Capítulo 2
El inicio.
La mañana siguiente fue como todas las anteriores, Eleonor se mantuvo en silencio mientras las muchachas que le llevaban la ropa que usaría aquel día y las que le llevaban el agua caliente hasta la tina del baño hacían su trabajo. Al encontrarse sola se dirigió a la tina de baño y tranquilamente tomó una ducha mientras recordaba todo lo que aquel hombre le había contado la noche anterior, los portales, las criaturas, el otro mundo y el resentimiento de su gente sobre los... humanos...
— ¿Hola? —exclama con entusiasmo observando los alrededores — ¿Eleonor? ¿Estas tomando una ducha? He venido con Agatha, traemos tú desayuno.
—Francin nos pidió que te escoltemos hasta el vivero para que conozcas a los encargados. —declara en tono alto desviando la mirada del ventanal para mirar en dirección al cuarto de baño.
— ¿Querrán conocerme? Creo que la mayoría de los que andan por la casa principal evitan acercarse a mí, susurran cosas sobre mí... —sonríe con desgana —la verdad no creo que la gente del vivero quiera conocerme.
—Bueno... creo haber entendido que trabajabas en una granja de verduras.
—Sí, yo misma hacia todo el trabajo. En tiempos pasados también ayudaba en granjas de animales, pero en momentos difíciles solo tenía dos opciones, —sale de la tina secándose el cabello —podía mendigar en las calles o aceptar los trabajos difíciles que normalmente son asignados a los hombres, —cubre su cuerpo con una bata y sale en dirección a la cama en dónde ambas permanecen tranquilas —esos trabajos solo las mujeres accedían a dármelos, pero teniéndolos podía obtener un poco de dinero para sobrevivir.
—Es sorpresivo que luzcas tan delicada cargando con una vida tan pesada en la espalda. Si desconociera tu historia podría creer que eres una chica con cuna de oro y cuchara de plata en boca.
Observa a la elfa de rulos que mantiene una delicada sonrisa en labios junto a aquella mirada de superioridad, y luego dirige la mirada hacia Niniel que, aunque luce incomoda parece asentir dándole la razón, Eleonor encoge los hombros tomando asiento y analizando su comida.
—Quiero decir que luces... hermosa, tienes un cuerpo impresionante y una linda cara, tu cabello también es precioso... —observa las piernas de la joven —de no ser por los rasguños que permanecen, hasta tu piel sería perfecta.
—Uh, yo... —traga difícilmente el bocado y eleva la palma —lo lamento Agatha, pero... no me hace sentir bien hablar de esas cosas, yo no quiero escuchar nada de ese tipo nunca más... —ajusta el cuello de su bata cubriéndose —no sobre mí.
—Oh, sí, entiendo.
—Yo creo que... —toma la muñeca de su compañera alcanzándola con una zancada —te dejaremos comer a gusto, vamos a estar esperando por ti en la planta baja, y no tienes límite de tiempo para el recorrido así que no te preocupes por demorarte o algo... —sonríe animosa arrastrando a su compañera hacia la salida —se nos ordenó que conozcas al encargado principal y que te familiarices con el movimiento del lugar, solo eso.
Ambas chicas salieron de la habitación llevando una plática entre susurros mientras Eleonor palidecía y se achicaba sobre si misma en el interior de aquellos enormes aposentos. La ropa de ese día no era la correcta para iniciar el trabajo, pero si lo era para lucir como lo que todos creían que ella era, una simple mascota de su señor, comprendía la forma en la cual la veían sin necesidad de conocer aquellos lenguajes diversos y completamente desconocidos para sus pocos conocimientos, no la veían como nada más que eso, una mascota; eleva la mirada del suelo de piedra tallada en forma hexagonal para observar a las chicas que la guían por la vereda del jardín.
— ¿No molestaré a los cuidadores del vivero? Sé que ya lo dije antes, pero... —aprieta su antebrazo —no puedo evitar percatarme de ello... —observa los alrededores precavidamente —la gente me ve y susurra cosas, me llaman mascota y se burlan de mí, y eso... bueno, es con la gente que parece poder soportarme, los otros solo fruñen el ceño y me evitan como si ensuciaran su mirada con mi presencia.
—Bueno... —comenta la joven pecosa, asegurándose con una mirada sobre su compañera de si era apropiado hablar de ello —los humanos no son muy queridos por aquí.
—Por los santos objetos. —expone en un suspiro golpeándose la frente con su palma abierta — ¿Necesitabas decir algo tan obvio? Níniel, ella ya se ha dado cuenta de ello. Y bueno... —encoge los hombros — ¿Qué importa? Ignorarlos será la mejor opción, solo debes tener una cosa clara al vivir aquí Eleonor. —detiene su andar —Detiene su andar para tomarla por los hombros —Toda esta gente no importa en lo más mínimo, estás aquí gracias a nuestro señor Elrond, él ha decidido darte una nueva oportunidad y has decidido aceptarla, mientras su mano generosa siga extendida en tú dirección... —acaricia la mejilla de la joven mostrándose decidida —no tienes que rendirle cuentas a nadie más que él.
Eleonor inhaló profundamente tomándose un momento para admirar los ojos rasgados de tono carbón radiante que poseía Agatha, aquella joven que, aunque parecía menor a ella, aun así, podía pasar como una general por la dureza, la confianza y sabiduría que esos ojos parecían desprender.
—Y quizá un tanto también a Francin. —comenta con una sonrisita incomoda —Básicamente es la mano derecha de nuestro señor, así que debes hacerle caso y rendirle cuentas lo quieras o no.
Vencida por la espontaneidad de su compañera, dejaba a la humana para seguir de frente dirigiendo el camino —Y obviamente a la gente que nuestro señor te diga que debes hacerle caso.
—Lo entiendo —finaliza con gracia.
El vivero se encontraba al otro extremo del patio trasero, tuvieron que pasar los rosales y senderos recubiertos de gravilla blanca mientras unas tantas miradas volvían sobre ellas para iniciar murmullos. Eleonor trataba de mantenerse tranquila andando con la barbilla en un punto medio, no quería que pensarán que era débil por llevar la mirada baja y mucho menos deseaba que pensarán que ella se creía especial en aquel mundo que la aborrecía, sabía que cualquiera de esas dos opciones le acarrearía problemas.
—Presiento que te encantará el vivero. —exponía con un gritillo infantil dando saltos en su andar —Es realmente hermoso y amplio, las paredes son de vidro así que la luz se adentra de una manera hermosa pasando entre las enredaderas que recubren el techo. Nuestro señor nos pidió poner una mesita de té para relajarse y relajarnos siempre que queramos, aunque los últimos años han sido difíciles...
Níniel era un sol de verano, radiante y animosa, sus pequeñas pecas se levantaban con cada amplía sonrisa que mostraba sus perlados dientes, todo en su rostro brillaba, de ese modo parecía ser la contraparte perfecta de Agatha quién se erguía en serenidad andando con el mentón en alto y una mirada desinteresada. Al llegar al vivero Eleonor se maravilló de las palabras certeras que le había propinado Níniel, el lugar era encantador y amplío, en su camino se extendían senderos y senderos de anaqueles altos de hasta cuatro bases con cabida de dos especímenes, cada planta contenía indicaciones escritas inclusive las que colgaban por las orillas a lo largo de las paredes de vidrio, ellas caminaban por un camino central, pero a derecha e izquierda los anaqueles parecían un laberinto.
—Lo pensé desde que desperté en la casa principal... —comentaba, elevando la mano para tocar las hojas de unas plantas en maseteros altos —pero realmente aman las plantas. —sonríe volviéndose para mirarlas —El patio trasero también es bastante hermoso.
—La magia de nuestro señor viene principalmente de la tierra, su estirpe se encuentra más conectada a la naturaleza de las plantas, los elfos del sur tienen mayor conexión con el agua y los elfos del norte con los aires.
—Los del oeste disfrutan bastante del verano. —expone en una risilla —Su conexión es con el fuego, la luz solar los alimenta, su reino es bastante cálido, pude ir allá durante un verano que una tía enfermó y quiso mudarse a... —cabecea incomoda —morir en un lugar cálido. Sé que suena extraño, pero ella realmente estuvo feliz durante los últimos meses de vida que paso allá.
—Como sea. —ajusta la voz —Es hora del almuerzo así que la mayoría de los que trabajan aquí deberían estar fuera, y el más importante debe encontrarse aquí. Se llama Islang, no te sientas intimidada por su enorme apariencia...
— ¡Es un completo cerebrito de las plantas! —expone con gracia adelantándose a ambas para caminar de espaldas al sendero —De verdad un sabio, podría ser llamado un erudito de las plantas, y quizá podrías imaginártelo como una persona super dulce con cara de bebe que acostumbra hablarle lindo a las plantas y acariciar sus hojas con dulzura, pero la realidad...—sonríe con ambas palmas abiertas a la altura de sus mejillas —es que parece un ogro malo.
La sonrisa que surcaba las mejillas de Eleonor se apagó al momento de ver emerger al hombre de gran altura y duras facciones que se detenía de su camino para dejar que Níniel chocara contra su brazo, ella se congeló al segundo y luego de tomar una bocanada de aire se apartó mostrando su más nerviosa sonrisa hacia él. Agatha sonreía de manera sutil tratando de cubrirse los labios con el dorso de su mano.
—Islang. —mencionaba con un hilo de voz —Nosotras... bueno... —parpadea con inquietud para mostrar un rostro horrorizado sin quitar su sonrisa del medio.
—Bueno... hola.
Su voz surgió sin permiso, de pronto se encontraba dando un paso adelante tendiendo su dudosa mano en espera de un saludo con aquel hombre. Islang era un hombre verdaderamente alto al punto de que Eleonor apenas y le llegaba al bajo vientre, los hombros del hombre eran amplios al grado de que podía cubrir las siluetas de Níniel y ella juntas, y aunque su cintura era pequeña, sus piernas eran gruesas con una apariencia terroríficamente firme. Con aquel rostro rígido y desinteresado daba una mirada sobre ambas chicas que la acompañaban hasta que finalmente la admiraba de frente dando un asentimiento.
—Hola.
Su voz no se quedaba atrás de aquella dura apariencia. Y sus manos mucho menos. Eleonor luchó con todo lo que tenía dentro para no salir corriendo de aquel hombre con la apariencia más peligrosa que hubiese visto nunca. Los antebrazos descubiertos del hombre se mostraban hinchados en músculos con las venas resaltando de su acanelada piel, además poseía heridas cicatrizadas por el tiempo, pero aún con eso su tacto para estrechar la mano de la muchacha era sorpresivamente cuidadoso.
—No pensé que fuese verdad. —termina el saludo —Escuché decir que había una humana en la casa de nuestro señor, pero no lo había creído por completo.
—El señor Elrond quiere que le busquemos algo que hacer. —toma los hombros de la chica por la espalda —Y Eleonor dice haber mantenido un cultivo en su pueblo, así que...
—Para mí no es ningún problema incorporarla al cuidado de las plantas del vivero, las manos nunca sobran cuando de cuidados se trata. ¿Cuáles son las plantas con las que estás familiarizada?
—De verduras, calabazas de cualquier tipo, mazorcas, zanahorias, coles, tomates, nabo, patatas, pimientos, pero tengo buena memoria y creo poder aprender lo que me enseñé si necesita que trabaje con otro tipo de plantas.
Islang la mantuvo a su lado toda la tarde pidiéndole que fuese como su sombra por aquel día, ella accedió y lo siguió por todo el vivero tomando notas mentales sobre sus tratos a las plantas y sobre aquellas plantas que desconocía y ahora tenía que aprender a cuidar; le fue mostrado un pequeño taller en la parte trasera que se encontraba dividido entre derecha e izquierda, ahí acudían herbolarios para la creación de medicinas, tenía los artilugios necesarios y libros bien acomodados en pequeñas repisas; las herramientas para hacerse cargo de las plantas se encontraban en una pequeña bodega y colgadas o acomodadas sobre una gran barra de madera con cajones y ganchos que mantenían todo en orden sobre la pared de la derecha. Llegada la tarde se despidió del gran hombre y se puso en marcha hacia la casa principal mirando como las farolas se encendían por su cuenta y varios jardineros que cuidaban el patio se retiraban con dirección a la pequeña casa de empleados dispuesta más allá del vivero.
Los días pronto se transformaron de semanas a meses y en un abrir y cerrar de ojos el invierno se cernía sobre ellos, habían pasado cuatro meses desde su llegada y aunque no todos hablaban con ella ni la recibían con la mejor sonrisa, la mayoría ya se había acostumbrado a su presencia y los demás rendido a ella. Ese día el sol se negaba a salir de detrás de las nubes negruzcas que escupían pequeños copos de nieve; Eleonor se había levantado con la costumbre de los días para encontrarse con aquel paisaje frio y escarchado que ahora cubría parte del jardín trasero, un rato después Níniel y Agatha llegaron a sus aposentos como de costumbre, hacía semanas que sus obligaciones hacia aquella humana habían cambiado y ahora eran ellas quienes se encargaban de llevarle las vasijas con agua cada mañana, para ese entonces nadie debía llevarle ropa pues ahora poseía prendas diversas en el armario de su habitación, y tomaba el desayuno, almuerzo y cena con toda la servidumbre del palacio de su señor.
— ¿Hoy vuelve el señor Elrond? —cuestiona hacia ambas chicas para cambiarse el atuendo detrás de su probador de tela —Sé que no me incumbe, pero siento muchísima curiosidad por él... solo he podido verlo una vez, y no fue una vista muy clara.
—No sientas vergüenza. —exclamaba animadamente con las palmas extendidas al techo mientras reposaba en la cama —Todos los sirvientes del señor mueren por tener una charla con él, aunque sea cruzar su mirada....
—Pero los únicos capaces de obtener esas dos cosas son los trabajadores de la casa principal, los recién llegados y aquellos afortunados que son dirigidos por el mismísimo señor durante los arreglos para las celebraciones, que... —sonríe manteniendo su atención en la ventana —de hecho, ya se acerca la celebración de invierno, el gran baile de la plaza.
— ¡Oh, es verdad! Nuestro señor siempre ofrece nuestros servicios para ayudarle a la gente del pueblo. —endereza el cuerpo elevando las piernas para poder impulsarse y tomar asiento —Lo que me recuerda, no has salido de la casa desde que llegaste ¿No te emociona la idea de salir? El pueblo es muy lindo y aunque aquí hay varias especies de nuestro mundo, estoy segura de que te encantará conocer a otros ¡Hasta podría llevarte a conocer a mi familia! Ellos son muy amigables, les encantará conocerte, les dará mucha curiosidad, así que posiblemente... —lleva el índice sobre sus labios reteniendo su sonrisa —no deberías sorprenderte si ellos comienzan a toquetearte toda llevados por su curiosidad.
—No creo que eso le agrade en lo absoluto. —expone con el ceño fruncido acercándose a la cama —En todo caso podrías ir con nosotras a visitar tiendas y puestos de comida.
—Estoy lista. —expone con una tranquila sonrisa alisándose los pantalones — ¿Vamos abajo?
Debido a su trabajo la ropa que mayormente llenaba su armario eran pantalones bombachos y blusas de mangas ceñidas, también tenía cinco pares de botas para cumplir sus deberes sin problemas; las otras damas normalmente utilizaban vestidos largos o cortos de su gusto, nada demasiado llamativo ni estorboso, pero que les permitía sentirse hermosas y lucir a placer sus dotes, tan solo la servidumbre de la casa principal llevaba un "uniforme" de tonos negros y blancos que les evitaba lucirse demasiado. Durante su estadía en aquel nuevo mundo no había intentado descubrir gran cosa sobre las extrañas criaturas humanoides que rondaban a su alrededor, al menos ahí no intentaban abusar de ella, y con eso le bastaba.
—Chicas. —exclamaba con una cesta de verduras en mano —Tomen su desayuno rápido, la nieve parece causar problemas en las calles de la ciudad y creo que nuestro señor nos llevará para que ayudemos a despejar y montar los puestos.
— ¿¡De verdad!? —entonaba con animosidad tomando las manos de Eleonor para hacerla girar a su lado y luego tomar asiento — ¡Tomaré la oportunidad para ir a ver a mis padres! Y estaré plenamente complacida de presentarte con ellos.
—Muy bien... —sonríe calmadamente tomando su lugar a la mesa —espero no causarte problemas.
— ¡Para nada! ¡Ellos son de una mentalidad muy abierta!
La normalidad de Níniel era acompañar cada una de sus charlas con un animado andar, expresiones faciales muy expresivas y diversos ademanes para detallar su sentir sobre cada cosa, además de que le costaba demasiado no cruzar el espacio personal de los demás y colgarse de ellas para contarles más de cerca sus ideas e historias. Agatha era completamente lo contrario. Y Eleonor un punto medio entre ambas.
—Ya se encuentra preparado tal y como le gusta. —ajusta la tetera de porcelana, los utensilios y la miel junto al azúcar — ¿Ya has terminado Eleonor?
— ¿Mm? —cubre su boca para poder tragar el bocado —Si, claro que sí.
—Muy bien. —exhala un suspiro alisándose los pliegues de la falda —Nuestro señor acaba de llegar y quiere que le lleves el té.
— ¿Qué? —cuestionan ambas elfas quienes mantienen sus miradas sorprendidas sobre Francin — ¿Por... por qué yo?
—No lo sé, no es mi asunto saber eso. —declara con desinterés tomando asiento —Llévalo ahora mismo, no es bueno dejar esperando a aquel que te brinda refugio y abrigo.
—Uh... —analiza la charola plateada, observa a las tres damas en la mesa y haciendo rechinar su silla se pone en pie tomando las orillas de la charola —sí, ya voy.
No era común que alguien que no fuese Francin sirviera al señor de la casa, Francin era la mano derecha del señor Elrond y por ende se encargaba no solo de manejar los movimientos de toda la servidumbre de la casa, también se encargaba de recibirlo, llevarle los papeles, prepararle el agua para lavarse, prepararle la ropa, le ajustaba el saco cuando debía salir y siempre le llevaba la comida y los aperitivos que deseará sin importar la hora, Francin siempre se encontraba a su lado sirviéndole no solo como ama de llaves sino que también para atender asuntos de una importancia mayor a la de la servidumbre común, en ocasiones salía de la mansión con cartas y papeles para uso de los cuatro reinos elfos. Aunque Eleonor desconocía que esa mujer tenía un puesto tan importante y tan solo se encontraba nerviosa con la idea de volver a enfrentarse a aquel hombre que únicamente había tenido la oportunidad de ver entre las sombras de la noche.
Al llegar al balcón de té pudo ser consciente del claro uso de la magia, aquello invisible que aún sin tener un olor lograba causarle comezón en las fosas nasales, ante sus ojos el señor de la casa lucía bastante agotado y permanecía con la mirada perdida en el horizonte aunque sus manos seguían sujetando un documento y una pluma negra, pero al escucharla Elrond hizo uso de su magia para revitalizar su apariencia e iniciar una plática bastante amigable con la joven humana, le cuestionó sobre su estadía e intentó averiguar sobre su pensamiento con respecto al nuevo mundo que habitaba, hablar con él no era aterrador ni difícil, pero tenía que ser precavida si quería mantener su puesto en ese reino, antes de informarle el verdadero propósito por el cual había ordenado que ella le sirviera el té aquel día, Elrond le dio un poco de información sobre aquel mundo con diversas especies además de la elfica, le habló de tierras gobernadas por otros elfos en un intento de hacer explotar su curiosidad y que comenzará a informarse, pero la humana fue muy firme a la hora de marcar la diferencia de rangos y clase alegando que no necesitaba más que seguir en aquella casa.
— ¿Piensas que no planeo sacarte de mi casa?
— ¿Perdón? —eleva el rostro en pánico.
— ¡No, es decir! —expone rápidamente entonando una risilla nerviosa rascándose el costado del cabello —No que te vaya a correr, digo que... podría querer llevarte a los otros reinos para que conozcas nuestro mundo y a aquellos seres que viven escondidos.
— ¿Por qué haría eso?... —traga saliva —He oído que los humanos no son queridos, así que...
—Eso no es importante. —declara con seguridad erguido en su silla como todo un rey —Si así lo quiero puedo llevarte al lugar que me plazca... —duda con la mirada observándola de reojo —siempre que también lo desees.
Ella se remueve incomoda y un tanto dudosa ante la suavidad en el tono de aquel elfo, mientras que Elrond la analiza con calma y una pequeña sonrisa en labios percatándose de como se aprieta los faldones con cierta incomodidad, la pregunta escapa ligeramente entre sus labios buscando saber lo que ella cree de los elfos, indaga en la admiración que siente por el conocimiento ilimitado que se brinda en aquellas tierras, pero nuevamente Eleonor evita salirse de su rol como trabajadora y en cambio ilumina una pregunta que el señor de aquella casa no se esperaba ni de broma.
— ¿Qué? —ríe, incapaz de ocultar su gran sonrisa — ¿Mascota? ¿Quién te ha dicho tal cosa? —agacha el rostro tomando una respiración hasta que se cree capaz de poder enfrentarla —Lo siento, pero eso suena muy ridículo. Nunca he tratado a las personas que acojo en mi casa de tal forma, y seguramente has visto que no todos son elfos así que no pueden utilizar la raza como una excusa para decir tal cosa. No te veo como una mascota. —toma su taza dando un sorbo —Eres una humana, una humana que trabaja en mi vivero y ayuda con las tareas de mi casa, una humana que tiene tanto derecho como cualquier otro de ir al pueblo y pasear con libertad por mis tierras. —entorna la mirada, notablemente enfadado —Aunque no tanta. Puedo prometerte seguridad dentro de mi casa, pero detrás de mis muros puede haber seres resentidos hacia tú raza.
Los labios de la humana se abren en preguntas que se arremolinan en su cabeza, pero finalmente se cierran en una fina línea al momento de bajar el rostro. Elrond suspira plenamente inquieto al no poder hablar con ella del modo que quisiera.
— ¿Para qué me ha llamado hoy? —cuestiona casi en un murmullo sin levantar la mirada —Todos sabemos que la única que puede servirle es Francin... yo no debería estar aquí.
—Bueno... —asiente —tienes razón. De hecho, ella ya debió haberles informado que hay ciertos inconvenientes con la preparación del próximo festival de mi pueblo, la nieve entorpece el movimiento de mi gente y seguro ella ya ha empezado a reclutar al personal que asistirá en ayuda. —aprieta los labios en una mueca —Es sobre eso. Lamento decírtelo, pero aún no tienes permitido abandonar mi casa.
— ¿Cómo dice?...
—No tienes permitido salir al pueblo, mucho menos a la ciudad, aún no puedes hacerlo. La gente de mi casa conoce las circunstancias bajo las que te tengo aquí, pero no he informado al pueblo y mucho menos a la ciudad, y como sabes existe cierto resentimiento contra tú raza y eso podría generar ataques en tú contra. Quiero evitar ese escenario, y por eso te pido que no salgas por el momento.
—Bueno... —rasca su ceja izquierda —lo entiendo, creo... si, no hay problema.
—Trataré de arreglar eso lo mejor posible, pero muy seguramente tendrás que resignarte a salir acompañada ya sea por alguno de mis guerreros o por Francin... o alguien de la casa.
—Claro. No hay problema, lo comprendo. —observa los alrededores — ¿Puedo retirarme?
—Sí... —expone con un hilo de voz.
Eleonor se despide con una pequeña sonrisa tomando la charola con todo lo que acompañaba para endulzar el té, se despide con una leve inclinación y al encontrarse de frente al pasillo da una larga mirada sobre la puerta que da a la biblioteca para finalmente bajar la mirada e irse en dirección a la planta baja; aquel hombre era amable, tranquilo y bastante amigable, pero ella sabía como debía comportarse con cualquier persona de un estatus superior al suyo así que no pensaba bajar la guardia aunque él se lo pidiera, no trataría como a cualquier persona al hombre que le daba techo, comida, ropa y protección sin pedirle realmente algo a cambio.
Francin exhaló un suspiro al escucharla bajar las escaleras, salió de la biblioteca y cruzó el pasillo presentándose ante su señor con una inclinación respetuosa, Elrond la miró de reojo dejando la taza de té medio vacía para volver a su lectura.
— ¿Qué tal se lo tomó? Al parecer Níniel le había prometido llevarla a su casa para presentarla con su familia. No parecía demasiado emocionada con eso, pero... —encoge los hombros tomando asiento —seria normal sentir curiosidad por el nuevo mundo al que la han traído.
—No le interesa. No. —expone con cierto enfado frotando su rostro —Sé que le interesa, sé que siente curiosidad y ganas de aprender, pero no quiere mostrarlo. —exhala un suspiro — ¿Por qué no quiere mostrarlo?
—Oye. —expone en una negativa —Deja de ser tan tonto. Sabes que los movimientos de los humanos son mucho más bruscos que los nuestros, era una huérfana que fue tratada como basura toda su vida. No esperes que venga aquí y se sienta libre de hacer y decir lo que quiera en el primer instante que le extiendes la mano. Deja que ella busque y se interese a su propio ritmo.
Bufando desvía la mirada —Para haber estado tan en contra de su estadía bajo nuestro cuidado, ahora hasta pareces algo... protectora.
—No digas tonterías. —toma algunos documentos — ¿Planeas decirles a los otros? Sabes que terminarán enterándose, últimamente tienen muchas reuniones y cuando mandan mensajeros se aseguran de recaudar información... se sabrá que has dado asilo a una humana del exterior.
—Los habitantes del pueblo son en su mayoría mestizos, los pocos puros son comprensivos.
—No hacia un humano del exterior. No te engañes.
—Bueno... seremos cuidadosos. Por el momento intentaré informar al pueblo antes de la festividad. ¿Ha habido algún problema con los vampiros? O licántropos, no lo sé, quién sea que la ponga en peligro.
—Todos lo llevan soportable. Los vampiros procuran salir solo durante la noche, y Loreta ha estado poniendo especial atención en su chico nuevo. Las licántropas tratan de mantenerse alejadas ante tu pedimento de presentarse lentamente, quizá no les interese conocerla.
—Si, bien, esta bien. —exhala un suspiro sobre los documentos —Ister sería el más sencillo de convencer.
—Mientras tortures a uno de nuestros comandantes enviándolo a sus tierras con la información... —comenta al aire acomodando el archivo con magia en una pila especifica mientras toma otro —ese hombre se presenta como un santo.
—No es tan malo...
—Porque no eres Ulier Jits y no tienes que soportar sus insistentes insinuaciones.
—Entonces intentaré hablar con Ulier primero.
—Has lo que quieras chico. Siempre lo haces.
Níniel se desanimó bastante al saber que Eleonor no podría ir con ellas al pueblo, pero aun así le prometió que compraría comida y prendas para presentarle algunos gustitos de aquellas tierras. Llegada la noche cuando se encontraba sola en su habitación se veía incapaz de apartar la vista de aquella historia narrada en el techo, claro que sentía curiosidad, ahí en ese mural parecía que todos estaban unidos adorando a una misma deidad, entonces... ¿Qué los había llevado a separarse? A huir... a detestar a los humanos.
—Demonios, hadas, humanos, elfos, gigantes... ¿Qué tan grande es realmente este nuevo mundo?
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