Capitulo 1
La universidad estaba envuelta en la energía vibrante del inicio de un nuevo semestre. Martin caminaba por el campus, sus libros apretados contra su pecho, absorto en sus pensamientos. Lizzy, la sirena encubierta, lo alcanzó con una sonrisa traviesa.
"¡Martin!" exclamó Lizzy, agitando su cola con entusiasmo. "Tengo a alguien que quiero que conozcas."
Martin levantó la mirada, encontrándose con la figura de Enzo, quien estaba de pie con una expresión amistosa y llena de curiosidad. Los ojos de Martin se encontraron con los de Enzo, y en ese instante, algo cambió en su mundo.
Lizzy observó la chispa que surcó el aire entre ellos. Martin, sin embargo, intentó disimular su repentina fascinación y desvió la mirada hacia sus pies.
"Enzo, este es Martin, mi mejor amigo," dijo Lizzy, presentándolos con entusiasmo. "Martin, Enzo es mi amigo desde hace mucho tiempo, y sé que se llevarán genial."
Los saludos se intercambiaron, y mientras Enzo le sonreía amigablemente, Martin luchaba por mantener la compostura. Lizzy, aguzando su intuición, detectó la conexión palpable entre ellos.
"¿Qué les parece si consideran la idea de compartir habitación en la universidad?" propuso Lizzy, mirando entre ellos con complicidad.
Martin miró a Enzo, y aunque su mente le decía que era una idea insensata, su corazón resonó con la idea. Enzo asintió con una sonrisa juguetona.
"¡Compartir habitación suena genial! ¿Qué opinas, Martin?"
A pesar de su timidez, Martin asintió, incapaz de negar la oportunidad de estar más cerca de Enzo. La decisión estaba tomada, y Lizzy observaba con satisfacción cómo el destino comenzaba a tejer su magia entre dos almas destinadas a cruzarse.
Los días previos, Martin había experimentado la desesperación al no encontrar un compañero de habitación dispuesto a compartir su espacio. La soledad se cernía sobre él, creando una sensación de ansiedad cada vez que pensaba en la inminente llegada a la universidad. Pero Lizzy, siempre atenta a las necesidades de sus amigos, vio más allá de la apariencia tranquila de Martin y detectó su anhelo de compañía.
La sugerencia de compartir habitación con Enzo no solo le ofrecía a Martin un refugio en el caótico mundo universitario, sino que también despertaba una chispa de emoción en su corazón. Aunque su mente dudaba, su corazón anhelaba la posibilidad de la compañía de Enzo, el chico guapo y amable que había llegado a su vida como una sorpresa mágica.
Enzo, por otro lado, aunque tenía reservas sobre confiar en los humanos, había encontrado un refugio seguro en la familia de Lizzy. Él veía a Lizzy no solo como su mejor amiga, sino como una hermana, y la confianza que ella depositaba en Martin era suficiente para que Enzo también aceptara la idea de compartir su espacio con él. La lealtad y el afecto hacia Lizzy eran más fuertes que sus dudas, y así, aceptó la propuesta con una sonrisa.
Cuando la decisión se selló, ambos jóvenes se encontraron en el umbral de una nueva etapa en sus vidas. La universidad les ofrecía no solo la oportunidad de aprender, sino la posibilidad de descubrir el amor en la persona menos esperada. Y así, con una habitación compartida como escenario, comenzó la historia de Martin y Enzo, dos almas destinadas a cruzarse en el camino de la vida universitaria.
El trío caminaba por el bullicioso campus universitario, con Lizzy liderando el camino con una sonrisa radiante y una fuerza que sorprendía a Martin. Aunque él no lo sabía, Lizzy era mucho más de lo que parecía, con una fortaleza que superaba los límites de lo humano.
Los tres amigos llegaron a la administración de la universidad, donde fueron recibidos por un amable funcionario que les proporcionó los formularios necesarios para completar su solicitud de habitación compartida. Lizzy equilibraba con gracia una pila de libros en sus brazos, demostrando una habilidad que dejaba a Martin asombrado.
Mientras completaban los formularios, Martin notó la complicidad entre Lizzy y Enzo. Hablaban con una familiaridad que sugería una larga historia de amistad y confianza, y Martin se sintió agradecido de tener la oportunidad de formar parte de su círculo íntimo.
Finalmente, después de llenar todos los datos necesarios, los tres amigos entregaron los formularios al funcionario, sellando así su destino como compañeros de habitación en la universidad. Con una sensación de anticipación en el aire, se dirigieron juntos hacia su nuevo hogar compartido, listos para embarcarse en esta emocionante nueva aventura juntos.
Con las llaves en mano, Lizzy guió a Martin y Enzo hacia su nueva morada. La sirena, con su dulzura y bondad característica, no dudó en ayudarles con las maletas y asegurarse de que todo estuviera en su lugar. Aunque estaba de paso en ese campus, su deseo de ser de utilidad para sus amigos sobrepasaba cualquier distancia.
Enzo, con su elección de estudiar Enfermería, seguía los pasos de su madre celestial. La figura de ella, una angelical enfermera y sanadora, resonaba en sus elecciones y decisiones. Cada paciente atendido, cada herida curada, era un homenaje silencioso a la memoria de su madre. Su amor por ayudar a los demás era una extensión de su herencia celestial.
Martin, en cambio, había elegido la Enfermería por amor a la humanidad. En los hospitales y las salas de emergencia, encontraba su propósito y su satisfacción. El deseo de aliviar el sufrimiento ajeno era la fuerza motriz detrás de sus estudios. La salud y el cuidado de los demás eran su mundo ideal, una dedicación que le daba un sentido renovado a cada día.
Mientras tanto, Lizzy, enamorada de todas las criaturas, se sumergía en el fascinante mundo de la Veterinaria. Animales de todos los tipos, ya fueran sobrenaturales o comunes, ocupaban un lugar especial en su corazón. Cada paso en su carrera era un tributo a su pasión innata por proteger y cuidar a las criaturas que compartían el mundo con los humanos.
Juntos, estos tres amigos, cada uno con sus propias vocaciones y motivaciones, compartían un lazo indestructible de amistad y apoyo mutuo. Mientras Lizzy les ayudaba a instalarse, el inicio de su vida universitaria se llenaba de la promesa de descubrimientos, crecimiento y, sobre todo, el poder
Con una sonrisa cálida y un abrazo afectuoso, Lizzy se despidió de Martin y Enzo, dejándolos con las llaves de su nuevo hogar compartido. Mientras ella se encaminaba hacia su propio campus, la sensación de estar solos por primera vez se apoderó de los dos amigos.
Martin miró a Enzo, y en ese momento, la realidad de la situación se hizo evidente. La habitación que compartían ahora estaba impregnada de una mezcla de emociones: anticipación, nerviosismo y, quizás, un destello de emoción por la nueva etapa que estaban por vivir juntos.
Con la puerta cerrándose detrás de Lizzy, la habitación se sumió en un silencio momentáneo, roto solo por el suave murmullo de la vida universitaria que resonaba en el exterior. Martin y Enzo intercambiaron miradas, reconociendo la singularidad del momento.
"¿Qué te parece si comenzamos a organizar nuestras cosas?" sugirió Martin, rompiendo el silencio con una sonrisa amigable.
Enzo asintió con entusiasmo, y juntos se sumergieron en la tarea de hacer que su nuevo hogar se sintiera acogedor. Entre risas y conversaciones, comenzaron a descubrir la dinámica única de su convivencia. Mientras organizaban libros y colocaban sus pertenencias, el espacio comenzó a transformarse en algo más que una simple habitación compartida; se convertía en un refugio donde las historias de sus vidas se entrelazaban.
La puerta cerrada marcaba el comienzo de un capítulo lleno de posibilidades y, sobre todo, de una conexión que crecería con el tiempo. Solos por primera vez, Martin y Enzo se embarcaron en esta nueva aventura universitaria con la promesa de descubrimientos, amistad y, tal vez, un amor mágico que se avecinaba en el horizonte.
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