin gritarse y pelear por tonterías. Ho Seok cree que algo falta para llenar en el espacio, así que trata de sacarse una selfie, quitarse de encima el amargor en su corazón.

    Nadie tendrá el lugar de Ah Ni, piensa viendo a la modelo remojarse los pies pero, a escondidas, saca una foto de ella. Sonriendo por fin, suspira.

   ¡Ah! ¡Qué tierno!

    • • •

    Regresamos al hotel cuando las estrellas alcanzan a ocupar el cielo nocturno. El movimiento es más notable durante la noche. Todos festejan la vida, lo que provoca que Ho Seok tenga una nueva recaída.

    Hye Jin, por otra parte, se halla intranquila al caminar por la recepción.

    —¿Está bien, señorita?

    Su cuerpo reacciona como sis sus pulmones se oprimieran, alarmada y con un presentimiento vago, contempla hacia todas partes sin buenos resultados.

    —No pasa nada, regresaré primero a mi habitación.

   Ho Seok decide dar un par de vueltas, cumpliendo la parte del acuerdo.

     ¿Y qué pasa si les digo qué ella está en lo cierto?

     ¡Ah! ¡No me odien, please!

     Lo comprendo justo después de charlar con Min Suk. Como narrador, yo tengo el poder de mover fuerzas que permitieran que las personas, se unieran sin evitarlo.

    Destino, algunos lo llaman. 

     Y eso soy. El Destino por mucho que me duela el papel.

     Ivanna... Ella tiene razón. 

    —Aún te falta. —Sostiene mi hombro, y luego sigue su rumbo.

    ¡Ah! ¡Tonto de mí!

     En ese instante, descubro al joven escondido en los pasillos, él espía a la señorita Kim con una sonrisa maliciosa.

     ¡Uf! ¡Qué escalofrío me dio!

     Ho Seok y yo, decidimos  regresar a nuestros dormitorios después de estar como media hora yendo y viniendo. Nos despedimos deseándonos buenas noches.

    Antes de que se fuera, añado algo más: 
    —En serio no seas tan hosco con Hye Jin... Entenderás si  buscas su nombre en internet.

     Mi comentario divaga un buen rato en su mente. Las luces están apagadas una vez que llega a la habitación. Hye Jin duerme, o lo supuso porque no hay movimientos inquietos en el ambiente ni tontos diálogos que que aguantar. 

     En sigilo prende su computadora, abre la página de diseño para dibujar, lo conecta en la tableta y suma una hoja de Word en blanco.

    Las ideas que se le han ocurrido para su historia corta, debe anotarlas antes de que se le fueran. Una trama de romance juvenil, piensa. La lógica es que no lo acabará durante su semana en Barbados.

    En cuanto menos lo espera, tecleó el nombre Kim Hye Jin en Gugle*. Un montón de resultados emergen acerca de ella. Lee artículos variados, para él es una sorpresa que ella haya sido acosada varias veces en su vida.

   Este dato lo hace comprender mejor sus actitudes caprichosas. Aunque eso no justifica totalmente que sea una malcriada.

    E inesperadamente, quiere inspirarse en Hye Jin para su nueva protagonista. Cierra sus ojos, su compenetración con las imágenes de la modelo es real. Hechizado sin esperarlo. 

   ¿Por qué no te dejas llevar de una vez, Ho Seok? Guiño, guiño.

NOTAS VERANIEGAS.

     *Puse Gugle por derechos de copyright. Nah, mentira, me pareció divertido renombralo a falta de chistes.

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