capítulo 8

     Zoe se despertó un poco desorientada y algo cansada, cogió ropa limpia y se dio una dicha rápida y fría, tenía ganas de salir de aquel hotel y ponerse en marcha, quería permanecer en un mismo lugar lo menos posible.

     Condujo durante seis horas, y decidió parar en Florencia ahora sí necesitaba descansar mentalmente, desde que se metió en carretera no paro ni siquiera para ir al baño, quería parar y poner todo en orden llamaría a su abuelos, y después llamaría a su padre, aunque ésto último no le hacia mucha gracia.

    El teléfono de Zoe no dejó de sonar.
     —¡Abuelo! —exclamó Zoe nada más descolgar el teléfono.
     —Gracias a dios, no sabía si llamarte, estábamos pensando en ti ahora mismo, ¿como estas?
     —Bien la verdad, me he parado a despejarme y creo que quedaré por aquí unos días, necesito aclararme mentalmente, todo esto me está superando, necesito asimilar cosas que no pensaba que pasarían y lo peor de todo abuelo... tu hijo no está muerto.
     —¿Es cierto lo que me estás diciendo?
     —Si abuelo, he llorado mucho y pensar que están vivos y no haberlo sabido, ni siquiera que se hayan preocupado por mi, si antes debia de ser fuerte ahora me lo exijo por mí bien, pero no entiendo el porqué las cosas lo han hecho así en vez de otra cualquier manera.
     —Yo no estaba seguro cien por cien, pero después de ver el accidente, sospeché algo, aunque el coche era el de ellos nunca se supo que iba dentro, pero nunca tuve el valor de investigar.
     —Yo no he investigado nada abuelo, dentro de mi peluche había una nota con un número de teléfono.
     —Debe ser difícil para ti, pero como bien has dicho debes de ser fuerte primero por ti.
     —Pero me ha dolido mucho abuelo, pero los que me habéis criado habéis sido vosotros, realmente dejaron de ser mis padres desde el momento que decidieron abandonarme, por eso necesito estar aquí un tiempo y aclarar mis cabeza.
     —Zoe y aquí estaremos para lo que necesites.
     —Lo se abuelo. ¿Y por allí siguen preguntando por mi?
     —Si, yo creo que no me creen cuando les digo que no se dónde estás, y es verdad que no lo sé. Ten cuidado pusieron tu foto en busca y captura.
     —Espero que os dejen tranquilos a vosotros aunque me sigan buscando a mi.
     —Tu por nosotros no te preocupes, cuídate Zoe.
     —Adiós abuelo.
     —¿Qué pasa Isaac?
     —Siéntate Rouse.
     —¿Qué ocurre?
     —¿Te acuerdas de las sospechas que tenía respecto al accidente de nuestro hijo?
     —Si.
     —Pues no están muertos, hicieron eso por alguna razón que desconozco, aunque tengo mis teorías. — Estuvieron hablando un rato ellos dos, su abuela necesito procesar toda la información, pero después quizás ya no volvio a ser la misma.

***
     Segunda llamada.

     — ¿Gael?
     —¿Zoe?
     —Si
     —Puedes llamarme papá.
     —Pues no se qué decirte, dejaste de serlo hace muchos años, así que ahora lo tengo que aclarar en mi cabeza.
     —Bueno ¿Como te ha ido todo? —preguntó su padre.
     —Bien, estoy en Florencia creo que me quedaré aquí unos días, lo necesito estoy algo saturada, pienso que si sigo adelante mi cabeza explotará.p
     —No te preocupes, lo entiendo, han sido muchas emociones de golpe.
     —En cuanto pueda te vuelvo a llamar. —Zoe se bajó del coche y empezó andar por aquel sitio tan bonito ya apenas recordaba como era Italia y no sabía que haría una vez allí, pero antes de eso descansaría unos días, no se encontraba del todo bien, necesitaba asimilarlo. Vio un restaurante y entró a comer.
     —Buenas tardes —saludó Zoe.
     —Buenas tardes —respondió la chica.
     —¿Mesa para comer?
     —Si.
     —¿Cuántos van a ser?
     —Solo yo.
     —Pase por aquí, tome la carta. —La chica la acompaño a una de las mesas con mejores vistas al escenario, ya que ofrecían música en directo, había un piano de cola y el pianista tocaba todo tipo de canciones.

***
     Pasado un rato, Zoe termino de comer pero empezó a sentirse un poco mal, entre náuseas y mareada, pensó que podía ser por la sensación acumulada de todo lo que llevaba arrastrando esos días y de su enfrentamiento con Ainhoa, las horas de coche y lo de sus padres.

     —¿Señorita se encuentra bien? —preguntó un muchacho que se acercó, al verla como ella estaba empezando a ponerse pálida.
     —Si gracias, quizás un poco mareada, pero se me pasará rápidamente. —Zoe intento levantarse pero le flaquearon las piernas, el muchacho justo la cogió antes de que se desplomara.
     —Señorita yo creo que no está bien.
     —Que si, en serio, si esto se me pasa a mi en nada—soltó mientras se levantaba para irse he iba agarrándose por las sillas.
     —Bueno pues si no le importa la acompaño a fuera.
     —No se moleste, de verdad, no es necesario.
     —Me gustaría invitarla a un café, quizás así se encuentre mejor, no puedo dejarla sola viendo que está algo mareada, si le pasara algo y no hubiera podido evitarlo me haría sentir muy mal.
     —En serio no hace falta.
     —Insisto, solo así veré qué se encuentra mejor y entonces la dejaré tranquila.
     —Esta bien, si así se quedará más tranquilo. —Eran las cinco y media de la tarde, Pasaron a una cafetería cercana, se sentaron y pidieron algo para tomar.
     —¿Hola qué les pongo? —preguntó el camarero.
     —Yo quiero un bombón con hielo —el camarero hizo un gesto raro con la cara—. Quiero un café con leche condensada a ser posible y con hielo por favor.
     —Perfecto ¿Y usted?
     —Café con leche y canela por favor —el camarero lo apuntó y se marchó—. Bueno a todo esto como te llamas, yo soy Ares —dijo él mirándola a esos ojos que por un monto lo hipnotizó.
     —Soy Zoe.
     —Por el acento deduzco que no eres de por aquí.
     —Bueno pues no te creas, nací en Italia pero con ochos mis padres y yo nos marchamos a España y he vivido en Almería desde entonces.
     —¿Y tú? ¿Tú sí eres Italiano?
     —Si tanto se me nota, nací aquí.
     —Si se nota, es un acento que me gusta mucho y ahora que estoy mejor, escucharte me suena bien —decir aquello le dio vergüenza.
     —Gracias por el cumplido.
     —Bueno creo que voy a pasear un poco, ya me encuentro mejor —dijo levantándose.
     —Te acompañaré si no te importa, hay unos lugares preciosos por aquí.
     —No quiero molestarte mas.
     —No es ninguna molestia. —Zoe no sabía muy bien por que dejó que le acompañara, en parte lo veía tan amable y era tan guapo, como era posible tener ese aspecto tan bien cuidado y ese cuerpo tan bien formado, pero intento no pensar en eso e hizo un gesto con la mano.

     Fueron caminando y hablando conociéndose un poco cada uno, Zoe estaba muy a gusto se sentía tranquila. Había parado a mirar el paisaje pero cada vez se sentía atraída por esa vistas esa tranquilidad que quizás no le daba Almería, aunque tenía sitios maravillosos, el sitio se veía acogedor, fueron al jardín Bòboli, a la piazza della Signoria y por último Corredor Vasariano.

     —La verdad es que estos lugares son impresionantes, nunca pude venir por aquí de visita.
     —Este sitio me transmite paz, con eso me conformo, por eso me costaría marcharme de aquí.
     —Yo no tuve elección, mis padres decidieron por mí.
     —Es lógico, pero mira aquí estás, será el destino —siguieron paseando un poco más—. Ya veo que estás bien —le dijo un rato después.
     —Espera,…. ¿te apetece comer conmigo mañana?—preguntó Zoe sin pensar.
     —¿Quiere que coma contigo?
     —Si, como agradecimiento a lo de hoy.
     —Vaya, no tienes que agradecerme nada, pero… si, no me importaría.
     —Pues entonces nos vemos mañana, ¿A las una está bien?
     —No mejor vendré sobre las doce, pasearemos un rato antes.
     —Muy bien nos vemos mañana.

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