Capítulo 6
Conocimiento.
La lengua de los elfos era algo completamente diferente, con caracteres serpenteantes, separados y sin sentido para cualquier humano, aun sí ella hubiese sido una humana estudiada no podría haber sido capaz de descifrar aquellos libros y notas. Las clases fueron dirigidas por Francin quién al primer día de clases había echado fuera al joven mestizo que siempre andaba rondando por los trabajos y notas de Eleonor en busca de ayudarle; los meses siguieron su curso y la nieve de los alrededores comenzó a ceder permitiendo la vista hermosa del pasto verde y los rosales que aún no tenían flor; después del ataque de los demonios y vampiros el pueblo había caído en desanimo y enojo, parecía ser que jamás antes esos ataques habían interferido con sus celebraciones.
—No es un mal tipo, hemos tratado con él bastante tiempo como para asegurarte eso, pero... —expone Inha, acostada en su cama al otro lado de la habitación —parece realmente interesado en ti. Me atrevería a decir que... de manera romántica.
Breis niega desde la cama de arriba —Tan solo busca explicarte el funcionamiento de su mundo.
—Fue extraño que te ocultará el haber sido quién te trajo. Es la principal arma de nuestro señor así que no es de extrañar que ande rondado por todos lados entre investigaciones y demás... es quién recibe la información de los infiltrados en tú mundo, así que definitivamente es creíble que tuviera una razón para acercarse al portal divisorio y encontrarte.
—Lo que no es extraño es que Elrond decidiera ayudarlo, tan solo basta pedirle algo y muy posiblemente lo cumpla. No entiendo para qué ocultarlo, pero si, el señor se asegura de ser amigo de todos mientras tengamos el valor de acercarnos. —ríe —Recuerdo que una vez —señala la litera superior —Breis se quedó toda la tarde charlando con él en el balcón de té, mala suerte que tuvo ese día nuestro señor.
Breis asomó el rostro por el borde de su cama y enseguida tomó una almohada lanzándola contra el rostro de su compañera quién se cubrió con los antebrazos para después abrazar la almohada entonando una risilla burlona. Los últimos días transcurrían entre entrenamiento, estudio y trabajo con muy pocas horas libres que intentaba utilizar para pasar tiempo con sus amigos, aunque eso significará tener que hacerlo por separado; Níniel y Agatha trabajaban juntas y casi siempre compartían sus descansos en momentos separados a los de las tres licántropas que, aunque tenían un horario más movible siempre encontraban algo que hacer o un lugar donde perderse. Lyrie giró de costado centrando su mirada en el cabello rubio de la humana sentada al suelo contra su cama.
—Inha tiene razón. Podrías gustarle. Él se muestra muy interesado en ti y quiere acapararte en todo momento. Se enfadó bastante cuando me elegiste como tu maestra en la lucha.
— ¿Lo creen así? —comenta con desgana abrazándose a sus piernas —Es que yo no... no podría corresponderle de ningún modo. No ahora... ni pronto...
—No estás obligada a hacerlo. —decía perezosamente tocando el cabello rubio ondulado casi completamente suelto —No creo que sea tan idiota, de hecho es bastante inteligente, comprensivo y atento, se preocupa por los otros así que... debe saber que no te encuentras lista para... pues... acercamientos de ese tipo.
—Salir con una persona no debería significar únicamente placer sexual. —expone desde la parte baja en la litera de frente a la suya —Es compañerismos, fidelidad, conexión.
—Es que... no estoy preparada para confiar en... otro hombre. Enid de alguna manera se siente confiable, pero... aún me da miedo entregarle toda mi confianza.
Romance. La verdad no tenía ni el mínimo tiempo de pensar en eso, pero se sentía mal por el pobre Enid que podría resultar herido por un rechazo. Salió de la segunda mansión saludando a todos aquellos seres que ahora le hablaban con más normalidad y sin disgusto, siguió el camino que ahora era costumbre y se dirigió directamente a la segunda planta para adentrarse en la biblioteca palpando los lomos de los libros; lo que le estaban enseñando era en su mayoría el lenguaje elfico, pero los elfos dominaban bastantes lenguas además de la suya. Un hormigueo la hizo frotarse la nariz.
— ¿Qué tal te encuentras desde lo ocurrido con Islang? —exclamaba desde un sofá en la planta superior —Aquella niña que salvaste viene cada día para traerte dibujos y flores ¿Han dejado correctamente los objetos en tú habitación?
— ¡Señor! —exclamaba en una reverencia apurada para volver la vista al hombre del piso superior — ¡Sí, me han entregado todo! Pero... ya que estoy tan ocupada con mi trabajo en el invernadero y las clases... no he podido salir para saludarla.
—Jamás paso por mis pensamientos que querrías intentar aprender tanto, la defensa personal era algo muy posible... —vuelve una mirada sutil manteniendo los documentos frente a su grácil rostro —pero los conocimientos de nuestro reino, la lectura, hasta tu curiosidad por las otras razas.
—Es... es normal ¿No lo cree así?
Su mirada carbón volvió sobre los documentos y al no ver una respuesta Eleonor se aferró a sus pantalones para encaminarse escaleras arriba donde aquel hombre leía documentos con una taza de porcelana llena de té sobre la mesita de centro, dando una reverencia medía tomó un lugar al lado de él.
—Un mundo nuevo, gente nueva... cuando tenía que ir a otros pueblos lo último que pensaba era en conocer a la gente o las costumbres de aquel poblado... aquí tengo estabilidad, tiempo, quiero aprovechar estos momentos de calma para comprender todo de este nuevo mundo, quiero comprenderlos a todos. Y creo que la lectura me ayudará para no seguir siendo una carga con mis compañeros, también me ayudará a empezar conversaciones más... normales.
— ¿Qué era lo que hacías al llegar a un nuevo pueblo? —cuestionaba sin mirarla, posando el papel sobre la mesilla de centro para firmar.
—He sido una huérfana por bastante tiempo, al principio me quedé en el pueblo de mis padres dónde la gente me ayudaba en lo mínimo dándome comida por pena, luego me movieron a un orfanato en un pueblo cercano, me enviaron con una familia, pero el lugar dónde me quedaba no era demasiado bueno para nadie... —cierra los parpados tomando una profunda respiración —escapé a los diez años llevándome solo dos mudas de ropa y una manta, un pedazo de pan... cuando llegué al siguiente pueblo lo primero fue buscar un lugar para dormir, sabía que no podía contar con la generosidad de gente desconocida así que me centré en lo importante, comida, refugio, la mayor seguridad posible.
— ¿Y salió bien?
—No demasiado. —confesaba con una leve sonrisa nostálgica —Había buenos lugares en los cuales podría haber dormido, pero el viaje hasta esa ciudad me obligó a cruzar bastos bosques... estaba sucia, olía mal y mi cabello estaba hecho un nido con varas, hojas y lodo... nadie siente pena por un niño no agraciado y sucio, me corrieron de varios sitios así fueran madres de familias o borrachos.
—Entonces... —eleva la vista de su lectura, observando a la joven — ¿Qué hiciste?
—Era un pueblo grande, había bastante movimiento durante el día. Esa noche dormí en los bosques como lo había hecho para llegar hasta ahí, el día siguiente acudí a un lago cercano e intente limpiarme lo mejor posible... oculte mi cabello debajo de un gorro que le había robado a un chico del lugar donde me quedaba antes, y me encaminé al pueblo para ofrecer mi ayuda en lo que fuese posible.
— ¿Para qué ocultarías tú cabello? —cuestiona con gracia dejando los documentos de lado —No lo entiendo.
—Me hacía lucir débil.
— ¿Qué?
—A los niños de la calle nunca se les paga bien, aunque hagan trabajo pesado, a una niña se le paga mucho menos... a menos que la persona que la contrata sienta pena por ella, y si no es una mujer quién las contrata lo más seguro es que la niña vuelva... herida...
Él frunció el ceño tragando grueso y tomó las hojas en mano para volver a sus documentos mientras los labios de Eleonor viajaban en aquella vieja historia sobre aquel viejo pueblo, Elrond comprendía el punto muy claramente, la chica debía concentrarse en su sobrevivencia así que no tenía tiempo para conocer de cerca a las personas, y esas personas claramente no querían conocer a un huérfano cualquiera así que nadie se esforzaba por conocerla o preguntarle si acaso aquel día había logrado comer algo.
La noche cayó y Enid nunca se presentó a su lado; ella seguía charlando con el señor Elrond y cuando se percató de la hora, y de que Enid estaba llegando bastante tarde ese día, decidió no molestar más al señor de la casa y simplemente se retiró, ayudó en la cocina y un poco a Francin quién remendaba ropa, cenó. Aquel día Enid no había salido de su cabeza, y eso mismo la hacía reír, quizá ahora ese chico estuviera atrapado en su mente y por eso mismo no había sido capaz de verlo en todo el día, en un mundo con magia todo era posible. Se encontraba en las gradas de la salida hacia la ciudad, las piernas sobre el escalón y contra su pecho mientras sus manos rodeaban sus faldas en un abrazo, la barbilla sobre la rodilla y la mirada en las luces lejanas.
— ¿Por qué te gusta tanto estar por aquí?
Aquella voz. De manera precipitada se levantó para girar hacia la enorme puerta de tono rojizo donde el señor de la casa se soltaba los botones de sus mangas blancas, ella dio una reverencia y el elfo sonrío.
—Es fresco. Y oscuro, la vista hacia el cielo es mucho más hermosa y clara.
—Quizá debería poner un columpio para que puedas estar más cómoda. —mencionaba con calma remangando la camisa sobre los codos mientras tomaba asiento en el escalón manteniendo la mirada en la única calle iluminaba por farolas con dirección al pueblo —Las estrellas se pueden apreciar mucho más porque el pueblo se encuentra lejos.
—Sí... tiene razón. —asentía con duda, pellizcándose el labio inferior para volver a tomar asiento — ¿Qué lo trae por aquí a esta hora?
—Hay ocasiones en las cuales no soy capaz de dormir... el té no sirve, los baños aromatizados tampoco, los masajes... —niega, estirando la pierna izquierda por sobre los escalones y manteniendo ambas palmas extendidas sobre el suelo frio detrás suyo para observar al cielo —Tengo pesadillas horribles, los recuerdos... —cierra los parpados —a veces son insoportables.
—Lo entiendo. —aceptaba, volviendo a abrazar sus piernas —Islang me lo ha estado evitando dándome unas yerbas para dormir, pero... a veces las pesadillas logran surgir a pesar de eso.
Con una leve risa contenida Elrond volvía una mirada suave y comprensiva sobre ella; su melena rubia atada en una coleta suelta media que era mecida por las brisas frías del alrededor, su porte encorvado y melancólico, sabía que debía verse igual a los ojos de ella.
—Si me permite preguntar... —enuncia con cautela.
—Adelante. —vuelve la mirada al cielo.
— ¿Por qué ha decido acoger a tanta gente en su hogar? Me he enterado de que las casas para empleados no existían, y que, de hecho, parecen estar levantando otras más. ¿Por qué decidió acoger a tanta gente?
—Soy débil a las almas heridas. —confesaba con una sonrisa suave cerrando los ojos para después abrirlos lentamente en un suspiro —La gente herida es mejor estando junta, hay una mayor conexión con aquellos que realmente conocen lo que pasaste y lo que sigues pasando... —encorva el cuerpo llevando los antebrazos sobre sus rodillas y la mirada al patio iluminado por luciérnagas —cuando veo a alguien sufriendo no puedo evitar querer extender mi mano y... y darle apoyo, estar ahí para él o ella, solo estar ahí.
—Es... una persona comprensiva entonces. —asiente un par de veces —Todos dicen eso de usted, caritativo, amigable, comprensivo, cálido... de verdad es cálido, mi señor. —observa de frente la pequeña sonrisa en el rostro ajeno —es tan sencillo hablar con usted, la forma en que nos mira es... es la de un igual, aun cuando toda esta mansión es suya y nosotros somos simples... trabajadores.
—Oye Eleonor. —recuesta su cuerpo llevando los brazos detrás de su nuca — ¿Quieres que te cuente un cuento?
— ¿Un cuento? —sonríe con emoción, descansando la mejilla sobre su rodilla izquierda para poder mirarlo —Suena maravilloso, hace muchísimo tiempo que nadie me cuenta un cuento.
Una sonrisa resplandeciente escapaba de los labios del elfo que mantenía los ojos cerrados permitiendo el arrullo del aire frio sobre su cuerpo, Eleonor lo observaba completamente, su cintura delgada y su vientre alargado, la abertura sobre su clavícula donde los botones de su camisa blanca fueron liberados, su alargado mentón y rostro, aquellas mejillas rojizas con un relleno normal y lindo, sus cejas delgadas y largas y aquel cabello negro desparramado sobre la piedra blanca del suelo.
—Había una vez... un joven príncipe elfo, alguien curiosos y amistoso que se la vivía investigando más allá de los muros de su castillo privado... —abre los ojos directo a las estrellas titilantes en el cielo despejado —esa curiosidad lo llevó a tener una mala reputación con su familia en dónde le nombraban como alguien problemático, pero eso no le molestaba, él tenía claro lo que hacía durante esas escapadas...
— ¿Y qué era lo que hacía?
—Observaba, olía, oía y tocaba, aprendía... aprovechaba su conexión con la tierra para hacerse uno con ella. Durante sus escapadas el pequeño príncipe iba solamente a tres lugares, la ciudad para investigar a toda aquella gente que tenía prohibido ver... —esperó la cuestión, pero la chica se mantuvo callada —al sur en una pequeña colina despejada, y un poco más allá de esa colina en los inicios del bosque hacia el portal, ahí dónde había un lago y mucha naturaleza...
— ¿Era su familia? Mi señor.
—Lo era. Y tengo que dejarte claro que desde pequeño lo tuvieron encerrado en nuestra propiedad prohibiendo cualquier acercamiento con los plebeyos y trabajadores, por eso mismo amaba bastante ir de un lado a otro sintiéndolo todo aún si eso era contra las reglas. Y un día... —traga saliva —el pequeño príncipe encontró a un ser que jamás había visto antes, jamás en persona... un demonio. Había... él había escuchado un sin fin de historias que contaban lo peor sobre los demonios, su historia de como la avaricia y la envidia los llevó a quebrar un tratado silencioso que se había mantenido intacto por varios siglos, pero... —frota desde el tronco de su nariz hacia su cien, acunando su ojo exhausto —el ser que aquel niño veía ahí era... era lindo, temeroso, un joven de su edad con la mínima diferencia de... de un par de alas y unos cuernos.
—En mi habitación hay una imagen con las cinco especies. Los demonios lucen...
—Con los siglos nosotros también hemos cambiado, con la magia y con el tiempo, y con la vida que decidimos llevar. —observa los ojos atentos de aquella joven —Los elfos del pasado resplandecían, eran casi alucinaciones, no parecían reales aun para nosotros que seguimos siendo elfos puros... en el pasado su belleza era indescriptible, ahora... —ríe levemente —puedes decir que soy hermoso, pero somos más parecidos a ustedes, algunos porque lo quieren y otros porque... —encoge los hombros —son mestizos.
—Como Enid...
—Y como Níniel, que se encantó por la piel de Enid y decidió teñirse pecas en el rostro.
— ¿No son...? ¿No son reales? Yo pensé que...
Él sonríe ampliamente dejando a la vista sus aperlados dientes —Aún cuando muchos recienten la traición de los humanos, hay quienes se encuentran maravillados por la astucia e inteligencia de esos pequeños seres frágiles... —observa a la joven —sin ofender.
—No es nada. —confiesa en una risilla.
—Entonces... —ajusta su garganta —El chico demonio aún contaba con la piel roja de su raza, pero su pequeño rostro no era lo que le habían contado al chico elfo, era lindo y se estremecía de miedo cuando el elfo intentaba acercarse. Ese primer día cada uno volvió por su camino en silencio, no se prometieron nada, si alguno decía que había visto al otro desconocían si pasaría algo y... era más la curiosidad infantil.
Una brisa fría y vibrante azotó a su alrededor, los árboles crujieron. Eleonor dirigió la mirada al horizonte oscuro con pequeñas lucecillas que centellaban a cientos de miles de kilómetros lejos de sus manos, de ella, bajó la mirada ajustándose el cabello que se le había soltado de la coleta y cerró los ojos permitiéndose pensar, imaginar, sentir. Escuchó la enorme inspiración fluyendo desde la larga nariz del elfo a su lado para dirigirse a sus pulmones y volver en un lento suspiro.
—Se encontraron en ese mismo sitio incontables veces, incontables veces guardaron silencio y solo permanecieron al lado del otro mirándose de reojo, el primer acercamiento lo hizo el joven elfo quién entregó una pequeña florecilla silvestre de pétalos blancos... el demonio la tomó, la guardó, la disecó, aunque eso no lo supo el joven elfo hasta mucho tiempo después. El siguiente regalo fue una piedra negra y brillante, oscura como la misma noche, el elfo la guardó con cariño sintiendo que por primera vez había conseguido un amigo, alguien fuera de su familia...
La historia continuó hasta bien puesta la luna a mitad del cielo. El cuento de como aquellos chicos fueron creciendo y comenzaron a conocerse, como comenzaron a enamorarse, como... como el elfo había confiado todo su mundo en aquellas manos rojizas. Y entonces llegó la parte fatídica.
—Eran un par de jóvenes listos para adentrarse en la vida adulta, el elfo enamorado confesaba cada mínima parte de su vida con sumo cariño y confianza, le contó que aquel día su familia saldría en secreto para tener un picnic en las lejanías de su propiedad, un lugar privado de la familia que estaba a nombre de aquel hijo que no era mostrado al público. El ataque fue rápido y certero, los elfos no tuvieron tiempo de defenderse ni de caer en cuenta de nada... el joven demonio hizo acto de presencia ante el joven príncipe elfo, parecía culpable, tenía una mirada baja incapaz de mantenerse mucho tiempo sobre los ojos conocidos de aquel joven elfo... y entonces tomó su espada de filo negro con un único punto de luz en ella, una burbujita dónde una flor de pétalos blancos disecados se mantenía brillante en el centro de aquel mango crudo y sin piedad... y le atravesó el pecho.
El desánimo la invadió, se aferró con más fuerza a sus piernas escondiendo el rostro entre sus rodillas cubiertas por las faldas mecidas gracias al viento. El amor y la traición, una historia de siglos y siglos contada por distintas bocas con distintas razones de existir, pero con un mismo sentimiento...
—El amor es peligroso, te ciega... —musitaba para sí misma.
—No te lo puedo negar, tienes razón.
—Usted dijo que ese niño era de su familia...
—Lo era. Su estupidez lo llevó a dejar de serlo, ahora no existe, es solo un recuerdo que quiero olvidar completamente, algo que me costó mi familia. Me duele recordarlo, su recuerdo es lo que me mantiene despierto en noches como estás... —abre los ojos para mirar la espalda encorvada de la joven —la única que sabe de esta historia es Francin, es la única a quién se la he confiado, porque hay noches en las que necesito sacarlo todo. Quedarme con ello me asfixia... su recuerdo me asfixia... y me es imposible dejarlo por completo en el olvido.
Su ropa crujió cuando se enderezó tomando su puesto al lado de la joven, ambos se miraron admirando el dolor en los ojos ajenos, sus heridas expuestas bajo el claro lunar. Él sabía que ella estaba destrozada desde aquel... brutal asalto. Y ella ahora sabía que no era un simple y caritativo señor que intentaba comprenderlos, él era un verdadero hombre con el corazón marchito que podía entender bastante del dolor. Sus pérdidas eran diferentes, pero al final de todo seguían siendo perdidas.
—Que tenga buenas noches, mi señor. —expresaba en una reverencia para ponerse de pie y marchar al interior de la casa.
—Espero seas capaz de conciliar el sueño.
—Le deseo lo mismo.
Una charla como esa la mantuvo despierta por mucho tiempo, se quedó pensando, analizando no solo la pintura sobre el techo, sino que también todo su alrededor. Aquella mañana salió a los pasillos admirando cada cuadro colgado entre las habitaciones, siguió adelante hasta llegar al despachó que tenía prohibido visitar y finalmente viró a su izquierda para ir al gran balcón del té.
— ¡Oye! —exclamaba animadamente desde una mesa en la orilla derecha — ¿Qué haces por aquí a esta hora?
—Enid. —sonríe —No te vi en todo el día de ayer.
Él sonrío. Estaba sentado frente a una mesa circular con dos pilas grandes de documentos enfrente, tirado en ese asiento como si no deseará estar ahí. Ella se acercó hasta tomar asiento a su lado en la mesa y poder tomar una hoja para tratar de leerla, eran documentos en elfico, apenas y sabía un poco de ello así que no podía comprender todo el contenido.
—Estaba algo ocupado con estás filas y filas de papeles, yo soy quién tiene que revisar los envíos que se harán a continuación y seleccionar al grupo adecuado para cuidar el cargamento, también tengo que revisar todos los pedidos del pueblo y demás cosas aburridas... —recarga el antebrazo sobre la mesa levantando con su uña un par de papeles —además... —observa de reojo a la joven —fui a la biblioteca a buscarte y vi que estabas en una charla con nuestro señor, preferí no molestarlos. Y sé que la gente de los alrededores no está dispuesta a causarte molestias.
—En ese caso... ¿Estoy interrumpiendo ahora mismo?
—Claro que no. Aunque parezca un chico distraído la verdad es que puedo concentrarme en varias cosas al mismo tiempo, si quiero... —inclina el cuerpo hacia las hojas en la mesa —puedo leer esto y escucharte.
Ella ríe en una negativa —En ese caso... ¿Puedo preguntarte algo?
—Claro. Sé libre de cuestionarme cualquier cosa que inquiete a tu pequeño corazoncillo humano.
Inhalando profundamente dirigió la mirada sobre la puerta de madera que daba entrada directa desde el despacho prohibido. Enid la observó de reojo, curioso por su silencio.
— ¿Crees poder enseñarme algo de lengua mientras entrenemos esta tarde?
Ríe levemente —Claro que sí. Sería un placer dejar a todos confundidos mientras nos enfrentamos con espadas.
Sus risas fluyen en conjunto. Al llegar la tarde las cuatro chicas se encontraban en el centro de la pista enfrentándose cada una con su pareja, en pleno enfrentamiento a puño limpio Lyrie de pronto perdió el pie cayendo de rodillas al suelo deteniendo su batalla con Eleonor ante la sorpresa de su mirada, las otras dos se detuvieron por igual, mientras Inha permanecía con la boca abierta en incredulidad, Breis silbaba en asombro, ante ellas se presentaba Enid más deslumbrante que nunca; con una playera negra de manga larga y tela traslucida por el frente, más opaca por la espalda, el frente contaba con líneas que creaban cristales sobre su piel; Eleonor rio muy atenta a la perplejidad de su compañera de lucha mientras le tendía la mano en busca de ayudarla.
—Maldita ¡Sea Enid!
Apartó la mirada con vergüenza, las mejillas enrojecidas y los ojos buscando cualquier otro punto que ver. Eleonor se giró hacía su amigo, aquel joven elfo con sonrisa juguetona y grandes ojos azulados con un toque de negro; su cabello había crecido y su coleta ahora le llegaba por debajo de los hombros mientras el flequillo dividido por sobre su frente seguía tan rebelde como de costumbre virando hacia el cielo o el centro de su frente, pero lo sorprendente de su apariencia tenía que ver con su ropa... aquel pantalón ceñido de cuero negro que se abotonaba por encima de su ombligo y la playera traslucida que dejaba apreciar completamente aquel abdomen bien trabajado. Eleonor retrocedió tambaleante tratando de mantener una sonrisa en su rostro nervioso.
—Hola, bellas damas —exponía en una reverencia.
Breis fue la única que respondía exclamando una gran risotada y elevando la palma para responder al saludo del joven mestizo mientras él se encaminaba hacia las dos doncellas en el centro de la pista, Eleonor negaba en sorpresa mientras Lyrie maldecía entre dientes levantándose en un intento de apartar la mirada completamente.
— ¿Estás lista para nuestra lección? —cuestionaba a la humana.
—Maldito idiota. —comentaba de espaldas al chico cubriéndose el rostro enrojecido — ¿Cómo puedes andar por ahí semidesnudo? ¿Es que acaso no conoces la vergüenza? ¿Cómo es posible que todo ese grupo de elfos te respeta si te muestras así delante de...!
—De hecho, Lyrie, muchos de ellos anhelan mi compañía en la cama, esa es la mayor razón. —exponía con orgullo, erguido en un porte firme con las palmas a la espalda —Y con estás telas ellos tienen la gran oportunidad de admirar mi cuerpo, así que... no es una molestia para ellos.
— ¿Y para ti? —comentaba entre sus palmas, evitando mirarlo — ¿No te sientes incomodo cuando te tocan con... con otras intenciones?
—Me gusta bastante ser deseado, y saben que puedo partirles el cuello en un solo movimiento así que... jamás han intentado pasarse de la raya. Entonces, Eleonor... ¿Iniciamos? Ve por las espadas mientras caliento los músculos.
— ¡Si, vamos, calienta esos pequeños glúteos! —exclamaba juguetona desde las gradas pataleando entre sus vítores — ¡Nosotras encantadas vemos el espectáculo! —silbaba animosa dando una breve mirada sobre su compañera —Venga Inha, cierra la boca que se te cae la baba.
— ¡Mierda, Breis, cierra esa boca obscena! —gruñía en su camino hacia ellas — ¡Vámonos de aquí! No estoy interesada en ver a un maldito exhibicionista.
—Pero Lyrie... —musitaba la joven rapada —no nos haría daño quedarnos a aprender un poco de él. Tú misma nos dijiste que...
— ¡Ya sé lo que dije! —retenía su mirada de viajar sobre la pista, el punto en donde sus dos amigas centraban la mirada —Pero no planeo estar mirando eso... es... es obsceno... le encanta alardear sobre su estúpido cuerpo.
—Pero si nosotros siempre terminamos desnudos después de la transformación —comenta en tono bajo.
Eleonor volvió a la pista manteniendo la mirada baja y ambas espadas de madera para entrenar en mano, tendió la mano hacia Enid quién reía levemente aceptando el arma.
—Tu cabello ha crecido últimamente.
—Así que solo de esta forma puedo obtener tu completa atención sobre mi bello rostro.
Ella sonrío en una risilla incapaz de controlar, y él sonrío por igual, avergonzado y encantado de mirarla reír. Eleonor negó a prisa frotándose el rostro entre su vergüenza.
—Siempre estoy viendo tú cara, deja de bromear.
—Bien, como sea, demos inicio a esto... —ajusta el agarre de la espada — ¿Quieres repasar o iniciar con nuevos conocimientos? Además de eso ¿A qué idioma estás prestando más atención? La última vez note que tus apuntes estaban en tu lengua y en la mía... ¿Estás con los dos?
—Estoy intentando aprender lo más posible. Aunque quiero aprender de la lengua humana, ahora vivo entre ustedes, quiero acoplarme correctamente.
La espada de Enid se elevó de manera veloz y en un respingo Eleonor atendió al ataque abriendo los ojos en sorpresa al momento que repelía el estoque certeramente, sus armas estaban una contra la otra mientras Enid sonreía manteniendo una mano detrás de la espalda. Las palabras comenzaron a brotar de su boca y Eleonor atendía tanto a la clase como a la lucha, sus espadas iban y venían y por momentos cuando tardaba en responder a alguna palabra Enid se aprovechaba girando sobre sus talones para cambiar su punto de ataque evitándole la concentración, pero en todo caso ella respondía en un jadeo veloz.
Una mañana Níniel se presentó con una cesta llena de alimentos delante de la mesa en la cual Enid y Eleonor apenas pensaban tomar el desayuno, la joven Elfa sonreía resplandeciente con su largo cabello lacio suelto sobre su espalda, eso significaba que no estaba de turno en la casa principal.
—Agatha ha sido llamada por la señorita Francin para hacer algunos trabajos extra, pero ya que hoy teníamos el día libre... —posa la palma sobre la canasta para abrirla un poco —pensábamos llevarte a un día de campo en las tierras interiores.
— ¿Por qué no llevarla al exterior?
—Bueno... desconocemos si nuestro señor ha dado permiso de sacarla al pueblo... por eso mismo no he podido llevarla con mi familia para presentarla. Por cierto, mi hermano mandó saludos, había olvidado decírtelo.
— ¿De verdad? Es una persona muy agradable, me encantaría poder ir y hablar con él de nuevo.
—No nos alteremos demasiado. —expresa con ambas palmas en alto para pedir calma hacia ambas jóvenes —He dicho llevarla al exterior, no directamente al centro de la ciudad, eso todavía debe hacerse con calma y compañía.
— ¿Y quién mejor que tú? —exponía amistosamente tomando sitio a su lado —Enid el gran luchador. Escudo y espada de nuestro gran señor Elrond. —observa el entornar de la mirada ajena —Oh será que... no lo sé, quizá mi hermano no te agrada o... —descansa el mentón sobre su palma para dar una sutil mirada sobre la chica que se centraba en su desayuno ajena a aquel jugueteo —será por otro motivo, quizá estas celoso, quizá de verdad... —sonríe en su dirección con el mentón sobre ambas palmas abiertas bajo su rostro —estás enamorado de mí.
Enid apenas y se había crispado con la mención de los celos, pero aun entre su control la joven Elfa se percató de aquel titubeo momentáneo, ese no era su verdadero pensamiento, ese joven ciertamente no dejaba oculto su enamoramiento reciente, pero no se trataba de ninguna elfa. Las risas de ambos se detuvieron entre un juego de leves empujones sobre el brazo ajeno mientras Eleonor los admiraba con cierta duda.
—Entonces... ¿Tengo permitido ir fuera?
—Sí. Mientras yo vaya contigo, o las personas que yo designe a tu cuidado. Hay un buen lugar al que podríamos ir para ese día de campo, —expone hacia la elfa —las pequeñas colinas al este son muy buenas, tienen una increíble vista de la ciudad.
Al cabo de un rato Enid junto a las cinco chicas salían por la puerta principal de la casa para encaminarse a las colinas del este, las tres licántropas se habían presentado en la casa principal para pasar el rato con Eleonor y no dudaron en unirse al pequeño viaje de campo cuando les informaron de sus planes. Níniel avanzaba por delante tomada por el brazo de Breis quién la enfrascaba en una extensa charla sobre sus platillos favoritos, Enid las seguía de cerca dirigiendo sonrisas a la retaguardia del grupo en dónde Eleonor avanzaba junto a Inha y Lyrie.
—Eres agradable Eleonor.
Dudosa, veía de reojo a Inha quién se encogía de hombros sin comprender lo que su compañera estaba tratando de dar a entender — ¿Gracias? Tú también lo eres. —respondía.
Con una sutil sonrisa mantenía la mirada al frente —Lo que quiero decir... es que no me molestaría protegerte como si fueras parte de mi manada.
—Es un gran honor que te propongan eso. —explicaba la joven rapada para adelantarse —Iré a ver si Níniel necesita ayuda con Breis. ¡Vamos Enid, se supone que nos guías, deberías ir al frente!
— ¿Qué? Oh, sí... —observa de reojo a la humana para seguirle el paso a las otras chicas.
En la soledad del camino Lyrie observaba los alrededores — ¿Quieres ser parte de mi manada? Es pequeña, pero somos unidos, no dudaremos en protegernos los unos a los otros. Y no es necesario que vayas a vivir con nosotras, no eres una licántropa así que es comprensible que ese tipo de unión te parezca un poco sofocante, pero... de verdad quisiera saber que estas aquí para nosotras como nosotras lo estamos para ti. Puedo olerlo en ti, la confianza que nos tienes...
—Eso es un poco incomodo de saber... —expresaba con una risilla nerviosa apartando la mirada —yo jamás he formado parte de una manada, así que no tengo idea de lo que eso signifique además de lo que me acabas de decir... —observa el perfil de la chica —pero yo no dudaría en ir a una lucha por ustedes.
—Así como lo hiciste por Islang. —sonríe, mirándola por fin —Debiste estar muy asustada en ese entonces, cualquiera se paraliza delante de los chupa sangre ya que son la peor corrupción de los infiernos, ya sabes... por eso de ser medio muertos o algo así, la verdad a mi nariz le parece que están completamente muertos, pero algunos dicen que solo están medio muertos.
—Estaba paralizada. —confesaba con una sonrisa —Apenas y escuché los gritos de aquellos dos elfos que murieron a nuestro lado, los llantos del bebé y de la niña, yo... apenas y podía escuchar los latidos de mi corazón y de pronto Islang ya se encontraba ahí, herido, su espada había caído y él me daba indicaciones sobre lo que debía hacer para matarlos... ni siquiera comprendo la forma en la cual reaccioné a su primer grito, yo solo... al abrir los ojos de nuevo él estaba desmayado y los vampiros detenidos. Realmente no tengo idea de lo que paso en ese momento.
—Quizá reaccionaste por puro instinto. —palmea el hombro a su lado —Un buen instinto que te llevó a quedarte ahí y ayudarlo en lugar de huir para asegurar tu propia seguridad. Eso es lo que quiero en mi manada, compañerismo, lealtad. Creo que lo tendré contigo, y quiero tenerlo.
—Entonces estaré más que agradecida de ser parte de tu manada Lyrie. Gracias por tenerme tal confianza.
Asiente complacida —Más tarde hablemos sobre nuestra manada, tienes que saber todo lo posible de nuestra especie y nuestras historias para estar completamente dentro junto a nosotras, también intentaremos presentarte a Kulhe, es el único macho del grupo, pero acostumbra a ser reservado, y... quisiéramos saber más de ti, claro que... nos tomaremos el tiempo para que tú decidas cuando será correcto hablarnos de tu vida.
—Gracias.
— ¡Es justo ahí!
Ambas dirigieron la vista al frente dónde el grupo se detenía con sorpresa encantada en la mirada, el lugar era bellísimo, un pequeño claro bajo una arboleada frondosa de manzanos que desprendían un dulce y delicioso aroma. Breis comenzó a correr por los alrededores observando la pequeña colina con entrada al bosque, todo el sitio despejado con pequeñas florecillas silvestres creciendo por aquí y por allá entre el pasto verde con restos de rocío, Níniel la observaba de reojo charlando con Enid mientras ambos tendían un pequeño mantel en el suelo y comenzaban a sacar los platillos sencillos para su almuerzo al aire libre. Inha de pronto volvió su mirada hacia atrás dedicándoles una sonrisa sincera y ambas se miraron con cierta gracia para apresurar el paso y unirse a sus amigos.
—Ninguno de nosotros tiene un pasado lindo del cual hablar, así que centrémonos en el presente. —pedía Níniel con una sonrisa —Aunque tampoco hay nada bueno recientemente... —suspiraba con cierto desánimo —esos demonios arruinaron una celebración tan importante, jamás creí que harían algo así...
—A nosotras nos sorprendió bastante al escuchar la noticia, pero no fuimos capaces de unirnos a la lucha. —observa al chico que toma un poco de merengue de pastel para llevárselo a la boca — ¿Qué paso con los vigías en las torres? Nadie ha dicho nada concreto del ataque, los demás se están poniendo inquietos.
—Ni tanto. —interrumpía Inha, ojeando un emparedado de carne jugosa —La mayoría solo quiere olvidarlo, y al ver que nuestro señor no piensa hablar de eso... —toma el emparedado en manos visualizando los jugos que desprende —prefieren olvidarlo y pasar de ello. Los errores se pueden cometer, dicen muchos.
—La verdad es que yo también estoy curiosa de ello. —aclaraba en un asentimiento sacando galletas de la canasta —No hubo aviso, y según me he enterado los primeros ataques fueron muy adentro en el pueblo... ¿Cómo llegaron hasta ahí?
Eleonor dejó de sonreír junto a Breis quién se encontraba recostada en su regazo obteniendo uvas moradas de mano de la humana, ambas volvieron la mirada hacia dónde todas las otras miraban. Enid llenó sus pulmones de aire y dejó escapar su aliento con mucha lentitud, su mirada bajó sobre las galletas saladas y tomó una para embadurnarla con un acompañamiento blanco mientras se dirigía a ellas.
—Los vigías están desaparecidos. El señor no quiere decir nada porque... cabe la posibilidad de una traición dentro de nuestro reino. —observa la tensión en el cuerpo de Lyrie y enseguida habla —Solo cabe la posibilidad, no te alteres. —come su bocadillo — ¿Cómo decirlo?... las familias, sus cosas, todos han desaparecido... seis casas vaciadas a quién sabe que hora o que día, o que momento. No hubo aviso porque no había vigías en las torres, y aunque no hubo vigías en ese momento los vigías del turno anterior dijeron haberlos visto al cambiar el turno... así que... traición... —toma otra galleta —es preocupante y pondrá de los nervios a más de uno, no es algo que se debería de saber sin tener la seguridad de ello.
— ¿Y cuál es la razón para que no nos dijeran nada de ello? —señala su nariz —Nosotras pudimos haber encontrado algo.
—Nunca antes había pasado algo así... el señor utilizó la magia para intentar rastrearlos y... —observa de reojo a la joven humana —parece que fueron al otro lado.
— ¿Al otro lado? —exclamaba Níniel con pánico — ¿Cómo podrían? Los últimos elfos que intentaron ir al otro lado fueron masacrados, las mujeres prefirieron quitarse la vida antes de procrear niños en ese mundo. ¿Por qué? ¿Por qué irían ahí?
Bajando la mirada Eleonor prefirió no encontrarse con esos ojos temerosos, Níniel había sido muy buena con ella durante todo ese tiempo, pero en ese preciso momento parecía desquiciada, horrorizada con la idea de tratar con los humanos. La elfa se dio cuenta de lo que había abandonado su boca y tomando airé volvió la mirada hacia la humana del grupo y la licántropa que se incorporaba hacia ella tratando de atraer su rostro con dulzura y comprensión.
—Yo... —sus labios temblaron y su rostro se tensó —digo... es que... es peligroso para nosotros del otro lado, no puedo creer que...
—Nosotras pudimos ir al otro lado a investigar, —interfería con dureza la líder de la manada —nosotras pudimos mezclarnos con los humanos para investigar, hubiese sido mucho más sencillo si nosotras...
—Si sus clanes las atrapan estarían en serios problemas y estarían solas. El señor no quiso arriesgarse a ponerlas en tal situación.
—Las vampiras pudieron ir... —exclamaba Inha con calma y desinterés tomando un nuevo emparedado —ellas no tienen problemas de manada y los vampiros no se meterán con ellas mientras no toquen a sus presas en sus zonas de caza, y aunque no son tan buenas para seguir rastros, creo que podrían dar con ellos.
—Entiendo lo que sienten chicas, pero el señor Elrond quiso actuar de esta manera y no importa lo que yo le diga él...
—Los vigías están desaparecidos. El señor no quiere decir nada porque... cabe la posibilidad de una traición dentro de nuestro reino. —observa la tensión en el cuerpo de Lyrie y enseguida habla —Solo cabe la posibilidad, no te alteres. —come su bocadillo — ¿Cómo decirlo?... las familias, sus cosas, todos han desaparecido... seis casas vaciadas a quién sabe que hora o que día, o que momento. No hubo aviso porque no había vigías en las torres, y aunque no hubo vigías en ese momento los vigías del turno anterior dijeron haberlos visto al cambiar el turno... así que... traición... —toma otra galleta —es preocupante y pondrá de los nervios a más de uno, no es algo que se debería de saber sin tener la seguridad de ello.
— ¿Y cuál es la razón para que no nos dijeran nada de ello? —señala su nariz —Nosotras pudimos haber encontrado algo.
—Nunca antes había pasado algo así... el señor utilizó la magia para intentar rastrearlos y... —observa de reojo a la joven humana —parece que fueron al otro lado.
— ¿Al otro lado? —exclamaba Níniel con pánico — ¿Cómo podrían? Los últimos elfos que intentaron ir al otro lado fueron masacrados, las mujeres prefirieron quitarse la vida antes de procrear niños en ese mundo. ¿Por qué? ¿Por qué irían ahí?
Bajando la mirada Eleonor prefirió no encontrarse con esos ojos temerosos, Níniel había sido muy buena con ella durante todo ese tiempo, pero en ese preciso momento parecía desquiciada, horrorizada con la idea de tratar con los humanos. La elfa se dio cuenta de lo que había abandonado su boca y tomando airé volvió la mirada hacia la humana del grupo y la licántropa que se incorporaba hacia ella tratando de atraer su rostro con dulzura y comprensión.
—Yo... —sus labios temblaron y su rostro se tensó —digo... es que... es peligroso para nosotros del otro lado, no puedo creer que...
—Nosotras pudimos ir al otro lado a investigar, —interfería con dureza la líder de la manada —nosotras pudimos mezclarnos con los humanos para investigar, hubiese sido mucho más sencillo si nosotras...
—Si sus clanes las atrapan estarían en serios problemas y estarían solas. El señor no quiso arriesgarse a ponerlas en tal situación.
—Las vampiras pudieron ir... —exclamaba Inha con calma y desinterés tomando un nuevo emparedado —ellas no tienen problemas de manada y los vampiros no se meterán con ellas mientras no toquen a sus presas en sus zonas de caza, y aunque no son tan buenas para seguir rastros, creo que podrían dar con ellos.
—Entiendo lo que sienten chicas, pero el señor Elrond quiso actuar de esta manera y no importa lo que yo le diga, él...
—No mientas. —pide en un gruñido mostrando los caninos al inclinarse hacia él —El señor Elrond presta mucha atención a tus palabras y dudas, él siempre hace lo que le recomiendas, un día estas comentando estás cosas con nosotros y al siguiente él se presenta para hablarnos más detalladamente del tema. Básicamente eres su cabeza en el campo de batalla.
—Eso no es...
—Eres el único que habla con él. —asiente Inha, limpiándose los labios —Los otros generales están enfadados y celosos de tu cercanía con el señor de la casa, no intentes decir que las acusaciones de Lyrie son falsas.
—Oigan. —elevaba las palmas abrumado por tal ataque entre un cabeceo —Hemos venido a pasar el rato, no para empezar una pelea. Deberíamos estar disfrutando de la deliciosa comida y no... —observa la mirada de Lyrie dirigiéndose sobre la humana en un pedimento silencioso, los ánimos de Enid decaen —a pensar en cosas terribles...
En su silencio Enid bajaba la mirada con cierta pesadez en el pecho mientras Lyrie descaradamente ensanchaba la mirada cabeceando en su dirección para pedirle a Eleonor que intentará persuadirlo, las tres licántropas decidieron hacerse las despistadas dirigiendo la mirada en otra dirección mientras Eleonor fruncía el ceño llena de dudas admirando de reojo al chico cabizbajo que mantenía una respiración profunda y una mirada casi lastimada.
— ¿Y si voy yo?
Todas las miradas subieron con desconcierto. Enid la miró en pánico y al segundo dirigió la mirada sobre Lyrie en una amenaza no verbal, la licántropa mostró los colmillos frunciendo el labio en palabras sin sonido mientras seguían retándose, pero fue Breis quién se acercó a la humana tomándole la mano para tener su atención y dirigirle directamente aquella mirada afectada llena de preocupación.
—Ni lo sueñes. Es peligroso, estamos hablando de posibles desertores y traicioneros guiados por los mayores corrompidos enemigos naturales de tu raza... —observa a sus compañeras y vuelve la mirada sobre ella —los licántropos no nos alimentamos de ustedes, podemos cazar y comer cualquier tipo de carne, pero no es algo que requiramos a muerte... ellos se debilitan si es que no ingieren sangre humana durante mucho tiempo. —aprieta los labios tragando duramente —Al ser una infectada tengo menos control sobre mi transformación, de noche no soy consciente sobre la persona a la cual ataco, soy un peligro sin control que necesita satisfacer su lado animal en los bosques... y aunque eso no requiera pelearme y matar un ser vivo, hay ocasiones en las cuales lo hago, sin miramientos... sin control... pero al día siguiente soy consciente y me arrepiento, puedo tomar alternativas para evitar volver a cometer un error de ese tipo, ellos no...
—Tú sangre es su vida. —informa Lyrie, cabizbaja y tranquila —No sienten remordimiento de quitarte la vida mientras sollozas bajo sus colmillos, quizá los novicios lo hagan después de su primer derramamiento de sangre humana, pero en la locura de su transformación son tan inconscientes como lo es Breis, pierden el sentido... —cabecea frotándose el cuello —luego lo asimilan, es su vida o la tuya, y la mayoría sigue bebiendo. Y al ser tan... eternos, pierden la culpa y el remordimiento, esa es su forma de vida, tu raza es su forma de vida.
—Los vampiros son seductores naturales, quizá un vínculo que comparten con los demonios. —informa Inha dejando la comida de lado para mirarla directamente —Les es sencillo jugar con las mentes humanas y obligarlos a seguirles el juego, ya sea que los demonios o los vampiros se hayan llevado a esos elfos prometiéndoles magia o lo que sea que les hayan prometido, sé que si vas tras ellos muy posiblemente te encontraras con los vampiros o demonios, y estarás en peligro sea una raza o la otra.
—Me niego a dejarte ir.
Las simples palabras de aquel joven elfico lograron atrapar por completo su mirada, Enid hablaba muy enserio, ella cerró la boca y con un asentimiento se inclinó para tomar un trozo de tartar y servirla llevando el plato sobre sus piernas mientras esperaba.
— ¿Y que planea hacer nuestro señor al respecto?
—Es peligroso para cualquier raza ir a investigar al mundo humano, pero... —frota su nariz cerrando los ojos en una inhalación —hay alguien investigando del otro lado, alguien confiable nacido de una maldición que nuestro señor esta tratando de eliminar... no es algo que debería estar diciéndoles a ustedes y si se llega a saber posiblemente me meteré en problemas, pero... si eso basta para tranquilizarlas...
—No me tranquiliza de ningún modo. —expresa en un gruñido cruzándose de brazos —Podría haber alguien de SU mundo infiltrado entre nosotros, podría ser nuestra propia gente buscando obtener maga a cambio, podría... no lo sé, el peligro nos respira en la nuca Enid, fueron seis familias completas, si acaso fuese una menor cantidad podría creerte que no hay más peligro, —niega —pero fueron familias completas dándole la espalda a su propia raza.
—Aunque puede que fueran manipuladas. —interfiere Breis —Nosotras mismas lo hemos dicho, ellos poseen un increíble poder de manipulación, y aunque mayormente lo utilicen con humanos podría ser... que hayan aprendido a utilizarlo en los elfos.
—Dejen esa charla por la paz. —expresaba con enfado levantándose para ir hacia la humana y tenderle la mano —Hemos venido a tomar el almuerzo no para tener una charla de guerra y suposiciones, he escuchado el sonido de un riachuelo en el interior del bosque, acompáñame Eleonor.
La chica se levantó sin dudar, tomó aquella mano deteniéndose para dirigirle una sonrisa a Breis, tomarla del brazo y arrastrarla a su lado, la licántropa solo reía al ser arrastrada con ellas y en un salto se aferraba al brazo humano para seguirlas de cerca. Entre arbustos con arándanos y rocas, se vieron llegando a la orilla del riachuelo, Níniel se levantó las faldas amarrándolas por sobre sus muslos para poder remojarse los pies y ponerse en cuclillas, Breis se sacó las botas y subió su pantalón por sobre las pantorrillas para seguirle mientras Eleonor solo se acercaba a la orilla tocando el agua con las manos.
—Magia a cambio... —observa el reflejo de sus amigas en las aguas y luego sube la mirada hacia ellas — ¿Se sienten tan desesperados por no tenerla?
—En estos tiempos ya no es tan claro, nosotros nunca conocimos el sentimiento que era poseerla, no la anhelamos desesperadamente, pero... —inclina el rostro al costado mientras sigue recolectando plantas acuáticas —dicen que fue un gran golpe perderla en el pasado.
—Hay uno que otro descontento con la entrega de la magia. —expone calmadamente tomando asiento en una roca a su lado —En especial en este reino, en especial cuándo se le entregó a Enid que viene a ser un mestizo. La magia es únicamente de los elfos, pero el señor Elrond la ha entregado a quienes cree competentes.
—La arrebato de comandantes pasados para que sus herederos no aptos no la poseyeran, y la entregó a quienes creía capaces. Enid es el único mestizo entre los elfos que la poseen, y es su apuesta más arriesgada. El señor Elrond es el custodio más problemático hasta la fecha, recibiendo a todo aquel mestizo que fue procreado a lo largo de los años y entregando magia a uno de ellos.
—Recibiendo licántropos, vampiros, y a los humanos que se habían quedado atrapados en estas tierras. —suspira —También tiene la política del olvido.
— ¿Política del olvido?
Níniel asiente—Es un encantamiento que utiliza al sacar a presos de batalla con la intención de no matarlos si acaso no planean quedarse y ayudarnos. Si atrapan vampiros, demonios o licántropos, normalmente intentan obtener información de ellos, sacan lo necesario y luego les borran todo recuerdo de lo que pudieron haber dicho y los arrojan muy lejos de la entrada a nuestro mundo.
—La magia no es necesaria. Los alquimistas han hecho bastantes avances con la ciencia, hay luz y agua corriendo por las casas de los sirvientes, solo la casa principal necesita de los servicios mágicos de Francin.
Ellas siguieron hablándole de los avances científicos fuera de la magia, pero también de la ayuda extra que era utilizar aquel don entregado por los dioses. Enid llegó poco tiempo después tomando asiento en el pasto mientras las miraba disfrutar de la frescura del agua, Níniel de pronto estaba siendo empapada por Breis y entre aquellas risas y quejas Eleonor se había levantado y tomado asiento al lado del mestizo, sus ojos se encontraron y Enid sonrío con el mismo pesar de minutos atrás. Inha tenía razón, ese chico realmente estaba interesado en ella, y era consciente de que a pesar de su pensar... estaría inclinado a seguir los pensamientos de ella.
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