Extra: la fiesta
Narra Manuel.
Me despierto y lo primero que hago es mirar el calendario. Me fijo y me doy cuenta que hoy es la fiesta. Mierda, no he preparado nada. Espero que mi madre sí que se haya acordado y haya comprado el alcohol.
¿Nuestra madre comprará el alcohol?
Sí, cuando se lo dije estaba muy contenta porque haría una fiesta.
Qué madre más rara tenemos.
Y que lo digas.
Me acerco a mi mesita de noche y cojo el móvil, son las siete de la mañana. En estos momentos agradezco el hecho de que no pueda dormir hasta tarde, así puedo preparar la fiesta.
Y tienes que pedir el permiso para ti y para Claudia.
Cierto, gracias conciencia.
De nada, para eso estoy.
Me visto y bajo al despacho de Percival, llamo a la puerta y escucho un:
- Pasa Manuel, te estaba esperando.
- ¿Cómo sabía que vendría?
- Mucha gente ha venido a pedirme el permiso para salir con los amigos, al ser tantos supuse que habría una fiesta y, también supuse, que la harías tú.
- Sí, pero nadie sabe que yo soy el anfitrión.
- Vale, no diré nada. Supongo que has venido a por el permiso para poder salir del centro toda la noche.
- Supones bien, pero vengo a por el mio y el de Claudia. Iré con ella a la fiesta.
- No hay ningún problema.
Me parece raro que no me haya puesto ninguna pega, ya que no suelen darte el permiso de otra persona a no ser que vaya ella.
No digas nada y yau.
Eso pensaba hacer.
- Gracias Percival. Una cosa más, ¿puedo pasar el día fuera? Es que aún no he preparado nada.
- Sí, claro. Dame el permiso y te lo extiendo.
Se lo doy, escribe algo y me lo devuelve.
- Adiós Percival.
- Adiós.
Salgo del despacho y me dirijo a la puerta de entrada. Antes de salir llamo a mi madre.
- Mamá, ¿te acuerdas de que hoy montaba una fiesta?
- Sí, ¿por?
- Porque yo me acabo de acordar y quería preguntarte si habías comprado el alcohol.
- Sí, hijo. He comprado mucho, no se si os lo acabareis.
- Mejor que sobre que que falte.
- Vale, ¿paso a por ti para organizarla o vienes tú?
- Voy en escoba, nuestra casa aquí en Cali está muy cerca.
- Vale, hijo. Vuela con cuidado.
Cuelgo y me subo a mi escoba. Tardo una media hora, porque ir en escoba es más lento que ir en coche. Nada más llegar me pongo a montar la fiesta. Pasadas unas 6 horas, lo tenía todo listo menos la forma de llegada.
Piénsalo bien, porque como descubran donde vives vendrán a molestar.
Tienes razón.
Para evitar que la gente sepa donde vivo puedo contratar choferes que los traigan y que después los lleven a sus casas. Cojo el teléfono y llamo a unos veinte choferes, en menos de cinco minutos llegan.
- Hola chicos, vosotros seréis los encargados de traer a todos mis invitados desde sus casas. Deberán subir a las limusinas y vosotros les pondreis una venda. Nadie puede descubrir donde vivo. ¿Entendido?
- Sí -dijeron todos al unísono.
Dicho esto, regreso al colegio. Cuando llego con las cuatro, entro y voy directo al comedor. Antes de que pueda entrar veo a Claudia con Carla y Finn y les digo:
- Hola Claudia, acuérdate que a las 8 en la puerta principal.
- Sí, tranquilo. No soy de las que suele llegar tarde -me contesta Claudia
- Vale, así me gusta. Es una pena que no podáis venir tú y Finn - digo mirando a Carla.
- Ya, pero que se le va a hacer. Cuida bien de Claudia o lo lamentarás.
- No te recordaba así Carla -digo un poco extrañado.
- Siempre soy así con las personas que me caen muy bien.
- Vale, yo la cuidaré muy bien, no te preocupes.
- Bueno mal genio, nos vamos. Adiós.
Nunca dejará ese apodo, pues yo tampoco.
Tampoco quieres que deje de llamarte así.
Cállate
- Adiós despistada y adiós Carla.
- Adiós - contesta Carla.
Veo como se van y después entro al comedor, como algo y subo a mi cuarto. Nada más llegar decido hacer una siesta, pero no me pongo un despertador ya que no me hace falta.
Al cabo de un rato largo, me despierto y veo la hora. Mierda, no llego. (Ya sabéis todo lo que hizo porque lo relaté en el capítulo anterior, por lo que vamos directamente a la escalera)
Después de evitar que Claudia se lesionara, subimos a la limusina y pienso: ¿me pondrán el antifaz? Soy el anfitrión, pero espero que si que lo hagan.
- Olle -digo, fingiendo estar enfadado- ¿Por qué nos ponéis vendas?
En ese momento, el chófer, se queda parado y le hago unos gestos para que me siga el rollo.
- Lo ha exigido el anfitrión, para que nadie sepa dónde está su casa. Es así o no podéis ir a la fiesta.
- Vale, no pasa nada, todo sea por ir a la fiesta -dice Claudia.
Me alegra que no le moleste esto. Llegamos a mi casa y nos quitan los antifaces enseguida, salgo y espero a que Claudia lo haga también. Una vez fuera Claudia me echa en cara el no haberle dicho que era una fiesta en una mansión. Sabía que me reñiría, pero no podía hacer nada. Si le decía algo se produciría demasiado y no quería eso.
- ¿Lista? -digo, porque no la veo muy segura.
- ¿Por qué no iba a estarlo? -dice muy bajito.
Entramos y la cara de Claudia es un poema, sobre todo cuando le digo que la casa está insonorizada. Me ofrezco para ir a por unas bebidas y, cuando llego a la cocina veo la que están liando allí. No puedo dejar que pase esto. Me acerco a Claudia, le doy la copa, brindamos y le digo que me voy y que volvía enseguida.
Vuelvo a la cocina y pongo orden, me paso toda la fiesta así. Cuando me doy cuenta son cerca de las dos de mañana y aún no había ido con Claudia. Salgo de la cocina y voy donde la había dejado, no está. Me subo a una silla y la busco, está en la pista de baile. Bajo y me acerco por detrás, cuando llego le digo:
- Creo que ya has bebido bastante. Vámonos.
- No, yo me quedo. Baila conmigo.
Va súper borracha, apenas se mantiene de pie. No se como puede hacer una frase son liarse. Ella se pone a bailar, pero yo la cojo de la cadera y me la subo al hombro.
- Mal genio, suéltame -dice pataleando como una niña pequeña.
- Tú te vas a dormir ya y no admito discusiones.
Por muchas patadas que me de, no va a conseguir que la suelte.
- Jo, no... es... justo... -dice con voz somnolienta.
Subo las escaleras y la llevo a mi cuarto, una vez dentro la dejo suavemente en la cama y ella dice:
- Manu, no te vayas.
Eso es lo único que dice, porque después se duerme. No se que hacer, me tiene cogido de la mano. Me intento soltar, pero ella hace más fuerza. Me va a tocar quedarme.
No lo digas como si fuera un sacrificio, que aún te gustará.
Puede que un poco.
Es la primera vez que no me retrucas algo que tiene que ver con Claudia.
Ya, ya déjame tranquilo.
Me siento en el suelo a su lado y me quedo dormido.
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