Introducción.


Harry Potter.

Al despertar sentía como si una quaffle lo hubiera golpeado en la cabeza. El dolor de cabeza parecía matarlo, era incluso peor que el dolor de la cicatriz en la casa de los Dursley, esta vez la cicatriz se encontraba quieta, sin dolor, pero el resto de su cabeza daba golpes como si fuera un tambor. Extendió su mano para poder apoyarse en el piso y lograr levantarse mientras tomaba su cabeza con su mano libre, pero entonces, sintió como sus manos se congelaban y se hundía, pronto noto que estaba sobre nieve, de pronto el frio llego a su cuerpo. Con dificultad y con la cabeza palpitante de dolor miro a su alrededor, estaba en un bosque totalmente nevado, donde también había pinos de gran altura cubiertos por una gruesa capa de nieve blanca.

Sacudió su cabello al notar que tenia mucha nieve, parecía que llevaba mucho tiempo fuera. Pero entonces, como si un rayo lo golpeara en la cabeza se dio cuenta de un gran detalle. Él no podía estar en Hogwarts.

-Apenas acaba de empezar el curso...-Pensó tratando de levantarse.- Aun es... ¡Aun es verano! ¿¡De donde salió toda esta nieve!?

Cayo de espaldas al darse cuenta de eso, no era posible tanta nieve, ni siquiera debería haber una pisca de ella. El corazón le latía a mil por hora y la respiración comenzaba a agitarse, sintió el frio en la espalda y el trasero al caer en la nieve, afortunadamente tenia puesta la capa pero eso no aminoraba el frio, logro levantarse y vio como a su lado estaba la capa de invisibilidad de su padre, rápidamente la recogió del piso. Tiritando de frio doblo como pudo la capa y la metió dentro de su capa, no era bueno que lo vieran con ella desde que Snape se entero que tenia una capa de invisibilidad.

Otra duda golpeo su cabeza que no dejaba de palpitar de dolor, rebusco en los bolsillos de su túnica buscando su varita, afortunadamente la había encontrado y soltó un suspiro de alivio.

—¿Dónde estoy? —Se volvió a preguntar cuando al caminar alzaba la cabeza para buscar el castillo de Hogwarts, creía estar en el bosque prohibido, tal vez algún hechizo de algún profesor había hecho nevar antes de tiempo y en poco tiempo desaparecería.—¡Hagrid! ¡Ron! ¡Hermione! —Había gritado varias veces, pero nadie acudía.— ¡Profesor Dumbledore! ¡Profesora Mcgonagall!—volvió a gritar diez minutos después.—¡Profesor Snape! —Grito veinte minutos después como último recurso. Incluso se sintió estúpido al gritar su nombre, no esperaría que él acudiera a su llamado.

Sentía como la energía de su cuerpo se desvanecía minuto a minuto, la piel se comenzaba a tornarse mas y mas fría, frotaba sus manos para no perder el calor aún cuando sus dedos ya estaban tiesos y sentía que pronto de le caerían.

—Debería encender una fogata. —Con dificultad busco entre la nieve y junto a los árboles alguna rama o trozos de madera. Encontró algunas, apartó la nieve y las apilo lo mejor que pudo y sacó la varita.—Incendio.

Formó una pequeña flama pues la madera estaba muy congelada y húmeda, después de guardar la varita no dudo en utilizar para calentar sus manos. Aún sentía frío, mucho frío, como si miles de dementores lo rodearan y le arrebataran el calor corporal.

—Quisiera tener la bufanda.—Pensó. Se sentó en una roca cercana después de quitarle la nieve de encima.

Luego de lo que pareció media hora escucho el sonido de algún animal que se aproximaba a él. Era el sonido del galope de un caballo.

¿Serían centauros?

"No es sólo un caballo, se escuchan más de uno." Harry se levantó rápidamente, tanto que logró marear lo, pensando que tal vez vería a los centauros del bosque prohibido. Miró al sendero, aun con la mente nublada podía distinguir borrones de manchas negras acercarse a él. Escucho el relinchar de los caballos y como si perros los acompañarán escuchaba ladridos.

Se tambaleó y como pudo recuperó la firmeza. Cuando menos se espero tenía delante cuatro caballos grandes que podían intimidar a cualquiera pero a su lado había un pony, algo no muy amenazador.

—¿Quién eres? —Escucho la voz de uno de los jinetes. Harry no respondió parpadeo varias veces pero su vista estaba nublada, tanto que no podía distinguir su rostro.—¿No me escuchaste? Contesta idiota.
—Déjalo Theon, parece ser un chico perdido. —Harry escucho la voz de otro jinete, no lograba verlo bien, solo sabia que estaba envuelto en una gruesa capa para el frio.

Uno de ellos desmontó su caballo y el sonido de sus pasos en la nieve alertó a Harry quien trató de dar un par de pasos para atrás y su mano viajo rápidamente a los bolsillos de la túnica, pero un fuerte mareo lo hizo caer y perder la conciencia al nublar su vista.

—¿Qué le sucedió? —Pregunto Bran Stark, el más joven de los jinetes. Desmonto del pony para acercarse al joven de cabellos negros que se había desmayado.

-Bran no te acerques a él.-Advirtió otro jinete—Se ha desmayado. —Respondió su padre; Ned Stark. Se quito uno de los gruesos guantes de piel que protegía una de sus manos del frío, se inclino sobre la nieve y tocó la frente del chico inconsciente.—A pasado mucho tiempo fuera, dudo que su vestimenta lo cubra de las bajas temperaturas.

—¿Qué hacemos con él, padre? —Preguntó Robb Stark, el primogénito oficial del matrimonio Stark-Tully.—No podemos dejarlo a merced de los lobos.
—Claro que podemos. —Respondió Theon mirando a Robb.-No es nuestro problema ¿En verdad quieren llevar a un extraño?

—No lo sé.

—No podemos dejarlo. —Hablo el menor en voz alta, dándose a escuchar.

—Si me permite lord Stark, si lo llevamos podemos mantenerlo vigilado y evitar otro muerto, al menos, un muerto sin sentido.—Hablo el bastardo de Eddard Stark: Jon Snow. Su padre lo miró pensativo, no estaba seguro de llevarse a un chico totalmente desconocido.


—O podemos acabar con su vida y librarnos de una carga.—Sugirió Theon.

-Calla Theon.

...

Harry había recobrado el conocimiento al encontrarse en una rustica habitación, la cama esa de pieles de animales, mayormente de lana de borrego. En la habitación solo había una mesa de noche de madera oscura donde descansaban sus lentes, luego de colocárselas busco su varita para luego palmear los bolsillos de su túnica, suspiro aliviado al sentirla. Abrió la puerta dando a un corredor que le recordaba a las mazmorras del castillo, por un momento creyó estar en el castillo y soltó otro suspiro de alivio.

Camino por el pasillo sin recordarlo, no creía que pudiera olvidar ni un centímetro del castillo al que consideraba su hogar, había unas escaleras de piedra al final, si creía que estaba en las mazmorras tal vez se encontraría en algún momento con algún Slytherin, si así era esperaba que no fuera Malfoy o peor aun, que fuera Snape. El dolor de cabeza aun estaba presente y los escalofríos aun los sentía ligeramente junto a la sensación de sed. Era fiebre, esperaba salir rápidamente de las mazmorras en dirección a la enfermería pues estaba seguro de que Madame Pomfrey le daría alguna poción para lograr sanarlo.

Al pie de las escaleras se encontró con habitaciones totalmente diferentes a las que recordaba en el castillo. Habían cuadros en las paredes como las de Hogwarts pero estas no se movían y no reconocía a ninguno de los que figuraban ahí.

-Tengo que salir de aquí-Penso alterado, buscando la posible salida de donde quiera que estuviera. Por el camino se encontró a algunas personas que lo miraban de manera suspicaz pero no le dirigían la palabra. Harry no estaba seguro si debía hablarles o no, o si es que lo miraban, estaba muy seguro de no traer la capa de invisibilidad en ese momento, tampoco sabia si ellos eran capaces de realizar magia o si eran muggles, cuando los vio realizando actividades domesticas como lo haría cualquier persona común descarto la idea de que fueran magos. Paso por un salón enorme que casi era del tamaño del gran comedor, este tenia una mesa muy larga como las de las casas y eran decoradas con alimentos de todo tipo, desde una gran ave asada con apariencia de pavo hasta pequeñas aves que tenían el tamaño de un pollo recién nacido, junto a ellos se colocaban jarras de líquidos misteriosos y frutas exóticas.

El estomago de Harry gruño pero estaba seguro de que no seria buena idea intentar tomar de esa comida. Cuando logro salir al exterior se encontró en un patio y el frio lo golpeo en el rostro. Habían muchas personas que desempeñaban distintos trabajos, un joven robusto cepillaba la crin de un enorme caballo marrón, un herrero que trabajaba con hierros y otras personas que iban y venían realizando distintas actividades. Le recordaba a esos relatos en los libros de historia de la magia que describían la vida de los magos y brujas en la edad media y como algunas veces esos brujos eran protegidos por los reyes y reinas de esos castillos de las cazas de brujas, claro, si estos realizaban distintas actividades que los favorecieran a ellos.

Se sobresalto cuando sintió una mano en su hombro, la miro y vio una mano que era mucho mas parecida a un esqueleto, y con piel arrugada. Miro a la dueña de la mano, era una mujer extremadamente anciana, de cabello totalmente blanco y de estatura baja, apenas era un poco mas alta que él a sus catorce años de edad.

-Tu debes ser el pequeño que lord Eddard trajo.-La vieja desdentada le sonreía dejando ver sus encías enrojecidas. Harry no se asusto por su apariencia, muchas brujas que había visto en el callejón Diagon mientras compraba lo necesario para el año escolar junto a los Weasley tenían un aspecto parecido.-No tienes nada que temer pequeño, no te hare nada.

-No, yo no...

-No debes preocuparte, estas a salvo en Winterfell.-Le dijo la anciana acariciando su cabello azabache. A Harry le parecía extraño esas muestras de afecto por parte de la desconocida. Iba a preguntar algo pero entonces el chico alto y robusto se acerca a la anciana haciendo señas extrañas que Harry no supo identificar. Harry mentiría si dijera que el chico no lo había intimidado, era incluso mas alto que Dudley y se veía que poseía una fuerza increíble cuando lo vio levantar un barril de madera lleno de hierros para el herrero.

-Walder recuerda que debes seguir con el caballo del joven Robb, debes cepillar la crin del corcel.-La anciana le dio un par de palmadas a su enorme brazo y el mozo de cuadras sonrió. Luego miro a Harry.

-Hodor.

-¿Eh?

-Hodor, Hodor.

-¿Se llama Hodor? -Penso Harry confundido.

-Discúlpalo pequeño, él es mi bisnieto, es lo único que dice.-Dijo la anciana.-Anda Walder ve a terminar tus labores.

Cuando el mozo de cuadras se separo de ellos la anciana le dijo su nombre, ella era llamada Tata y era una especie de niñera para los hijos del señor del castillo, un rey, suponía Harry. La mujer le obsequio comida de las cocinas, un trozo de carne de jabalí salvaje junto a un trozo de pan. Harry agradeció a la mujer su amabilidad.

-No me extraña que tengas hambre, has dormido desde hace tres noches. El maestre Luwin a tratado tu fiebre todo este tiempo. A todo esto no me has dicho tu nombre.

-Oh, discúlpeme.-Harry dejo el trozo de carne en el plato.-Mi nombre es Harry Potter.

-¿Y de donde vienes? No pareces ser hijo de alguna familia que resida en Winterfell.

-Yo...-Harry titubeo. No estaba seguro si decir la verdad.-De un lugar lejano, muy lejano.

-¿Y ese lugar lejano tiene nombre? -Pregunto la anciana desdentada.

-En realidad no... yo, yo nunca lo supe.

Pareció que la anciana lo había creído ya que no volvió a mencionar nada sobre eso. Al suponer que era un chico visitante extranjero ella le relato un poco sobre el castillo y la familia que habitaba en él. Harry se sorprendió al escuchar lo poco de información sobre el castillo el cual se llamaba "Winterfell". Luego de una hora en el que la anciana le había hecho compañía un joven de aspecto serio y de poco confiar apareció en el corredor haciéndolo separar de ella, al jalarlo de la túnica Harry no estaba seguro si poner resistencia a cualquier lugar que lo llevara, pregunto muchas veces durante el trayecto sobre a donde lo llevaba pero el joven no lo escucho, lo llevo a un salón que le recordaba al gran comedor de Hogwarts, donde aguardaba un hombre alto junto a muchos niños que parecían de su edad y otros mas pequeños, además de una mujer.

-Aquí esta el extraño, lord Eddard. Estaba junto a la vieja tata.

-Te agradezco, Theon.-Dijo el hombre de aspecto fiero, era alto y con rostro alargado, cabello oscuro y un par de ojos extrañamente grises. Harry miro detrás de él, ahí estaban seis niños casi de su edad, aunque las vestimentas los hacían parecer mayores, cuatro niños y dos niñas. De las ultimas dos la mayor, la cual era una chica de cabellera castaña rojiza y ojos azules que le recordaban mucho a las características de la familia Weasley, ella lo miraba con desconfianza y superioridad, como si él fuera inferior a ella en algún aspecto que él desconocía. Mientras la otra niña que tenia cabellera castaña y ojos grises lo miraba con curiosidad, como si fuera algún animal en exhibición en un zoológico. Los varones se mantenían de pie, salvo el mas pequeño que parecía tener no mas de tres o cuatro años de edad quien se mantenía detrás de las faldas de la mujer quien suponía era la madre.

Harry miro nuevamente al hombre. No sabia lo que ocurriría con él.


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