03 | BEACHFRONT PENTHOUSE

    Llegamos alrededor de las doce del mediodía.

   La belleza de las playas, quedaría muy pobremente descritas en este párrafo si lo intentase, porque mis palabras no serán suficientes para agrandar aquel majestuoso paraíso: Arena pálida, un caliente sol tostando nuestras pieles, voces extranjeras a nuestro alrededor, lujo y palmeras en cada esquina del resort Summer Dream.

    Es una sensación inspiradora.

    Ho Seok dice que esto es lo que ha estado buscando, la imagen de un paraíso para volver a sentir las ganas de... Sonreír. Sabe bien que íbamos al mismo lugar «por casualidad», cosas del destino, según mis palabras. Él dijo que no creía en este, opiné lo contrario.

   Ese pensamiento lo toleró y respetó, sin añadir más para evitar un debate mayor acerca de nuestras creencias. Un tema muy delicado al saber que perdió a quien amó con locura, devoción y amor sincero.

    ¡Ay! ¡Si él supiera lo que he sufrido al verlo sufrir!

    Asombrados por el lugar, nos dirigimos a la recepción. La ostentosa decoración nos deja boquiabiertos. Él no se aparta de mí como un pequeño miedoso. Desde que le conté que estudié inglés en San Francisco y era un viajero ocasional, obró audaz para usarme como su traductor.

     Lo que planteé desde el inicio de mi narración. ¡Les dije que estaba en buenas manos! Está bien, él solo se interesó en mí para su supervivencia, un poquito malo pero se lo perdonamos, ¿verdad?

     Hablo con la linda chica en un perfecto acento para pedir nuestras habitaciones, sonrío tímido con mis lindos hoyuelos marca Nam Joon.

     No sé porque a las humanas le gusta, así que doy mi mejor esfuerzo. Al instante ella queda prendada de mi mi voz y fácil desenvolvimiento en las artes oratorias. Ella busca nuestras reservas en su computadora, mordisquea su labio un tanto nerviosa por mi mirada, lo que la obliga a cometer errores.

    Yo quiero que los cometa.

     ¿Por qué, se preguntarán?  Y si no lo hicieron, deben suponerlo. Aquí tiene que suceder lo imposible, ¡no lo olviden!

   —Usted sí figura en la reserva, su amigo no —dice en su encantador británico.

    Supe con tan poco, que nació en Inglaterra y se mudó a este pedacito de Edén. Pero eso lo sabría cualquiera.

    —¿Qué ha dicho? ¿Por qué su expresión?

    Ho Seok siente malestar. Se asusta. Le pido que mantuviera la calma, no ayudaría si explotaba en aquella situación.

    —¿Por qué no figura en la reserva? Debería revisar de nuevo —insisto.

    Con mi dedo dibujo un círculo en el aire, hago lo mío. No arrugo la nariz como en «Hechizada», aunque sí que sirve. Son buenas habilidades si las empleo bien, a veces no puedo controlarlo. Yo soy joven a pesar de mis años.

    —Oh, sí —inquiere en una sonrisa ansiosa, sonrojada—. No había mirado la otra lista, pido perdón. En un momento le daré sus llaves.

    Eso hará las cosas más fáciles.
     —Nos dará las llaves, Ho Seok —aviso.

     Él deja de mover su pie, de sentirse nervioso y la tranquilidad lo envuelve por fin.

     Unos empleados nos ayudan con las valijas. ¡Qué amables! Y nos guían a nuestros respectivos dormitorios.

     Yo me quedo en el segundo piso, a Ho Seok lo llevan más allá. Agradece en un torpe inglés a la persona tras acceder al interior.

     La sorpresa lo deja mudo, ver tantas comodidades lo abruma en el buen sentido. Sus ojos brillan con deseos de llorar.

     ¡La habitación era un Penthouse!

     ¿Tanto dinero gastaron sus padres? Le revuelve la pregunta, no puede ser cierto. ¡No podía! ¡Oh, mi niño! ¡Sí es cierto! ¿Te gustó mi regalo?

     El aire acondicionado está encendido, la frescura le deja a gusto y camina hacia el balcón para descubrir un espectacular panorama de la isla, eso causa emociones arrolladoras en su ser. Hay un área de descanso, una Smart TV HD, ¡un secador! El baño es más grande que el de su propia casa. El doble. Allí hasta podía caber más de diez personas y hacer una fiesta.

     —Oh por Dios.

     Al ver el jacuzzi privado, todo para él, brinca de sorpresa.

     Seguramente cree estar en un sueño, y por si acaso, su mano lo abofetea, soltó un «auch» al corroborar que no. ¡Qué tontito!

     Con las manos temblorosas por causa de su explosiva felicidad, necesita llamar a sus padres, debe agradecerles sino explotaría de verdad. Aclara su garganta antes de ser atendido por su madre.

     Paro mi oreja como antenitas, como esa canción de TWICE que olvidé el nombre. Like a TT. ¡Bah! Tengo que estar pendiente de ese llamado.

    —¡Mamá! —exclama con ganas de llorar—. Quiero darle las gracias a ti y a papá por el viaje. No saben lo preciosa y lujosa que es mi habitación. ¡Es muy grande!

    —Me alegro, hijo, ¡disfruta tanto como puedas! ¿Has comido? ¿Fue muy agotador? Descansa mucho, por favor.

     —No aún, dejaré mis cosas en la Penthouse y bajaré a buscar un guía. ¿La comida viene incluida, cierto?

Espera... —Pidió su madre, respirando agitada—. ¿Penthouse? ¡¿Estás en una Penthouse?! ¡Amor, ven!

     Y llamó a su padre, detrás podía oír sus murmullos al intentar averiguar si habían efectuado bien la reserva.

    —Eh, si, ¿acaso no pagaron por esta habitación? —Había dicho confuso, descansó en el borde de la enorme cama.

     —Hijo, creo que se equivocaron. Nosotros no reservamos un Penthouse, ese paquete era caro...

   Ho Seok escucha a su madre lamentarse, aprieta los labios, bastante apenado... ¿Por qué se la dieron entonces? ¡Ay! No duden en que yo sé esa respuesta. Pueden pensar en cualquier probabilidad, excepto: la casualidad. Porque ahí están todas mis huellas del crimen. ¡Cielo Santo! ¡Claro que fuí yo! 

    Escucha pasos desde afuera, la puerta se abrirá en segundos y él, le dice a su madre que colgará la llamada, que luego habría tiempo de sobra para ponerse al corriente. Apenas guarda el teléfono, se oculta en algún rincón de la habitación (entre las cortinas pero se le ven los zapatos al tonto), y logra observar por la abertura, a los que suponen ser los intrusos.

     —Wow, que hermosa habitación tiene, señorita —dice alguien.

    —Ya, si... Me daré un baño y bajaré a comer, espérame en el restaurante —prosigue la otra voz, la femenina.

     Ho Seok arruga el ceño, la memoria advierte que la reconoce de alguna parte. Sale de su escondite, muy corajudo, de esa forma se topa con Hye Jin. ¡La insoportable modelo! ¡Y ahora es cuando fingen sorpresa! ¡Wow! 

     Hye Jin despide a su representante sin notarlo, cuando deja de darle la espalda, reconoce a quién ha llamado «pervertido» en el aeropuerto. Ho Seok es inolvidable, ¿cómo se borraría de su mente? Sus ojos rasgados se abrieron exagerados, contiene el aliento sin embargo, decide gritar igual.

    Pff. ¿Cuándo ella no grita?

    —¡Tú! —Ella lo señala con su dedo, muy acusadora—. ¡Tú, tú, tú! ¡¿Cómo entraste aquí, Pervertido?!

    —¡Te dije qué no era un pervertido!

    —¿Y qué debo pensar al verte merodeando en MI habitación? ¿Cómo has entrado? ¿Con magia?
     JA. Pues sí mujer, el crédito es mío, con mucha honra. No saben lo orgulloso que estoy al juntarlos otra vez. A ver, ¡besense ya! ¡Y ustedes! No se queden ahí leyendo, ¡traigan las palomitas!

    —Yo... Pues...

     No sabe explicarse, su mirada escrutadora es intensa. Primero piensa en enseñarle su llave, debe arreglar mi desastre con inteligencia y diplomacia.

    —¿Y eso? ¿Cómo la has conseguido? —reclama Hye Jin.

    —Fue un error de recepción. De lo contrario no tendría una llave. ¿Lo ves? No soy lo que pensaste.

    —Aish, genial —susurra ella, sarcástica.

    —¿Genial? —reitera.

    —¡No! ¡No está genial! ¡Nada de esto está genial! Vete, ¡vete, acosador!

    Me pregunto como puede contener tanto aire en sus pulmones. Seguro desde China escuchan sus quejas. Lo que más me duele es ver como ella comienza su round de bofetadas. Bueno, mentira. Es la mejor parte. Tremendo derechazo lanza la chiquilla, derriba al varón y lo deja en el suelo en un santiamén.

    —¡¿Podrías calmarte, maldita sea?! —Se levanta, zarandea exasperado por ser su saco de boxeo. Ni escucha sus propios pensamientos con sus aullidos—. ¡Y deja de pegarme, estúpida! ¡No te haré nada! Ya te he dicho que esto fue... un error. ¡Un error! 

    —¿Ah, si? —Cubre sus senos para prevenir su «ataque»—. Seguro que quieres tocar mis pechos. Seguro que quieres verme desnuda... Voy a llamar a la policía.

    Él abandona la habitación sin añadir nada más. Es bastante gracioso como se larga, rendido.

    —¡No huyas! Tienes que estar aquí para que te arresten...

    Gira sobre sus pies, ella asieasiente satisfecha cuando cree que le hace caso, pero no fue lo que esperaba: La toma del brazo, entonces es arrastrada por el resort hasta la primera planta.

    Sí se trataba de un error, mi «error» precisamente. 

    Además, él necesita una habitación y es claro que no voy a dejarlo ir a otra. No es conveniente para la trama.

    —¿Qué crees qué haces? ¡Sueltame! —Lo muerde, enseguida es soltada.

    —¡Estás chiflada!

    —No —responde con aires de princesa elegante—. Soy una persona importante para que alguien como tú, me este tocando y llevando así como una muñeca barata. ¡El loco eres tú que me manosea!

    —Estás siendo ridícula. Solo quiero hablar con la recepcionista y decirle que se ha equivocado al darme tu estúpida llave. Me ha entregado tu dormitorio en vez del mío, ¿cuántas veces debo repetirlo?

     Lo observa con suspicacia, no confía en él. No cuando ya van DOS veces que se lo topa en su camino. No lo soporta. Y no sé porque, ¡él es un buen chico, Hye Jin!

    —Bueno. —Arruga su naricita—. Pero si intentas algo, picaré tus ojos. Advertido quedas.

    Ho Seok plasma una sonrisa que al instante borra. No, no debería darle gracia esa cabeza hueca. Mirándola como si fuese un tipo de chica demasiado tonta y básica.

    Y no lo pienso yo, lo piensa él.

    Aunque... Que sé yo, solo hago mi trabajo, a mí no me miren. ¿O prefieren qué sea otra chica?

    Marquen SI, si quieren cambiazo de chica. No la soportan.

    Marquen NO, porque son masoquistas y necesitan saber quien es ella, porque a lo mejor puede cambiar. Porque a lo mejor...

   Chan. Chan. Chan.

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