| Capítulo 5 |
«¿Y si tu sangre ya es el veneno?
¿Y si solamente se necesita algo para activarlo?»
―¿Qué quisiste decir con eso?―expresaba pensativo Derek Deadmon, mientras estaba sentado en el sofá frente a la televisión, jugando con una daga en su mano.
Las palabras de su fallecida esposa resonaban en sus pensamientos como una canción pegadiza, él no sabía lo que ella le quiso decir con esos "acertijos".
«Usa tus ojos, así podrás verlo.»
Elena, según él, era extraña.
Cuando la conoció, ella parecía tener un gran interés en su familia y su pasado, pero a pesar de eso, la chica curiosa lo cautivó al punto de enamorarlo y querer casarse con aquella dama que conoció en París, Francia, en aquellos días.
Con el pasar del tiempo, comenzaba a aburrirse de ella y sus invasiones de privacidad sobre su familia, cuando ella se enteró de que él era un narcotraficante y asesino en serie, no quiso alejarse de él; cosa que confundió en gran manera a Derek.
Continuaron su vida como si nada en la ciudad del amor hasta que casi atrapan al criminal en una embarcación donde se pensaba transportar la mercancía de drogas y otras cosas, por lo que tuvieron que huir al lugar menos pensado; Honduras.
Un año después de llegar a la república, Elena quedó embarazada y su esposo no quería tener un hijo, decía que sería un estorbo y que lo abortara lo más pronto posible. Pero ella insistía en que no la obligara, que ella se haría cargo del niño y que no lo molestaría en lo absoluto, que si fuera posible él nunca conocería el rostro de su hijo porque ella se alejaría de él. Discutieron sobre el tema un largo tiempo y llegaron al acuerdo de que ella solo tendría al bebé si fuese varón, de lo contrario lo mataría, y también que él viviría lo que Derek quisiera. Para buena suerte de ella, su hijo fue un varón muy sano.
Ella cumplió con lo acordado, haciéndose cargo del niño hasta sus cinco años de edad, pero tenía comportamientos extraños con el bebé; no dejaba que cualquiera se le acercara, le enseñaba sobre cosas de vampiros e incluso como se comportaba un monarca, y sobre los Dioses del Olimpo, sobre todo de Hades, historias que Derek nunca había escuchado y se veía extraño que un niño pequeño aprendiera ese tipo de cosas; como si fueran de vital importancia, el mencionado decidió no darle importancia.
Pero con el pasar de los días, el comportamiento de su esposa era más extraño; se la pasaba escribiendo en un libro todas las noches y yendo al bosque durante la madrugada, llevando consigo un libro y su collar de amatista. Cuando él revisaba su diario, sorprendentemente todas sus hojas estaban en blanco, no había nada escrito a excepción de la última página que tenía escrito lo siguiente:
«Félix, lee esto hasta los 19 años.
Usa tus ojos para hacerlo.
―Elena D.»
"Usa tus ojos'', cuando Derek le preguntaba algo acerca de este tipo de cosas, esa siempre era su respuesta, y ya lo estaba cansando porque ni sabía a qué se refería. No sabe a qué se refería.
Cuando asesinó a su esposa, sus pertenencias prácticamente se desvanecieron, dejando nada más un cofre de madera con los bordes decorados con oro y su diario en blanco. Una cosa que le extrañaba al hombre, era que cuando intentaba ver el contenido del cofre siempre se quemaba la mano; podía sentir el vapor del objeto aun cuando este ni siquiera se estaba quemando u algo parecido. «Extraño.» Pensaba Derek.
Hasta el día de hoy permanece la intriga con su esposa, ¿y como no? Si tiene la viva imagen de Elena asesinando y viviendo aún bajo su techo; Félix tiene un gran parecido en cuanto a carácter y físico a su mujer, es como si estuviera viviendo con ella todavía, y esa es también una de las razones del porqué no quiere deshacerse del adolescente, pues le recuerda a la mujer que tal vez quiso alguna vez.
Él había investigado con las personas que conocían a Elena y siempre decían lo mismo; que ella era rara, le gustaba investigar sobre las cosas sobrenaturales, en especial con la brujería. Pero nadie sabía de dónde era la joven, solo que se la vivía de país en país, investigando las leyendas de los pueblos. Y en una de sus aventuras en Francia, fue donde se conocieron por primera vez.
Derek sacudió su cabeza para alejar esos pensamientos, suspiró y tomó otra botella de cerveza para empinársela y beberla. Al poco tiempo escuchó un desastre en el piso de arriba y se puso en alerta, cuando se asomó a por las escaleras se encontró a su hijo bajando a toda velocidad, notó apenas que su ropa estaba manchada.
Félix quiso salir corriendo a la puerta cuando su padre lo detuvo, tomándolo fuertemente de la muñeca que estaba empapada con una sustancia viscosa.
—¿A dónde crees que vas?— demandó el hombre.
—Necesito salir. — contestó con la voz agitada y jadeante, evitando a toda costa el contacto visual.
—No me has respondido. —dijo de manera hostil, apretando más el agarre del chico. —Mírame y respóndeme. —ordenó.
Félix a duras penas volteó a verlo, girando lentamente su cabeza, encontrándose con el rostro atemorizante del hombre que lo retenía, Derek se asustó al ver que el joven tenía la mitad de su rostro bañando en lo que parecía ser sangre, obviamente no mostró ninguna reacción de miedo o sorpresa.
—¿Por qué tu pulso se aceleró? —preguntó. Félix no respondió. —¿Por qué no contestas?
—Necesito salir. —volvió a decir de manera ronca, intentando zafarse del agarre.
Pero lo que consiguió fue que Derek lo apretara con más fuerza y lo jalara para luego aventarlo a la pared detrás de ellos, haciendo que el joven se golpeara la parte posterior de su cabeza, soltó un quejido de dolor mientras apretaba sus ojos. Al momento de abrirlos, el criminal lo tomó del cuello haciendo una ligera presión. Ambos mantenían su semblante serio y el contacto visual.
—Espero que no me estés ocultando algo, Félix. —dijo para soltarlo.
El joven salió sin decirle más nada, el mayor levantó su mano con la que anteriormente retuvo a su hijo y reconoció aquella sustancia, «¿sangre?», pensó, últimamente no sabia casi nada de Félix y lo que hacia así que para investigar algo subió a la habitación del chico y notó que había manchas de sangre en la manija de la puerta de su habitación y un charco pequeño de la misma sustancia saliendo por debajo. Ya con mucha curiosidad se decidió a investigar, pero no contó con que la puerta estaba con llave. «Muy listo.»
Se dio la vuelta y volvió a la sala a seguir bebiendo y viendo la televisión hasta que cayera rendido, era fijo que lo interrogaría mas tarde, ya que según el, ese comportamiento es mas extraño de lo normal, «¿Por qué tenia sangre?» «¿había matado a alguien en su habitación?» Pero la pregunta que mas le intrigaba era la siguiente...
«¿A dónde iría a las 03:30 a. m?»
»»————- ✞ ————-««
En medio de la oscuridad de la noche, dentro del bosque cercano, se encontraba nuestro protagonista corriendo sin rumbo alguno, a toda velocidad, alejándose lo más posible de su casa y de su padre mientras se le pasaba lo que ya era normal a las tres de la mañana.
Se apoyó en un árbol cercano mientras recuperaba el aliento después de haber corrido. Su cuerpo estaba cansado, sus extremidades temblaban, sus encías dolían y sumado a eso, el hambre insaciable de sangre que sentía en ese momento se intensificaba a cada segundo, estaba perdiendo el control de si mismo, y como si faltara algo mas para empeorar su situación...
«Nos perdimos, ¿Cierto?»
«¡No, no lo estamos!»
A la distancia, dos voces preocupadas sonaban y a la vez se escuchaban pasos. Félix se asomó y vio con claridad a una pareja intentar encontrar el camino para salir del bosque con ayuda de la linterna de un celular, el volvió a esconderse para que no lo vieran, pero escuchaba a la pareja con claridad a pesar de la considerable distancia que había entre ellos.
―¿Por qué demonios te seguí?― se quejaba la chica mientras se fijaba por donde caminaba.
―¿Disculpa? Tú eras la que quería escapar de su casa en la noche. ―protestaba el chico.
―Tú me seguiste, así que no me culpes solo a mí. ―decía ya molesta a la vez que su novio la ayudaba a bajar de un tronco tirado en el suelo. Mientras ella bajaba, una rama rozó su pierna, causándole una herida que empezaba a sangrar.
―¡Me lleva! Esto será difícil de ocultar. ―se quejaba la muchacha.
―¿Y entonces porque no te vestiste con un pantalón largo en vez de ese short tan corto?―exclamó.
Como era de esperarse, el olor metálico y dulce de la sangre de la joven llegó hasta las fosas nasales del joven Deadmon, ese aroma fue el detonante para perder lo que intentaba contener de su autocontrol.
Se separó del árbol rápidamente y se dispuso a llegar hasta donde estaban sus nuevas víctimas para atacar y saciar su sed.
―Creo que ya estamos cerca. ―comentaba el muchacho, alumbrando el camino con la linterna a la vez que guiaba a su novia de la mano.
De la nada, un ruido fuerte llegó hasta sus oídos, asustando más a la chica.
―¿Escuchaste eso? ―preguntó la chica con notorio miedo.
―Debe ser un animal inofensivo, tranquila.
Aquel sonido volvió a escucharse, esta vez más fuerte y cercano, el muchacho jaló la mano de su novia y le susurró que tenían que acelerar el paso, a lo que ella obedeció e iban caminando más rápido hacia la salida del bosque frondoso, cuando de repente...
―¿Kenia, porque soltase mi mano? ―interrogó el joven al no sentir la mano de su chica enlazada a la suya, cuando se dio la vuelta, de la nada una daga le dio justo en su garganta haciendo que cayera al suelo y comenzará a toser intensamente mientras intentaba detener el sangrado.
Él buscó su celular para encontrar al responsable, cuando lo encontró, apuntó con la linterna a donde escuchaba un ruido sordo y al levantar la vista junto con la linterna pudo divisar a su novia arrinconada a un árbol cercano mientras alguien la mordía en su cuello y la apuñalan en el abdomen constantemente.
―¡K-Kenia! ―pronunció apenas, pues su vista se nublaba poco a poco y empezaba a perder la conciencia.
Félix soltó el cuello de la chica, dejándola caer al suelo mientras agonizaba en sus últimos segundos, la sangre se deslizaba por el rostro y vestimenta superior del asesino mientras mostraba una mueca de satisfacción. El chico que aún quedaba estaba arrastrándose hacia atrás intentando huir del otro que estaba ahí lo más rápido que pudiera, Félix obviamente lo notó y soltó una escalofriante risa ante tal inútil acción.
―Eso es estúpido. De nada te va a servir. ―comentaba risueño mientras se acercaba lentamente y jugaba con su daga.―¿Sabías que te estoy haciendo un favor al matarte?―pronunciaba mientras se acercaba lentamente.
Al acercarse lo suficiente, se agachó y le clavó el cuchillo en la clavícula repetidas veces, tanto que la sangre salpicaba su rostro cuando lo hacía, y las gotas que caían en sus labios las saboreaba gustosamente.
Cuando se cansó de apuñalarlo y beber de su sangre, tiró los cuerpos más profundo al bosque y salió caminando tranquilamente hacia su casa, totalmente satisfecho y calmado. Tres días después, la policía recibió una alarmante llamada y acudieron al lugar donde encontraron los cuerpos de los jóvenes que empezaban a descomponerse a la orilla del río que estaba cerca.
Félix estaba en la habitación de su amigo viendo las noticias en la televisión, Héctor volteo a verlo rápidamente con una mirada interrogativa, mientras que este solo ignoró el gesto interrogativo de su amigo.
―Yo no fui. ―dijo serio y a la vez juguetón.
―Sí, claro. ―respondió, no del todo convencido.―¿Y sabes que es lo peor? Que no invitas.―refunfuñó.
―Tú estabas ocupado a esa hora, yo tenía hambre.―se excusó.
⸻⮞...⮜⸻
Oficialmente, se acabó la felicidad. Llegó el primer día del último año escolar.
Me levanté temprano para alistarme y salir lo antes posible para que Derek no se enterara, y para mi suerte así fue. Eran las 06:30 a. m. cuando salí de ahí rumbo al colegio, conseguí entrar a la Escuela Bilingüe Villas Del Campo, espero que no tenga que matar a ningún profesor odioso este año, a menos que lo amerite, claro está.
Una vez dentro del establecimiento, me topé con Héctor en la entrada y caminamos juntos a la cafetería a perder el tiempo mientras las clases comenzaban. Tal vez el hecho de que sea un nuevo estudiante tiene que ver con qué muchas chicas se me acercaban, pero honestamente no me importa conocer nuevas personas; esto de la escuela es mi coartada, nada más.
―Deja de ser tan atractivo. ―reclamó. ―Acaparas a todas las chicas.
―Deja de culparme, estás celoso.―hablé divertido, a lo que respondió con una mueca de disgusto, imitando mis palabras a modo de burla.
El reloj marcó las 07:00 a. m., el timbre sonó ocasionando un molesto e irritante sonido por todo el edificio, indicando que la tortura iba a comenzar. Mi primera clase era Informática, así que me dirigí a mi salón.
Entrando, había muchas más personas de lo normal, «que estrés», una cosa que no esperaba era encontrarme con una chica muy linda, prácticamente nuestras miradas se conectaron inmediatamente pasé por la puerta; sus brillantes ojos azules, su delicada piel clara, su cabello rubio luminoso, su mirada inocente tan... Encantadora...
Una víctima perfecta.
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