Capítulo 3
Cleo se acercó agitada hasta Leah con una sonrisa cálida, tratando de proyectar una imagen de curiosidad genuina y simpatía. Se detuvo a una distancia respetuosa y levantó la mano en señal de saludo.
—¡Hola! Disculpa lo antipática que fui antes—dijo Cleo con un tono amistoso—. Soy Cleo. Estoy visitando a una amiga en la Reserva y me perdí un poco. Estaba tratando de orientarme pero terminé hablando al hermoso mar... y me alegra haber encontrado a alguien local.
Leah, aún un poco cautelosa, levantó una ceja pero mostró una actitud abierta.
—Bien, soy Leah. ¿Necesitas guía o indicación para ir al pueblo?
—Sí, por favor—respondió Cleo con un tono de alivio—. Agradecería mucho cualquier indicación. También estoy un poco fascinada por algunas historias locales que escuché sobre esta playa. Me dijeron que hay mensajes interesantes que aparecen en la arena, y pensé en investigar un poco más.
Leah miró a Cleo con una mezcla de sorpresa y curiosidad. Sospechó que entonces no era una turista en el pueblo, sino que de la Reserva.
—¿Mensajes en la arena? Nunca he oído hablar de eso. ¿Qué tipo de mensajes?—preguntó intentando entenderla, pero sin levantar sospecha. Cautela y extrañada.
—Parece que son mensajes anónimos que ofrecen apoyo y palabras de aliento—explicó Cleo, su tono lleno de intriga—. Algunos dicen que tienen un toque especial, como si fueran enviados por alguien con intenciones buenas. Como soy nueva por aquí, pensé que sería interesante aprender más sobre ellos. ¿Es algo que has notado tú también?
Leah frunció el ceño, mirando a Cleo con una mezcla de curiosidad y escepticismo.
—Sí, he visto algunos mensajes así. Pero no sé mucho más. ¿Te interesan estos mensajes por alguna razón en particular?
—Solo por curiosidad—respondió Cleo con una sonrisa sincera—. Me encantan las leyendas y las historias que la gente cuenta sobre los lugares que visito. Pensé que, si los mensajes tienen algún significado especial, podría ser una historia interesante para compartir.
Leah asintió lentamente, considerando la propuesta de Cleo.
—Bueno, si realmente quieres investigar sobre los mensajes, podría ayudarte a buscar más información. Pero ¿por qué no me acompañas por aquí un poco?
Cleo aceptó la invitación con entusiasmo, agradecida por la amabilidad de Leah.
—¡Eso sería genial! Gracias por tu ayuda, Leah. Estoy deseando conocer más sobre este lugar y sus historias.
Cleo y Leah caminaron por la playa, la conversación fluyó de manera amigable y relajada. Cleo mantuvo su tono de curiosidad genuina mientras observaba el entorno, aprovechando la oportunidad para aprender más sobre la playa y sobre Leah misma.
—Así que, ¿cuánto tiempo has vivido aquí? —preguntó Cleo, interesada en conocer más sobre la vida de Leah.
—Toda mi vida—respondió Leah con una sonrisa tímida—. Conozco cada rincón de la playa y de la Reserva. Es un lugar tranquilo, pero con su propia historia.
—¡Eso suena fascinante!—dijo Cleo con entusiasmo—. Debe ser interesante conocer todos los secretos del lugar. Me alegra haber encontrado a alguien que realmente sabe sobre la historia local.
Leah asintió y luego miró a Cleo con una expresión pensativa.
—A veces, hay cosas que pasan aquí que son difíciles de explicar. Como esos mensajes en la arena de los que hablamos. Aunque la playa siempre ha sido mi refugio, es una buena compañía. —comentó con una sonrisa débil, recordando su pesar.
—¿Realmente has recibido esos mensajes?—preguntó Cleo con un tono de sorpresa contenida, manteniendo su curiosidad genuina.
Leah asintió con una expresión seria.
—Sí, he visto algunos. No estoy segura de quién los escribe, pero siempre aparecen de vez en cuando. No sé si creer en las historias que dices que tienen algún poder especial o si es solo una coincidencia.
Cleo se detuvo un momento, mirando a Leah con atención.
—Eso es realmente interesante. ¿Y tú qué piensas? ¿Crees que hay algo más detrás de esos mensajes?
Leah parecía reflexionar, mirando la playa con una mezcla de curiosidad y escepticismo.
—A veces me pregunto si hay algo más allá de lo que podemos ver o entender. La gente aquí tiene muchas historias sobre cosas que no se pueden explicar fácilmente. ¿Qué piensas tú? ¿Crees en lo sobrenatural?
Cleo sonrió con una mirada enigmática, como si estuviera considerando la pregunta con atención.
—Bueno, creo que el mundo está lleno de misterios y cosas que no siempre podemos explicar con lógica. A veces, hay que estar abierto a la posibilidad de que hay fuerzas o energías que no entendemos completamente. Las historias y leyendas locales, como los mensajes en la arena, pueden ser una forma de conectar con esas cosas desconocidas.
Leah parecía intrigada por la respuesta de Cleo, y una chispa de interés apareció en sus ojos.
—Eso suena razonable. ¿Alguna vez has tenido alguna experiencia que te hiciera pensar en algo así?
Cleo asintió lentamente, sin dar demasiados detalles pero con una expresión de reflexión.
—He tenido experiencias que me han hecho cuestionar lo que creemos conocer como la realidad. No puedo decir que todo lo que se dice sea verdad, pero sí creo que hay cosas que valen la pena explorar y entender. Tal vez esos mensajes en la arena sean una forma de esa conexión misteriosa.
Leah miró a Cleo con una mezcla de curiosidad y apertura.
—Es una perspectiva interesante. Nunca había pensado en esos mensajes de esa manera. Quizás haya algo más que deberíamos investigar.
Cleo sonrió, satisfecha con el avance de la conversación.
—Me alegra que pienses así. Quizás podamos encontrar algo juntos, algo que explique mejor estos mensajes. ¿Te gustaría seguir hablando de esto mientras me guías a la Reserva?
—Claro—respondió Leah con una sonrisa—. Me parece una buena idea. Y quién sabe, tal vez aprendamos algo nuevo en el proceso.
Las dos continuaron caminando por la playa hasta llegar al sendero que conecta con la Reserva. Cleo decidió aprovechar aún mas su suerte, el momento para dirigir la charla hacia una posible explicación sobre los mensajes en la arena.
—Entonces, Leah—dijo Cleo con un tono juguetón—, ¿alguna vez has considerado que esos mensajes podrían ser de alguien enamorado? A veces, las personas usan formas creativas para expresar sus sentimientos, incluso si eso significa escribir en la arena de la playa.
Leah la miró con sorpresa y una leve sonrisa, interesada en el giro que había tomado la conversación. Aunque aún sentía esa pesada sensación de tristeza por su racha de suerte en el romance.
—¿Un chico enamorado? Eso suena como algo sacado de una novela romántica. Pero, ahora que lo mencionas, no lo había pensado así. ¿Crees que realmente podría ser algo así?
Cleo se encogió de hombros con una sonrisa traviesa.
—Bueno, podría ser. Imagínate que alguien está tratando de llamar tu atención de una manera única, y tal vez decidió hacerlo de forma anónima para mantener el misterio. Podría ser una forma de mostrar cariño sin revelar quién es. Es una forma bastante romántica de hacerlo, ¿no crees?
Leah soltó una risa ligera, pareciendo divertida por la idea.
—Eso sería bastante ingenioso. Aunque no estoy segura de cómo tomaría la idea de recibir mensajes anónimos de un chico enamorado. ¿Qué harías tú si fueras tú la destinataria de esos mensajes? Además, no soy una persona muy amigable para que eso suceda—murmura pesimista ante esa posible idea, una chispa de ilusión vibra en su corazón dañado.
Cleo se detuvo brevemente, mirando hacia el horizonte con un gesto pensativo.
—Bueno, si fuera yo, creo que me gustaría saber quién está detrás de los mensajes. Aunque, al mismo tiempo, la intriga de no saber puede ser parte del encanto. Y quién sabe, tal vez esos mensajes están tratando de decirte algo importante sin ser demasiado obvios. —dice enfocada en su objetivo, sin embargo, con empatía la mira seria— Hoy me has demostrado que eres una chica bastante decente, eres una mujer muy guapa como para menospreciarte así, no sigas bajando la cabeza.
Leah parecía contemplativa, mirando hacia la arena como si esperara ver otro mensaje aparecer. Sintiendo los nervios y amargura en la boca de su estómago, percibiendo el temblor en sus labios pero logró controlarse tras tragar salida, logrando contestar a las suposiciones de la conocida.
—Es una perspectiva interesante. Tal vez esos mensajes tienen un propósito más profundo de lo que parece a simple vista. —se aventuró a decir.
Cleo sonrió, contenta de ver que Leah estaba considerando la idea.
—Sí, a veces las cosas no son tan simples como parecen. Puede que haya algo más en esos mensajes, o tal vez alguien está tratando de hacer un gesto especial. La verdad es que no sabemos con certeza, pero es divertido imaginar las posibilidades.
Leah asintió, sintiendo una creciente curiosidad por el misterio de los mensajes. Tratando de dejar su pesar a segundo plano, por esta oportunidad.
—Me gusta cómo piensas. Quizás deberíamos intentar averiguar más sobre esto, solo por diversión. Después de todo, siempre es interesante descubrir la historia detrás de los misterios locales.
Cleo asintió con entusiasmo.
—¡Eso suena genial! Me alegra que te intereses en descubrir más. Quién sabe, podríamos encontrar algo sorprendente en el proceso.
Griffin, oculto entre las sombras como un espectro invisible, observaba y escuchaba la conversación entre Cleo y Leah desde la distancia. Sus sentidos sobrenaturales le permitían captar cada palabra y emoción, sintiendo la tensión en el aire, alimentada por la incertidumbre que rodeaba a la joven nativa.
—Me gusta cómo piensas. Quizás deberíamos intentar averiguar más sobre esto, solo por diversión. Después de todo, siempre es interesante descubrir la historia detrás de los misterios locales —dijo Cleo, con un tono que denotaba una curiosidad que iba más allá de lo mundano, mientras sus ojos dorados brillaban con una intensidad que pocas veces mostraba.
Leah, por su parte, asintió, aunque su entusiasmo parecía mezclado con una sombra de duda.
—¡Eso suena genial! Me alegra que te intereses en descubrir más. Quién sabe, podríamos encontrar algo sorprendente en el proceso —respondió, intentando mantener la compostura, pero su nerviosismo era palpable, especialmente para alguien con los sentidos agudos de Cleo.
La conexión entre ambas mujeres se había forjado rápidamente, algo en el aura de Leah había resonado en el instinto protector y empoderado de Cleo. Sentía una necesidad casi visceral de ayudarla, de fortalecerla, como si fuera un deber impuesto por su linaje ancestral y su posición como hija del faraón. Sin embargo, al llegar a la cabaña de Sam, Leah comenzó a mostrar signos de inquietud, su naturaleza sensible detectaba el peligro latente en aquel lugar.
—¿Tu... tu amiga vive aquí? —susurró Leah, su voz temblaba ligeramente, mientras sus ojos se movían con nerviosismo, como si esperara que algo oscuro emergiera de las sombras.
Cleo, aunque intrigada, mantuvo su fachada de turista ingenua, fingiendo no notar el pánico en los ojos de Leah.
—Así es. Me ofreció alojamiento durante las vacaciones, ¿hay algún problema con ello? —preguntó, con una calma que contrarrestaba la tormenta interna de Leah.
—No... no contigo. Yo soy el problema, lo siento Cleo, pero no me siento bien. Y-yo... Recordé que debo ayudar a mi madre, adiós —balbuceó Leah, dando media vuelta y alejándose rápidamente, como si aquel lugar fuera un portal hacia sus peores pesadillas.
Cleo se cruzó de brazos, frustrada. No era una reacción normal, y la actitud evasiva de Leah solo confirmaba que algo más profundo estaba en juego. "La pareja de Mavis ha dejado una marca en esta chica", pensó Cleo, furiosa ante la falta de información crucial que le había dado su pequeña estrella, Mavis. Esto no era solo una misión de emparejamiento; había algo más oscuro y turbio enredado en esta situación.
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Al llegar a la cabaña, Cleo dejó caer su elegante figura en el sofá desgastado, sus movimientos cargados de una gracia sobrenatural que contrastaba con la decrepitud del lugar. Sacó su teléfono móvil de uno de los bolsillos de su túnica dorada, y con dedos ágiles, comenzó a teclear un mensaje, su molestia era evidente en cada pulsación.
Destinatario: Pequeña Estrella.
→ El plan de emparejamiento sigue su curso, pero hay mucha información que te olvidaste de regurgitar para mí, señorita Drácula. ¿Tu pareja tiene alguna relación pasada con Leah Clearwater? ¿Griffin sabe de esto y soy la única a la que vieron cara de estúpida para no saberlo?
Enviado.
No pasó mucho tiempo antes de que el dispositivo vibrara con la respuesta.
Pequeña Estrella
→ Upsi, me olvidé de ese detalle. ¡Lo siento! Y sí, tienes razón en tu sospecha, Leah fue la prometida de mi pareja. Su gen lobuno se activó a mitad de una discusión con ella; la abandonó el día del altar porque se perdió en el bosque, convertido en lobo. Semanas después, los ancianos de la tribu le aconsejaron que dejara la relación con Leah porque ella no era su destinada.
Enviado recién.
Cleo apretó la mandíbula, sintiendo cómo la ira comenzaba a burbujear dentro de ella.
→ ¿Me estás diciendo que te metiste en medio de una relación? No entiendo nada de lo que dices.
Enviado.
La respuesta llegó casi de inmediato, como un torrente de explicaciones que apenas lograban calmar su enfado.
Pequeña Estrella
→ ¡No, no! Eso sucedió un año atrás, antes de que llegara al pueblo. Él la buscó aun cuando le prohibieron verla, creyó que ella sería su compañera luego de haberse convertido en hombre lobo, bueno, metamorfo de lobo.
Resulté ser su destinada cuando recorría el bosque por intuición de encontrar a mi clic. Sam ya no estaba con Leah cuando me conoció, ambos dejaron de ser algo hace ya un tiempo.
Todo lo malinterpretado y cosas que han pasado, creo es culpa del consejo de su tribu. Sam fue guiado por malas decisiones, y según lo que me dijo, el padre de Leah pidió que terminara por lo sano la relación con su hija para que no hubiera problemas cuando él encontrara a su mujer destinada. De casualidad terminé siendo yo. ¡En verdad me preocupé en su momento de ser la tercera! Pero no lo soy... Perdona no habértelo dicho antes. 😱🥺
Enviado.
Cleo soltó un suspiro de exasperación, masajeándose el tabique con una mezcla de frustración y agotamiento. Esto no solo complicaba la situación; lo explicaba todo. La actitud reticente de Leah, su pánico al llegar a la cabaña, y ahora, el peso de un pasado que claramente seguía atormentándola.
Recostó su cabeza en el respaldo del sofá, cerrando los ojos para tratar de organizar sus pensamientos y planear el próximo movimiento. Sin embargo, no necesitaba abrirlos para saber que Griffin, su compañero invisible, estaba sentado a su lado, compartiendo el mismo aire denso con la frustración que los envolvía.
—Tu situación es mucho más complicada que tu propio complejo —dijo Cleo, rompiendo el silencio con su tono sereno, pero cargado de una verdad ineludible.
—Sospecho que lo que sabes tiene que ver con el desamor, pena y amargura que atormenta a mi amada. ¿Qué tan malo es? —preguntó Griffin, su voz teñida de un dolor antiguo, un eco de pérdidas pasadas que nunca habían sanado del todo.
Cleo, sin abrir los ojos, se masajeó el cuero cabelludo, tratando de suavizar la tensión que sentía en cada fibra de su ser. Sabía que la situación era complicada, y que cualquier paso en falso podría destruir las frágiles esperanzas de su amigo.
—Esa chica no está sanando correctamente su dolor. Y lo que yo sé, no te lo contaré. Ya suficiente humillación es que sepa de su sufrimiento. Solo te diré que la pareja de nuestra pequeña ha sido el detonante de su amargura, pero que los culpables de sus acciones son los consejeros de su tribu —respondió Cleo con cautela, su tono reflejaba la delicadeza con la que manejaba la situación. Sabía que Leah era una mujer fuerte, pero rota, y esa combinación podría ser peligrosa para cualquier intento de acercamiento.
Griffin sintió que un peso invisible caía sobre sus hombros, una mezcla de ira, impotencia y profunda tristeza lo embargó.
—¿Por qué debe ser así? ¿Tan difícil es desear amar y ser amado? —se lamentó, su voz quebrándose bajo el peso de sus emociones.
Cleo, conmovida por el dolor de su amigo, intentó ofrecerle un consuelo que, aunque sincero, sabía que podía no ser suficiente.
—No tienes la culpa de nada. Solo te ha tocado lavar y desinfectar las heridas que otro dejó en ella —dijo Cleo, su tono suave, pero firme, intentando infundir esperanza en el corazón de Griffin. Sabía lo que significaba perder, y el miedo a volver a hacerlo.
Griffin, por su parte, dejó que su mente vagara hacia el pasado. Recordó la vida que una vez tuvo, llena de amor y felicidad, hasta que los humanos lo arrebataron todo. La furia, el dolor, la pérdida, todo se agolpaba en su mente, como si los siglos que habían pasado desde entonces no fueran más que un suspiro. Había encontrado un refugio en Hotel Transilvania, un hogar donde podía olvidar, al menos por un tiempo, pero el espectro de su pasado siempre lo perseguía.
—No quiero hundirme nuevamente en el peso de ser viudo... Quiero empezar a disfrutar de la vida, avanzar y vivir. ¿Cómo lo haré con esto que dices? Ella debe odiar a los hombres en estos momentos si uno la ha dañado como para llorarle todas las noches —siseó Griffin, su voz llena de un dolor tan antiguo como él mismo, sus lágrimas invisibles caían silenciosamente, atrapadas.
Cleo se mantuvo en silencio por un momento, sintiendo la pesadez del ambiente que rodeaba a Griffin. Su presencia invisible era casi palpable, cargada de una melancolía profunda y antigua. La egipcia sabía que su amigo llevaba consigo siglos de dolor, de pérdidas que no podían borrarse con palabras amables o promesas vacías. Pero también sabía que Griffin, a pesar de su naturaleza espectral, tenía un corazón noble y una determinación que pocos podían igualar.
—Griffin, hay algo que debes entender —comenzó Cleo, abriendo finalmente los ojos y girando su cabeza ligeramente hacia donde sentía que él estaba sentado—. El amor no siempre es fácil, y a veces, las heridas del pasado se convierten en barreras difíciles de superar. Pero eso no significa que no puedas encontrar la felicidad. Leah es una mujer fuerte, una guerrera a su manera, pero también está rota en algunos aspectos. Si realmente quieres estar a su lado, tendrás que ser paciente y entender que no puedes arreglar todo de inmediato.
Griffin soltó un suspiro pesado, el aire en la cabaña pareció enfriarse ligeramente a su alrededor.
—Sé que tienes razón, Cleo. Pero es frustrante... Saber que alguien más le causó tanto dolor, y que yo soy quien debe lidiar con las consecuencias. Solo quiero hacerla feliz, pero parece que cada paso que doy me aleja más de ese objetivo —confesó, su voz resonando débilmente en la estancia, un eco de su existencia incorpórea.
Cleo sintió una punzada de compasión. Sabía que la lucha de Griffin no solo era por Leah, sino también por él mismo, por superar las sombras de su propio pasado. La pérdida de su esposa, el dolor de haber sido despojado de todo por los humanos, era una carga que aún llevaba en su alma, por más que intentara ocultarlo.
—Griffin, tal vez este sea tu desafío —dijo Cleo suavemente, su tono más cálido de lo que usualmente permitía mostrar—. Tal vez Leah es la oportunidad que tienes para sanar tus propias heridas mientras la ayudas a sanar las suyas. No se trata solo de hacerla feliz, sino de que ambos encuentren una forma de avanzar juntos. Quizás ese sea el verdadero propósito de esta conexión que sientes con ella.
El silencio cayó entre ellos nuevamente, pero esta vez no era incómodo. Era un silencio de comprensión, de dos almas antiguas que entendían la magnitud del desafío que enfrentaban. Cleo sabía que Griffin necesitaba tiempo para procesar lo que había dicho, para decidir si estaba dispuesto a enfrentarse a los demonios de Leah, y a los suyos propios.
Finalmente, Griffin habló, su voz apenas un susurro.
—No sé si estoy listo, Cleo. Pero no puedo alejarme de ella. No después de haber visto lo que ha sufrido. Si hay una mínima posibilidad de que pueda ayudarla, debo intentarlo.
Cleo sonrió levemente, un gesto que rara vez permitía florecer en su rostro. Sabía que esa era la respuesta que Griffin había tenido en su corazón todo el tiempo, aunque necesitaba escucharlo en voz alta para convencerse a sí mismo.
—Entonces, no estás solo en esto, Griffin —respondió ella con firmeza—. Estaré a tu lado, apoyándote en cada paso del camino. Y juntos, encontraremos la forma de superar esto, de hacer que Leah vea que el amor no siempre tiene que ser dolor.
Griffin no respondió, pero Cleo pudo sentir un ligero alivio en el aire a su alrededor, como si la esperanza hubiera logrado penetrar las capas de desesperación que lo envolvían. No era una solución inmediata, pero era un comienzo, y a veces, eso era todo lo que se necesitaba.
Cleo se levantó lentamente del sofá, estirando su cuerpo elegante y poderoso, una figura que siempre exudaba una autoridad natural. Sabía que la batalla que enfrentaban no sería fácil, pero no había duda en su mente de que, con determinación y apoyo mutuo, podrían enfrentar cualquier obstáculo.
—Voy a buscar algo para beber, ¿quieres acompañarme? —preguntó, sabiendo que Griffin, invisible como era, prefería la compañía antes que estar solo con sus pensamientos oscuros.
Hubo un momento de duda, pero luego sintió una presencia etérea a su lado, una señal de que él la seguiría. Cleo asintió satisfecha y caminó hacia la pequeña cocina de la cabaña, sabiendo que, aunque el camino por delante era incierto, ya habían dado el primer paso en la dirección correcta.
La amistad, la lealtad y el amor eran fuerzas poderosas, y con ellas de su lado, Cleo estaba segura de que podían enfrentar cualquier adversidad. Y mientras la luna comenzaba a asomarse en el horizonte, bañando la cabaña en una luz plateada y mágica, la egipcia supo que la verdadera batalla apenas comenzaba. Pero no estarían solos. Nunca más estarían solos.
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