04 | ICE CREAM
La recepcionista no comprende lo que sus huéspedes intentan comunicarle. Ellos gritan incoherencias, evidentemente hablan en coreano, en una lengua que ella no va a entender porque nadie es experto en todo.
Sonrío en la distancia, disfruto la disputa entre los dos para ver quien insulta mejor. No hay un acuerdo ni un intermedio. ¿Por qué no lo resuelven con un tranquilo y civilizado diálogo? Me pregunto, ¿por qué los humanos lo hacen todo tan complicado?
¡Ah! ¡Pero no! Tienen que llamar la atención, alterar el orden, gritarse y no escucharse porque nunca quieren llegar a eso: el entendimiento, el respeto, la tolerancia. Si los mortales fueran más tolerantes, habrían menos guerras raciales y sociales.
—The room is... ugh. The room not my room! —La señala con mala gana, ella le aparta la mano de un manotazo, debido a esto se soba y sigue—: Uh, mistake, yes. A mistake.
Hye Jin golpea su mano en el escritorio de la recepcionista con toda su dignidad.
—¡Das asco en inglés!
—¿Y tú? —Gruñe—. ¿Crees poder hacerlo mejor que yo, señorita?
Debo admitir que su acento es gracioso, como si estuviera constipado, sus sonidos habían sido nasales, por lo que sé que ha hecho lo que pudo.
Tengo que contenerme, al menos para no reír como un puerco malicioso experimentado en planes maliciosos.
Él exprimió su cerebro para remontarse en sus recuerdos de la secundaria, cuando le enseñaban inglés básico. ¿Por qué no siguió esas clases? Y bueno, el pequeño Ho Seok, fue un estudiante de nota regular. Pero no estoy para sacar los trapitos al sol, ¡nadie merece saber su pésimas notas! ¡Yo seré su Anpanman! (O en términos de público general e internacional: Superman).
Las palabras las repite en lentitud, cree pronunciarlas perfectamente pero cae nuevamente en la burla. Un big F por Ho Seok. Hye Jin no ayuda tampoco.
Pues no. La malcriada no sabe y tiene el lujo de quejarse. Por esa razón, paseo cerca de ellos, sonriente, casual, natural como si protagonizara un comercial dentífrico. Disimulo irme hacia la salida, en cuanto me pesca Ho Seok en un rápido vistazo, me lleva con él a los empujones sin consultarme ni decirme el porqué. Solo me arrastra.
¡Finjo sorpresa, naturalmente! Merezco un premio al mejor actor y mejor personaje secundario cuando esta novela acabe.
—Necesito que traduzcas, por favor. —Me puso delante de la recepcionista y ella automática pone una expresión enamorada al recordarme—. Ha habido un error con mi habitación, me dieron las llaves equivocadas.
—Está bien —digo animado, saboreando la dicha en mi paladar y continué en inglés: —Señorita, dicen que ha habido una confusión. Le ha entregado a él las llaves del dormitorio equivocado.
—¿Su nombre?
—Él se llama Jung Ho Seok. Y a mí me puedes llamar baby.
La muchacha ríe avergonzada.
—¿Qué haces? ¿Le conoces? —cuestiona la modelo, quien me observa con desconfianza, soberbia y eufemismos conocidos por todos—. ¿No es un estafador o algo? ¡Mira sus pintas! ¡Parece un vagabundo! O uno de esos drogadictos. ¿No estará drogado?
Abro mi boca horrorizado e intenté vocalizar algo coherente después de quedar anonado por su acusación tan severa y ofensiva. Frunzo el ceño. Ah, no. ¡No me va a pisotear!
—Eso es ofensivo, señorita. ¡No soy un vagabundo ni un drogadicto!
En realidad, si no cumplo con mi deber seré un indigente.
Aún así, sé porque desconfía de todos, hasta de su sombra. Ella es una paranoica nivel mil, con un trasfondo detrás que, tendrán que esperar hasta que el momento sea el indicado para ser contado. ¡Así tiene su toque de emoción y suspenso!
¿Podrán esperar hasta entonces? No, no, sus rostros de corderito no funcionará otra vez. Sean pacientes, ¿sí? ¡Gracias! ¡Sabía que podía confiar en ustedes, mis lectores!
Ella hace una llamada a su asistente; este llega en sudores, detrás de él corren dos personas más para brindar ayuda.
—¿Está usted bien, señorita? —Nos reverencia a mí y a Ho Seok, limpia con un pañuelo su transpiración. La calefacción está encendida pero el clima es realmente sofocante—. Lo siento, ella es muy sensible con estas cosas. Lo siento mucho, lo siento.
—¡Cállate! —Usa un rollo de folleto turístico para pegarle el brazo una y otra vez de una manera suave, mismo que había tomado en el escritorio de la recepción—. Y arregla este problema.
Su representante, Lee Min Suk y yo, hablamos con la señorita recepcionista a la vez. Preguntamos las razones del error, ella declara que Ho Seok figuraba en esa habitación como si también la hubiera pagado. E insisto, no es un error aunque... Bueno, sí, parece un poco rídiculo ahora que lo vuelvo a leer.
¿Una solución? Pues...
—No compartiré. No. NO. Ni loca —escupe rabiosa, apreta su cocotero al cruzarse de brazos—. ¡Que se consiga otro lugar!
—¿Crees qué quiero compartir? Uy, sí, muero por estar en la misma habitación con una histérica —aporta en la conversación, un veneno para nada camuflado, y forma una mueca al mostrar ese humor de perro que, por obvias razones, no suele tener.
Él no es así. Y juro por mí mismo, que es grato verlo así y no llorando como niño desconsolado por un amor morido. Y sí, acabo de decir morido, así suena menos dramático.
—Es que las habitaciones están llenas de momento. La idea es temporal, hasta que desocupen tu dormitorio —murmuro sin evitar reírme de ellos.
Yo ocupo su dormitorio. Es mi dormitorio. Porque me encantan ellos dos. ¡Van a ser una linda pareja! ¿No? Es decir, no soy el único que debe pensarlo, ¿no? Del odio al amor hay un paso. La química fluye mejor así. Porque en el fondo no deben odiarse, o eso entiendo por las miradas furtivas que se lanzan cuando el otro no está mirando.
—¿De qué te riés, vagabundo? —asalta ella con las venas de su cuello hinchadas. Deberían darle un calmante o un té a esa joven—. ¿Te parece gracioso qué una muchacha cómo yo, comparta habitación con este vagabundo qué insulta mi persona?
—¿Ahora me llamas a mí vagabundo? Eres una doble moral, también me estás insultando. —Ho Seok fue quien rié, inflado en sarcasmo—. Seguro que te fascina esa película de Disney: La Dfama y el Vagabundo, uh. ¿Cuántos días debo soportar a esta histérica?
—Tres días —respondo al suponer que esa pregunta va dirigida a mí.
Ho Seok muerde su puño, lanza un grito que contuvo en este. Había sido uno de esos gritos que haces cuando te pegas el dedo chiquito del pie. Creo que todos conocemos esa sensación.
Al recomponerse, Ho Seok bufa, le da calor tanto que intenta limpiarse el sudor de su frente. No añade nada, por sus gestos es evidente que necesita quejarse.
—Bien, sí. Okey. Mientras no me toques las narices... —Pica su naricita respingada ante la referencia. Los veo con las cejas elevadas al ver su acción, al parecer le gusta esa naricita—, vamos a estar bien.
—¡No! ¡No! Me niego, ¡me niego! —Intenta abofetearlo, está irritada, actúa como una chiquita berrinchuda que le trae dolor de cabeza a todos los presentes—. ¿Por qué no compartes habitación con tu amigo vagabundo, eh? Él estaría encantado de compartir contigo, ¿no es verdad?
—Es cierto, ¿por qué no me...? —En cuanto quieren meterme a mí, mirándone, ya no estoy—. ¿Ah? ¿Adónde se fue?
¡Tuve que huir como ninja! No puedo quedarme, ni permitir que arruinen mi sencillo plan. Quiero que compartan habitación. ¡Y punto final! ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Soy genial! Oh, no tanto... ¡Soy un desastre! ¡Ay! Espero que Ho Seok logre amigarse con Hye Jin en esos tres días, y si resulta ser antes, mejor que mejor. Sino estaré muerto económica y emocionalmente.
Hye Jin resopla, mientras su representante se disculpa infinidad de veces con Ho Seok; ella, toda descarada, dio una patada en el trasero al pobre tipo. Lo enpuja hacia adelante y grita que no se disculpe con aquel vagabundo pervertido.
—Genial. Esta tarada ya me ascendió de título —musita Ho Seok para sí mismo.
• • •
Una vez que regresan a la habitación, ella limita el lugar con su valija. Usa las cortinas de las ventanas también. Son enormes, suficiente para usarlas de mantas de una cama de dos plazas en invierno.
—Me bañaré primero, no me importa si lo necesitas usar —habla arrogante, ella es hasta desafiante con su mirada—. He decidido que pondré reglas de convivencia. Ni se te ocurra romper una o conocerás mi cólera.
Ho Seok entorna sus ojos, saca de su valija su notebook para revisar su correo y redes sociales. Enseguida piensa que debe ponerse en contacto con Yoon Gi para fijar un horario en común. Será un poco complejo ya que, Corea del Sur y Barbados tienen 13 horas de diferencia horaria.
—Si, si, lo que diga, su Majestad.
—¡O-oye! ¡No me ignores! ¡A una dama se la escucha cuando habla!
Lo va a encarar, cacarea por segundo. En serio, ¿cómo guarda tanto aire en esa pequeña caja torácica?
—¡Eres un irresp...
Ho Seok le cubre la boca con su mano, remarca su digusto en sus labios.
—Escúchame a mí, lunática: mi única regla será que cierres tu bocaza. Necesitaré concentración para dibujar y hacer cosas importantes pero me sacas de mis casillas. Pórtate bien entonces no habrá problemas, ¿has entendido?
Ella asiente como un gatito asustado, pone lindos ojos. Cuando él la mira por más tiempo del permitido, la modelo le muerde los dedos. De inmediato saca su mano, exclamando de dolor. Después de que verificara que sus dedos no han sido devorados o estén sangrando, se le escapa una queja.
—¡Loca! ¡Una Chihuahua loca, eso eres!
Hye Jin aprovecha ser la que lo ignora, se dirige al baño a prisas y cierra la puerta con seguro. Le cuesta respirar por causa de su corrida, su rostro es un tono muy rojo. ¿Qué tipo de rojo? ¿Calor? ¿Vergüenza?
¿O por qué sintió pudor?
¡Uy! ¡Seré tonto! ¡Pues claro!
A Hye Jin nunca la han rechazado como Ho Seok lo hace. No la mira como otros. La trata de igual de la manera más justa. ¡Y eso seguro le gusta! Claro que sí, ¿sino para qué estamos acá? ¿Para comernos los mocos? Por favor, no me ofendan.
Ella decide tomarse una corta ducha, también se pone muy bonita. Más de lo que ella cree ser. ¿Quizás así le dará atención ese niñato? Niega fuerte.
¿Acaso busca su aprobación?
¡Uy, uy! ¿La nena ya está a puntito de caer? ¡Esto es porque ustedes lo pidieron! No vamos a cambiar a la protagonista, es muy tierna aunque lo mandara a la China.
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