Prólogo
Malia
El pueblo de Forks, un lugar lluvioso, un lugar frío, justo como a mí me gustaba. Estaba ansiosa de ver de nuevo a mi padre y a mi hermana Bella. Había estado de viaje, viajé a Italia donde conocí a una bruja que me ayudó a controlar mis poderes. Aunque yo creía tener el control, no era cierto, hace días cuando estaba discutiendo con Bella, mi magia se salió de control. A espaldas de Bella un jarrón se comenzaba a elevar con dirección a su cabeza. Ahí supe que tendría que buscar ayuda, mi magia estaba descontrolada, ya no tenía el control sobre ella y eso causó que casi lastime a mi hermana.
—Muchas gracias, Bianca —le dije a la pelinegra.
Bianca era una bruja de Seattle que viajó a Italia para escapar de su familia y sus enemigos.
—No hay de que, Malia —dijo, tomó mis manos entre las suyas —. Recuerdas que eres poderosa, eres una bruja y tú puedes destruir a quien quieras.
La abracé como despedida y comencé a caminar al aeropuerto. Era hora de ir a Forks. Isabella había tenido un accidente unos días atrás, debía ir a ver a mi hermana. Que mala hermana soy, mi melliza había sido casi aplastada por un carro y no fui a ver cómo estaba.
Después de mucho tiempo por fin había llegado a Forks.
—Papá. Bella —Saludé a mi familia con un fuerte abrazo.
—Te extrañé, mi pequeña traviesa. — Hace mucho tiempo que mi padre no me llamaba así, y me encantaba volver a escucharlo.
—Yo también los extrañé —Dije a ambos.
—Mal —Dijo mi hermana, dio una sonrisa casi imposible de ver.
—Bella.
Caminamos al coche junto con mis maletas, era hora de conocer Forks. La última vez que estuve en este lugar tenía cinco años, es imposible recordar todo con exactitud.
—Llegamos —Dijo mi padre, bajamos mis maletas y nos dirigimos a la casa.
— Dormirás en el mismo cuarto que Bella, creí que es gustaría estar juntas —Mi padre me dijo con una sonrisa, le sonreí como respuesta.
—Claro, gracias papá.
Junto a mi melliza ordenamos mis cosas en la habitación.
—No tuve tiempo de preguntar cómo estabas —le dije a mi hermana —. Ya sabes con lo del accidente y eso.
—Oh, estoy bien —dijo —. Sabes, mañana saldré con mi novio, quisiera que lo conozcas.
¿Novio? ¿Isabella tenía novio?
Mi hermana era muy tímida como para tener novio. Me sorprendí, pero asentí.
—Claro, me gustaría conocerlo.
Seguimos charlando hasta que se hizo de noche. Cada una se puso su pijama y se recostó en su cama.
—Buenas noches, Mal —dijo la castaña.
—Buenas noches, Bella —dije.
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