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— ¿Crees que hoy al fin poder salir a dar un paseo? —
— Beeeck — Helsin sonrió, soltando un suspiro. Con mucha paciencia se puso de pie y se acercó hacia el pequeño sofá junto a la ventana en que la castaña se encontraba, mirando hacia afuera con anhelo mientras sostenía un libro sobre su regazo.
Luego de su accidente habia estado en reposo absoluto recetado por el doctor, manteniéndose los primeros cuatros días en cama y luego sin poder salir de su habitación. Ya habia pasado una semana, y se estaba volviendo loca encerrada entre esas cuatro paredes.
Deseaba fervientemente salir de allí, caminar por los jardines, respirar aire puro y hacer algo más que estar sentada allí leyendo y releyendo libros, aunque amara hacer esto último también adoraba tener la libertad de salir al exterior, a cabalgar o simplemente a caminar por uno de los jardines del castillo.
Además deseaba poder ver a su príncipe, a quien solo habia podido ver desde lejos por la ventana de su habitación que daba a uno de los jardines de rosas de la reina. Allí él acostumbraba a salir a pasear a veces solo o en compañía de Helsin.
El hecho de que en aquella semana él no hubiera intentado verla ni una sola vez, lo sabía perfectamente pues su doncella habia estado pendiente de todas y cada una de las personas que habían solicitado visitarla, y habia habido muchas, pretendientes principalmente, pero su padre no habia permitido que nadie ajeno a la familia la visitara.
—Sabes que es peligroso — Helsin suspiro con desgana, pues ella estaba casi en la misma posición que la princesa. No podía salir, al menos no si Caleb o Dylen no la acompañaban. En aquellos momentos no podían confiar en casi nadie.
—Sí, lo sé — con desgana, soltó la cortina que habia estado sosteniendo y camino hacia su cama, dejándose caer en esta. Su cabeza se resintió un poco al caer sobre la cama, a pesar de no ser una superficie dura aún tenía el área un tanto delicada. — Desearía ser normal — susurro para sí misma.
—Al menos hoy podremos asistir al baile de lady Rodhood — dijo la pelirroja tratando de mostrar un poco de entusiasmo en su voz. Esperaba así poder ayudar aunque fuera un poco a levantar el estado de animo de su cuñada, quien habia estado un tanto alicaída luego de su accidente. — ¿te parece si comenzamos a ver que vestido usaras? — se dirigió hacia el armario, donde habia una cantidad considerable de elegantes vestidos, la mayoría sin estrenar.
— Bueno — se puso de pie, sonriendo a medias. — Mi regreso desde la ultratumba debe ser memorable, así que debo verme memorablemente hermosa — quería ver la cara de su príncipe cuando la viera. — y tú también Hel, ¡haremos que a Cal se le caiga la baba con solo verte! —
La mencionada sonrió encantada, al menos habia logrado que Beck se animara.
(...)
— Padre — murmuró Beck, aceptando la mano que su padre le ofrecía para terminar de bajar los últimos escalones de la escalera.
—Estas preciosa, mi niña — Hardy sonrió con orgullo, y dejo un suave beso en la frente de la chica.
Beck sonrió complacida, vestía un arrebatador vestido color rosa pastel, al ser aún una doncella casadera no podía optar por tonalidades más oscuras como desearía, que se ajustaba en la cintura y terminaba en un hermoso y coqueto escote con forma de corazón. Su cabello estaba alzado sobre su cabeza en una delicada trenza que dejaba algunos mechones libres a la altura de la nuca y sienes. Su cuello estaba adornado por un zafiro en forma de corazón que su padre habia mandado a hacer especialmente para ella.
— Gracias padre, tú te ves tan guapo como siempre — le hizo un guiño, causando la risa del hombre. Luego, y sin nada de disimulo, alzo la mirada en busca de cierto Sir escoces al que deseaba deslumbrar.
— Sir Savidges junto a Caleb y Helsin decidieron adelantarse, nos esperarán en el baile — su madre soltó una risilla al ver como su hija soltaba un bufido que contrataba totalmente con su delicada apariencia.
— Bueno, ¿nos vamos? — se apresuró a buscar su abrigo, el cual su doncella diligentemente le ayudo a ponerse, para caminar hacia el carruaje que los esperaba afuera.
El viaje en el carruaje junto a sus padres se le hizo cortísimo. Los nervios, que nunca habia sentido, ante la idea de que encontrarse con el lord escoces luego de una semana la tenían dando pequeños saltitos.
Cuando el mayordomo de los condes de Rodhood anuncio su llegada, quiso gritar pues el salón estaba abarrotado de gente y no lograba divisar a su príncipe por ningún lado. Quiso maldecir, pero se contuvo al recordar el lugar en que se encontraba, en su lugar sonrió abiertamente.
Durante la noche saludo con cortesía a cada dama y caballero que se le aproximo, bailo con todos sus pretendientes, con su hermano, con sus tíos y hasta con su padre.
Su príncipe nunca apareció.
Desganada y deseando respirar un poco de aire puro, se escabullo hacia los jardines. Conocía perfectamente la mansión de los condes pues estos eran amigos cercanos de Mía, su hermana mayor, y ella siendo una niña los habia visitado numerosas veces.
Sintiendo como el aire puro y frio golpeaba su rostro, camino hacia el centro del jardín donde una hermosa fuente se ubicaba. Aún podía escuchar la música proveniente del salón principal.
— ¿No cree, princesa, que es peligroso e inadecuado que se encuentre aquí sola? —
Se sobresaltó al oír aquella voz, en su distraído caminar no habia notado la figura masculina allí presente. De inmediato lo reconoció, después de todo era a quien tanto habia esperado ver aquella noche.
— Es peligroso siempre y cuando me encuentre sola — le respondió sintiendo como sus mejillas se sonrojaban ante la penetrante mirada que él le estaba dando, los bellos de su nuca se erizaron de una manera electrizante. — sin embrago, usted se encuentra aquí, milord —
— ¿No cree que yo podría ser peligroso? — Dylen observo a la dama frente a él, como habia hecho prácticamente toda la noche, desde lejos y con anhelo. Estaba simplemente despampanante, irradiando una luz enceguecedora que lo atraía de sobremanera. Al verla huir del salón no habia tenido de otra que seguirla, preocupado por su seguridad y deseando secretamente acercarse. Se acercó unos pasos, sin dejar de observar todos y cada uno de sus movimientos.
— En absoluto — ella alzo uno de sus hombros con delicadeza, descartando la pregunta hecha por él.
Las notas de un vals se oyeron a lo lejos. Beck sonrió y luego de dar unos cuantos pasos más cerca, le tendió su mano.
— ¿Me haría el honor de concederme este vals, milord? — disfruto de la expresión de estupefacción que paso por el rostro de él, obviamente asombrado por sus acciones. Una dama normal jamás pediría a un caballero bailar un vals, menos a solas en un jardín apenas iluminado. Pues ella no tenía nada de normal en su vida. — ¿No dejara a una princesa con la mano extendida, no? — soltó una risilla al verlo sacudir la cabeza y sonreír de lado. La primera sonrisa que le dirigía a ella.
La mariposas estallaron en su interior al sentir la mano masculina tomando la suya, y se trasformaron en abejeas asesinas cuando la acerco a su cuerpo y tomo por la cintura, sin dejar de mirarla a los ojos.
— Me encantaría — susurro él, casi en su oído cuando comenzaron a moverse al ritmo de las notas musicales.
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24-08-2020
Gracias por leer! 💞
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