capítulo 6
Y debajo de las últimas palabras le dejo un símbolo que su padre siempre le hacía.
—Cómo es posible, como quieres que te llame papá, supongo que no sabías que ese mismo día moririaís —se dijo Zoe para si misma, así que con las mismas guardo el papel y se secó las lágrimas.
Preparó la mochila, ese día quizás fuera algo largo, tenía pensado hacerse un cambio ya tenían su cara y lo mínimo que podía hacer era cambiarse el color del pelo para despistar. Entro en el coche y antes de arrancar sonó el teléfono que llevaba encima.
—Ostia, donde lo he puesto, ven aquí —se dijo y lo cogió—. ¿Si?
—Zoe.
—¿Eres tú abuelo?
—Si, gracias a Dios que estás bien.
—No me digas dónde estas, ¿solo quiero saber cómo estás?
—Estoy bien, te puedo preguntar una cosa abuelo.
—Claro
—No tienes ningún documento donde venga la noticia de cómo murieron mis padres.
—¿A qué viene eso ahora?
—Solo curiosidad.
—Espera......
—Te Mandaré una foto cuando cuelgues.
—Vale, ¿Vosotros estáis bien?
—Si, la policía vino y nos contó lo que pasó, no te preocupes cuando sepa algo te llamo, la que tiene que tener cuidado eres tú.
—Lo sé abuelo, lo tendré, una cosa más, la familia es sagrada, solo quería que supieras eso.
—Adiós cariño.
—Adiós Abuelo. —Una vez que ambos colgaron, su abuelo saco la tarjeta del móvil y guardo ambas cosas.
—¿Isaac cómo está la niña?
—Tranquila está bien.
—¿No te dijo donde está?
—No, pero me hago una idea, quédate tranquila estará bien.
Zoe no le dijo a su abuelo donde estaba directamente pero le dijo algo para que se hiciera una idea perfectamente, recibió las fotos, era del accidente, se veía como el camión quedó encima del coche de sus padres y como el fuego no dejo nada, mientras leía la noticia algo no le encajaba y volvió a leer, era un poco raro.
El coche junto al camión completamente quemados, los restos de cuerpos del coche no se llegaron a reconocer, nunca fueron identificados, de los pasajeros todo quedó calcinado, al coche le faltaba el número de bastidor y la matrícula así que fue imposible dar con quién iban dentro. El coche era un Citroën Sara Picasso, pero no llegaron a reclamar ninguna desaparición.
Cómo puede ser posible, ni matrícula ni número de bastidor pero era su coche, ella mientras leía no entendía nada.
Cogió el móvil y saco la nota del bolsillo, no sabía que hacer le temblaba el pulso, pero marco el número por qué si no lo intentaba nunca lo sabría.
Ring ring......
—¿Si? —Una voz de hombre en tono muy bajo contesto a la llamada, pero Zoe no contestaba se quedó paralizada.
—¿Diga? —volvio a preguntar la voz de nuevo, esperando que contestará alguien.
—¿Eres tú? —preguntó Zoe con la voz temblorosa.
—¿Y tú, eres Zoe? —al escuchar esa pregunta lloraba en silencio.
—Si.
—Hija, soy tu padre —los dos lloraban, aunque las lágrimas de él eran de dolor, el dolor que le había causado a su hija sin que se lo mereciera y por el amor perdido que nunca recuperaría.
—¿Donde estás?, ¿Por qué? ¿A qué vino eso?, no entiendo nada. —Zoe tenía muchas preguntas sin respuesta, que por una vez estaba deseando que se las contestara.
—Lo sé hija lo sé, fue por ti, para protegerte…
—Si, pues se os olvidó atar un cabo y ahora sí es verdad que estoy huyendo.
—¿Cómo?
—¿Si, te acuerdas de Ainhoa la niña con la que jugaba de pequeña, esa niña por la que me hicisteis venir aquí?, se que fue por eso, no me lo podrás negar, era una cría pero se lo que soy y de dónde vengo.
—Vaya, como olvidar lo sé aquel día, me alegro que por fin sepas sobre tus antepasados, nunca debí dejarte, me arrepiento con toda mi alma.
—Pues no sé cómo dio conmigo he incluso hemos estado trabajando un año juntas sin saber que era ella, bueno sospechaba algo, pero ayer me quedó claro y respecto a lo que soy, lo sé desde el día en el que me abandonasteis.
—No lo digas de esa manera, suena feo.
—Es que es la verdad, yo sentí como mis padres me abandonaban, sea lo que fuese deberíais haberos quedado conmigo.
—Lo se y nunca me lo perdonaré —después de aquello Zoe le contó a su padre lo que le había pasado y el porqué de su huida—. Así que papá ahora sí que estoy en un lío y no se por donde empezar, pero si se lo que puedo hacer el problema es cruzar la frontera de Francia con mi DNI por qué no sé si estaré en busca y captura, aunque suene un poco fuerte, he huido de la ciudad.
—Es increíble lo que me acabas de contar, lo que tanto hemos protegido y que por una persona todo te esté perjudicado de nuevo, haremos lo siguiente, yo tengo un contacto le llamaré y le preguntaré a ver si puede hacerme un favor, mientras necesito que cambies de aspecto.
—Vale.
—¿Zoe?
—¿Si?
—Nunca te he dejado de querer.
—Ni yo a ti, pero puede que nunca os llegue a perdonar por lo que me hicisteis, porque he sufrido mucho y necesito muchas explicaciones, os daba por muertos y de repente me coges un teléfono, todo esto es raro.
—Lo se, se que no me perdonaras nunca, hablaremos, espera mi llamada vale. —Y colgó.
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