capítulo 17

     Pasaban los días, Zoe decidió pasar dos semanas en casa de su abuela, Ares se iba a trabajar y cuando terminaba iba a dormir a casa de la abuela de ella, el médico la fue viendo, todo iba correcto, luego decidió pasar los primeros meses en casa de Ares, su barriga iba creciendo los dos estaba muy ilusionados, le compraba cosas, querían  empezar a preparar un cuarto para la pequeña pero  nunca veían el momento, Zoe hablaba con sus abuelos de Almería muy continuo y también echaba de menos el no poder verlos, tendría que decidir si querían vivir en Italia o no, mes a mes veían como esa personita crecía dentro de ella, a los seis meses le confirmaron que era niña, hablaba con sus padres de vez en cuando y con sus hermana., todo parecía estar bien.

     —Abuela gracias por decirme todo respecto a lo que soy, he sufrido bastante por no saber que me pasaba, sólo sabía que era especial y descendía de brujas Wicca pero poco a poco me hice fuerte y segura, he leído mucho sobre brujas, pero me hacía falta un apoyo que no tuve.
     —Lo se, pero mi culpa fue no haberme quedado contigo y permitir que te llevarán lejos de mi, eso nunca se lo perdone a tus padres, por eso me fui lejos de ellos.
     —Espero no volvernos a separa, contigo es distinto, pero con ellos se me hace difícil.
     —Yo no te puedo hacer que perdones a nadie, eso depende de cada persona y de lo que esté en su corazón —las dos se unieron en una abrazo.
     —Lo se abuela, a mi también se me hace difícil perdonarlos.

*** 
     En algún lugar de Italia, prieto quedo con Soffie.

     —Soffie te das cuenta que puede que sea un problema, lo que tiene tu nieta no se debe saber, hay gente que desearía tener a alguien así en su poder y que haría lo que fuera por solo para investigarlas y incluso poder hacerles daño, ya sabes que tiene que estar en secreto lo hemos hecho de generación en generación y debe seguir así, que sepas que yo siempre os protegeré pase lo que pase igual que hicieron mis antepasados.
    —Ya lo sé Prieto, no te preocupes.
    —Vale
    —Gracias por todo.
     —Siempre estaré hay.

     Una persona vigilaba a la abuela de Zoe, desde una distancia que no se podía sospechar, solo necesitaba un pista, un falso movimiento e iría a por ella, aunque sabía que lo que se hacía de esperar tendría que salir bien, vio como cada uno salió por un lado, solo esperaba órdenes, pero en ese momento no las tuvo.

***
     Cuando la hija de Zoe Nació lo primero que hizo ella fue mirar todo su cuerpecito y parece que no había rastro de nada.

     Después de varios meses tuvieron que marcharse, era la única forma de que ella se mantuviera oculta, no se explicaba el por qué tendría que pasar otra vez por lo mismo, por qué no quería estar otra vez lejos de su abuela, pero entendía que debía hacerlo.

***
     En algún lugar.

     Ares fue a buscar lo que habían preparado, esa iba a ser la última vez que estuviera allí, se acercaron por detrás y una voz le susurró al oído.

     —Sigue andando y dirígete hacia aquel grupo de gente. —Ares no habló solo asintió con la cabeza.
     Una vez rodeado de gente en el mercado, ese hombre saco un sobre y se lo dio, al igual que él le saco un sobre con dinero y se lo entrego.
     —Hay tiene lo que pidió, espero te sea útil, llevas más de lo que me pediste le estoy haciendo un favor a un amigo, que tengáis suerte —ese hombre le entrego algo, cuando Ares lo ojeo le entrego un sobre y ambos se marcharon.

      A Ares le temblaban un poco las piernas no estaba acostumbrado a ese tipo de cosas, pero por ella haría lo que fuera, se marchó a paso ligero y una vez en casa respiro.

***
                         Veinte años después

     Hera estaba preparándolo todo para irse de vacaciones con sus amigas, tenia que elegir un destino pero no se le ocurría ninguno, estuvo barajando lugares hasta que Hera se decidió por Marsella (Mónaco) estuvieron viendo fotos por internet y el sitio era increíble, se informo de los horarios de los vuelos, del precio, pero para decidir comprar tenia que comunicárselo a sus amigas, aunque tenia un mal presentimiento y sabia que al final le tocaría irse sola y eso no se lo perdonaría nunca, llamo a Sandra y le dijo que sintiéndolo mucho no podía ir, que su novio había cogidos unos días para estar con ella, Hera se sintió un poco defraudada por aquello, ese viaje lo llevaban meses preparándolo, luego llamo a Samanda y le pillo un imprevisto por sorpresa y no podía irse por lo menos hasta la ultima semana, Hera le dijo que no era justo después de llevar tanto tiempo preparando ese viaje, le dijo que se iría sola y colgó. Tenia un mes por delante.

     —¿A que hora salís? —le preguntó Zoe, su madre.
     —Mamá al final me voy sola.
     —¿Como que sola?
     —Si, las dos se ha echado para atrás, supuestamente les han salido un imprevisto, pero yo no me voy a quedar aquí esperando a nadie, me voy aunque sea sola.
     —Sola no vas a ninguna parte.
     —Mamá, tengo 21 años y cuando vuelva me voy a ir a vivir sola, así que si no lo hago ahora lo haré después, así que no te preocupes, y tranquila te llamare a menudo.
     —No entiendo que piensas hacer tanto tiempo tu sola.
     —Conocer el lugar, que tiene que ser precioso, sus comidas, sus costumbres, por cierto me voy a Marsella (Mónaco) y salgo dentro de tres horas y media, no me entretengo.
     —Mas te vale llamarme.
     —Si mamá no te preocupes, pienso llamarte.  —Madre e hija se dieron un abrazo, Hera salió por la puerta abajo la esperaba el taxi. Su madre la acompaño hasta afuera y otra vez le vino el olor a su flor “Azucena” , parecía estar volviéndose loca.
    —Al aeropuerto por favor —dijo Hera cuando subió al taxi.

     Una vez allí, tan solo tenia que esperar que saliera su vuelo… Una vez subida al avión Hera quiso cerrar los ojos un rato, tendría que vivir esa experiencia a tope, seria la primera vez que viajaba sola, conocería a gente nueva, decían que los chicos de allí eran muy guapos, Hera se durmió pensando en todo lo que iba hacer, la voz del micrófono sonó anunciando que se abrocharan los cinturones.

     —Señores pasajeros abróchense los cinturones en breve descenderemos y habremos llegado a Marsella —anunció la azafata.

     Hera se despertó y se abrocho su cinturón un poco aturdida.

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