Capítulo 8

Abril 2006

El sol había extendido su abrazo cálido sobre La Push, y los días se alargaban, bañados en una luz dorada que parecía abrazar a Griffin y Leah en cada rincón de la playa. En una de esas tardes soleadas, ambos estaban en la orilla, jugando en la arena y construyendo un castillo de arena con tanto esmero como si fuera una obra de arte. El mar murmuraba suavemente, añadiendo un toque de serenidad a su alegre compañía.

Griffin y Leah se encontraban cerca del agua, sus manos cubiertas de arena mientras trabajaban en la estructura. De vez en cuando, Griffin se inclinaba hacia Leah para mostrarle un detalle en el castillo, sus labios rozando su mejilla en un gesto tierno. Leah reía suavemente, sintiendo el cosquilleo de su proximidad.

—¿Sabes? —dijo Griffin con un tono juguetón mientras sus manos se encontraban— Creo que nuestro castillo necesita una torre más alta. ¿Qué opinas?

Leah lo miró con una sonrisa traviesa y se inclinó hacia él, sus labios casi tocando su oído.

—¿Y qué pasa si la torre se cae? Entonces será culpa tuya por no hacerlo bien.

Griffin rió y, al girarse hacia ella, sus labios casi se encontraron en un beso. Se detuvieron a medio camino, ambos conscientes de la tensión que crecía entre ellos. La mirada de Griffin se desvió hacia los ojos de Leah, y sus corazones parecían latir al unísono con la promesa de algo más.

A medida que el sol comenzaba a descender, el calor del día se volvía más suave, y Griffin y Leah se acercaron más, sus cuerpos casi tocándose mientras trabajaban en los detalles finales del castillo. Griffin, con una sonrisa, se inclinó hacia Leah para darle un beso en la punta de la nariz. Ella se rió, un sonido claro y melodioso que hizo que el corazón de Griffin se acelerara.

—Esa es una de las torres más lindas que he visto —dijo Griffin con picardía— Aunque creo que mi corazón ya está ocupado por una torre aún más especial.

Leah se sonrojó y lo miró con una mezcla de diversión y timidez.

—¿Y cómo es esa torre? ¿De qué está hecha?

—De tus sonrisas y de la forma en que me haces sentir —respondió Griffin, su mirada fija en la de Leah.

La conversación se volvió un juego de miradas y sonrisas, llenas de un deseo contenido. Sus labios se encontraron en besos breves, apenas un roce, pero cada uno cargado con la promesa de algo más. Cada vez que se acercaban, sus corazones se aceleraban, pero la vergüenza y el respeto mutuo los mantenían en un juego de acercamientos y retrocesos.

Mientras el sol comenzaba a ocultarse y el cielo se teñía de tonos anaranjados y rosas, Griffin y Leah se sentaron en la arena, mirando cómo el día se despedía. Griffin rodeó a Leah con un brazo, y ella se acurrucó contra él, sintiendo el calor de su cuerpo.

—Creo que este verano ha sido uno de los mejores que he tenido —dijo Leah suavemente— ¿No te parece?

—Sí —respondió Griffin, inclinándose para darle un beso en la frente— Y aún no hemos terminado.

Leah se volvió hacia él, su mirada llena de ternura y una chispa de travesura.

—¿Y qué más tienes planeado para nosotros?

—Eso —dijo Griffin con una sonrisa— es un secreto que tendrás que descubrir.

Leah le dio un pequeño golpe en el hombro, su sonrisa brillando con complicidad. A medida que la noche se asentaba, el cielo estrellado se extendía sobre ellos, creando un ambiente perfecto para el crecimiento de su amor.

La playa estaba tranquila, y el sonido de las olas se mezclaba con sus risas y susurros. Aunque la tensión sexual entre ellos era palpable, ambos sabían que estaban construyendo algo más profundo y significativo. El amor que compartían era palpable en cada beso, en cada mirada y en cada palabra, prometiendo un futuro lleno de momentos preciosos y llenos de amor.

El sol se había puesto, dejando el cielo iluminado solo por las estrellas y la luz tenue de la luna. Mientras el mar murmuraba suavemente, los dos estaban acurrucados cerca del fuego de una fogata que crepitaba a su lado.

Leah, con el rostro iluminado por el resplandor de las llamas, miraba a Griffin con una mezcla de ternura y deseo. Sus miradas se encontraron, y Griffin, sintiendo la intensidad del momento, se inclinó hacia ella con una sonrisa suave. La cercanía de sus cuerpos y el calor de la fogata creaban un ambiente perfecto para el crecimiento de su conexión.

Griffin tomó el rostro de Leah entre sus manos, sus dedos rozando suavemente su piel. Leah sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, su corazón latiendo con fuerza. Griffin se acercó lentamente, sus labios rozando los de Leah en un beso tierno y exploratorio. La delicadeza del primer contacto encendió una chispa entre ellos, y la pasión contenida se hizo evidente en cada roce.

A medida que el beso se profundizaba, Griffin dejó que sus manos se deslicen por la espalda de Leah, acercándola más a él. Leah respondió con la misma intensidad, sus manos enredadas en el cabello de Griffin mientras se entregaba al momento. El calor de la fogata y la proximidad de sus cuerpos aumentaban la tensión, preparando el terreno para que el beso se convirtiera en algo más.

El intercambio de caricias y besos se volvía más urgente, cargado de deseo. Sus respiraciones se entrelazaban, y la atmósfera a su alrededor parecía desvanecerse, dejándolos solos en su mundo privado de sensaciones.

Griffin la tomó entre sus brazos, caminó hasta una gran roca y se sentó justo frente de esta con Leah en brazos, Leah sintiendose cohibida por la magnífica fuerza para llevarla entre sus brazos como si fuera una pluma quedó en silencio, esperando el momento.

—Te deseo demasiado Leah, no puedo más con esta tensión—dijo Griffin con la voz ronca.

—¿Y porque no vamos a la cabaña?—pregunta Leah intrigada.

—Porque deseo quemarme contigo, y refrescarme con el aliento del mar. ¿Te molestaría continuar aquí?—pregunta Griffin con voz suplicante.

Leah nerviosa, ríe un poco.

—Sigamos, igualmente el frío no me afecta. Soy de piel caliente, y estaré encantada de quemarte, cariño —contestó Leah mientras se acomodaba entre las piernas del rubio, sintiendo el contacto de la arena en las plantas de su pie, aunque percibió inmediatamente como la mano varonil de su impronta fue delineando su figura, desde su clavicula pasando por los pechos hasta la cintura y detenerse en el borde de sus shorts—¿A quién de los estás tentando?—preguntó al mover ligeramente su cadera ansiosa.

Inmediatamente pudo escuchar un jadeo por parte de Griffin.

—A los dos, aunque... Si te sigues moviendo así, no duraré, vida mía. —gimió ahogado.

Excitando a la mujer por su tono ronco, sexy y varonil.

—No quiero tener arena entre mis nalgas, ¿Como evitarás que nos vean?—preguntó Leah curiosa.

Jadeó al volver a sentirse ahupada entre los fuertes brazos del rubio. Fue recostada contra la roca que era plana por encima.

—Griffin, ¿Que hacés me verán?—susurró Leah nerviosa al temer ser descubiertos en la playa.

—Nuestras ropas se verán pero a nosotros no cariño mío —susurró con voz cargada de sensualidad, mientras con suma delicadeza y caballerosidad fue despojando el short y tanga negra por las hermosas piernas morenas de su chica—¿Estás de acuerdo con seguir?

Leah ansiosa y excitada al verse casi desnuda, traga saliva, cerró los ojos al sentir la suave caricia de las puntas de los dedos recorrer suavemente la vulga húmeda y calida e ínfima de su cuerpo.

—N-no veo porque detenernos, mgh, ¡ah!... Griffin... —gimió ansiosa, sintió cómo cada vez más la humedad aumentaba y los palpitos de excitación en esa zona aumentaban.

El rubio de ojos azules sonrió encantado, idolatrando a la mujer frente a sus narices. Influyendo en ella su invisibilidad mientras fuera tocada por el, los sonidos serían los que no podría insonorizar. Siguió frotando sus dedos contra la vulga y entre los labios superiores, encontrando cada vez mas clara la excitación en su amada.

—Eres hermosa, cariño, preciosa...

Leah se curvó se placer entre cada roce que la hiciera sentir mucha fricción. Empezando a escuchar sus constantes respiraciones erráticas, guiadas por el deseo y necesidad. Mientras el rubio con la mano derecha la masturbó, con la izquierda se animó a llevar su mano por debajo de la larga remera y empezar a acariciar los senos voluptuosos de la morena, aumentando los jadeos ansiosos.

La mirada cristalizada de placer en esos ojos oscuros de Leah, empezó a enloquecer a Griffin. Al puntos de quitarse la camiseta, bajarse los short y boxer, quedando preparado para ella, duro a más poder con la sensualidad de su encantadora morena. Dejó de acariciar los senos, para deslizar ambas manos por las piernas de ella, abrirlas y hacerse acceso hacia el nucleo de la pasión, se agachó y curvó la espalda para meter el rostro entre las piernas féminas y empezó a besarlas, adorarla y logró arrebatar gemidos más constantes de los labios de Leah, súplicas de que no parara.

Hasta el punto de haber sentido jaloneos sutiles en su cabello rubio. Consiguió invitarlo a chupar, acariciar con su lengua su núcleo y besar, dejar en evidencia la humeda excitación en su morena. Nerviosa suplicó por mas, y Griffin cedió a la orden, empezando a introducir de a uno sus dedos, sintiendo la calidez humeda, el chapoteo mas nítido en sonido y el acompañamiento de la cadera moverse al son de los mivimientos de sus dedos, de dos pasó a ser tres y cuánto Leah se levantó y paró con su mano la de él, supo que ella estaba lista.

Leah lo besó hambrienta, mordisqueó su labio inferior y lo estiró gruñendo sutilmente en posesión. Aquello lo hizo arder de deseo.

—¿Eso que ha sido?—preguntó embelezado Griffin.

—Ha sido un mensaje claro, nene: Entra yá y no pares, ¡Te necesito!—ordenó Leah, mientras se relamía los labios casi ronroneando cada palabra.

—Uy, mi chica posesiva... No sabes cuánto me enciendes —susurró ronco mientras toma el rostro de la morena con su mano izquierda para besarla con tanta pasión y necesidad— Te amo tanto, que estoy enloqueciendo.

—Entonces hazme enloquecer, te necesito dentro ya —expresó directa y demandante Leah, mientras toma el miembro viril entre sus manos y lo guía a su vagina. Pero encuentra que este tiene un preservativo y queda sorprendida—¿Cuándo...?

—Desde hace rato, cariño. Tu tranquila, yo me preocupo de lo demás —añadió Griffin besándola posesivo y empujó su cadera, entrando por fin dentro de esa cavidad humeda y caliente. Soltando ambos un gemido de sumo placer en cuanto el pene va abriendose pasó hasta el fondo.—¡Mgh!

—¡Si! Ah.. así...

Leah cerró los ojos al sentirse tan conectada, con los oídos zumbando gracias al placer profundo. Abrazó por los hombros al rubio, y también enredó sus piernas alrededor de las caderas de su novio, pidiendo mas fricción.

Siendo así como ambos se dejaron llevar por sus deseos y anhelos, el placer y la tensión se iba derritiendo entre el sudor, el fresco de la noche y los fluidos de su interior. Así siguieron hasta el punto en el que sus respiraciones eran muy agitadas y desenfrenadas a tal punto que ya iban al climax, Leah pudo sentir la necesidad imperativa e instintiva hacerse presente como una llama inexplicable de posesión, en cuanto sus colmillos salieron a la luz, Griffin ido entre la busqueda de su placer no lo vio y menos mal porque en cuanto Leah empezó a besar su cuello, aquello solo lo hizo acelerar sus embestidas por lo sensual que era sentirla tan mimosa, pero en cuánto sintió un dolor agudo en esa zona al igual que su cadera incrustrarse tan profundo en ella tras una embestida, gimió ronco y adolorido al terminar y vertir su placer, a la misma vez que sintió como Leah lo empapó de su éxtasis concluida.

Ambos alcanzando el clímax en esa noche de abril. Con Griffin reclamado por los colmillos y lamidas mimosas de Leah, y otra vez el rubio con un problema en su entrepierna. Esa noche nadie vio nada, porque Griffin al estar en contacto sexualmente con Leah, la había hecho invisible.

Consiguiendo así, aunque sea tres veces divertidas y satisfechos en el nudo y climax sexual.

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